Vamos a trabajar nuevamente con buen ánimo . La rapidez era el lema del primer ciclo.
Ahora tendremos más paciencia entre entrega y entrega.
Voy a poner un indicio mio . Vamos a formar dos equipos. Uno femenino uno masculino.
Las opiniones determinarán cuál fue mejor desarrollado.
Antes de la publicación en el club sería conveniente que cada uno a la luz del desarrollo corrija y modifique detalles de su parte que no coinciden(nombre, edades, lugares, tiempos etc...)
El equipo de hombres
hugo demerlo desarrollo CONFIRMA
musas muertas desarrollo CONFIRMA
leobrizuela final ¿
Equipo de mujeres
godiva Confirma
silvimar ¿
divinaluna¿
Cuando se formen los equipos comenzamos
Estos equipos serán confirmados por la aceptación de los integrantes
hugo demerlo desarrollo CONFIRMA
musas muertas desarrollo CONFIRMA
leobrizuela final ¿
Equipo de mujeres
godiva ¿
silvimar Confirma
divinaluna Confirma¿
leobrizuela,26.09.2012
Por mi parte, confirmo mi aporte, aunque de entrada me siento achicado entre estos dos pesos pesados de la página. Trataré de dar lo mejor.
Si puedo hacer una crítica, diré que no me parece saludable hacer equipos de chicos y chicas. Creo que genera una competencia de género que, a la vista de los últimos problemas observados, puede dar lugar a entreveros, con la consiguiente partida de algún/a ofendida.
Además... resulta lindo trabajar con el sexo opuesto, ¿no les parece? Especialmente, en mi caso, si son bellezas como las que adornan este taller. Salú.
Gracias por invitarme, Ninive, pienso como Gatocteles y Leo, prefiero los equipos sin diferenciación de sexos, y gracias por lo de bellezas, Leo, pero personalmente creo que la belleza no es sólo atributo femenino, todos somos bellos y fenomenales, ¿no les parece?
Me enteré con tristeza que Cromática borró su cuenta, que Zepol ya no estará por un tiempo, que rhcastro dejará de participar en los cuentos compartidos. Todo aunado a la salida de Stromboli.
¿Qué está pasando?
En lo personal evito la crítica negativa y sólo comentó un texto cuando me gusta. Pero acepto los puntos de vista ajenos siempre y cuando sean objetivos.
Gatocteles, no creo que este foro sea el adecuado para empezar a conversar de eso, sin embargo te explico brevemente lo que pienso al respecto: en esta página he conocido personas de gran sensibilidad y por lo mismo, susceptibles de sentirse heridas por cosas que a los demás pueden parecerles nimiedades. (En general escriben poemas, pero no todos) Eso es todo, y en general muchos vuelven después de un tiempo. Lo mejor es seguir con esta idea tan creativa de los cuentos compartidos, y esperando que los ausentes vuelvan entre nosotros.
hugodemerlo,26.09.2012
De acuerdo con leo en todo (salvo lo de peso pesado, sí bajé como 10 kilos!) mezcladitos, son más lindos los cuentos!
Además es primavera, y hay algo que flota en el aire, ese no se que, las flores, las abejitas...vió?
Coincido con loretopaz, nada mejor que el tiempo para curar heridas....
Con respecto a Leo estoy de acuerdo en formar equipos mixtos adhiero al comentario de Hugo, yo tambien baje unos kilitos...jeje
Ninive, no quieres mezclarnos un poco? (digo porque asi Leo no se animara a hablar de pesos de los participantes...jeje)
un abrazo a todos!!!
No entrar en pánico.
Stromboli volverá cuando se arreglen sus problemas domésticos, Cromática siempre fue y volvió (es cuando se des-enoja), Leticia no se fue del todo y Zepol será puesto el libertad en poco tiempo (ya presentó la apelación excarcelatoria), jeje. Así que pronto estaremos en familia nuevamente.
Mientras tanto demos la bienvenida a Loretopaz, (que si me conociera personalmente cambiaría de opinión) y a la gente de letras que se incorpora revivificando el tallercito. Salú.
Miren , yo quiero cambiar un poco el aire enrarecido que se estaba formando. En este cuento va como dije con dos equipos enfrentados. Después seguimos mezclando cerebros como antes.
El equipo de hombres
hugo demerlo desarrollo CONFIRMA
musas muertas desarrollo CONFIRMA
leobrizuela final Confirma
jajaja, Leo, gracias por la bienvenida, trataré de estar a la altura, la verdad es que me da un poco de miedo cuando leo los textos que han escrito, y la rapidez con que lo han hecho.
Así es que me gusta la idea de Ninive de ir avanzando más lentamente, tal vez un día entre una parte y otra, para tener tiempo de leer, comentar y preparar la continuación del cuento.
ya pongo el iniciopara los dos grupos.
Sería conveniente que quien agregue su parte arrastre las partes anteriores de manera que al final quede el texto completo. Traten de respetar el ritmo no sea que un cuento termine y el otro todavía no pasó del primer desarrollo. Suerte a los dos equipos.
hugodemerlo,26.09.2012
Uy! Me quedó el eco de "dos equipos enfrentados"
A como está el tallercito, mejor digamos compitiendo.
Tengo algo que se me ocurrió con este momento del taller por estos días.
Ya saben que lo mío son los cuentos, pero es algo chiquito que quiero compartir con ustedes, y es lo último para cerrar el tema.
Hagamos un trato...
Finjamos por un momento que nos queremos
Yo puedo decir por ejemplo...
Me gusta tu cuento
Tu prosa, tu estilo
Que son muy lindos tus versos...
Hagamos un trato...
Finjamos por un momento que nos odianos
Tu me dirás por ejemplo...
Que no te gustan mis cuentos
Que es un desastre mi prosa, mi estilo
Que son horribles mis versos.
Ahora...
No hagamos ningún trato.
Tú me dirás lo que piensas
Yo te diré lo que pienso
Sin filtros, sin miedo
Entoces, podremos dialogar
Entonces, podremos comparar
Entonces, podremos corregir
Entonces, podremos aprender.
Entonces...
No hagamos ningún trato
Y seguiremos siendo amigos.
*
Teddy yo nos conocíamos desde la infancia. él era muy tímido, hijo único y completamente sometido a la voluntad de la madre quien no dejaba pasar la oportunidad de "reprocharle" de casi haberla hecho morir durante el parto.
Esa culpa involuntaria parecía aparecer siempre en cada contacto de Teddy con su madre.
A la muerte del padre ella le impuso seguir dirigiendo el negocio de cuerdas y pinturas y no pudo seguir estudiando como yo.
Cierto día , yo ya estaba terminando mi carrera de psicología, Teddy me llevó a su habitación, estaba animado, me empujó hacia la ventana y me señaló la casa de enfrente. Vi encuadrada en el marco de la ventana la figura de una joven robusta, peinada con una única larga trenza cerrada con un moño rojo que parecía hablar sola, bailar, cantar, gesticular, moverse con los brazos en alto ...
Teddy me dijo que él pensaba que debía estar loca, la veía hacer eso todas las noches,yo le hubiera dado la razón,pero dije que más me parecía una bailarina que ensayaba...
Los dos nos equivocamos, supimos qué hacía la muchacha un dia cuando volvíamos a nuestras casas y la joven de la trenza pasó cerca nuestro con un paquete enorme que se le deslizó de las manos y cayó con estrépito a nuestros pies....
Qué buen inicio. Los leo.
Pónganme en lista de espera para participar. Saludos
hugodemerlo,27.09.2012
Inicio…ninive
Teddy y yo nos conocíamos desde la infancia. Él era muy tímido, hijo único y completamente sometido a la voluntad de la madre quien no dejaba pasar la oportunidad de "reprocharle" de casi haberla hecho morir durante el parto.
Esa culpa involuntaria parecía aparecer siempre en cada contacto de Teddy con su madre.
A la muerte del padre ella le impuso seguir dirigiendo el negocio de cuerdas y pinturas y no pudo seguir estudiando como yo.
Cierto día, yo ya estaba terminando mi carrera de psicología, Teddy me llevó a su habitación, estaba animado, me empujó hacia la ventana y me señaló la casa de enfrente. Vi, encuadrada en el marco de la ventana la figura de una joven robusta, peinada con una única larga trenza cerrada con un moño rojo que parecía hablar sola, bailar, cantar, gesticular, moverse con los brazos en alto ...
Teddy me dijo que él pensaba que debía estar loca, la veía hacer eso todas las noches, yo le hubiera dado la razón, pero dije que más me parecía una bailarina que ensayaba...
Los dos nos equivocamos, supimos qué hacía la muchacha un día cuando volvíamos a nuestras casas y la joven de la trenza pasó cerca nuestro con un paquete enorme que se le deslizó de las manos y cayó con estrépito a nuestros pies....
Desarrollo…Hugodemerlo
El paquete se abrió, dejando al descubierto un traje de la época griega o romana, o algo así, junto con varias hojas que se desparramaron por el piso.
Rápidamente, como dos caballeros le ayudamos a juntar el traje y las hojas, que parecían pertenecer a un guión teatral por los diálogos que pude ver.
¡Muchas gracias! Nos dijo la muchacha
¡Que torpe soy, se me mancho el traje, tendré que ponerlo a lavar! Nos dijo enojándose con ella misma.
Teddy se le acercó y le hizo un comentario queriendo ayudarla
¡Es una mancha muy chiquita! Le dijo
¡Mi madre tiene un quita manchas muy bueno, espera aquí que lo traigo!
Y entró corriendo a la casa en busca del “gancho” para entablar amistad con la muchacha.
Yo aproveché para presentarme
¡Que tal, me llamo Brian! Le dije, ella se acercó y me dio un beso en la mejilla
¡Gracias Brian, mi nombre es Carla! Me dijo ¡Vivo en frente, me mudé al barrio hace poco con mis padres!
En ese momento llaga Teddy con el quita manchas
¡Teddy, te presento a Carla! Le dije, el se acerca para saludarla, y ella, al igual que a mi, le da un beso y las gracias a Teddy.
Carla era robusta de mediana altura, castaña, ojos pardos y saltones, de mirada penetrante e interrogativa. Te sacaba “la ficha” en un pantallazo como si sus ojos fueran un escáner portátil.
Teddy le dio el quita manchas y le dijo que después se lo alcance, Carla le agradeció y nos contó que era un traje que la abuela le hizo para cuando estrenara la obra teatral
¿Eres actriz? Le preguntó mi amigo, un poco fascinado con ella
¡No, por favor! Dijo con risas ¡Mas quisiera yo, pero por ahora solo estoy estudiando! Comentó
¡Soy psicóloga de profesión, y el tetro que es lo que estudio, lo tengo como un pasatiempo terapéutico!
Teddy se entusiasmó, ya que de chico solía estudiar el arte de las tablas escénicas, y así lo hizo saber.
A Carla los ojos saltones le brillaron como dos soles
¿Dime Teddy? Le dijo mirándole fijo a los ojos ¿No quieres retomar el arte?
¡Nos hace falta alguien para suplantar al personaje principal en caso de que enferme el titular!
¿Y cual es la obra? Preguntó mi amigo
¡Se llama “Orestes” está basada en la mitología Griega! Teddy se interesó y Carla siguió contando
¡Trata sobre la tragedia de cómo Orestes mata a su madre!
Teddy miró a Carla con una leve y sarcástica sonrisa, y yo lo miré a él, como quien mira a un desconocido…o mejor dicho, al Teddy que una vez conocí.
huy que ricoooooo convidá Silvi... yo mientras tanto voy escribiendo.... jeje
Hay que esperar que Godiva publique su desarrollo en tu equipo y luego publicamos desarrollo hacia el final vos y yo...
Besos
Teddy yo nos conocíamos desde la infancia. él era muy tímido, hijo único y completamente sometido a la voluntad de la madre quien no dejaba pasar la oportunidad de "reprocharle" de casi haberla hecho morir durante el parto.
Esa culpa involuntaria parecía aparecer siempre en cada contacto de Teddy con su madre.
A la muerte del padre ella le impuso seguir dirigiendo el negocio de cuerdas y pinturas y no pudo seguir estudiando como yo.
Cierto día , yo ya estaba terminando mi carrera de psicología, Teddy me llevó a su habitación, estaba animado, me empujó hacia la ventana y me señaló la casa de enfrente. Vi encuadrada en el marco de la ventana la figura de una joven robusta, peinada con una única larga trenza cerrada con un moño rojo que parecía hablar sola, bailar, cantar, gesticular, moverse con los brazos en alto ...
Teddy me dijo que él pensaba que debía estar loca, la veía hacer eso todas las noches,yo le hubiera dado la razón,pero dije que más me parecía una bailarina que ensayaba...
Los dos nos equivocamos, supimos qué hacía la muchacha un dia cuando volvíamos a nuestras casas y la joven de la trenza pasó cerca nuestro con un paquete enorme que se le deslizó de las manos y cayó con estrépito a nuestros pies....
Desarrollo: Godiva
Se desparramaron por el piso gran cantidad de objetos extraños; uno de ellos un gran espejo que se hizo trizas, del cual solo quedó un marco antiguo y dorado. Yo me dispuse a recoger las pertenencias de la jovencita, mientras Teddy, embobado por su belleza, permanecía mudo y sin saber qué hacer. No necesité mis conocimientos de psicólogo para saber que el pobre estaba perdidamente enamorado.
Ella reaccionó enseguida y se apresuró a guardar un anillo, algunas piedras de colores vistosos, un pañuelo manchado de sangre, y una diminuta tanga rosada. Un pequeño frasco de esencias permanecía intacto junto a la caja. Lo tomé con delicadeza, y al entregárselo, nuestras miradas se cruzaron durante un instante. Recuerdo que perdí la noción del tiempo, me olvidé de mi amigo, y me sumergí en aquellos ojos verdes y enigmáticos, con gran ansiedad.
No sé cuánto tiempo pasó. Teddy me tocó el hombro, y me pareció escuchar que ella nos invitaba a su casa. Decía que estaba muy agradecida por nuestra ayuda. El resto de su parloteo, sinceramente, se borró de mi memoria.
La acompañamos, solícitos, y apenas traspusimos la puerta, notamos detalles bastante peculiares en la decoración de aquel hogar. Varias figuras de cera estaban esparcidas por los rincones, algunas túnicas colgaban de percheros de color rojo, y un penetrante aroma a incienso dominaba el lugar. Teddy seguía sin pronunciar palabra, como en estado de shock. Yo tuve la rara sensación de que la casa era un gran útero húmedo y oscuro, que nos recibía. Me imaginé participando en rituales desconocidos… Reconozco que la idea me entusiasmaba…
Desde el patio, llegaba un olor espeso de plantas y raíces podridas. Sentí que me faltaba el aire. En ese momento sonó el celular de mi amigo. Era su madre. Por primera vez, desde que yo lo conocía, Teddy lo apagó.
Bravo Hugodemerlo y Godiva, en un comienzo pareciera que los dos desarrollos fueran a seguir un camino algo similar, pero poco a poco van bifurcando y parecieran dirigirse en direcciones completamente diferentes.
Teddy y yo nos conocíamos desde la infancia. Él era muy tímido, hijo único y completamente sometido a la voluntad de la madre quien no dejaba pasar la oportunidad de "reprocharle" de casi haberla hecho morir durante el parto.
Esa culpa involuntaria parecía aparecer siempre en cada contacto de Teddy con su madre.
A la muerte del padre ella le impuso seguir dirigiendo el negocio de cuerdas y pinturas y no pudo seguir estudiando como yo.
Cierto día, yo ya estaba terminando mi carrera de psicología, Teddy me llevó a su habitación, estaba animado, me empujó hacia la ventana y me señaló la casa de enfrente. Vi, encuadrada en el marco de la ventana la figura de una joven robusta, peinada con una única larga trenza cerrada con un moño rojo que parecía hablar sola, bailar, cantar, gesticular, moverse con los brazos en alto ...
Teddy me dijo que él pensaba que debía estar loca, la veía hacer eso todas las noches, yo le hubiera dado la razón, pero dije que más me parecía una bailarina que ensayaba...
Los dos nos equivocamos, supimos qué hacía la muchacha un día cuando volvíamos a nuestras casas y la joven de la trenza pasó cerca nuestro con un paquete enorme que se le deslizó de las manos y cayó con estrépito a nuestros pies....
Desarrollo…Hugodemerlo
El paquete se abrió, dejando al descubierto un traje de la época griega o romana, o algo así, junto con varias hojas que se desparramaron por el piso.
Rápidamente, como dos caballeros le ayudamos a juntar el traje y las hojas, que parecían pertenecer a un guión teatral por los diálogos que pude ver.
¡Muchas gracias! Nos dijo la muchacha
¡Que torpe soy, se me mancho el traje, tendré que ponerlo a lavar! Nos dijo enojándose con ella misma.
Teddy se le acercó y le hizo un comentario queriendo ayudarla
¡Es una mancha muy chiquita! Le dijo
¡Mi madre tiene un quita manchas muy bueno, espera aquí que lo traigo!
Y entró corriendo a la casa en busca del “gancho” para entablar amistad con la muchacha.
Yo aproveché para presentarme
¡Que tal, me llamo Brian! Le dije, ella se acercó y me dio un beso en la mejilla
¡Gracias Brian, mi nombre es Carla! Me dijo ¡Vivo en frente, me mudé al barrio hace poco con mis padres!
En ese momento llaga Teddy con el quita manchas
¡Teddy, te presento a Carla! Le dije, el se acerca para saludarla, y ella, al igual que a mi, le da un beso y las gracias a Teddy.
Carla era robusta de mediana altura, castaña, ojos pardos y saltones, de mirada penetrante e interrogativa. Te sacaba “la ficha” en un pantallazo como si sus ojos fueran un escáner portátil.
Teddy le dio el quita manchas y le dijo que después se lo alcance, Carla le agradeció y nos contó que era un traje que la abuela le hizo para cuando estrenara la obra teatral
¿Eres actriz? Le preguntó mi amigo, un poco fascinado con ella
¡No, por favor! Dijo con risas ¡Mas quisiera yo, pero por ahora solo estoy estudiando! Comentó
¡Soy psicóloga de profesión, y el tetro que es lo que estudio, lo tengo como un pasatiempo terapéutico!
Teddy se entusiasmó, ya que de chico solía estudiar el arte de las tablas escénicas, y así lo hizo saber.
A Carla los ojos saltones le brillaron como dos soles
¿Dime Teddy? Le dijo mirándole fijo a los ojos ¿No quieres retomar el arte?
¡Nos hace falta alguien para suplantar al personaje principal en caso de que enferme el titular!
¿Y cual es la obra? Preguntó mi amigo
¡Se llama “Orestes” está basada en la mitología Griega! Teddy se interesó y Carla siguió contando
¡Trata sobre la tragedia de cómo Orestes mata a su madre!
Teddy miró a Carla con una leve y sarcástica sonrisa, y yo lo miré a él, como quien mira a un desconocido…o mejor dicho, al Teddy que una vez conocí.
