Esa noche del verano romano, monseñor S * estaba desvelado y no era por el calor. Desde hacía días que pensaba cual sería la mejor forma de abordar la tarea que le había encomendado el recientemente designado pontífice; era un problema que estaba afectando seriamente a la iglesia desde hacía bastante tiempo. El cardenal B*, arzobispo de Chicago, le había comentado que en Sudamérica había un marino retirado, que había trabajado con el gobierno de Estados Unidos y con Bill Gates, en la solución de problemas muy difíciles. Mañana conversaría con el cardenal chileno M*, por si sabía algo de este personaje y sus actividades.
Jorge V*, marino retirado, que había trabajado en la búsqueda de tesoros en el archipiélago Juan Fernández y en otros trabajos similares, había tomado un vuelo de Iberia en el aeropuerto de Santiago de Chile y ahora estaba llegando, luego de casi trece horas de vuelo, al aeropuerto de Madrid, Barajas, donde tendría que esperar la combinación con el vuelo, que en otras dos horas y media mas, lo llevaría hasta el aeropuerto de Roma, Fiumicino. Durante estas largas horas, había pensado en cientos de posibilidades por las cuales monseñor M*, le había solicitado que concurriera al Vaticano, para tener una reunión con, nada menos, que el cardenal Secretario de Estado, segundo hombre en la jerarquía de la Iglesia Católica, lo más probable sería que se tratara de algún tema relacionado con su último trabajo, la ubicación del Arca de la Alianza.
—Carlitos, te cuento, vengo llegando de las europas, no te imaginas donde estuve ni con quien me reuní —dijo Jorge por el teléfono.
—¡Comandantol!, que gusto de hablar con usted, supe que andaba por esos lados; no me diga que fue a saludar al nuevo Papa —contestó Carlitos riéndose.
—Usted parece que tiene espías en todas partes, ¿qué le parece si nos juntamos mañana a las doce en el Club Naval? Además lo invito a almorzar porque tenemos mucho que conversar, ¿puede?
Al día siguiente Jorge y Carlitos se encontraron en el Club Naval, ubicado en el centro de la ciudad de Valparaíso y durante el almuerzo, que se prolongó hasta cerca de las cuatro de la tarde, Jorge le contó su reciente viaje.
—Monseñor S*, me explicó que están preocupados por la permanente campaña de desprestigio y difusión de falsedades, que medios de comunicación y especialmente algunos escritores, hacen desde hace tiempo, contra la Iglesia Católica. Hasta el momento no han reaccionado y oficialmente no desean hacerlo, porque estiman que es darle mayor difusión a las falacias y mentiras que publican. Citó el caso de Rushdie quién saltó a la fama, vendiendo millones de ejemplares de su libro “Versos satánicos”, luego que fuera condenado a muerte por el ayatolá Jomeini, que consideró la obra como una blasfemia, alegando que era irreverente con la figura de Mahoma y el Corán.
—Monseñor tiene toda la razón pero, ¿que pitos toca usted en todo esto? —interrumpió Carlitos.
—¡Ah!, olvidé decirte que monseñor estaba totalmente al tanto de nuestros trabajos en la búsqueda de los tesoros, del vuelo diecinueve en el Triángulo de las Bermudas y de Al-Aqsa, así es que tú también estás en las listas del Vaticano y saben perfectamente todas tus bellacadas —contestó Jorge riéndose.
—Oye, no te rías mucho ¿sabes que cualquiera de los dos podríamos haber sido elegido Papa en el último cónclave? Leí, que todo varón mayor de 30 años y bautizado puede ser designado —dijo Carlitos.
—Hablando en serio; me pidió que organizara un sistema de búsqueda de información comprometedora, como pago de los impuestos, vida privada, gustos, etc. de los directores de los medios de comunicación y de los escritores, que se destaquen por su animadversión contra la Iglesia. Si encontramos algo sospechoso, lo difundiremos en Internet. Me entregó un listado con el que podremos comenzar. Lo haremos como algo personal y jamás mencionaremos al Vaticano como instigador de esta contraofensiva comunicacional.
—Esto parece bastante interesante, pero ¿lo haremos por amor al arte o por amor a Dios? —dijo Carlitos, abriendo ambos brazos y luego inclinándose levemente.
—Oye, esto no es para la chacota. —Contestó Jorge riéndose y a continuación siguió explicando—: Los únicos que sabremos de esta actividad seremos nosotros y los dos monseñores. Al resto del personal que ocupemos en las investigaciones y seguimientos, le diremos que es algo personal, que lo hacemos como católicos. Abriré una cuenta en Suiza a nombre de Hugo T*, un marinero que cuando estábamos en el Lientur, fue transbordado a la base Antártica y me dejó como su apoderado, dándome un Poder Notarial amplio, pues dijo que confiaba plenamente en mí. Después de muchos años falleció, pero yo aún tengo ese Poder. En esa cuenta el Vaticano nos depositará mensualmente...
—¡Chitas!, comandantol, ¿de donde sacarán tanto dinero? —exclamó Carlitos.
—Y que te importa a ti, seguro que tú también aportas el 1% de tus ingresos para el dinero del culto. Ves, contribuyes a pagarte a ti mismo.
Los dos amigos continuaron conversando y revisando el listado entregado por el Vaticano. El primero de la lista era un escritor, Dan B*, que había escrito “El código de Miguel Ángel”, un best seller que denigraba a Los Dominicos y a la Iglesia, luego aparecía un sitio Web: loskuentos.com y los nombres de varios cuenteros.
—Bueno, Carlitos, entonces tú te quedas organizando estas dos primeras investigaciones y yo iré a Estados Unidos para ver si Bill puede cooperarnos.
Tres meses después ambos amigos estaban reunidos en una amplia oficina en el centro de Viña del Mar.
—Es increíble lo rápido que pasa el tiempo. En este corto período hemos averiguado bastante, pero estoy preocupado, porque hasta ahora, no nos han depositado ni un peso en la cuenta que abrí en Suiza —dijo Jorge.
—Es que eres muy confiado, no tenemos ni un papel que avale nuestro trabajo —contestó Carlitos.
—Bueno, hoy mismo me preocuparé de ese asunto, pero lo concreto es que de Dan B* hemos averiguado que es pedófilo, masoquista y además practica la coprofagia, pondremos esta información en la red hoy día mismo y veremos que sucede.
—Sí, además del listado de loskuentos.com, tenemos bastantes datos comprometedores de uno de los españoles, del argentino y del chileno; estamos esperando confirmar algunas informaciones y los lanzaremos también al espacio —dijo Carlitos.
JORVAL (29)
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