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dreamcatcher,13.05.2006
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Se trata de escribir textos melancolicos, apagados, de personajes sin nombrar, escritos en tercera persona, que tengan un misma final, LLEGA A CASA Y APAGA LA LUZ.
los invito a participar, yo pongo los que escribio en mi bio, ustedes hagan lo que quieran. pero numerenlos | |
dreamcatcher,13.05.2006
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1-
Recorre las calles recolectando hojas. Pasan los trenes sin mirar. Autos fantásticos huelen mal. Piratas del asfalto rodeando la nada. Espejos que tiemblan si se les da la gana.
Paraíso desparejo. Unos gritan sin eco. La voz que se pierde sobre cañaverales. Aventurarse a hacer lo incorrecto. Siempre supo que era izquierdo. Solo advertía la melancolía que le llevaba tres cuadras.
Lagos sin cisnes. Cuadros con márgenes. Ideas aplicadas encerradas en trajes. Cubiculos uniformes y clases apartes. El subte tragando las masas y el hombre tragando la carne.
Llega a casa y apaga la luz.
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Athenea,14.05.2006
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2-
Su corazón le pregunta cosas que su cabeza no quisiera responder. Analiza paso a paso la situación, sin embargo, no encuentra ni un icómo/i ni un iporqué/i. Tras un par de horas y un par de vinos descubre que cuestionarse es estúpido. Camina a paso ágil hacia su hogar. En medio de la luces citadinas ha tomado una decisión: sus dilemas, sus preguntas, su dolor y su amor se quedarán en el umbral de la puerta. Llega a casa y apaga la luz. | |
negroviejo,15.05.2006
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Recuerda lo momento vividos en la oscuridad. La búsqueda infructuosa del paquete de velas, el tropezón contra una banqueta que le ha dejado un doloroso recuerdo en una rodilla. la imposibilidad de encender una radio o el televisor. Recuerda con angustia que se perdío la fina de la Copa América por ese motivo.
Llega a casa y paga la luz. | |
Akeronte,23.05.2006
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3-
Pesadez es el nombre que recibe aquella sensación que carga sobre sus hombros. Aun cuando la palabra no alcanza a describir el temblor en sus manos ni la mirada ahogada en mares de tristeza. Arrastrando los pies deja un rastro que posiblemente nadie va a seguir pues aquel cuepor ha dejado de tener interés para la persona que tanto anheló. No. No. Nada tiene sentido desde aquella noche en que vio como se fragmentaba el vaso contra el suelo y sus deseos se esparcieron. No corrió, no lloró. Nada. Solo ese vacío que todo lo arropa. Tomó camino a su pocilga, cubrió su cuerpo con licor.
Asi todas las tardes. Bañado en licor. Llega a casa y apaga la uz.
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godiva,11.08.2015
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Otra vez la nostalgia desfigurando el paisaje. La luna con la misma cara de tristeza. Una viejecita pidiendo monedas, y el recuerdo de unas manos grandes y generosas acostumbradas a dar. La vieja estación, una bicicleta gris que deambula perdida, la noche que ha decidido ocultar las estrellas, nubes obstinadas cargadas de melancolía.
Último tren. Nadie la espera. Lágrimas enredadas en las pestañas húmedas.
Tres calles más. Camina, llora, se despide otra vez de nadie.
Llega a casa y apaga la luz.
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godiva,13.08.2015
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5-
Termina su horario de trabajo. Pasa por el bar y come algo. Luego su cansancio lo lleva por el acostumbrado sendero, para después adentrarse en las calles oscuras de tierra. Cruza el puente, se acerca al rancherío. Los gritos, risas, y llantos habituales invaden el silencio.
Una pareja acomoda sus ropas al verlo pasar; ella es solo una criatura. El hombre mayor lo mira con gesto cómplice, mientras deposita algunos billetes en la mano de la niña.
Sigue su camino, no piensa en nada, salvo en su catre gastado, y la necesidad de dormir. Doce horas en la obra es mucho tiempo, y él hace tiempo que pasó los cuarenta.
La carita de la pequeña se cuela fugaz entre sus pensamientos. Se parece tanto a Ana...
Su mujer se fue con otro hace doce años ya, pero sus facciones inconfundibles siguen grabadas en su mente.
Intenta dejar de lado a esas mujeres. Ana y la niña. Tan parecidas.
Algunas lágrimas descienden por su rostro curtido cuando llega a casa y apaga la luz.
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godiva,13.08.2015
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Corrijo:
Sigue su camino, no piensa en nada, salvo en su catre gastado, y la necesidad de dormir. Doce horas en la obra es demasiado para él; hace tiempo que pasó los cuarenta.
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rhcastro,13.08.2015
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Fue amado por muchos cuenta la familia y algunos vecinos, el clásico triunfador venido a menos. Deambula sin rumbo por las avenidas principales, es el hombre al que la droga deja encaramado en un sueño, algún proyecto, deseo no consumado.
A veces se sienta y dibuja rostros de transeúntes que ofrecerá a la venta por el mínimo precio de un no te vayas, no me abandones, ¿No te acuerdas de mi?.
Recala al hogar donde tiene un plato de alimento, toalla limpia y pijama, es lo bueno de tener madre, esa madre que deja una luz siempre encendida para que no se pierda.
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