Desarrollo hacia el final…musas-muertas
La tragedia Griega siempre atrapo al corazón del artista y en este caso, toda la introspección de Teddy se volcó a la historia de la obra.
Teddy pronto descubrió que el motor de la obra era justo lo que el sentía. Sed de venganza.
No importaba que la historia de Orestes se remontara a mas de dos milenios. Orestes y El compartían su odio por sus respectivas madres. Su necesidad de justicia retributiva "ojo por ojo...". Pero había una figura en la obra que le inquietaba. Pilíades.
Pilíades era el mejor amigo de Orestes y quien lo ayudo a consumar su venganza.
Entonces Pilíades para Teddy debía ser yo mismo, su amigo. Para Teddy todo debía ser perfecto.
El cambio de Teddy no dejaba de sorprenderme, y la influencia bienintencionada de Carla, no ayudaba, Ella no entendía a Teddy como yo, confundía pasión con odio.
Nunca me hizo falta la confirmación de mis estudios para entender que la felicidad era la razón de la vida y que para alcanzarla se necesitaba estar en paz. Como lograr la paz?. En mi caso era el justo equilibrio entre amor y libertad. Pero, y en el caso de Teddy?, sin libertad y con odio?.
Supe que el rol que Teddy me asignaba felizmente era el de Pilíades, su mejor amigo. Sabía que su noble corazón no soportaría la vida luego de concretar su propósito. Debía intervenir como amigo y psicólogo para ayudarlo, la derrota no era una opción.
Final... Leobrizuela
hugodemerlo,27.09.2012
Que grande sos Gustavo!
Me gusta la historia.
Creo, se viene un tremendo final de Leo!
Teddy yo nos conocíamos desde la infancia. él era muy tímido, hijo único y completamente sometido a la voluntad de la madre quien no dejaba pasar la oportunidad de "reprocharle" de casi haberla hecho morir durante el parto.
Esa culpa involuntaria parecía aparecer siempre en cada contacto de Teddy con su madre.
A la muerte del padre ella le impuso seguir dirigiendo el negocio de cuerdas y pinturas y no pudo seguir estudiando como yo.
Cierto día , yo ya estaba terminando mi carrera de psicología, Teddy me llevó a su habitación, estaba animado, me empujó hacia la ventana y me señaló la casa de enfrente. Vi encuadrada en el marco de la ventana la figura de una joven robusta, peinada con una única larga trenza cerrada con un moño rojo que parecía hablar sola, bailar, cantar, gesticular, moverse con los brazos en alto ...
Teddy me dijo que él pensaba que debía estar loca, la veía hacer eso todas las noches,yo le hubiera dado la razón,pero dije que más me parecía una bailarina que ensayaba...
Los dos nos equivocamos, supimos qué hacía la muchacha un dia cuando volvíamos a nuestras casas y la joven de la trenza pasó cerca nuestro con un paquete enorme que se le deslizó de las manos y cayó con estrépito a nuestros pies....
Desarrollo: Godiva
Se desparramaron por el piso gran cantidad de objetos extraños; uno de ellos un gran espejo que se hizo trizas, del cual solo quedó un marco antiguo y dorado. Yo me dispuse a recoger las pertenencias de la jovencita, mientras Teddy, embobado por su belleza, permanecía mudo y sin saber qué hacer. No necesité mis conocimientos de psicólogo para saber que el pobre estaba perdidamente enamorado.
Ella reaccionó enseguida y se apresuró a guardar un anillo, algunas piedras de colores vistosos, un pañuelo manchado de sangre, y una diminuta tanga rosada. Un pequeño frasco de esencias permanecía intacto junto a la caja. Lo tomé con delicadeza, y al entregárselo, nuestras miradas se cruzaron durante un instante. Recuerdo que perdí la noción del tiempo, me olvidé de mi amigo, y me sumergí en aquellos ojos verdes y enigmáticos, con gran ansiedad.
No sé cuánto tiempo pasó. Teddy me tocó el hombro, y me pareció escuchar que ella nos invitaba a su casa. Decía que estaba muy agradecida por nuestra ayuda. El resto de su parloteo, sinceramente, se borró de mi memoria.
La acompañamos, solícitos, y apenas traspusimos la puerta, notamos detalles bastante peculiares en la decoración de aquel hogar. Varias figuras de cera estaban esparcidas por los rincones, algunas túnicas colgaban de percheros de color rojo, y un penetrante aroma a incienso dominaba el lugar. Teddy seguía sin pronunciar palabra, como en estado de shock. Yo tuve la rara sensación de que la casa era un gran útero húmedo y oscuro, que nos recibía. Me imaginé participando en rituales desconocidos… Reconozco que la idea me entusiasmaba…
Desde el patio, llegaba un olor espeso de plantas y raíces podridas. Sentí que me faltaba el aire. En ese momento sonó el celular de mi amigo. Era su madre. Por primera vez, desde que yo lo conocía, Teddy lo apagó.
Desarrollo: silvimar
El teléfono insistía con su llamada, si Eddy lo había apagado, la mujer le dijo que atendiera que no le molestaba.
--Hola mamá, llámame después que estoy ocupado.
--No soy tu mamá, ¿No reconoces mi voz? Soy la mujer que vos dejaste un día por hacerle caso a tu mamá y se suicidó, y lanzó una gran carcajada, asustado tiró el celular al suelo.
Le pregunté porque había hecho eso y pálido como el mármol me contó en tono bajo de que se trataba, yo pensé que el estaba sugestionado por todos esos olores extraños.
Ella pidió que nos sentáramos que nos iba a convidar con un té para agradecernos porque la habíamos ayudado, nosotros asustados y al mismo tiempo subyugados por la mirada hermosa de ella y su sensualidad le dijimos que no se moleste, que otro día volveríamos.
Sonriente nos despidió en la puerta del jardín, nos saludó muy eufórica y nos pidió que volvamos en otro momento, ella siempre estaba en su casa porque se dedicaba a hacer trabajos artesanales y dulces caseros, también podía recomendar alguna hierba curativa, nos dio un beso a cada uno cuando nos despidió, yo sentí un calor extraño en la mejilla que se desparramó por todo mi cuerpo que sentí muy placentero, mi amigo estaba en el mismo estado, en la puerta de su casa lo esperaba la madre con los brazos en ancas y enojada, el había abandonado su negocio por horas.
Entro silbando a la casa como si la madre no existiera, su vida había dado un giro después de conocerla a “ella”, la madre gritaba y le reprochaba lo mismo de siempre, para el era un canto celestial, ya no le importaba.
No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado en esa casa, mi profesión de psicólogo me hacía interesar mas en esa personalidad, también quedé con el encanto pero no tanto como mi amigo, mi voluntad era mas firme pero igual iba a tener cuidado.
A los dos días me llamó mi amigo desesperado que quería ir de la chica y no se animaba solo, le dije que lo acompañaría, esta era mi oportunidad, además aquel beso..me había dejado pensando.
Como llamador tenía unas campanas colgadas en el arco de la puerta, lo hicieron sonar y ella abrió y los hizo pasar muy complacida. Les dijo que se llamaba Elodia pero la podían llamar Eli.
Pasamos y nos hizo sentar en los sillones de terciopelo morado que eran realmente cómodos y relajantes, ella vestía una especie de toca de color rosa orquídea, un escote con volados de tul bordeaba sus blancos hombros, al caminar el brillo del vestido marcaba sus curvas, las uñas pintadas de color azul se destacaban, llevaba una pulsera dorada con signos extraños en forma de víboras y dos cabezas que se juntaban, sus movimientos eran lentos y dulces, los labios de color púrpura la hacían encantadora, no parecía la misma que ellos conocieron, en lugar de trenzas una cabellera larga y rubia caía sobre la cintura.
Nosotros nos quedamos mudos y pensativos, había tantos trabajos artesanales, figuras en tamaño real de hombres hechos en cera, envases con distintos contenidos, muñecos de trapo finamente pintados, de pronto un gato negro vino a restregarse en nuestras piernas, ella lo tomó en brazos y dijo que ya volvía con el te.
Regresó con una tetera humeante en una bandeja negra y dos tazas con dibujos dorados, todo parecía muy fino, no sabíamos que decirle, ella vino a sentarse a nuestro lado y solo veíamos mover sus labios, no entendíamos que decía, todo se nublaba mientras tomábamos el te con sabor a menta y a otras cosas que no distinguía, mi amigo cayó desplomado y yo apenas podía pararme, ella nos sonreía con sus dientes de perla, es lo ultimo que recuerdo….
Final: Divinaluna
silvimar-,27.09.2012
Hay una estrofa que cambié de tiempos...
Como llamador tenía unas campanas colgadas en el arco de la puerta, lo hicimos sonar y ella abrió y nos hizo pasar muy complacida. Nos dijo que se llamaba Elodia pero la podían llamar Eli.
Teddy y yo nos conocíamos desde la infancia. Él era muy tímido, hijo único y completamente sometido a la voluntad de la madre quien no dejaba pasar la oportunidad de "reprocharle" de casi haberla hecho morir durante el parto.
Esa culpa involuntaria parecía aparecer siempre en cada contacto de Teddy con su madre.
A la muerte del padre ella le impuso seguir dirigiendo el negocio de cuerdas y pinturas y no pudo seguir estudiando como yo.
Cierto día, yo ya estaba terminando mi carrera de psicología, Teddy me llevó a su habitación, estaba animado, me empujó hacia la ventana y me señaló la casa de enfrente. Vi, encuadrada en el marco de la ventana la figura de una joven robusta, peinada con una única larga trenza cerrada con un moño rojo que parecía hablar sola, bailar, cantar, gesticular, moverse con los brazos en alto ...
Teddy me dijo que él pensaba que debía estar loca, la veía hacer eso todas las noches, yo le hubiera dado la razón, pero dije que más me parecía una bailarina que ensayaba...
Los dos nos equivocamos, supimos qué hacía la muchacha un día cuando volvíamos a nuestras casas y la joven de la trenza pasó cerca nuestro con un paquete enorme que se le deslizó de las manos y cayó con estrépito a nuestros pies....
Desarrollo…Hugodemerlo
El paquete se abrió, dejando al descubierto un traje de la época griega o romana, o algo así, junto con varias hojas que se desparramaron por el piso.
Rápidamente, como dos caballeros le ayudamos a juntar el traje y las hojas, que parecían pertenecer a un guión teatral por los diálogos que pude ver.
¡Muchas gracias! Nos dijo la muchacha
¡Que torpe soy, se me mancho el traje, tendré que ponerlo a lavar! Nos dijo enojándose con ella misma.
Teddy se le acercó y le hizo un comentario queriendo ayudarla
¡Es una mancha muy chiquita! Le dijo
¡Mi madre tiene un quita manchas muy bueno, espera aquí que lo traigo!
Y entró corriendo a la casa en busca del “gancho” para entablar amistad con la muchacha.
Yo aproveché para presentarme
¡Que tal, me llamo Brian! Le dije, ella se acercó y me dio un beso en la mejilla
¡Gracias Brian, mi nombre es Carla! Me dijo ¡Vivo en frente, me mudé al barrio hace poco con mis padres!
En ese momento llaga Teddy con el quita manchas
¡Teddy, te presento a Carla! Le dije, el se acerca para saludarla, y ella, al igual que a mi, le da un beso y las gracias a Teddy.
Carla era robusta de mediana altura, castaña, ojos pardos y saltones, de mirada penetrante e interrogativa. Te sacaba “la ficha” en un pantallazo como si sus ojos fueran un escáner portátil.
Teddy le dio el quita manchas y le dijo que después se lo alcance, Carla le agradeció y nos contó que era un traje que la abuela le hizo para cuando estrenara la obra teatral
¿Eres actriz? Le preguntó mi amigo, un poco fascinado con ella
¡No, por favor! Dijo con risas ¡Mas quisiera yo, pero por ahora solo estoy estudiando! Comentó
¡Soy psicóloga de profesión, y el tetro que es lo que estudio, lo tengo como un pasatiempo terapéutico!
Teddy se entusiasmó, ya que de chico solía estudiar el arte de las tablas escénicas, y así lo hizo saber.
A Carla los ojos saltones le brillaron como dos soles
¿Dime Teddy? Le dijo mirándole fijo a los ojos ¿No quieres retomar el arte?
¡Nos hace falta alguien para suplantar al personaje principal en caso de que enferme el titular!
¿Y cual es la obra? Preguntó mi amigo
¡Se llama “Orestes” está basada en la mitología Griega! Teddy se interesó y Carla siguió contando
¡Trata sobre la tragedia de cómo Orestes mata a su madre!
Teddy miró a Carla con una leve y sarcástica sonrisa, y yo lo miré a él, como quien mira a un desconocido…o mejor dicho, al Teddy que una vez conocí.
Desarrollo hacia el final…musas-muertas
La tragedia Griega siempre atrapo al corazón del artista y en este caso, toda la introspección de Teddy se volcó a la historia de la obra.
Teddy pronto descubrió que el motor de la obra era justo lo que el sentía. Sed de venganza.
No importaba que la historia de Orestes se remontara a mas de dos milenios. Orestes y El compartían su odio por sus respectivas madres. Su necesidad de justicia retributiva "ojo por ojo...". Pero había una figura en la obra que le inquietaba. Pilíades.
Pilíades era el mejor amigo de Orestes y quien lo ayudo a consumar su venganza.
Entonces Pilíades para Teddy debía ser yo mismo, su amigo. Para Teddy todo debía ser perfecto.
El cambio de Teddy no dejaba de sorprenderme, y la influencia bienintencionada de Carla, no ayudaba, Ella no entendía a Teddy como yo, confundía pasión con odio.
Nunca me hizo falta la confirmación de mis estudios para entender que la felicidad era la razón de la vida y que para alcanzarla se necesitaba estar en paz. Como lograr la paz?. En mi caso era el justo equilibrio entre amor y libertad. Pero, y en el caso de Teddy?, sin libertad y con odio?.
Supe que el rol que Teddy me asignaba felizmente era el de Pilíades, su mejor amigo. Sabía que su noble corazón no soportaría la vida luego de concretar su propósito. Debía intervenir como amigo y psicólogo para ayudarlo, la derrota no era una opción.
Final... Leobrizuela
Debía intervenir como amigo y psicólogo para ayudarlo, la derrota no era una opción.
Tardé en comprenderlo; era necesario dar muerte a la madre de Teddy. Y el ejecutor no podía ser otro que él mismo.
Poco demoró mi amigo en aceptarlo, como un condicionamiento inevitable. El momento de exaltación de los espíritus tímidos es algo muy patético en la tragedia de la vida.
Abandonados a su naturaleza nunca expondrían ese sentimiento hostil, hasta que la audacia de un tercero, obrando como un talismán, no suscite en ellos una germinación súbita. Sentimiento que, una vez desarrollado, no halla respiro hasta no asumirse en los hechos.
Planeamos el momento con extremo cuidado.
La noche fue una perfecta cómplice. No fuimos descubiertos en el pasillo al trasponer la puerta cancel y tampoco al filtrarnos luego en la sala.
Clides, la madre, dormitaba en su sillón preferido, en la penumbra. De su persona se adivinaba el brazo caído a un costado y parte de su cabellera. A su lado, una mesita y el libro abierto con un señalador insertado en la última página leída antes del sueño.
Nos acercamos por detrás. Teddy se movía al compás de un tinte de atrevimiento que le era extraño. Parecía poseído, lo que adjudiqué a la tensión del momento. Nos ubicamos a unos pasos del sillón.
La luna, explorando detrás de la ventana, plateó por un instante la escena. Durante un minuto –largo, tenso-, nos mantuvimos inmóviles a espaldas de la mujer.
De mi bolsillo saqué el arma y se la entregué en silencio.
-Un único disparo, en el medio de la espalda. Debes apuntar al centro del respaldo del sillón. Uno sólo es suficiente –susurré en su oído. El asintió con una seña y entonces, alarmado y por vez primera, pude ver en sus ojos el brillo de la locura en toda su magnitud.
Enseguida sobrevino el disparo. Un fogonazo que tembló en la mano de Teddy.
Aún no acallado el eco y mientras el olor de la pólvora anegaba el olfato, me devolvió la pistola.
-Está hecho, Pelíades-, dijo antes de intentar volverse y perder el sentido.
Hoy Teddy se halla en recuperación, internado en un hospicio donde su madre y yo lo visitamos a diario.
De su relámpago de brutal demencia, hace de esto un año, quedan ya pocas señales. Según los siquiatras evoluciona a favor y se espera que en poco tiempo más será dado de alta.
A veces también se acerca Carla, la Helena de la obra aún en cartel. Su mejor papel lo cumplió sin parlamento alguno; bajo una peluca, fue la destinataria del disparo de bala de fogueo con que llevaba, esa noche, cargada el arma.
Aunque Clides, su madre –para qué decirlo-, no logra hallar explicación que justifique el arranque homicida de Teddy.
-Casi me muero cuando vino al mundo y después esto… no lo entiendo, Brian-, comenta cada vez que salimos del instituto frenopático.
“Algún día, cuando me reciba, tal vez convenza a Doña Clides para tomar unas sesiones de análisis. Será duro” me digo para mis adentros mientras esperamos un taxi.
Nooooooo .... no podeeees Leo!!!! sos el mejor!! siempre un giro y una vuelta de mas para sorprender... excelente... y fue gol... pero con caños y gambetas...
Espectacularrrrr
Felicitaciones amigo. un honor escribir a tu lado
Teddy yo nos conocíamos desde la infancia. Él era muy tímido, hijo único y completamente sometido a la voluntad de la madre quien no dejaba pasar la oportunidad de "reprocharle" de casi haberla hecho morir durante el parto.
Esa culpa involuntaria parecía aparecer siempre en cada contacto de Teddy con su madre.
A la muerte del padre ella le impuso seguir dirigiendo el negocio de cuerdas y pinturas y no pudo seguir estudiando como yo.
Cierto día , yo ya estaba terminando mi carrera de psicología, Teddy me llevó a su habitación, estaba animado, me empujó hacia la ventana y me señaló la casa de enfrente. Vi encuadrada en el marco de la ventana la figura de una joven robusta, peinada con una única larga trenza cerrada con un moño rojo que parecía hablar sola, bailar, cantar, gesticular, moverse con los brazos en alto ...
Teddy me dijo que él pensaba que debía estar loca, la veía hacer eso todas las noches,yo le hubiera dado la razón,pero dije que más me parecía una bailarina que ensayaba...
Los dos nos equivocamos, supimos qué hacía la muchacha un dia cuando volvíamos a nuestras casas y la joven de la trenza pasó cerca nuestro con un paquete enorme que se le deslizó de las manos y cayó con estrépito a nuestros pies....
