Fuiste como un rayo de luz que se coló entre las ramas de un olivillo en la ladera del monte de Cutipay, iluminaste una gota que colgaba en la hoja de la quila y fuiste a parar en un copihue haciéndolo entrar a escena como el actor principal de una opera sinfónica en la que el canto del chihuio es acompañado por el sonido del agua entre las piedras del estero.
En mis manos quedo la suavidad de las tuyas y la tibieza que sentí mientras te abrazaba cuando escuchábamos un vinilo en el antiguo tocadiscos de mi abuela. En el chaleco que te preste y en la cama en que dormiste queda un poco de tu olor, tan fresco como el aroma que se desprende de la corteza seca del laurel.
Llegaste con la timidez con que se juntan las nubes hasta hacerse grises y te fuiste como la brisa fresca que pone fin a un temporal, esa brisa que peina y que seca después que todo fue lavado, esa brisa que renueva la esperanza del bosque en que pronto llegara la primavera.
Texto agregado el 25-05-2005, y leído por 179
visitantes. (4 votos)
Lectores Opinan
25-06-2005
Adelante! hay que seguir produciendo Inrti Intilimani
02-06-2005
bravo amigo espero seguir leyendote un abrazo.... Cabezon
Me gusta el modo en que integras la naturaleza a aquello que sientes...
Evocador....y fresco. misterioso
25-05-2005
Alegorías construidas de naturaleza... es lo que creo que necesita la poesía de hoy... refrescante! lolinloto
25-05-2005
De qué forma tan bonita expresáste un sentimiento,no conozco el monte Cutupay ni el canto del chihuio,pero conozco los olores y la forma con que se incrustan en el recuerdo.Saludos y mis estrellas. Gadeira