Fotografía con veladura (Mujer ahogada en la playa de
Tarifa)
Si hubiera llegado hoy en un tren.
Si hubiera llegado esta mañana, temprano, muy
temprano, en un tren.
Si hubiera llegado, cargada, muy, muy cargada,
extraviada casi, en un terrible tren de pasajeros.
De pasajeros chinos o blancos como yo. De terribles
pateras amputadas.
De aviones caídos, de coches, pasajeros de coches con
airbag
y os hubiera dicho -casualmente-:
“Yo soy la hija de la hija de la hija de alguien
descendiente directo de Averroes
-panteísta también mi bisabuelo-,
o la tataraalgo del mismo ascendiente de Qahtan
Muhammad al-Shaaabi”.
Pero no. “No decir. No pronunciar acaso”.
No podría contaros que mi nombre es normal
descendencia del sur,
descendencia de carne con hilachas,
de tapices hilados con el sudor del sur,
de tiempo de tampones de grasa de camello,
de cubrirme la cara blanca oscura, con dos espejos
negros como lunas
aflorando del lienzo, sendas lágrimas como perlas de
alcófar,
de escupir un cordero de aromas emblemáticos
contra el viento del norte,
de escupir las palabras al bajar de este tren,
de escupir el silencio de viajeros blancos, oscuros
tal la noche
cuando devoran mar,
de escupir tantos pueblos, tantas demarcaciones
pestilentes, con moscas en los labios -sin agua- de
los niños,
con oasis de miedo encendidos de rabia,
de escupir en el tren.
Si hubiera llegado esta mañana fría
envuelta en algún tren de madrugada.
Si hubiera llegado sin ropa a esa otra orilla
o
con la ropa mojada de creer
en el señor del norte o en Al-andalus.
Fotografía sin título (Claroscuro)
...y quién soy yo
para así preguntar
quién, quién soy yo
-aterida de frío en este espacio
repleto de palabras como fuegos-,
quién soy yo, así, para decir
que estas pocas palabras
que caen como versos
no son libres palabras:
pájaro, silencio, océano de pus,
espacio, viento henchido, torrentera,
la boca del amor, ojo, cinabrio...
de quién son, de quién es todo esto.
Siento miedo.
|