Desarrollo: Godiva
Se desparramaron por el piso gran cantidad de objetos extraños; uno de ellos un gran espejo que se hizo trizas, del cual solo quedó un marco antiguo y dorado. Yo me dispuse a recoger las pertenencias de la jovencita, mientras Teddy, embobado por su belleza, permanecía mudo y sin saber qué hacer. No necesité mis conocimientos de psicólogo para saber que el pobre estaba perdidamente enamorado.
Ella reaccionó enseguida y se apresuró a guardar un anillo, algunas piedras de colores vistosos, un pañuelo manchado de sangre, y una diminuta tanga rosada. Un pequeño frasco de esencias permanecía intacto junto a la caja. Lo tomé con delicadeza, y al entregárselo, nuestras miradas se cruzaron durante un instante. Recuerdo que perdí la noción del tiempo, me olvidé de mi amigo, y me sumergí en aquellos ojos verdes y enigmáticos, con gran ansiedad.
No sé cuánto tiempo pasó. Teddy me tocó el hombro, y me pareció escuchar que ella nos invitaba a su casa. Decía que estaba muy agradecida por nuestra ayuda. El resto de su parloteo, sinceramente, se borró de mi memoria.
La acompañamos, solícitos, y apenas traspusimos la puerta, notamos detalles bastante peculiares en la decoración de aquel hogar. Varias figuras de cera estaban esparcidas por los rincones, algunas túnicas colgaban de percheros de color rojo, y un penetrante aroma a incienso dominaba el lugar. Teddy seguía sin pronunciar palabra, como en estado de shock. Yo tuve la rara sensación de que la casa era un gran útero húmedo y oscuro, que nos recibía. Me imaginé participando en rituales desconocidos… Reconozco que la idea me entusiasmaba…
Desde el patio, llegaba un olor espeso de plantas y raíces podridas. Sentí que me faltaba el aire. En ese momento sonó el celular de mi amigo. Era su madre. Por primera vez, desde que yo lo conocía, Teddy lo apagó.
Desarrollo: silvimar
El teléfono insistía con su llamada, si Eddy lo había apagado, la mujer le dijo que atendiera que no le molestaba.
--Hola mamá, llámame después que estoy ocupado.
--No soy tu mamá, ¿No reconoces mi voz? Soy la mujer que vos dejaste un día por hacerle caso a tu mamá y se suicidó, y lanzó una gran carcajada, asustado tiró el celular al suelo.
Le pregunté porque había hecho eso y pálido como el mármol me contó en tono bajo de que se trataba, yo pensé que el estaba sugestionado por todos esos olores extraños.
Ella pidió que nos sentáramos que nos iba a convidar con un té para agradecernos porque la habíamos ayudado, nosotros asustados y al mismo tiempo subyugados por la mirada hermosa de ella y su sensualidad le dijimos que no se moleste, que otro día volveríamos.
Sonriente nos despidió en la puerta del jardín, nos saludó muy eufórica y nos pidió que volvamos en otro momento, ella siempre estaba en su casa porque se dedicaba a hacer trabajos artesanales y dulces caseros, también podía recomendar alguna hierba curativa, nos dio un beso a cada uno cuando nos despidió, yo sentí un calor extraño en la mejilla que se desparramó por todo mi cuerpo que sentí muy placentero, mi amigo estaba en el mismo estado, en la puerta de su casa lo esperaba la madre con los brazos en ancas y enojada, el había abandonado su negocio por horas.
Entro silbando a la casa como si la madre no existiera, su vida había dado un giro después de conocerla a “ella”, la madre gritaba y le reprochaba lo mismo de siempre, para el era un canto celestial, ya no le importaba.
No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado en esa casa, mi profesión de psicólogo me hacía interesar mas en esa personalidad, también quedé con el encanto pero no tanto como mi amigo, mi voluntad era mas firme pero igual iba a tener cuidado.
A los dos días me llamó mi amigo desesperado que quería ir de la chica y no se animaba solo, le dije que lo acompañaría, esta era mi oportunidad, además aquel beso..me había dejado pensando.
Como llamador tenía unas campanas colgadas en el arco de la puerta, lo hicieron sonar y ella abrió y los hizo pasar muy complacida. Les dijo que se llamaba Elodia pero la podían llamar Eli.
Pasamos y nos hizo sentar en los sillones de terciopelo morado que eran realmente cómodos y relajantes, ella vestía una especie de toca de color rosa orquídea, un escote con volados de tul bordeaba sus blancos hombros, al caminar el brillo del vestido marcaba sus curvas, las uñas pintadas de color azul se destacaban, llevaba una pulsera dorada con signos extraños en forma de víboras y dos cabezas que se juntaban, sus movimientos eran lentos y dulces, los labios de color púrpura la hacían encantadora, no parecía la misma que ellos conocieron, en lugar de trenzas una cabellera larga y rubia caía sobre la cintura.
Nosotros nos quedamos mudos y pensativos, había tantos trabajos artesanales, figuras en tamaño real de hombres hechos en cera, envases con distintos contenidos, muñecos de trapo finamente pintados, de pronto un gato negro vino a restregarse en nuestras piernas, ella lo tomó en brazos y dijo que ya volvía con el te.
Regresó con una tetera humeante en una bandeja negra y dos tazas con dibujos dorados, todo parecía muy fino, no sabíamos que decirle, ella vino a sentarse a nuestro lado y solo veíamos mover sus labios, no entendíamos que decía, todo se nublaba mientras tomábamos el te con sabor a menta y a otras cosas que no distinguía, mi amigo cayó desplomado y yo apenas podía pararme, ella nos sonreía con sus dientes de perla, es lo ultimo que recuerdo….
Final: Divinaluna
Caí en una especie de nebulosa, no podía distinguir mis manos ni el resto de los objetos que me rodeaban, tenía el cuerpo agarrotado, mis músculos no obedecían. Con terror comprendí que estaba atado de pies y manos, tendido sobre una mesa fría de metal. Haciendo un gran esfuerzo mental pude recordar la llegada a la casa de Elodia ¿Y Teddy? ¿Dónde estaba mi amigo?
Traté de soltar las amarras, torciendo el cuerpo con movimientos convulsivos. Al aflojarse las cuerdas, con la piel lacerada y lágrimas de dolor en los ojos cansados, pude incorporarme para escapar de la habitación. Con sorpresa pude ver que en realidad se trataba de un quirófano muy bien equipado.
Mi mente volvió hacia atrás. Al desmayarse Teddy pude ver la sonrisa burlona de Elodia.
Me inspiró miedo, a pesar de todos mis estudios sobre la mente humana, sentía que esa mujer era, cruel y fría sin conciencia, sin embargo disimulé mi aflicción y traté de ayudar a mi amigo desvanecido. No respondía, parecía muerto, tenía los ojos desmesuradamente abiertos y su piel comenzaba a enfriarse. Grite con todas mis fuerzas -Teddy…Teddy..Teddy!-
Elodia me sujetó de un brazo al tiempo que decía que Teddy era un flojo y un hombre reprimido por su madre, que ésta sería la experiencia más liberadora de su vida.
Quise golpearla pero ésta tenía una fuerza tan descomunal, que me desorientó y se abalanzó sobre mí. En eso sentí un piquete en el cuello. Me sumergí en la nada, hasta que mi mente se liberó del narcótico y pude recordar cada detalle.
¡Tenía que encontrar a Teddy! Recorrí la casa. Bajo la luz crepuscular, parecía aún más aterradora, sus figuras de cera, el extraño olor de los inciensos creaban una atmósfera opresiva de gran malignidad, sobre las repisas atiborradas de objetos extraños, las criaturas de trapo que tenían botones cosidos a sus cabezas me estremecían con su aspecto de seres condenados. Quise huir de una vez por todas, pero me mantuve firme en la decisión de hallar a Teddy. De repente di con las escaleras recordando que conducían a la sala principal.
Cuidadosamente, me escabullí por los escalones deteriorados que sonaban bajo mis pies.
Escuché voces al llegar al descansillo y estirando la cabeza pude ver a dos personas sentadas de espaldas a mí, que conversaban animadamente.
-¡Teddy…Teddy! – grité sin pensarlo un minuto, saliendo de mi escondite.
Me lancé sobre Teddy que permanecía rígido en su asiento, mientras la mirada malévola de Elodia
me seguía con ojos escrutadores y crueles.
Mi amigo querido, era un muñeco de cera vestido con la ropa con que había llegado, sus ojos de botones miraban sin ver la desolación y el terror que brotaban de mis propios ojos anegados en llanto.
Elodia comenzó a reír con lentas carcajadas que fueron in crescendo a medida que yo me acercaba a la puerta de calle. Lanzó una de sus agujas mágicas pero esta vez no dio en el blanco y pude huir de esa casa del terror. La policía no me creyó, cuando les conteé todo. Con sólo darles la dirección de Elodia, desestimaron la denuncia y me mandaron a descansar, seguramente pensaron que mi trabajo de psiquiatra, estaba alterando mi propio orden mental.
Caminé a casa desolado, pensando en Teddy y entonces recordé que llevaba el telefonito de mi amigo, marqué el número de su madre y para mi sorpresa, contestó la voz grave de Elodia.
FIN
silvimar-,27.09.2012
¡Que bueno divinaluna! que final!!!
leobrizuela,27.09.2012
Un final fantástico bien elucubrado, con un párrafo final que sobresalta e imprime un giro inesperado y contundente. Respecto al desarrollo, creo que Silvimar deberá corregir sus primeros párrafos; no resultan claros los conceptos, por lo menos en la forma en que están expresado.
Me parece que el cuento, en general, presenta distintos ritmos según el transcurso; ora la acción es ágil, ora se estaciona en diálogos inconducentes, lo que produce un bache en la estructura. Acaso una corrección en tal sentido termine de otorgar la relato la fluidez necesaria.
De todos modos es rescatable la enjundia puesta de manifiesto por las participantes y, asimismo, no resulta del todo justo pedir una total coherencia a un texto conformado en conjunto.
wow... todavia esperaba un romance... pero se convirtio en genero terror psicologico... muy bueno Divinaluna!!! un genial cuento chicas, Felcitaciones!!
hugodemerlo,27.09.2012
Leo, nos entregaste un final a toda orquesta, como nos tienes acostumbrado, con suspenso hasta el final inesperado, con una vuelta de tuerca genial.
me gusta este cuento y como se fue gestando.
un placer haber compartido el equipo.
hugodemerlo,27.09.2012
Por el lado de las chicas, me pasó lo mismo que a Leo, quedaron no muy claras algunas cosas en un par de párrafos.
pero en general, lo que mas se nota,son los cambios en el ritmo y el relato, que lo hacen ver como emparchado, aunque hay que destacar la creatividad e imaginación de las chicas.
con un final espectacular, que da miedito!
silvimar-,28.09.2012
es un desastre me falta hasta la T DE teddy, igual no es un concurso, porque no me arreglan esa parte leo o hugo? y las incoherencias...mañana quizás se me haga mas claro, no me anda el teclado cuando tengo que poner mayúsculas y lo hago con otro botón :(
La propuesta de Ninive me permitió hacer una lectura detallada de cada participante. Me voy a permitir compartir mi observación. Quiero aclarar que es una opinión personal y que bajo ningún motivo pretendo expresarla como una verdad absoluta.
Hugo se lanza con sus mejores argumentos: su frescura e imaginación que se desparrama y que a veces lo domina. Godiva con su narrativa estructurada y mesurada, sin altibajos. Puntual. Sin embargo, la mayor diferencia es que Hugo nos proclama sus protagonistas y Godiva nos lo insinúa.
A Silvimar la seduce el personaje femenino, le pone nombre, esencia e incluso la viste de coquetería femenina. La hace su personaje. Musas muertas se decanta abiertamente por Teddy y nos ofrece un personaje monomaniático. Aunque no nos previene de ello, lo avienta de improviso.
Por último, los responsables del final asumen con gran compromiso. Divina con y sus tablas y arsenal de recursos literarios nos regala un extraordinario final. Leo le cambia el perfil psicológico a Teddy, de una simple monomanía a una demencia mayor. La historia es más verosímil después del cambio. El narrador actúa como un verdadero amigo y se abandona la idea de un fácil cómplice de homicidio.
Una historia es ligeramente mejor. Pero en compensación la otra está ligeramente mejor escrita. Ambas tienen grandes aciertos y ligeros tropezones.
Felicitaciones a todos los participantes. El análisis de umbrio muy bueno
Creo que no fue difícil a partir de los inicios que daban varias puntas de lana para tejer.
Aunque el inicio era mio me permitodecir que es así como yo pienso que debe ser un comienzo para compartidos.
Personajes definidos
caácter de los mismos
su relación
unproblema psicológico
Una curiosidad a descubrir.
¿por qué lo digo? porque en muchos de los inicios que recibo hay ya todos los elementos pero se los desarrolla condiálogos y más detalles que en realidad le corresponden a a las partes siguientes
Recibo inicios en mi libro de visita
El club se encargará de limar los errores
Me permito citar a leobrizuela en un escrito suyo de hace tiempo. Es la aportación a la actividad TALLER de ese foro tan ameno porque en general los verbos son un problema para el escritor
i"El uso de los pretéritos no es caprichoso. Solemos hablar y escribir en el perfecto simple (yo estudié, p.ej.) Esto produce un texto chato, con toda acción pasada en un mismo momento, cosa poco probable en un desarrollo no demasiado sencillo. El pretérito imperfecto (ej. yo estudiaba inglés) refiere a una acción pasada y actual para el momento del pasado que contamos (ej. en aquel tiempo estudiabamos mucho) mientras que el pretérito perfecto compuesto se usa para una acción pasada que tiene consecuencia en la actualidad (ej. yo he estudiado inglés).
No hay que olvidar que el lector forma una idea con lo único que le damos: un texto escrito.
Escribir es corregir, decía Chejov. ..."/i
silvimar-,28.09.2012
Para el club o para quien lo corrija, pido que saque la siguiente parte: tenía otra idea y por el apuro quedó muy descolgada.
iEl teléfono insistía con su llamada, si Eddy lo había apagado, la mujer le dijo que atendiera que no le molestaba.
--Hola mamá, llámame después que estoy ocupado.
--No soy tu mamá, ¿No reconoces mi voz? Soy la mujer que vos dejaste un día por hacerle caso a tu mamá y se suicidó, y lanzó una gran carcajada, asustado tiró el celular al suelo.
Le pregunté porque había hecho eso y pálido como el mármol me contó en tono bajo de que se trataba, yo pensé que el estaba sugestionado por todos esos olores extraños./i
silvimar-,28.09.2012
tendría que haber puesto ¡Si Teddy lo había apagado! con signos, pero igual esa parte está de mas, era algo que quería agregar y no pensé bien.
silvimar-,28.09.2012
se fueron todos?
leobrizuela,28.09.2012
Gracias a Hugo y a Gustavo por la compañia en la escritura. Siempre es un placer y una facilidad apoyarse en plumas como éstas. Y a Nínive un aplauso; cada día coordina mejor. Un saludo.
silvi querida, dejemoslo asi, le busquemos un título apropiado mi me parece que un buen título seria TITERES DEL DESTINO, jocoso y dramático, qué pensás amiga?
Los cuentos compartidos A , figuran ya en mis estantes. Señalar errores por favor.
Mañana comenzará un nuevo cuento
*inicio (a determinar)
**desarrollo Gatocles
***desarrollo Dhingy
****final¿¿¿¿¿ umbrio¿¿¿¿ confirmar
se aceptan candidaturas para el final
comienza un nuevo cuento. No es fácil encontrar candidatos y me alegro, porque esto significa que hay mucha actividad en la página y no se puede estar en todo.
Los actores se inclinaron y una ovación resonó en el pequeño teatro que venía presentando la misma pieza hacía ya más de un año. Lily paseó su vista por el público y sonrió aliviada al comprobar que no habían uniformes en la primera fila, ni tampoco en el resto del teatro, por suerte no vendría a felicitarla ningún oficial de alto rango.
Los admiradores se agolpaban en la puerta de su camerino para solicitor autógrafos. Lilly estaba tensa. Le dolían las mejillas de tanto forzar la sonrisa a cada autógrafo que firmaba; cuando quedaban tres o cuatro admiradores, pudo ver que el último de la fila llevaba dos rosas, una roja y una blanca en un envoltorio de celofán. Cuando llegó su turno se las ofreció a la actriz inclinando levemente la cabeza,
Ël le tendió el programa de la representación y Lili preguntó ya sin sonreir:
- Muchas gracias, qué amable, ¿A qué nombre le hago el autógrafo? El desconocido respondió "Marcel", ella lo miró asintiendo con un leve gesto de la cabeza.
Lo invitó a su camerino y una vez dentro, cerró con llave y se puso a escarbar en un recipiente con talco, sacó un cilindro de papel, lo sopló y se lo pasó a Marcel, que rápidamente sacó el taco de uno de sus zapatos para deslizarlo al interior. Salieron del brazo, de común acuerdo y caminaron hasta el restorán en donde se juntaban a comer los colegas de Lily .Pidieron una copa en el bar para quitarse el miedo de encima; no era fácil evitar ser descubiertos y tener que actuar en la sombra de la clandestinidad.
Poco después Marcel acompañó a la actriz a la mesa de sus amigos, se despidió de ella con una cortés reverencia y salió a fundirse en la noche oscura. Ninguno de los dos podia sospechar que ese primer encuentro sería el ultimo.
El jefe de las Waffen-SS llamado Rudolf Keitel detestaba efectuar los interrogatorios en persona, pero esa ocasión no podía delegar su responsabilidad en ningún subalterno. Por eso acudió a primera hora del día al tabuco abyecto donde mantenían recluida a la actriz Lily Glennon detenida el día anterior en un restaurante donde convivía con sus compañeros.
De ella se había descubierto su ascendencia judía y su participación flagrante en el grupo de conspiradores que pretendían asesinar in situ al embajador Otto Abetz en su reunión con Pétain, el títere colaboracionista que encabezaba al Etait Français de Vilchy, y quien aseguraba que Francia tenía corrompidas las “escalas naturales del poder” a causa de la democracia.
De manera que Rudolf Keitel entró al sótano alumbrado por unas velas pringosas donde dos esbirros mantenían a la prisionera sentada ante una mesa cuya madera de nudos groseros y untados de azul cerúleo exhibía un folder con varios papeles embutidos a la mala, y ya hurgados por unos insectos minúsculos y repletos de pelos y de patas.
Rudolf Keitel hizo un esguince ante los guardias, quienes lo dejaron solo con la mujer desaliñada, cuyo cabello de caireles revueltos estaba a tono con el rostro rollizo de nariz respingada envilecido por una contusión que abarcaba el cachete y uno de los bellos ojos color esmeralda.
La mujer temblaba a causa del miedo, el frío y la repulsión del sitio de paredes ennegrecidas por la humedad y piso agrietado por donde corrían como ráfagas de pulgas unas ratas alargadas y macabras cuyos ojillos siniestros reflejaban la luz exigua del sitio.
El recién llegado hizo un saludo escueto y tomó el folder donde escrutó la fotografía del sujeto nombrado Marcel Haycox, que había sufrido “un lamentable accidente”, y a quien se le encontró un cilindro de papel con la lista de varios soldados nazis sobornados, y los planos del hotel donde se encontrarían el embajador Otto Abetz y Pétain.
La foto mostraba a un hombre de rostro alargado, ojos tristes y piel pálida, quien encajaría bien en una armadura medieval de no yacer ahora en la morgue al lado de cuatro cómplices más.
Lily Glennon levantó el rostro tembloroso hacia el sujeto de cuerpo magro y rostro demacrado de ojos fríos, quien se quitó al gorra schirmmütze para rascarse con fruición la parte occipital del cráneo de cabello escaso que reclamaría un homo habilis.
El tipo vestía el oprobioso uniforme negro, con la manga del sobretodo envilecida por la banda roja de la suástica, y la hebilla del cinturón con la leyenda “meine ehre heibt treue” “Mi honor es mi lealtad”.
En ese momento el nazi sesgó el rostro para observarla, y expulsó su voz apergaminada y cortante: “¿Cuál es su opinión sobre nuestro embajador y Herr Pétain?”
La mente de la mujer fue asaeteada por la imagen del embajador Otto Abetz, un individuo de gesto altivo, barbilla casi prognata, orejas lobunas y frente despejada y amplia que parecía repeler la compasión. Después Lily evocó al octogenario Pétain exudando decadentismo con su abrigo de lana y sombrero de bombín a tono con el bigote copioso sobre la boca incapaz ya de sonreír.
Y después un pensamiento donde los relacionó con la deportación de judíos a los campos de concentración, y una crispación de ira reprimida al pensar en su familia desaparecida meses atrás…
Los actores se inclinaron y una ovación resonó en el pequeño teatro que venía presentando la misma pieza hacía ya más de un año. Lily paseó su vista por el público y sonrió aliviada al comprobar que no habían uniformes en la primera fila, por suerte no vendría a felicitarla ningún oficial de alto rango.
Los admiradores se agolpaban en la puerta de su camerino para solicitor autógrafos. Lilly estaba tensa. Le dolían las mejillas de tanto forzar la sonrisa a cada autógrafo que firmaba. Cuando quedaban tres o cuatro admiradores, pudo ver que el último de la fila llevaba dos rosas, una roja y una blanca en un envoltorio de celofán. Al llegar su turno se las ofreció a la actriz inclinando levemente la cabeza,
Le tendió el programa de la representación y Lili preguntó ya sin sonreir:
- Muchas gracias, qué amable, ¿A qué nombre le hago el autógrafo? El desconocido respondió "Marcel", ella lo miró asintiendo con un leve gesto de la cabeza.
Lo invitó a su camerino y una vez dentro, cerró con llave y se puso a escarbar en un recipiente con talco, sacó un cilindro de papel, lo sopló y se lo pasó a Marcel, que rápidamente sacó el taco de uno de sus zapatos para deslizarlo al interior. Salieron del brazo, de común acuerdo y caminaron hasta el restorán en donde se juntaban a comer los colegas de Lily .Pidieron una copa en el bar para quitarse el miedo de encima; no era fácil evitar ser descubiertos y tener que actuar en la sombra de la clandestinidad.
Poco después Marcel acompañó a la actriz a la mesa de sus amigos, se despidió de ella con una cortés reverencia y salió a fundirse en la noche oscura. Ninguno de los dos podia sospechar que ese primer encuentro sería el ultimo.
** desarrollo Gatocteles
El jefe de las Waffen-SS llamado Rudolf Keitel detestaba efectuar los interrogatorios en persona, pero esa ocasión no podía delegar su responsabilidad en ningún subalterno. Por eso acudió a primera hora del día al tabuco abyecto donde mantenían recluida a la actriz Lily Glennon detenida el día anterior en un restaurante donde convivía con sus compañeros.
De ella se había descubierto su ascendencia judía y su participación flagrante en el grupo de conspiradores que pretendían asesinar in situ al embajador Otto Abetz en su reunión con Pétain, el títere colaboracionista que encabezaba al Etait Français de Vilchy, y quien aseguraba que Francia tenía corrompidas las “escalas naturales del poder” a causa de la democracia.
De manera que Rudolf Keitel entró al sótano alumbrado por unas velas pringosas donde dos esbirros mantenían a la prisionera sentada ante una mesa cuya madera de nudos groseros y untados de azul cerúleo exhibía un folder con varios papeles embutidos a la mala, y ya hurgados por unos insectos minúsculos y repletos de pelos y de patas.
Rudolf Keitel hizo un esguince ante los guardias, quienes lo dejaron solo con la mujer desaliñada, cuyo cabello de caireles revueltos estaba a tono con el rostro rollizo de nariz respingada envilecido por una contusión que abarcaba el cachete y uno de los bellos ojos color esmeralda.
La mujer temblaba a causa del miedo, el frío y la repulsión del sitio de paredes ennegrecidas por la humedad y piso agrietado por donde corrían como ráfagas de pulgas unas ratas alargadas y macabras cuyos ojillos siniestros reflejaban la luz exigua del sitio.
El recién llegado hizo un saludo escueto y tomó el folder donde escrutó la fotografía del sujeto nombrado Marcel Haycox, que había sufrido “un lamentable accidente”, y a quien se le encontró un cilindro de papel con la lista de varios soldados nazis sobornados, y los planos del hotel donde se encontrarían el embajador Otto Abetz y Pétain.
La foto mostraba a un hombre de rostro alargado, ojos tristes y piel pálida, quien encajaría bien en una armadura medieval de no yacer ahora en la morgue al lado de cuatro cómplices más.
Lily Glennon levantó el rostro tembloroso hacia el sujeto de cuerpo magro y rostro demacrado de ojos fríos, quien se quitó al gorra schirmmütze para rascarse con fruición la parte occipital del cráneo de cabello escaso que reclamaría un homo habilis.
El tipo vestía el oprobioso uniforme negro, con la manga del sobretodo envilecida por la banda roja de la suástica, y la hebilla del cinturón con la leyenda “meine ehre heibt treue” “Mi honor es mi lealtad”.
En ese momento el nazi sesgó el rostro para observarla, y expulsó su voz apergaminada y cortante: “¿Cuál es su opinión sobre nuestro embajador y Herr Pétain?”
La mente de la mujer fue asaeteada por la imagen del embajador Otto Abetz, un individuo de gesto altivo, barbilla casi prognata, orejas lobunas y frente despejada y amplia que parecía repeler la compasión. Después Lily evocó al octogenario Pétain exudando decadentismo con su abrigo de lana y sombrero de bombín a tono con el bigote copioso sobre la boca incapaz ya de sonreír.
Y después un pensamiento donde los relacionó con la deportación de judíos a los campos de concentración, y una crispación de ira reprimida al pensar en su familia desaparecida meses atrás…
—Yo sólo soy actriz—alegó Lily Glennon, recelando el polígrafo sobre el que Rudolf Keitel hacía bailar las yemas de los dedos—. Respecto de Marcel Haycox…
—Noto que se adelanta usted a las acusaciones…
—Marcel Haycox, decía—porfió Lily, con rebeldía inconveniente—, era un admirador que me invitó a comer luego de regalarme un bello ra…
—Advierto que habla en pasado. ¿Cómo sabe de su deceso?
El jefe de las Waffen-SS levantó desproporcionadamente una ceja, el entrecejo formaba un puente rubio que se volcaba violentamente por sobre la nariz aguileña. La sutileza con que acariciaba el detector de mentiras daba cuenta de una fina y entrenada capacidad de manipulación.
—Es muy bella, Lily—dijo—. Sería una pena echar su carrera al bote por malentendidos… ¿No cree?
Lily Gennon permanecía de brazos cruzados, con la boca fruncida y la mirada cansada.
—Deme datos de sus informantes y la dejamos ir bajo palabra de no dispararle por la espalda. Claro que si reincide…
—Yo soy una actriz—gruñó Glennon—, no tengo secuaces.
Keitel chasqueó la lengua y se incorporó dejando caer la silla. El caño metálico de ésta retumbó en la celda oscura y vacía.
—¿Secuaces...? De modo que usted es... ¿la cabecilla? Eso es una pena…—murmuró, mientras abría puertas escondidas bajo el recodo de la escalera y extraía instrumentos—. Voy a tener que aplicar los métodos de la verdad con una actriz… tan bonita…
Un cableado espiralado lleno de electrodos fue depositado sobre la desvencijada mesa. Luego un serrucho. Le siguió un encendedor. Agujas. Tijeras. Un bisturí. Una masa. Lily deslizó furtivamente la mano hacia la ampolla escondida en un bolsillo interno del sostén. Pero Keitel tenía experiencia y bien conservados reflejos. Se le abalanzó, le tiró todo el peso de su cuerpo sobre sí. La inmovilizó en segundos y, tras un lastimoso forcejeo, terminó ganándole la píldora de cianuro.
—Sin trucos—regañó, ahora prescindiendo de eufemismos gestuales, con cara de franco hijo de puta—. No pierde nada, sepa, ya los matamos a todos. Si usted sigue con vida es porque uno de los suyos es uno de los nuestros. Así que empiece a hablar.
Andrudna tiene problemas estos dias y no puede completar el cuento. Estoy en tratativas para encontrarle reemplazante ,pero no estaría de más si alguien se ofreciera a reempazarla.
Los actores se inclinaron y una ovación resonó en el pequeño teatro que venía presentando la misma pieza hacía ya más de un año. Lily paseó su vista por el público y sonrió aliviada al comprobar que no habían uniformes en la primera fila, por suerte no vendría a felicitarla ningún oficial de alto rango.
Los admiradores se agolpaban en la puerta de su camerino para solicitor autógrafos. Lilly estaba tensa. Le dolían las mejillas de tanto forzar la sonrisa a cada autógrafo que firmaba. Cuando quedaban tres o cuatro admiradores, pudo ver que el último de la fila llevaba dos rosas, una roja y una blanca en un envoltorio de celofán. Al llegar su turno se las ofreció a la actriz inclinando levemente la cabeza. Le tendió el programa de la representación y Lili preguntó ya sin sonreir:
- Muchas gracias, qué amable, ¿A qué nombre le hago el autógrafo? El desconocido respondió "Marcel", ella lo miró asintiendo con un leve gesto de la cabeza.
Lo invitó a su camerino y una vez dentro, cerró con llave y se puso a escarbar en un recipiente con talco, sacó un cilindro de papel, lo sopló y se lo pasó a Marcel, que rápidamente sacó el taco de uno de sus zapatos para deslizarlo al interior. Salieron del brazo, de común acuerdo y caminaron hasta el restorán en donde se juntaban a comer los colegas de Lily .Pidieron una copa en el bar para quitarse el miedo de encima; no era fácil evitar ser descubiertos y tener que actuar en la sombra de la clandestinidad.
Poco después Marcel acompañó a la actriz a la mesa de sus amigos, se despidió de ella con una cortés reverencia y salió a fundirse en la noche oscura. Lily ni siquiera imaginó que sería la primera y última vez que vería a Marcel.
** desarrollo Gatocteles
El jefe de las Waffen-SS llamado Rudolf Keitel detestaba efectuar los interrogatorios en persona, pero esa ocasión no podía delegar su responsabilidad en ningún subalterno. Por eso acudió a primera hora del día al tabuco abyecto donde mantenían recluida a la actriz Lily Glennon detenida el día anterior en un restaurante donde convivía con sus compañeros.
De ella se había descubierto su ascendencia judía y su participación flagrante en el grupo de conspiradores que pretendían asesinar in situ al embajador Otto Abetz en su reunión con Pétain, el títere colaboracionista que encabezaba al Etait Français de Vilchy, y quien aseguraba que Francia tenía corrompidas las “escalas naturales del poder” a causa de la democracia.
De manera que Rudolf Keitel entró al sótano alumbrado por unas velas pringosas donde dos esbirros mantenían a la prisionera sentada ante una mesa cuya madera de nudos groseros y untados de azul cerúleo exhibía un folder con varios papeles embutidos a la mala, y ya hurgados por unos insectos minúsculos y repletos de pelos y de patas.
Rudolf Keitel hizo un esguince ante los guardias, quienes lo dejaron solo con la mujer desaliñada, cuyo cabello de caireles revueltos estaba a tono con el rostro rollizo de nariz respingada envilecido por una contusión que abarcaba el cachete y uno de los bellos ojos color esmeralda.
La mujer temblaba a causa del miedo, el frío y la repulsión del sitio de paredes ennegrecidas por la humedad y piso agrietado por donde corrían como ráfagas de pulgas unas ratas alargadas y macabras cuyos ojillos siniestros reflejaban la luz exigua del sitio.
El recién llegado hizo un saludo escueto y tomó el folder donde escrutó la fotografía del sujeto nombrado Marcel Haycox, que había sufrido “un lamentable accidente”, y a quien se le encontró un cilindro de papel con la lista de varios soldados nazis sobornados, y los planos del hotel donde se encontrarían el embajador Otto Abetz y Pétain.
La foto mostraba a un hombre de rostro alargado, ojos tristes y piel pálida, quien encajaría bien en una armadura medieval de no yacer ahora en la morgue al lado de cuatro cómplices más.
Lily Glennon levantó el rostro tembloroso hacia el sujeto de cuerpo magro y rostro demacrado de ojos fríos, quien se quitó al gorra schirmmütze para rascarse con fruición la parte occipital del cráneo de cabello escaso que reclamaría un homo habilis.
El tipo vestía el oprobioso uniforme negro, con la manga del sobretodo envilecida por la banda roja de la suástica, y la hebilla del cinturón con la leyenda “meine ehre heibt treue” “Mi honor es mi lealtad”.
En ese momento el nazi sesgó el rostro para observarla, y expulsó su voz apergaminada y cortante: “¿Cuál es su opinión sobre nuestro embajador y Herr Pétain?”
La mente de la mujer fue asaeteada por la imagen del embajador Otto Abetz, un individuo de gesto altivo, barbilla casi prognata, orejas lobunas y frente despejada y amplia que parecía repeler la compasión. Después Lily evocó al octogenario Pétain exudando decadentismo con su abrigo de lana y sombrero de bombín a tono con el bigote copioso sobre la boca incapaz ya de sonreír.
Y después un pensamiento donde los relacionó con la deportación de judíos a los campos de concentración, y una crispación de ira reprimida al pensar en su familia desaparecida meses atrás…
“¿Y bien fräulein Gennon…?”, presionó el nazi.
*** desarrollo Dhingy
—Yo sólo soy actriz—alegó Lily Glennon, recelando el polígrafo sobre el que Rudolf Keitel hacía bailar las yemas de los dedos—. Respecto de Marcel Haycox…
—Noto que se adelanta usted a las acusaciones…
—Marcel Haycox, decía—porfió Lily, con rebeldía inconveniente—, era un admirador que me invitó a comer luego de regalarme un bello ra…
—Advierto que habla en pasado. ¿Cómo sabe de su deceso?
El jefe de las Waffen-SS levantó desproporcionadamente una ceja, el entrecejo formaba un puente rubio que se volcaba violentamente por sobre la nariz aguileña. La sutileza con que acariciaba el detector de mentiras daba cuenta de una fina y entrenada capacidad de manipulación.
—Es muy bella, Lily—dijo—. Sería una pena echar su carrera al bote por malentendidos… ¿No cree?
Lily Gennon permanecía de brazos cruzados, con la boca fruncida y la mirada cansada.
—Deme datos de sus informantes y la dejamos ir bajo palabra de no dispararle por la espalda. Claro que si reincide…
—Yo soy una actriz—gruñó Glennon—, no tengo secuaces.
Keitel chasqueó la lengua y se incorporó dejando caer la silla. El caño metálico de ésta retumbó en la celda oscura y vacía.
—¿Secuaces...? De modo que usted es... ¿la cabecilla? Eso es una pena…—murmuró, mientras abría puertas escondidas bajo el recodo de la escalera y extraía instrumentos—. Voy a tener que aplicar los métodos de la verdad con una actriz… tan bonita…
Un cableado espiralado lleno de electrodos fue depositado sobre la desvencijada mesa. Luego un serrucho. Le siguió un encendedor. Agujas. Tijeras. Un bisturí. Una masa. Lily deslizó furtivamente la mano hacia la ampolla escondida en un bolsillo interno del sostén. Pero Keitel tenía experiencia y bien conservados reflejos. Se le abalanzó, le tiró todo el peso de su cuerpo sobre sí. La inmovilizó en segundos y, tras un lastimoso forcejeo, terminó ganándole la píldora de cianuro.
—Sin trucos—regañó, ahora prescindiendo de eufemismos gestuales, con cara de franco hijo de puta—. No pierde nada, sepa, ya los matamos a todos. Si usted sigue con vida es porque uno de los suyos es uno de los nuestros. Así que empiece a hablar.
**** final alejandrocasals..
Pero antes de hacerlo quiero que conozca “mi casa”, acompáñeme por favor.
Se dirigieron hasta un ángulo de la “sala de recepción”.
«Por mi se va a la ciudad doliente,
por mi se ingresa en el dolor eterno,
por mi se va con la perdida gente.
La justicia movió a mi alto hacedor:
Hízome la divina potestad,
la suma sabiduría y el primer amor.
Antes de mí ninguna cosa fue creada
sólo las eternas, y yo eternamente duro:
¡Perded toda esperanza los que entráis!»
Estas palabras estaban escritas en letras oscuras en el dintel de una pequeña puerta, a entrada de un húmedo y repugnate laberinto.
—¡Abran soy el coronel Rudolf Keitel —exclamó en voz alta y autoritaria después de golpear tres veces la pesada puerta con el mango de su pistola.
Inmediatamente, un chillido de goznes oxidados rompió el silencio reinante.
—¡Fräulein Gennon! Quiero que recapacite y entienda cual será su destino si sus respuestas no satisfacen mis demandas. Aquel que atraviesa esta puerta, no retorna —dijo Keitel mientras guiaba a Lily tomándola de un brazo y avanzando lentamente hacia el interior —la conduje hasta este lugar sólo para darle demostrarle que sucede con los duros, a aquellos que no logramos hacerles confesar y… creemos que aún tienen alguna historia para contarnos —concluyó el soliloquio con una sonrisa sádica.
Quejidos, llantos, ecos de quejidos y llantos ciegos, viajaban por el aire enrarecido de aromas repugnantes provenientes de las oscuras celdas a ambos lados del estrecho corredor.
Cuando llegaron al final. La luz de la pequeña lámpara que portaba el coronel en su mano derecha, iluminó un cartel que colgaba de una de una reja… “Leichenhaus”.
—¡Sí fräulein Lily!... esta es la morgue, la última morada de los pecadores. Aquí descansan los restos de Monsieur Haycox y mis cuatro traidores. Como sus familias no reclaman los cadáveres, después de unos días le damos cristiana sepultura en el Canal de la Mancha —acotó Keitel, sin que una palabra escapase de la boca de la actriz.
Una decena de cuerpos desnudos y mutilados, colgaban suspendidos de ganchos atacados al techo como las reses en una carnicería. Un espectáculo que ni el mismo Gustav Doré hubiese imaginado para plasmarlo sobre una tela.
Lily Gennon no lo soportó, cayó desvanecida a los pies del verdugo.
—El coñac, es lo único que aprecio de los franceses —dijo el coronel mientras le ofrecía una copa a Lily, que ya recuperada y sentada de frente a él en una pequeña mesa en la “sala de recepción”, acepto —¡Ahora sí fräulein Gennon! llegó el momento de contar alguna historia interesante sin tratar de subestimar mi inteligencia.
Los fríos y penetrantes ojos del nazi, se clavaron indagando en los de la mujer.
Lily Gennon habló sin prisa, sin pausas y sin interrupciones, por más de dos horas.
Dio nombres, lugares, fechas que Keitel anotó prolijamente en una libreta.
Cuando el nazi estimó que el relato había concluido, dijo:
—Muy interesante su exposición. Pero nada nuevo para mí. Sabemos de la colaboración de todas estas personas con la resistencia; Beker, Auriol, Tzara, Weil, Eluard, Camus, Beauvoir, Bécaud, Mitterrand, etc… artistas, intelectuales, políticos.
De ellos nos ocuparemos más adelante, por ahora no son peligrosos. Eso sí… me llama poderosamente la atención, y con esto pretendo reconocer su calidad de agente, que usted pertenezca a la red de espionaje que comanda Nancy Ware. Es la persona más buscada por la Gestapo. Por “El ratón blanco” ofrecen cinco millones de francos como recompensa por su captura. ¡Estoy seguro que usted no conoce su paradero! Pero… fräulein Gennon, lo que yo le he preguntado específicamente, no lo ha confesado. ¡El nombre del quinto traidor! —gritó Keitel dando un golpe con el puño sobre la mesa y retirándose del lugar.
Aparecieron cuatro sayones sedientos de sangre.
La joven, pateaba, mordía, insultaba, pero fue inútil, sus fuerzas cedieron. Ataron sus dos piernas en ángulo a dos patas de la mesa, volcaron su cuerpo hacia adelante y ligaron sus manos a las otras dos patas.
—¡Nazis asesinos, sodomitas hijos de puta! ¡No se nada! —vociferó Lily.
—¡Desnuden y amordacen a esta perra mentirosa! Con el culo roto recordará el nombre del quinto traidor —ordenó Keitel desde las sombras.
Lily Gennon no se entregaba. Bañada en sudor, de su boca escapaba rabiosa espuma. Sus ojos desorbitados, extremadamente abiertos, lanzaban fuego. Las venas repletas de sangre, negreaban inflamadas. Reptaba sobre la mesa como una serpiente enloquecida.
Cuando el primer torturador se dispuso a penetrarla notó que de su boca amordaza y de sus narices fluía sangre a chorros. Desparramada como un lago sobre la mesa caía a densas gotas sobre el piso de la inmunda sala.
—¡Perra Judía! Eligiste reventar antes de darme el quinto nombre —Gritó el coronel cuando lo advirtió, mientras que, aferrado a sus cabellos golpeaba la cara de Lily contra la pesada mesa.
Tal vez enceguecido por el odio, experto torturador Nazi Rudolf Keitel, no consideró o desconocía, que el pueblo Hebreo, desde siglos, aún despojado de sus riquezas y de sus vidas, jamás entregó la dignidad.
—¡Serénate Rudolf! ¡Bebe! —ordenó un hombre que emergió de entre las sombras. Inclinando levemente la cabeza, ofreció al coronel una copa de coñac —Tu no has fracasado, estoy seguro que en ese teatro encontraremos una pista válida. Esta infeliz no conocía la existencia del quinto traidor.
Antes que los sayones desataran el cuerpo para arrástralo a la morgue y colgarlo, el hombre depositó dos rosas, una roja y una blanca en un envoltorio de celofán sobre las nalgas amoretadas de la infeliz mujer.
En una tarjeta atacada al presente floral, estaba escrito:
“Lily, tu última actuación fue memorable. Te admiro…. Marcel”
wow... esta noche no voy a poder dormir... Stephen King es un poroto, Quenitn Tarantino no sabe hacer peliculas, y Hichcok era un amateur del suspenso...
Por Dios!! que final!! Menos mal que hoy me toca sesion de Psicologo... FABULOSO
Tanto talento me apabulla. Este cuento es de una calidad muy superior. Felicidades a Lore, Gatocteles, Dhingy y a Alejandro Casals por este fantástico final.
leobrizuela,03.10.2012
Un gran cuento; todos, sin excepción, mostraron una escritura admirable. Han sabido recoger la posta de un texto supeior sin disminuir en ningún momento su excelencia. Destaco la participación de Alejandro Casals, de quien tenía un gran concepto en su carácter de poeta, al que descubro fabricando un final espeluznante y espectacular, y a quien saludo por su llegada a este rincón de cuentos compartidos.
Reitero mi complacencia por la composición que estas cuatro plumas nos han regalado.
hugodemerlo,03.10.2012
una obra macabra, que pone los pelos de punta!
Genial histora de impecable narración!
Cuatro genios!
Aclaro mi UYYYYYYYYYYYYYYYY que fue mi primera reacción después de leer el final del cuento.
El inicio merece un aplauso a la autora. Reducido a un mínimo necesario nos dió los personajes sus presuntas actividades, la época que vivían y la clandestinidad de sus acciones. Nos dio disparadors(los uniformes ausentes en la sala, el tubo de plástico entregado al supuesto "admirador"
Con la parte de gatoclteles entramos en pleno en un desarrollo que nos da ya un salto de ambiente digno del mejor director cinematográfico.
Ya se cierne una tragedia sin posibilidad de abertura en soluciones fáciles. Pluma certera, enérgica. Va a lo escencial y describe el personaje del oficial en forma muy realista.
Dhingy excele en el diálogo, es verosímil . Lo traduce en frases breves y cortantes, no dilaga . De la mano de su desarrollo entramos ya en plena tragedia. Nos hace saber que Marcel ha muerto pero deja una frase anzuelo que probablemente es la que inspiró a Alejandrocassals en su final. Son las dos frases finales de su parte "Si usted sigue con vida es porque uno de los suyos es uno de los nuestros. Así que empiece a hablar"
El final toma todos los hijos los entreteje y nos da una pieza de gran maestríoa literario. Sabe agregar horror al horror apoyándose nada menos que el la divina comedia de la que reproduce el comienzo y en la referencia cultural al artista Doré autor de las reproducciones de la Divina comedia, en este caso con referencia al Infierno.
Todo sumado dio por resultado uno de los cuentos mejor estructurado de las últimas entregas.
Aplausos a los cuatro. Estuvieron espupendos UYYYYYYYYY
Gracias, y yo felicito a mis compañeros. Alejandro resolvió muy bien el final, eso de que la protagonista explote, sumado a la actitud entre macabra y burlona que emplea el coronel, le da un toque de realismo mágico al terror.
Yo había entendido tu uyyyy, Ninive, jaja
Necesito inicio de cuentos. Tengo varios que me han pasado los anteriores coordinadores pero ninguno me atrae . Estoy difícil. Please. Tengo el equipo y quiero empezar el próximo c.comp. el lunes pero no tengo un buen inicio.
Alejandro, me dejaste KO con tu final. El giro que le dio Gatócteles me impactó porque la verdad es que yo hubiera dejado a Lily de lado, quizás para hacerla volver al final, lo más seguro es que hubiese desarrollado la historia de Marcel en su caminata nocturna... Y Dhingy siguió con la historia de Lily mostrando un nuevo aspecto de su personalidad, y dejando un enorme desafío que Alejandro resolvió con mucho brío entregándonos un final de una crudeza que... UYYYYYYYYYYYYY
Sin mucho tiempo para comentar. No me extraña la calidad del cuento. Tengo a tres de los autores como plumas que han alcanzado un estilo propio. Sus letras son creíbles, potentes y de gran manufactura. Alejandro redultó una agradable sorpresa (debido a mi desatención de no leerle).
Saludos.
El cuento B está en mis estantes con el título Actuación memorable
alejandrocasals,05.10.2012
Mi intención es tratar de explicar como pensé para poder escribir el final en un tiempo reducido. El inicio de Loreto es ESPECTACULAR, siguió las reglas del arte propuestas por Nínive. Nos describe un ambiente, una época, personajes, acciones al mejor estilo de Horacio Quiroga. De él rescato;
… “FILA LLEVABA DOS ROSAS, UNA ROJA Y UNA BLANCA EN UN ENVOLTORIO DE CELOFÁN. AL LLEGAR SU TURNO SE LAS OFRECIÓ A LA ACTRIZ INCLINANDO LEVEMENTE LA CABEZA”…
A pesar que las rosas se trataban de la primera parte de una contraseña establecida, de la cual, la segunda es la respuesta “Marcel”, descubrí que en las rosas, el color blanco representa pureza, respeto y CONFIANZA. El color rojo representa amor, respeto y ADMIRACIÓN.
El celofán es un polímero natural de la celulosa inventado por el suizo Brandenberger en 1908. Esta película transparente se ha producido en gran escala desde 1930.
La acción debería desarrollarse después de ese año (pienso que a Gatocteles no se le escapó
”LILY NI SIQUIERA IMAGINÓ QUE SERÍA LA PRIMERA Y ÚLTIMA VEZ QUE VERÍA A MARCEL”
Este concepto es MÍ clave del final, uno de los dos debería desaparecer.
En la primera parte cumplo abundante su objetivo. El desarrollo de Gatocteles, con su inimitable prosa es sobresaliente (GENIO según Hugo). Aparte de obligarme a repasar históricamente el período del gobierno colaboracionista de Pétain y los personajes del momento (el embajador Nazi, los artistas, intelectuales y políticos comprometidos con De Gaulle) y encerrarnos dentro de una sala de torturas de la que no se puede huir con vida… me dejó otra pista excepcional:
“LA MORGUE AL LADO DE CUATRO CÓMPLICES MÁS”
A esta altura del relato ya no tuve dudas, Lily estaba en el INFIERNO.
Dhingy y yo tampoco no teníamos escape.
Dhingy estudía el perfil del Nazi, cuando lo encuadra, lo hace hablar y manipular a la aterrada Lily. Esta se contradice, tiene dudase e intenta el suicidio cuando ve descubierta su identidad, (IMPECABLE) .
Toda una noche, es el tiempo que me llevó escribir este final de cuento. Encontrarme sin pensarlo con el compromiso de no arruinar un diamante (debía terminar de tallarlo) escrito por mis tres compañeros me motivo para profundizar. Además de las pistas evidentes que detecté, releí el canto III de la “La Divina Comedia” Dante, “El matadero” de Esteban Echeverría y algunos párrafos de “Banalidad del mal” de la filósofa judeo-alemana Hannah Arendt que me aclaró el perfil de un jerarca Nazi convencido, descripto por Dhingy.
El resto, después de tanto sudor, se debe a mi imaginación. Gracias a Dios, jamás pise una sala de torturas.
No soy literato, ni maestro y mucho menos analista. Solo pretendí comentar mi trabajo que más allá del buen fin de la participación. Este me dejo como saldo un poquito más de conocimientos del horror que vivió Europa el siglo pasado.
Mi intención es llegar a mis colegas escritores. Me dí cuenta de como escribir (los límites) de acuerdo al orden que me toque hacerlo en una próxima oportunidad.
Como escribió la maestrucha. Este cuento estuvo bien ESTRUCTURADO.
Saludos y gracias por sus apreciaciones.
leobrizuela,05.10.2012
Alajandrocasals, lo contaste así de simple, con humildad además, como les resultan las cosas a los que tienen verdadero talento. Un saludo.
Sin mucho tiempo para comentar. No me extraña la calidad del cuento. Tengo a tres de los autores como plumas que han alcanzado un estilo propio. Sus letras son creíbles, potentes y de gran manufactura. Alejandro redultó una agradable sorpresa (debido a mi desatención de no leerle).
Saludos.
El regalo permanecía allí desde que tenía uso de razón. Cada año todos abrían su regalo, pero el Abuelo dejaba ese, envuelto en un papel envejecido, con un moño que, pese al paso el tiempo, conservaba su hidalguía.
Siendo ya adolescente, me animé a preguntarle una vez:
- ¿No vas a abrirlo? ¿Tampoco este año, Abuelo?
La voz que siempre sonaba desgastada, cayó en un abismo al responder : "No es necesario".
Así, cada año el Regalo del Abuelo permanecía intacto debajo del Arbol, para ser guardado con los adornos y El Nacimiento hasta la próxima Navidad.
Pero ésta era diferente. El Abuelo ya no estaba entre nosotros. Antes nos había dejado mi madre. Y a los pocos meses mi padre. Creo que sintió que sus fuerzas habían soportado demasiado y él también se dejó morir.
Cuando me decidí, por fin, a vaciar la casa del Abuelo, faena que no tenía que compartir con nadie ya que era su único heredero, no me detuve en ningún rincón de la casa. Fui directo al armario de su cuarto y, ya en él, a la caja en la que estaba guardado el regalo.
Sentí algo de temor mezclado con inquietud. En cierto modo, sentía que estaba usurpando su intimidad. Miré su foto en el marco, junto a la ventana, en el que sonreía su boca pero sus ojos se mantenían inundados de su natural tristeza. "Perdón, viejito" le dije y cuando me dispuse a quitar el papel y el moño, noté que en uno de los laterales, la caja presentaba una ranura.
El timbre sonó de manera insistente, por lo que dejé la caja y salí. Era el cartero. Luego de darme el pésame, me dijo que esa carta llegaba puntualmente cada víspera de Navidad y, al verme entrar en la casa, se había decidido a entregármela. Luego de agradecerle, entré con el sobre en la mano y me senté en la silla que tenía en el escritorio, junto a la chimenea.
El espíritu del Abuelo se respiraba en la casa y resultaba más penetrante en ésta fecha. No venía a la casa desde el funeral, un mes antes. Con la carta en la mano, dirigida al Abuelo, me sentí más usurpador aún. Y más contrariado.
El regalo permanecía allí desde que tenía uso de razón. Cada año todos abrían su regalo, pero el Abuelo dejaba ese, envuelto en un papel envejecido, con un moño que, pese al paso el tiempo, conservaba su hidalguía.
Siendo ya adolescente, me animé a preguntarle una vez:
- ¿No vas a abrirlo? ¿Tampoco este año, Abuelo?
La voz que siempre sonaba desgastada, cayó en un abismo al responder : "No es necesario".
Así, cada año el Regalo del Abuelo permanecía intacto debajo del Arbol, para ser guardado con los adornos y El Nacimiento hasta la próxima Navidad.
Pero ésta era diferente. El Abuelo ya no estaba entre nosotros. Antes nos había dejado mi madre. Y a los pocos meses mi padre. Creo que sintió que sus fuerzas habían soportado demasiado y él también se dejó morir.
Cuando me decidí, por fin, a vaciar la casa del Abuelo, faena que no tenía que compartir con nadie ya que era su único heredero, no me detuve en ningún rincón de la casa. Fui directo al armario de su cuarto y, ya en él, a la caja en la que estaba guardado el regalo.
Sentí algo de temor mezclado con inquietud. En cierto modo, sentía que estaba usurpando su intimidad. Miré su foto en el marco, junto a la ventana, en el que sonreía su boca pero sus ojos se mantenían inundados de su natural tristeza. "Perdón, viejito" le dije y cuando me dispuse a quitar el papel y el moño, noté que en uno de los laterales, la caja presentaba una ranura.
El timbre sonó de manera insistente, por lo que dejé la caja y salí. Era el cartero. Luego de darme el pésame, me dijo que esa carta llegaba puntualmente cada víspera de Navidad y, al verme entrar en la casa, se había decidido a entregármela. Luego de agradecerle, entré con el sobre en la mano y me senté en la silla que tenía en el escritorio, junto a la chimenea.
El espíritu del Abuelo se respiraba en la casa y resultaba más penetrante en ésta fecha. No venía a la casa desde el funeral, un mes antes. Con la carta en la mano, dirigida al Abuelo, me sentí más usurpador aún. Y más contrariado.
**desarrollo andrudna
andrurdna,08.10.2012
Necesitaba asimilar este nuevo misterio. Desconocía el correo anual e incluso que mi abuelo tuviese algún tipo de intercambio epistolar.
Durante muchos años había recibido una misteriosa carta, de la cuál no había tenido conocimiento, hasta hoy.
Por un instante; la tristeza de la pérdida, me trajo la emoción del encuentro. Iba a conocer algo importante de su vida. Lo sabía.
Una mezcla de emoción y ansiedad brotaron en mí, preparándome para lo que pasaría a continuación.
Tenía en mi poder dos secretos celosamente guardados por mi abuelo; que de repente le daban un nuevo giro a mi vida.
Mi abuelo, se me hacía ahora más vivo; que en los últimos años.
Ya no era sólo el abuelo, pasaba a ser un hombre. Y en este momento podía verlo cómo tal.
Mi respeto por él seguía creciendo. ¿Cuántos secretos y pasiones había conservado en su vida?
Miré el sobre detenidamente. Observé el remitente... Y cuál no sería mi sorpresa, al leer en él: - ¡el nombre de mi abuela!.
Me llamó la atención soberanamente que el sobre era nuevo; y mi abuela, según me habían dicho había fallecido cuando era pequeño.
Abrí la carta. Y encontré unas pocas palabras en su interior.
“Como todos los años, sigo esperando que me escuches; te ruego que hablemos. Te Amo. Celia.”
Al final había un número telefónico. Y sin pensarlo disqué.
desarrollo divinaluna
Del otro lado de la línea me contestó una voz femenina, por su tono debía tratarse de una mujer mayor. Me sentí un intruso, escarbando en el pasado de mi abuelo, pero así y todo, no pude resistir la tentación de develar el misterio.
- ¿Aló?... ¿Aló?- insistía la mujer con pausada interrogación.
-Buenas tardes madame-dije fingiendo ser un vendedor de seguros y pasé a detallarle las ventajas de mi compañía, en un discurso que ni yo mismo supe de donde salió.
Ella asentía con pequeñas acotaciones a mis palabras y su respiración calmada, me animaba a seguir con mis mentiras. La voz de la señora, que dijo llamarse ¡Celia! me zumbaba en el oído con una mezcla de ternura y sospecha. No quería ningún seguro ni tampoco estaba interesada en hablar de sí misma, solo pude arrancarle unos pocos datos, mientras el corazón parecía querer atravesarme el pecho.
La caja de regalo envejecido parecía observarme desde el escritorio del abuelo, en su papel deslucido creí ver un reproche.
Me sentía afligido porque si ella era la dama de la carta, debía tener todo el aspecto de mi difunta abuela en la única fotografía que hallé entre las cosas del abuelo. Ahora sería una anciana de hermosas facciones y mirada tranquila
¿Tranquila? ¡Qué locura! Una mentira de años llevada en secreto por mi abuelo hasta su muerte.
Antes que la mujer colgara le espeté sin miramientos la cruda verdad.
- Perdóname abuela Celia, tengo en mis manos la última carta que le enviaste al abuelo, quiero saber el porqué de tu secreto, necesito verte-
El silencio en la línea, me puso más nervioso y comencé a exigirle a la mujer que me diera su dirección, pero ella colgó dejándome en un estado de total desosiego. El misterio de su partida, la muerte fingida, el secreto tan bien guardado, se mezclaba en mis sentimientos hacia la mujer secreta en la vida de mi abuelo
Remarqué el número telefónico dispuesto a convencer a la extraña que yo era su nieto, sangre de su sangre y que me debía las respuestas calladas durante tantos años.
Oí su voz pausada y llena de ternura diciéndome que estaba dispuesta a recibirme en su casa. Tomé nota de la dirección y una vez en la calle aspiré hondo el aroma de los azahares que comenzaba a endulzar el aire de septiembre.
Vamos Koné! A parte de la abuela sigo intrigada por el paquete. jejeje
leobrizuela,09.10.2012
Un gran desarrollo para un cuento que promete. Me gustó el resumen "...fingiendo ser un vendedor de seguros..." que ahorra dilaciones y diálogos superflos en el relato. Algo que, lamentablemente, nunca usamos con frecuencia.
El regalo permanecía allí desde que tenía uso de razón. Cada año todos abrían su regalo, pero el Abuelo dejaba ese, envuelto en un papel envejecido, con un moño que, pese al paso el tiempo, conservaba su hidalguía.
Siendo ya adolescente, me animé a preguntarle una vez:
- ¿No vas a abrirlo? ¿Tampoco este año, Abuelo?
La voz que siempre sonaba desgastada, cayó en un abismo al responder : "No es necesario".
Así, cada año el Regalo del Abuelo permanecía intacto debajo del árbol, para ser guardado con los adornos y El Nacimiento hasta la próxima Navidad.
Pero ésta era diferente. El Abuelo ya no estaba entre nosotros. Antes nos había dejado mi madre. Y a los pocos meses mi padre. Creo que sintió que sus fuerzas habían soportado demasiado y él también se dejó morir.
Cuando me decidí, por fin, a vaciar la casa del Abuelo, faena que no tenía que compartir con nadie ya que era su único heredero, no me detuve en ningún rincón de la casa. Fui directo al armario de su cuarto y, ya en él, a la caja en la que estaba guardado el regalo.
Sentí algo de temor mezclado con inquietud. En cierto modo, sentía que estaba usurpando su intimidad. Miré su foto en el marco, junto a la ventana, en el que sonreía su boca pero sus ojos se mantenían inundados de su natural tristeza. "Perdón, viejito" le dije y cuando me dispuse a quitar el papel y el moño, noté que en uno de los laterales, la caja presentaba una ranura.
El timbre sonó de manera insistente, por lo que dejé la caja y salí. Era el cartero. Luego de darme el pésame, me dijo que esa carta llegaba puntualmente cada víspera de Navidad y, al verme entrar en la casa, se había decidido a entregármela. Luego de agradecerle, entré con el sobre en la mano y me senté en la silla que tenía en el escritorio, junto a la chimenea.
El espíritu del Abuelo se respiraba en la casa y resultaba más penetrante en ésta fecha. No venía a la casa desde el funeral, un mes antes. Con la carta en la mano, dirigida al Abuelo, me sentí más usurpador aún. Y más contrariado.
**desarrollo andrudna
andrurdna,08.10.2012
Necesitaba asimilar este nuevo misterio. Desconocía el correo anual e incluso que mi abuelo tuviese algún tipo de intercambio epistolar.
Durante muchos años había recibido una misteriosa carta, de la cuál no había tenido conocimiento, hasta hoy.
Por un instante; la tristeza de la pérdida, me trajo la emoción del encuentro. Iba a conocer algo importante de su vida. Lo sabía.
Una mezcla de emoción y ansiedad brotaron en mí, preparándome para lo que pasaría a continuación.
Tenía en mi poder dos secretos celosamente guardados por mi abuelo; que de repente le daban un nuevo giro a mi vida.
Mi abuelo, se me hacía ahora más vivo; que en los últimos años.
Ya no era sólo el abuelo, pasaba a ser un hombre. Y en este momento podía verlo cómo tal.
Mi respeto por él seguía creciendo. ¿Cuántos secretos y pasiones había conservado en su vida?
Miré el sobre detenidamente. Observé el remitente... Y cuál no sería mi sorpresa, al leer en él: - ¡el nombre de mi abuela!.
Me llamó la atención soberanamente que el sobre era nuevo; y mi abuela, según me habían dicho había fallecido cuando era pequeño.
Abrí la carta. Y encontré unas pocas palabras en su interior.
“Como todos los años, sigo esperando que me escuches; te ruego que hablemos. Te Amo. Celia.”
Al final había un número telefónico. Y sin pensarlo disqué.
desarrollo divinaluna
Del otro lado de la línea me contestó una voz femenina, por su tono debía tratarse de una mujer mayor. Me sentí un intruso, escarbando en el pasado de mi abuelo, pero así y todo, no pude resistir la tentación de develar el misterio.
- ¿Aló?... ¿Aló?- insistía la mujer con pausada interrogación.
-Buenas tardes madame-dije fingiendo ser un vendedor de seguros y pasé a detallarle las ventajas de mi compañía, en un discurso que ni yo mismo supe de donde salió.
Ella asentía con pequeñas acotaciones a mis palabras y su respiración calmada, me animaba a seguir con mis mentiras. La voz de la señora, que dijo llamarse ¡Celia! me zumbaba en el oído con una mezcla de ternura y sospecha. No quería ningún seguro ni tampoco estaba interesada en hablar de sí misma, solo pude arrancarle unos pocos datos, mientras el corazón parecía querer atravesarme el pecho.
La caja de regalo envejecido parecía observarme desde el escritorio del abuelo, en su papel deslucido creí ver un reproche.
Me sentía afligido porque si ella era la dama de la carta, debía tener todo el aspecto de mi difunta abuela en la única fotografía que hallé entre las cosas del abuelo. Ahora sería una anciana de hermosas facciones y mirada tranquila
¿Tranquila? ¡Qué locura! Una mentira de años llevada en secreto por mi abuelo hasta su muerte.
Antes que la mujer colgara le espeté sin miramientos la cruda verdad.
- Perdóname abuela Celia, tengo en mis manos la última carta que le enviaste al abuelo, quiero saber el porqué de tu secreto, necesito verte-
El silencio en la línea, me puso más nervioso y comencé a exigirle a la mujer que me diera su dirección, pero ella colgó dejándome en un estado de total desosiego. El misterio de su partida, la muerte fingida, el secreto tan bien guardado, se mezclaba en mis sentimientos hacia la mujer secreta en la vida de mi abuelo
Remarqué el número telefónico dispuesto a convencer a la extraña que yo era su nieto, sangre de su sangre y que me debía las respuestas calladas durante tantos años.
Oí su voz pausada y llena de ternura diciéndome que estaba dispuesta a recibirme en su casa. Tomé nota de la dirección y una vez en la calle aspiré hondo el aroma de los azahares que comenzaba a endulzar el aire de septiembre.
Final: Kone
El domicilio era de un lugar cercano y treinta minutos más tarde, me encontraba a una cuadra de la dirección. Caminé los últimos metros llevando el valioso presente del abuelo y la foto de Celia. La casa de mi abuela se encontraba en un barrio humilde aunque de apariencia cuidada. Ubicada en una esquina, la casa vio tiempos mejores mucho tiempo atrás. La pintura descascarada y la puerta cuarteada, evidenciaban la falta de dinero. Sin embargo, estaba limpia y con un pequeño jardín bien cuidado. Apenas llegue al enrejado, la puerta principal se abrió y una versión más vieja de la fotografía que llevaba en mi mano, apareció en el portal.
La anciana me dirigió una tímida sonrisa al tiempo que se apartó de la puerta invitándome a pasar. No supe interpretar su mirada cuando me deslicé al interior de la vivienda. ¿Pena?, ¿Ansiedad? Yo mismo no sabía que sentir. Una vez sentados, ella rompió el silencio:
–Supongo que tu abuelo murió –declaró. –De otra manera no estarías aquí.
–Hace nueve meses –contesté contrariado –Solo vine a arreglar sus cosas y el vecino me entregó tu carta.
Recostando su cabeza en el sillón, suspiró profundamente antes de contarme su historia. Me pidió que no la interrumpiera hasta terminar y su mirada se perdió en lejanos recuerdos.
“Era 1963 cuando tuve a tu padre. El embarazo transcurrió sin problemas, pero estos comenzaron justo después. Tenía pesadillas constantemente, estaba aletargada, me olvidaba de cosas o las hacía sin darme cuenta. Fue peor cuando le dije a tu abuelo que escuchaba voces... estaba aterrorizada. Por fortuna, tu abuelo llamó a su madre para ayudarme y semanas después, mejoré.
“Todo marchó bien hasta que cuatro años después, tuve a mi segundo hijo…”
–¿Segundo hijo? –pregunté perplejo. –Pensé que mi padre era hijo único.
Celia solo levantó su mano y siguió hablando:
“Para ese entonces, mi suegra ya había muerto y no había quien me ayudara cuando volví a tener los mismos síntomas. Tu abuelo enfurecía cada vez que mencionaba lo mal que me sentía, pero no podía evitarlo. Siempre estaba cansada, lloraba por tonterías y comencé a tener alucinaciones. ¡Dios! Esas horribles alucinaciones hacían que viera a mi propio hijo como un monstruo. Actuaba de manera extraña, pensando que de esa manera, esa anormalidad desaparecería, escuchaba voces riéndose de mí y culpaba al bebé. Me daba miedo contarle a tu abuelo porque decía que no quería cumplir mis obligaciones, que era una mala madre y tampoco me atrevía a contárselo a alguien más. Seguro pensarían que estaba loca…”
“Era víspera de navidad y mi pequeño tenía un mes cuando sucedió. Aun ahora no puedo decir a ciencia cierta que ocurrió ese día. Sólo tengo vagos recuerdos de tu abuelo llorando, de las luces de las patrullas alrededor de la casa y de una oficial que caminaba con un pequeño envoltorio en sus brazos”.
Las últimas palabras apenas la entendí. El llanto largamente contenido afloró, pero fue contenido casi de inmediato.
“Era mi bebé. Lo encontraron atrás de la casa, desnudo y muerto de frío…”
“La justicia me condenó y pasé muchos años en la cárcel. Mi último contacto con tu abuelo fue cuando me declararon culpable de la muerte de mi hijo. Se despidió de mí diciendo que me amaba, pero que no podía perdonarme. Que no tratara de contactarlo a él o a mi hijo. Luego se fue y no volví a verlo hasta que salí”.
“Me confesó que le había dicho a nuestro hijo que había muerto. Que no valía la pena trastornar su mundo y me hizo jurar que si de verdad lo amaba, dejara las cosas como estaban. Recuerdo perfectamente sus palabras: Yo te avisaré si alguna vez es necesario que regreses. Acepté ese estúpido trato, pensando que cambiaría de opinión, pero tu padre murió y yo continué enviando una carta cada navidad, esperando que él me recibiera. Que tonta.” Terminó diciendo.
Un par de horas más tarde me encontraba en mi propia casa meditando en lo sucedido. A más de cuarenta años, la psicosis postparto, aunque rara, era un tema conocido, pero no en 1967. Mi abuela pagó una culpa que no era enteramente de ella.
Estaba confundido. Yo tenía una opinión perfectamente válida en mi época pero… ¿Traicionaba a mi abuelo al pensar distinto? ¿Era justo para el tío que nunca conocí? ¿Qué hubiera querido mi padre?
Recordé las palabras de despedida de Celia:
–El pesar y el amor me han acompañado la mayor parte de mi vida. –Me dijo clavándome profundamente su dolorida mirada. -Es como una brillante oscuridad que lastima y al mismo tiempo te llena de esperanza. Es un lugar donde mora la tristeza y he aprendido a hacerle compañía.
Me fui de ese lugar. Sólo hasta muy tarde, recordé el regalo del abuelo. Dejé escapar un remedo de risa. Veintinueve años esperando saber lo que contenía esa caja, para nada.
Esa noche tardé en dormirme. No pensaba en mi abuela pero sí en mis padres. Me sentí afortunado de tenerlos aunque fuera por corto tiempo. Mi padre tuvo que apañárselas con la única compañía de un viejo enamorado de un recuerdo e incapaz de perdonar. En ese momento tomé una decisión.
Un sol desmadejado que no llegaba a calentar, iluminaba mis pasos en dirección a la casa de Celia. Pareciera que ella me estaba esperando, pues estaba de nuevo en la puerta. La noté distinta, relajada y con una vitalidad que el día anterior, no tenía.
–¿Quieres un café y abrir un regalo –Me sonrió con cautela.
Sin esperar mi respuesta, entró nuevamente en la casa. Sobre la mesa del comedor estaba el regalo. El viejo papel desgarrado yacía a un lado y el regalo abierto después de cuarenta y cinco años.
–¿No quieres saber que contiene? –Me preguntó al verme vacilar.
–El abuelo nunca quiso abrirlo. Siempre lo ponía junto a los otros regalos bajo el árbol, pero se negaba a tocarlo.
–Es que no era para él. Es mi regalo de navidad. El que debía recibir ese horrible año.
Sin poder esperar más tiempo, me acerqué y saqué el obsequio casi con reverencia. Era un hermoso carrusel de porcelana. Celia se acercó y giro la ornamentada llave a un costado. De inmediato la tonada de “Carol of the Bells” amenizó los giros de las cuatro figurillas que montaban los delicados corceles.
Supe porque el abuelo escogió ese presente. Las figuras sobre los caballitos eran de una familia. Una pareja y dos niños que sonreían mientras giraban. También había una carta. Celia tomó el carrusel y lo dejó nuevamente sobre la mesa. Me extendió la carta que tomé y leí ávido de curiosidad. Ese era el motivo de la abertura en la lateral de la caja. Esta decía:
“Querida Celia:
Si estás leyendo estas líneas, significa que ya no estoy en este mundo.
Durante todos estos años, he tejido una red tratando de proteger a nuestro hijo de lo que a todas luces, me pareció un pecado imperdonable. Con el pasar de los años, me convencí de que fue lo mejor que pude haber hecho, sin embargo, la incertidumbre flotó siempre junto a mí, igual que esa pelusa que se ve a contraluz. Oscureció cada instante de mi vida y por más que intenté renegar y culparte por arruinar nuestras vidas, el arrepentimiento se inmiscuyó y anuló cualquier rastro de odio que creí sentir.
Lamento terriblemente arrancarte una promesa que no querías y no dejar que volvieras a ver a nuestro hijo. La red que construí no fue lo suficientemente fuerte para protegerlo y cuando murió, pensé que era demasiado tarde para nosotros.
Aunque sé que no lo merezco, espero que puedas encontrar la manera de perdonarme por no tratar de comprender y sobre todo, por no apoyarte cuando más lo necesitaste. Te hice tanto daño y no supe verlo a tiempo.
Siempre tuyo.
Mauro.
Ese era el motivo de la nueva actitud de mi abuela. Ambos vivieron atormentados por lo que pensaban debían sentir o hacer y dejaron de lado lo que era realmente importante.
Un poco torpe al principio. Me acerqué a mi abuela y la abracé. El dominio de la memoria había retorcido su amoroso corazón por demasiado tiempo. Era hora de recordar los diáfanos días antiguos y crear nuevos recuerdos de los cuales alardear.
Mi abuela inclinó mi cabeza, besó mi frente y me dijo:
–Aunque los días no siempre resplandecen y nos arrebaten la paz, nuestra memoria es fuerte y podemos ver a los que amamos aunque no estén ahí.
Fin.
Mis felicitaciones para estas cuatro talentosas escritoras. Crearon una historia íntegra y conmovedora donde se exponen varios matices del corazón humano.
silvimar-,10.10.2012
Las felicito a las cuatro, todas estuvieron muy coherentes a lo largo del cuento, una triste y bella historia, con un final emocionante.
Bravo a las cuatro, este cuento es como un hermoso tapiz que fue bordado a cuatro mentes.
El final es sumamente coherente . No todos los cuentos deben contener en el final una sorpresa. Muy equilibrado muy bien escrito por todas. Las felicito.
Quien quiera seguir participando puede inscribirse aquí. El próximo comenzará el lunes próximo.
Felicitaciones a las cuatro excelentes escritoras... hermoso final para un hermoso cuento.
leobrizuela,10.10.2012
Un cuento rosa, motivador, con un inicio sorprendente de Crom dejando abiertas las puertas para la imaginación, bien llevada adelante por los desarrollos de Adrudna y Divinaluna y magníficamente resuelto en su final por Kone.
Y una vez más me invade la impresión de que, en cada nuevo cuento compartido, se funden más y más las coincidencias imaginativas de los autores. Como si la gimnasia de la escritura en sociedad desarrollara un sentido especial de armonización y sincronía con aquello que se modela. Grandes historias, algunas para la antología, jalonan ya los estantes del Club de la Página Azul.
Lo que no me deja dudas es que se trata de una actividad que, amén de placentera, constituye un formidable ejercicio del uso de la pluma.
Mis felicitaciones a las cuatro ninfas que nos regalaron este relato. Y en especial a la musa Nínive, mentora y ánima de este espacio.
Es muy placentero trabajar con gente tan intuitiva , que hace gala de una imaginacion infinita, además de talento. Escribir debe ser un ejercicio feliz, asi que todo el gusto es mío!
Gracias a mis compañeras por tejer una filigrana que dista del cuento original, mejorándolo en un sentido que bucea en el alma, que despierta la memoria colectiva, que reaviva el fuego que nos mueve al amor. Y también la necesidad de liberarnos perdonando. De otro modo, nos perdemos mucho. Un abrazo a las tres. Y a quienes nos leen y nos ayudan a ver donde nos cuesta un poco esclarecernos.
Plenamente de acuerdo con Nimive. Esperamos sorpresas para los finales. Cuando no las hay no sd demerita. Buena historia y bien contada. Mostrando matices de un mismo sentimiento. Las felicito. Las cuatro muy bien.
hugodemerlo,11.10.2012
Conmovedora historia, bien llevada por todas!
las felicito!
Gracias a todas mis compañeras, y a Nínive por el grupo que armó y las felicitaciones que recibimos. Es genial lo que pasa en cada cuento compartido. Me encantó el producto final, y la sincronicidad que hubo entre las cuatro.
Fue un gusto participar con estas notables escritoras, y hasta yo que soy aprendiz siento que gracias al equipo promedié para arriba.
alejandrocasals,11.10.2012
Es un hermoso cuento, felicito a las cuatro cuenteras. La historia se desarrolla sin sobresaltos, como escrita por la misma mano, con continuidad y estilo.
En una pequeña clínica de este pueblo hay en el fondo del pasillo una habitación que solía llevar el número ocho. Ya no se sabe cuál es, porque se le cambió tanto de número que llegó a ocupar todos los posibles que van del uno al nueve, pues ésa es la escueta cantidad de cuartos que se reparten a uno y otro lado del corredor azul. La desesperada estrategia para paliar la mala reputación le ganó a la totalidad de los cuartos y al establecimiento entero la masiva renuencia.
Todo había comenzado una tarde de un día feriado, aburrido, gris e inertemente calmo. Era otoño, caían las primeras escarchas mañaneras y las hojas se desprendían con soltura de los árboles. En el cuarto ocho, una primeriza no encontraba programación de TV que la abstrajese de la inminente cesárea. La esperaba un muy planificado ingreso al quirófano. Yacía en la cama tratando de concentrarse en el televisor cuando la sobresaltó el llanto de un niño que provenía de debajo de las colchas donde viboreaba algo.
Las enfermeras llegaron de prisa y los expertos se asombraron ante el inaudito acontecimiento: una madre había dado a luz sin trabajo de parto. Sin duda, algún factor extraño había dilatado en extremo el útero de modo de permitir que el niño resbalara sin esfuerzo. Era también difícil explicar el hecho de que la madre hubiese permanecido insensible al dolor.
Aunque sospecharon de una hernia discal, preexistente condición que presentó la mujer bajo chequeo, no hubo ninguna evidencia del repentino estrangulamiento de la médula. Y ésa había sido la mejor teoría, tanto más porque la hernia terminaba encontrándose en una vértebra lumbar, lo cual, en condiciones extraordinarias, podía producir insensibilidad transitoria.
Como el niño era sano y su madre se encontraba en inmejorables condiciones de salud, el alta vino a los pocos días, como de ordinario. De más está decir que la controversia acerca de las causas del inusitado alumbramiento no llegaron nunca a esclarecerse sin embargo el suceso fue recordado más tarde cuando en el mismo cuarto una segunda embarazada dió a luz sin apatentes incidentes. Le habían colocado en el suero los analgésicos de costumbre y, tras los exámenes habituales, le había devuelto a su hijito vestido con las ropitas dispuestas por la familia.
El obstetra se apersonó pasadas unas horas. Saludó a la madre con entrenada deferencia y echó un vistazo a la tranquila criaturita que respiraba acompasadamente. La mujer lo vio fruncir el entrecejo.
—¿Está todo bien, doctor?
—Sí... sí...—contestó éste, esforzándose por dar a su voz un sonido convincente.
Excelente inicio. Un gran misterio se revela estupendamente.
leobrizuela,15.10.2012
El doctor Luis Valente, obstetra de guardia, se encerró en el office de médicos y comenzó a redactar el informe.
Hizo y rehízo varias veces el texto. En cada oportunidad, tras la escritura, leía y releía la exposición, para terminar haciendo un bollo con la hoja y, con gesto vencido, retomar la tarea con un nuevo folio.
Apenas prestó atención cuando la puerta se abrió y la figura de su colega Roberto Aráoz se hizo presente.
-¿Qué ocurre, Luis? ¿También tú crees eso de la brujería de la pieza…¿ocho, nueve…? Ya no sé ni el número que le han dado hoy.
Por mi parte –siguió diciendo-, no creo en eso. Siempre –y lo has leído en los libros de historia médica- existieron parturientas que echaron a luz sus hijos como quien escupe en la salivadera. Esto, para mí, no tiene otra explicación que una casualidad venturosa.
-No me atrevo a asegurarlo, Roberto-. La mirada de Luis no se apartaba de la hoja. Hasta que, mirando a los ojos a su compañero, dijo:
-Amigo mío, te pediré una respuesta. ¿Por qué elegiste la medicina como profesión? ¿Qué te movió a hacerlo?
Descolocado por lo intempestivo de la pregunta, Aráoz elaboró una réplica de compromiso, acaso fortuita, como para no quedar callado.
-Y… la vocación…, la necesidad interior de salvar vidas, aliviar dolores, ...ya sabes, esas cosas.
-En mi caso, yo –Roberto habló como resignando una verdad, como quien confiesa un secreto oculto en lo más íntimo-…yo tuve, además de tus mismas inquietudes, una condición sobrenatural. Pequeña, casi inadvertida en la infancia y descubierta más tarde: yo tengo la facultad de ver, a simple vista, el aura humana.
Se hizo un silencio grave. Roberto Valente, acaso atisbando el descreimiento en la turbación de su colega, prosiguió:
-Sí, mi amigo. Por esos misterios ocultos aún para el entendimiento humano, hay individuos que, como en mi caso, nacen con un don, una propiedad espiritual singular y paranormal, tal como la concebimos. Me tocó eso: poder percibir a simple vista ese hálito trascendental que rodea a los seres vivientes. Es un resplandor, una aureola, una emanación invisible para el ojo, pero que pudo fotografiarse con dispositivos especiales, hace ya muchos años.
-Y tú dices que…
-Digo que, merced a esa condición, me es posible observar el grado de enfermedad de un paciente. Ya se ha convertido en algo sistemático para mí: Si predomina un azul, es un individuo sano. Un amarillo señala un cierto grado de malestar. Un gris, una enfermedad. Y así con infinidad de combinaciones.
-¿Y a mí? ¿Cómo me ves a mí?-. La sonrisa de Roberto Aráoz parecía teñida de escepticimo.
-A ti te veo nimbado de verde, como a casi todos los médicos. Pero un rosa grisáceo secundario indica alguna molestia hepática…¿Qué tal esa presión portal…?
Araoz se puso serio: en secreto mantenía un diagnóstico reciente de una incipiente cirrosis compensada por exceso de consumo de alcohol, hecho que ocultaba vergonzosamente. Se rehízo:
-En definitiva –exclamó cambiando de tema- ¿A qué viene este rollo, por qué esta revelación, Luis? ¿Qué viste en esa habitación?
En una pequeña clínica de este pueblo hay en el fondo del pasillo una habitación que solía llevar el número ocho. Ya no se sabe cuál es, porque se le cambió tanto de número que llegó a ocupar todos los posibles que van del uno al nueve, pues ésa es la escueta cantidad de cuartos que se reparten a uno y otro lado del corredor azul. La desesperada estrategia para paliar la mala reputación le ganó a la totalidad de los cuartos y al establecimiento entero la masiva renuencia.
Todo había comenzado una tarde de un día feriado, aburrido, gris e inertemente calmo. Era otoño, caían las primeras escarchas mañaneras y las hojas se desprendían con soltura de los árboles. En el cuarto ocho, una primeriza no encontraba programación de TV que la abstrajese de la inminente cesárea. La esperaba un muy planificado ingreso al quirófano. Yacía en la cama tratando de concentrarse en el televisor cuando la sobresaltó el llanto de un niño que provenía de debajo de las colchas donde viboreaba algo.
Las enfermeras llegaron de prisa y los expertos se asombraron ante el inaudito acontecimiento: una madre había dado a luz sin trabajo de parto. Sin duda, algún factor extraño había dilatado en extremo el útero de modo de permitir que el niño resbalara sin esfuerzo. Era también difícil explicar el hecho de que la madre hubiese permanecido insensible al dolor.
Aunque sospecharon de una hernia discal, preexistente condición que presentó la mujer bajo chequeo, no hubo ninguna evidencia del repentino estrangulamiento de la médula. Y ésa había sido la mejor teoría, tanto más porque la hernia terminaba encontrándose en una vértebra lumbar, lo cual, en condiciones extraordinarias, podía producir insensibilidad transitoria.
Como el niño era sano y su madre se encontraba en inmejorables condiciones de salud, el alta vino a los pocos días, como de ordinario. De más está decir que la controversia acerca de las causas del inusitado alumbramiento no llegaron nunca a esclarecerse sin embargo el suceso fue recordado más tarde cuando en el mismo cuarto una segunda embarazada dió a luz sin aparentes incidentes. Le habían colocado en el suero los analgésicos de costumbre y, tras los exámenes habituales, le había devuelto a su hijito vestido con las ropitas dispuestas por la familia.
El obstetra se apersonó pasadas unas horas. Saludó a la madre con entrenada deferencia y echó un vistazo a la tranquila criaturita que respiraba acompasadamente. La mujer lo vio fruncir el entrecejo.
—¿Está todo bien, doctor?
—Sí... sí...—contestó éste, esforzándose por dar a su voz un sonido convincente.
**desarrollo leobrizuela
El doctor Luis Valente, obstetra de guardia, se encerró en el office de médicos y comenzó a redactar el informe.
Hizo y rehízo varias veces el texto. En cada oportunidad, tras la escritura, leía y releía la exposición, para terminar haciendo un bollo con la hoja y, con gesto vencido, retomar la tarea con un nuevo folio.
Apenas prestó atención cuando la puerta se abrió y la figura de su colega Roberto Aráoz se hizo presente.
-¿Qué ocurre, Luis? ¿También tú crees eso de la brujería de la pieza…¿ocho, nueve…? Ya no sé ni el número que le han dado hoy.
Por mi parte –siguió diciendo-, no creo en eso. Siempre –y lo has leído en los libros de historia médica- existieron parturientas que echaron a luz sus hijos como quien escupe en la salivadera. Esto, para mí, no tiene otra explicación que una casualidad venturosa.
-No me atrevo a asegurarlo, Roberto-. La mirada de Luis no se apartaba de la hoja. Hasta que, mirando a los ojos a su compañero, dijo:
-Amigo mío, te pediré una respuesta. ¿Por qué elegiste la medicina como profesión? ¿Qué te movió a hacerlo?
Descolocado por lo intempestivo de la pregunta, Aráoz elaboró una réplica de compromiso, acaso fortuita, como para no quedar callado.
-Y… la vocación…, la necesidad interior de salvar vidas, aliviar dolores, ...ya sabes, esas cosas.
-En mi caso, yo –Luis habló como resignando una verdad, como quien confiesa un secreto oculto en lo más íntimo-…yo tuve, además de tus mismas inquietudes, una condición sobrenatural. Pequeña, casi inadvertida en la infancia y descubierta más tarde: yo tengo la facultad de ver, a simple vista, el aura humana.
Se hizo un silencio grave. Luis Valente, acaso atisbando el descreimiento en la turbación de su colega, prosiguió:
-Sí, mi amigo. Por esos misterios ocultos aún para el entendimiento humano, hay individuos que, como en mi caso, nacen con un don, una propiedad espiritual singular y paranormal, tal como la concebimos. Me tocó eso: poder percibir a simple vista ese hálito trascendental que rodea a los seres vivientes. Es un resplandor, una aureola, una emanación invisible para el ojo, pero que pudo fotografiarse con dispositivos especiales, hace ya muchos años.
-Y tú dices que…
-Digo que, merced a esa condición, me es posible observar el grado de enfermedad de un paciente. Ya se ha convertido en algo sistemático para mí: Si predomina un azul, es un individuo sano. Un amarillo señala un cierto grado de malestar. Un gris, una enfermedad. Y así con infinidad de combinaciones.
-¿Y a mí? ¿Cómo me ves a mí?-. La sonrisa de Roberto Aráoz parecía teñida de escepticismo.
-A ti te veo nimbado de verde, como a casi todos los médicos. Pero un rosa grisáceo secundario indica alguna molestia hepática…¿Qué tal esa presión portal…?
Aráoz se puso serio: en secreto mantenía un diagnóstico reciente de una incipiente cirrosis compensada por exceso de consumo de alcohol, hecho que ocultaba vergonzosamente. Se rehízo:
-En definitiva –exclamó cambiando de tema- ¿A qué viene este rollo, por qué esta revelación, Luis? ¿Qué viste en esa habitación?
*** desarrollo Gatocteles
Era de noche y afuera el viento barría con molicie la hojarasca, zarandeando en ratos las ramas desnudas de los árboles, donde algunos pájaros obstinados se acurrucaban con las carillas primitivas entre las plumas.
El doctor Luis Valente no había tenido la presencia de ánimo para ir a su casa, por lo que pernoctó en la clínica, donde igual se recluía un anciano con bubas y dos enfermeras robustas de rostros redondos como mandarinas.
El hombre acomodaba su cuerpo flaco en un diván raído, hurgado en sus intersticios por algunas hormigas trasnochadas en busca de migas. Igual pasaba los dedos sobre su frente abatida por las arrugas, y en ratos mesaba los cabellos canos y ralos que dignificaban su rostro óseo de orejas abiertas como para captar los secretos ominosos del mundo.
Varios moscos jorobados arremetían contra una ventana humedecida por el relente. Algunos se habían introducido por algún intersticio y llegaban en espirales torpes hasta el médico, quien los ignoraba hasta que los volvía ungüento artrópodo sobre sus brazos o cachetes.
Luis Valente recordaba con indignación su momento de flaqueza de horas atrás, y el instante del adormecimiento súbito en la pierna de su colega Roberto Aráoz, quien se inclinó intrigado a sobarse el muslo, ignorando el rostro contrito de Valente, y su inminente revelación sobre lo que vio en la sala de partos.
Luis Valente evocaba la escena “completa” que sólo él podía percibir: la figura regordeta de una presencia luminosa “oprimiendo” el sistema nervioso lumbar de Aráoz, provocándole la parestesia que para entonces ya hacía que el médico echara mano de lo más selecto de sus imprecaciones.
Luego el rostro rechoncho del “ser”, calándolo inquisitivo hasta que Luis Valente hizo un gesto de resignación, interpretado por el otro como la reafirmación de su pacto de silencio. Y al final “la presencia” apartando sus manos de Roberto Aráoz, quien quedó un rato intrigado por el cese súbito del hormigueo, para indignarse y salir dando un portazo a causa de la mueca burlona del viejo Luis Valente, quien ya tenía ganada su buena fama de excéntrico.
Luis Valente cerró los ojos, pero ni así se desprendió de su mente la secuencia donde “el ser” que se le presentara semanas antes como Jonás se inclinaba ante el recién nacido, dirigiéndole el índice a la frentecita tierna para prácticamente inflarle el aura como globo de una luz azul que a la larga lo convertiría en una criatura hiperactiva capaz de desquiciar a la madre Teresa de Calcuta.
“¡Puto fantasma metiche!”, masculló Luis Valente, el único consciente de “las travesuras” del ser que lo mismo le metía mano al forro periostio de los huesos, como a los cartílagos hialinos de las articulaciones de los enfermos; y quien recientemente se empecinaba en dilatar los úteros de las parturientas, a quienes les ahorraba las hiladas de contracciones valiéndose de su energía Qi maniobrada con la pericia de un orfebre de cepa.
Luis Valente abrió los ojos enrojecidos por el insomnio y afrontó un estremecimiento al que no se podía acostumbrar, pues de nuevo tenía enfrente la figura rotunda de Jonás, quien sesgó el rostro pícaro inclinando el “cuerpo” de luz naranja mientras se abocinaba la boca para confiar un secreto que Luis Valente se dispuso a escuchar.
rhcastro,15.10.2012
No puedo leer en este momento, estoy trabajando, pero mañana estare aqui sin falta.
En una pequeña clínica de este pueblo hay en el fondo del pasillo una habitación que solía llevar el número ocho. Ya no se sabe cuál es, porque se le cambió tanto de número que llegó a ocupar todos los posibles que van del uno al nueve, pues ésa es la escueta cantidad de cuartos que se reparten a uno y otro lado del corredor azul. La desesperada estrategia para paliar la mala reputación le ganó a la totalidad de los cuartos y al establecimiento entero la masiva renuencia.
Todo había comenzado una tarde de un día feriado, aburrido, gris e inertemente calmo. Era otoño, caían las primeras escarchas mañaneras y las hojas se desprendían con soltura de los árboles. En el cuarto ocho, una primeriza no encontraba programación de TV que la abstrajese de la inminente cesárea. La esperaba un muy planificado ingreso al quirófano. Yacía en la cama tratando de concentrarse en el televisor cuando la sobresaltó el llanto de un niño que provenía de debajo de las colchas donde viboreaba algo.
Las enfermeras llegaron de prisa y los expertos se asombraron ante el inaudito acontecimiento: una madre había dado a luz sin trabajo de parto. Sin duda, algún factor extraño había dilatado en extremo el útero de modo de permitir que el niño resbalara sin esfuerzo. Era también difícil explicar el hecho de que la madre hubiese permanecido insensible al dolor.
Aunque sospecharon de una hernia discal, preexistente condición que presentó la mujer bajo chequeo, no hubo ninguna evidencia del repentino estrangulamiento de la médula. Y ésa había sido la mejor teoría, tanto más porque la hernia terminaba encontrándose en una vértebra lumbar, lo cual, en condiciones extraordinarias, podía producir insensibilidad transitoria.
Como el niño era sano y su madre se encontraba en inmejorables condiciones de salud, el alta vino a los pocos días, como de ordinario. De más está decir que la controversia acerca de las causas del inusitado alumbramiento no llegaron nunca a esclarecerse sin embargo el suceso fue recordado más tarde cuando en el mismo cuarto una segunda embarazada dió a luz sin aparentes incidentes. Le habían colocado en el suero los analgésicos de costumbre y, tras los exámenes habituales, le había devuelto a su hijito vestido con las ropitas dispuestas por la familia.
El obstetra se apersonó pasadas unas horas. Saludó a la madre con entrenada deferencia y echó un vistazo a la tranquila criaturita que respiraba acompasadamente. La mujer lo vio fruncir el entrecejo.
—¿Está todo bien, doctor?
—Sí... sí...—contestó éste, esforzándose por dar a su voz un sonido convincente.
**desarrollo leobrizuela
El doctor Luis Valente, obstetra de guardia, se encerró en el office de médicos y comenzó a redactar el informe.
Hizo y rehízo varias veces el texto. En cada oportunidad, tras la escritura, leía y releía la exposición, para terminar haciendo un bollo con la hoja y, con gesto vencido, retomar la tarea con un nuevo folio.
Apenas prestó atención cuando la puerta se abrió y la figura de su colega Roberto Aráoz se hizo presente.
-¿Qué ocurre, Luis? ¿También tú crees eso de la brujería de la pieza…¿ocho, nueve…? Ya no sé ni el número que le han dado hoy.
Por mi parte –siguió diciendo-, no creo en eso. Siempre –y lo has leído en los libros de historia médica- existieron parturientas que echaron a luz sus hijos como quien escupe en la salivadera. Esto, para mí, no tiene otra explicación que una casualidad venturosa.
-No me atrevo a asegurarlo, Roberto-. La mirada de Luis no se apartaba de la hoja. Hasta que, mirando a los ojos a su compañero, dijo:
-Amigo mío, te pediré una respuesta. ¿Por qué elegiste la medicina como profesión? ¿Qué te movió a hacerlo?
Descolocado por lo intempestivo de la pregunta, Aráoz elaboró una réplica de compromiso, acaso fortuita, como para no quedar callado.
-Y… la vocación…, la necesidad interior de salvar vidas, aliviar dolores, ...ya sabes, esas cosas.
-En mi caso, yo –Luis habló como resignando una verdad, como quien confiesa un secreto oculto en lo más íntimo-…yo tuve, además de tus mismas inquietudes, una condición sobrenatural. Pequeña, casi inadvertida en la infancia y descubierta más tarde: yo tengo la facultad de ver, a simple vista, el aura humana.
Se hizo un silencio grave. Luis Valente, acaso atisbando el descreimiento en la turbación de su colega, prosiguió:
-Sí, mi amigo. Por esos misterios ocultos aún para el entendimiento humano, hay individuos que, como en mi caso, nacen con un don, una propiedad espiritual singular y paranormal, tal como la concebimos. Me tocó eso: poder percibir a simple vista ese hálito trascendental que rodea a los seres vivientes. Es un resplandor, una aureola, una emanación invisible para el ojo, pero que pudo fotografiarse con dispositivos especiales, hace ya muchos años.
-Y tú dices que…
-Digo que, merced a esa condición, me es posible observar el grado de enfermedad de un paciente. Ya se ha convertido en algo sistemático para mí: Si predomina un azul, es un individuo sano. Un amarillo señala un cierto grado de malestar. Un gris, una enfermedad. Y así con infinidad de combinaciones.
-¿Y a mí? ¿Cómo me ves a mí?-. La sonrisa de Roberto Aráoz parecía teñida de escepticismo.
-A ti te veo nimbado de verde, como a casi todos los médicos. Pero un rosa grisáceo secundario indica alguna molestia hepática…¿Qué tal esa presión portal…?
Aráoz se puso serio: en secreto mantenía un diagnóstico reciente de una incipiente cirrosis compensada por exceso de consumo de alcohol, hecho que ocultaba vergonzosamente. Se rehízo:
-En definitiva –exclamó cambiando de tema- ¿A qué viene este rollo, por qué esta revelación, Luis? ¿Qué viste en esa habitación?
*** desarrollo Gatocteles
Era de noche y afuera el viento barría con molicie la hojarasca, zarandeando en ratos las ramas desnudas de los árboles, donde algunos pájaros obstinados se acurrucaban con las carillas primitivas entre las plumas.
El doctor Luis Valente no había tenido la presencia de ánimo para ir a su casa, por lo que pernoctó en la clínica, donde igual se recluía un anciano con bubas y dos enfermeras robustas de rostros redondos como mandarinas.
El hombre acomodaba su cuerpo flaco en un diván raído, hurgado en sus intersticios por algunas hormigas trasnochadas en busca de migas. Igual pasaba los dedos sobre su frente abatida por las arrugas, y en ratos mesaba los cabellos canos y ralos que dignificaban su rostro óseo de orejas abiertas como para captar los secretos ominosos del mundo.
Varios moscos jorobados arremetían contra una ventana humedecida por el relente. Algunos se habían introducido por algún intersticio y llegaban en espirales torpes hasta el médico, quien los ignoraba hasta que los volvía ungüento artrópodo sobre sus brazos o cachetes.
Luis Valente recordaba con indignación su momento de flaqueza de horas atrás, y el instante del adormecimiento súbito en la pierna de su colega Roberto Aráoz, quien se inclinó intrigado a sobarse el muslo, ignorando el rostro contrito de Valente, y su inminente revelación sobre lo que vio en la sala de partos.
Luis Valente evocaba la escena “completa” que sólo él podía percibir: la figura regordeta de una presencia luminosa “oprimiendo” el sistema nervioso lumbar de Aráoz, provocándole la parestesia que para entonces ya hacía que el médico echara mano de lo más selecto de sus imprecaciones.
Luego el rostro rechoncho del “ser”, calándolo inquisitivo hasta que Luis Valente hizo un gesto de resignación, interpretado por el otro como la reafirmación de su pacto de silencio. Y al final “la presencia” apartando sus manos de Roberto Aráoz, quien quedó un rato intrigado por el cese súbito del hormigueo, para indignarse y salir dando un portazo a causa de la mueca burlona del viejo Luis Valente, quien ya tenía ganada su buena fama de excéntrico.
Luis Valente cerró los ojos, pero ni así se desprendió de su mente la secuencia donde “el ser” que se le presentara semanas antes como Jonás se inclinaba ante el recién nacido, dirigiéndole el índice a la frentecita tierna para prácticamente inflarle el aura como globo de una luz azul que a la larga lo convertiría en una criatura hiperactiva capaz de desquiciar a la madre Teresa de Calcuta.
“¡Puto fantasma metiche!”, masculló Luis Valente, el único consciente de “las travesuras” del ser que lo mismo le metía mano al forro periostio de los huesos, como a los cartílagos hialinos de las articulaciones de los enfermos; y quien recientemente se empecinaba en dilatar los úteros de las parturientas, a quienes les ahorraba las hiladas de contracciones valiéndose de su energía Qi maniobrada con la pericia de un orfebre de cepa.
Luis Valente abrió los ojos enrojecidos por el insomnio y afrontó un estremecimiento al que no se podía acostumbrar, pues de nuevo tenía enfrente la figura rotunda de Jonás, quien sesgó el rostro pícaro inclinando el “cuerpo” de luz naranja mientras se abocinaba la boca para confiar un secreto que Luis Valente se dispuso a escuchar.
**** final rhcastro
rhcastro,16.10.2012
-Alguna vez fui niño…
-Si?- mascullo Luis Valente entre dientes, mientras ponia en duda si en realidad estaba acompañado -
-Te inquieta mi presencia ?
-No, lo que me inquieta es platicar con lo irreal, porque puede ser
un serio problema de locura.
-Quieres entender porque ves lo que ellos no ven?
- No existe otra cosa que desee mas que encontrar una explicacion logica a lo que me sucede.
-Alguna vez fui niño, y tambien hombre… Te gusta el azul que irradia el cuarto no.8?
-A veces me gusta, pero otras me preocupa, en especial si solo lo veo yo.
-Te acostumbras a ella. Te preguntaste porque elegiste regresar?
-Regresar a donde? De que hablas?
-Al lugar donde naciste Luis.
-Quieres jugar conmigo como juegas con todos?… Esta clinica es relativamente nueva.
-Te equivocas, te traje al mundo en este lugar, fui el medico que atendio a tu madre.
-Me trajiste al mundo? Quieres confundirme?
-Loco porque puedes verme? Porque ves en los demas el estado fisico y emocional de su existencia, el color que cambia segun se deterioran y contaminan, triunfan o fracasan?
-Tambien fui niño Luis, naci en el cuarto no.8 como tu, y no es por casualidad que estoy aqui.
-Calla, calla… No existes, esto no es real.
- Quieres saber quien soy y que hago en tu vida? Te dire… Este fue un lugar muy triste, no hace muchos años las mujeres morian de parto por todo el mundo, se llego
a registar hasta un ochenta y cinco por ciento de muertes en parto por cesarean en mil ochocientos sesenta y cinco. Morian con dolores atroces y no existia entonces quien pudiera ayudarles, no habia ciencia que pudiera liberar al bebe del vientre de su madre .
-Por favor… Intentas enseñarme ?
-Aqui murio mi madre.. . Fue mi casa tambien, el lugar donde un humilde granjero salvo mi vida, abriendo con el chuchillo que destazaba a los puercos su vientre, despues de muerta.
-Y eso en que te convierte? En un ente Salvador?
-Antes de conocer la vida conocimos la muerte Luis. Dice la historia que tenemos una relacion muy cercana a los Dioses, pero descartando eso, dedique mi vida a buscar solucion al sufrimientos. Con los años me converti en una persona reconocida en medicina, en la ciencia. Rebusque en las diversas culturasy encontre tantas personas que no volverian a irradiar su energia, los colores de su aura. Soy el intermediario Luis, el sanador.
-Si no me explicas con claridad de que cuernos estas hablando mejor vete!
_-Descubri en los diversos viajes de investigacion cosas nuevas, en Africa ya tenian tiempo practicando cesareas donde sobrevivian madre e hijo sin complicaciones, usaban simple alcohol como anestesico y algunas hierbas curativas que ayudaron con la infeccion post parto. Fue entonces , que pude ver el color de la vida, pero tambien de la muerte y la enfermedad… En ese continente negro con gente humilde recibi el don de sanidad. Luche con todo mi Corazon contra la presencia impiadosa, el naranja es representative de salud. Despues supe de ti.
-Ah por favor! Soy el heredero de todos los poderes? Y yo que hice?
-Eres el unico niño en la habitacion no.8, extraido de un vientre muerto… Hijo de la unica mujer que no pude salvar. No sabes como lo he sentido! … He estado en deuda contigo y con tu madre por tantos años, hasta que te encontre.
-Pero, porque en este lugar? Que tiene que ver este lugar conmigo? Con mi madre? Me encontraste? De que estas hablando? Salvar de que? Estaba enferma?
_Esta tambien fue tu casa, fue aqui donde vi la muerte , yo sabia a lo que me enfrentaba… pero era demasiado fuerte para un inexperto aprendiz de intercesor, nada pude hacer para salvarla.
-Lo que intentas decirme es que intervienes a los enfermos? Ya lo se! Cosa tan estupida!! Ya existen mejores metodos que las magias africanas para salvar de enfermedades o partos! para prolongar la vida por Dios!
_Lo que intento decir, es que en la habitacion no.8, solo entra quien viene acompañado de la muerte Luis, por eso murio mi madre, y la tuya, pero... Los habitantes del mundo siempre tuvieron ayuda de los supremos, lo altisimo. Siempre han existido intercesores, los elegidos.
Tu ahora solo puedes diagnosticarlos , Ves la enfermedad, pero no puedes sanarlos. Creeme que hubo otros tiempos en que fuimos juzgados como demonios, entes espirituales que posesionaban los cuerpos
De mujeres en cinta, no sabes cuantos niños murieron por esa creencia. Pero ahora estas aqui porque…
-Que te pasa?
_Estas aqui porque... alguna vez fui niño, un milagro de Dios- Fue entonces que Luis vio como el naranja que irradiaba Jonas, se tranformaba lentamente en violeta, rosa, blanco hasta difuminarse.
Todo parecia un mal sueño, una manera inconsciente de justificar la ignorancia de los extraños sucesos. Debia ser un sueño!! No estaba loco, era un medico y creia en la ciencia, la investigacion, lo que la matematica de la vida, compagina la logica del universo… Ja! Pensaba…!! Africanos!! Si que se estaba volviendo loco!
Cerro nuevamente los ojos, el cuarto empezaba a despedir un brillo intenso. Vio el color de lo jamas visto, fue el color de lo divino, un blanco opaco donde el centro irradia un brillo diferente al de todas las cosas luminosas sobre la tierra y el universo. Una exquisita paz que se introduce centimetro a centimetro por el cuerpo, como si la misma estuviese viva y recorriera su nuevo hogar. Nada es comparable con el instante donde el todo te posee. Donde te vuelves uno... Te vuelves Dios.
Su cuerpo fue encontrado inerme sobre el Viejo divan, Arauz incredulo busca el pulso, algun signo vital. Las mujeres de rostros redondos corren de un lado a otro, mientras
Luis Valente parece niño, con la imagen inocente de quien duerme.
En la habitacion No.8 una mujer grita desesperada, se habia programado una cesarea para dentro de cuatro horas, pero el liquido amniotico ya sale, las contracciones son demasiado continuas por lo que se tuvo que anticipar la intervencion quirurgica, No cuenta ni con tres centimetros de dilatacion. Al colocar la anestesia espinal , responde favorable, pero de forma inesperada siente que se asfixia, intenta llamar a la enfermera, el anestesiologo, mas ya no puede articular palabra, tiene el cuerpo paralizado. La enfermera la descubre inmovil, se esta muriendo… Pide ayuda mientras coloca el oxigeno, pero es demasiado tarde, hay que sacar al bebe…
Arauz piensa en lo extraño de ver morir a alguien en la habitacion, en el tiempo que tiene en la clinica, nunca nadie habia muerto. Observa el cuerpo de su colega y amigo Luis Valente “Ave Maria Purisima” reza… Recuerda la noche anterior, cuando le confesara de sus dones.
Mueve la cabeza y se retira diciendo… ! Estas son cosas del diablo!
Tengo que reaccionar... me dejé envolver por una luz dorada con brillos azules, es magia lo que pasó en este cuento desde el principio al fin espectacular de rhcastro. Gracias a todos. Magnífico . Creo que el club no va atener que corregir nada.
leobrizuela,16.10.2012
¡Rh, has dado un final de campanas al cuento! El cllima fue in crescendo y culminó en esta belleza. Un placer haber escrito junto a semejantes cálamos.
rhcastro,16.10.2012
Gracias por sus opiniones. En especial por mis compañeros. Creo que todos hicieron un magnifico trabajo.
Dhingy plantea un sitio donde las mujeres dan a luz sin trabajo de parto.
Leobrizuela propone un médico capaz de ver las auras desde niño.
Yo sugiero que el médico es viejo, y deduzco que si ve auras también contempla otras manifestaciones de energía.
De vuelta al meollo, nacen mujeres sin trabajo de parto y el médico vio algo especial en el último nacimiento. Se me ocurre una entidad que no sólo cura a los enfermos, sino que infla las auras de los niños de luz azul, lo cual nos lleva a los Niños Índigo que me propuso leobrizuela en un mensaje previo.
Igual evito la revelación del médico a su colega mediante la intervención de Jonás, quien ya se ha presentado con Valente.
Si el médico ve auras desde niño y tiene un pacto de secreto con Jonás, no se puede estar planteando si es real o irreal todo, o si está a punto de perder la cordura.
Todos tenemos la libertad creativa en estos cuentos compartidos, pero debe estar acotada por la coherencia dramática.
Jonás tiene fastidiado a Valente, pero eso no lo convierte en "cosa del diablo". Creo que era claro que Jonás se estaba dedicando a llenar el poblado de hiperactivos Niños Índigo.
No obstante, rhcastro resuelve todo con una secuencia de muertes: la de las madres de Jonás y Valente en el pasado, la de Jonás y el propio Valente, y la de la última mujer en dar a luz, que más bien debió estar destinada a soportar el crecimiento de su hijo convertido en niño índigo por Jonás.
Ya expuse mi opinión, lo cual no sé si es válido en este tipo de ejercicios.
rhcastro,17.10.2012
Claro que lo es, pero cada quien entiende las cosas de diferente manera, tu apuntaste a los ninos indigos, y yo me fui por lo espiritual, no tiene nada que ver el diablo en todo esto, es una simple expresion que al no entener nada Arauz, prefiere mandar todo al carajo. Yo me agarre del inicio, me segui con el secreto de jonas. Debes comprender gatocteles que no a todos nos trabaja la cabeza de igual manera, preferi lo espiritual, los ninos con dones especiales, espirituales por supuesto, pero tu preferias otra clase de dones y esta bien. Es un cuento no el fin del mundo.
Se aprecio tu comentario. Saludos.
rhcastro,17.10.2012
Yo no he dado mi opinion.
A mi me gustaron todas las intervenciones porque solo entendi una. Le pregunte a leobrizuela al inicio que si lo entendia, me djo que nada y yo tampoco. Ya encontrare algo, tengo dos opciones para darle continuidad.
Despues subio una de sus opciones y entendi menos. con la intervencion de gatocteles solo mire hojas volar en el viento y a un anciano pensativo que no se estaba volviendo loco, sino que estaba enojado con las cosas que sucedian y su manera de someter el coraje era asi, tranquilo en el divan. Yo nomas escuche que habia un secreto... Que mujeres parian sin dolor y algo de cesareas. Fue todo lo que entendi de mis tres antecesores, asi que escribi de cesariasss, secretos y ninos especialess. Que si me gusto? si... Me gusto, creo que me gusto por eso, porque uno se queda con muchas dudas.
Los datos que di no me los invente. Hice mi pequenisima investigacion he? Aun cuando me deje llevar mas por lo emotivo.
Felicidades de mi parte, que si no es el mejo texto, por lo menos nos sirvio de ejercicio.
Otra cosa, me encanta la gente que habla derecho. sip
Yo estoy tomando la brecha de callar porque luego se nos suicidan los integrantes y eso si que esta muy feo. Mejor me guardo cualquier tipo de razonamientos.
Le dije a ninive, me someto a la critica, pero ya no dire mucho de lo que pienso a los demas.
Te juro por la virgencita que no me voy a suicidar. Sólo una sugerencia: en español se abren y cierran los signos de interrogación, y se acentúan las palabras. Saludos.
rhcastro,17.10.2012
Gracias companero. Pasela a todo dar!!
leobrizuela,17.10.2012
Sin ánimo de terciar como componedor ni mostrarme con la hoy corriente imagen de demagogia, opino que ambos pareceres tienen su parte de razón.
Pero más que juzgar cualidades quiero recordar una condición: estamos escribiendo CUENTOS COMPARTIDOS; por ello en cada texto habrá cuatro visiones distintas, cuatro interpretaciones alternativas de la lectura, cuatro sensibilidades diferentes, cuatro estilos definidos (¿y como debo hacer para parecerme a Gatocteles, por ejemplo...?), cuatro intelectos singulares para nada correspondientes...
Y, en suma, no olvidar que lo que buscamos es ejercer este juego de "ver que sale", de sorprenderse al leer que ha hecho el otro con mi pedacito de idea.
Tampoco se trata de un cadáver exquisito, nada de eso. Pero convengamos que la peregrina intención argumental de quien inicia el relato suele diferir totalmente del nudo y desenlace del cuento.
Y, por último, recordemos que el buen tratamiento con los iguales es (aunque existieren diferencias de calidad literaria), herramienta fundamental para permitirnos disfrutar de este maravilloso ejercicio de la escritura. Respetémonos, aceptemos las críticas sanas, apreciemos la opinión ajena y todos saldremos ganando.
Plas, Plas, Plas!!! (ojo son aplausos y no pasos en chancleta eh?)... Asi es Leo, interpretar la idea del otro en corsetes (se dice asi no?) tan apretados y donde el "libreto" se escribe sobre la marcha sin poderes telepaticos, nunca se comparará con un escrito unipersonal. En contrapartida la riqueza de escribir cuentos compartidos es unica, aunque el resultado no salga como a cada participante le gustaria siempre la experiencia de escribir en equipo y aun la de leerlos desde afuera es especial. Cada uno aporta lo suyo. es una forma de aprender y conocernos.
un gran abrazo a todos
El reto compartido sigue ,dando lugar a que participen en Cuentos fantásticos , estupenda creación de Ignus.Comprendo que no pueden estar en todas partes . Vamos lentamente pero seguros.
Tengo ya el equipo para el próximo cuento, me falta elegir el inicio(mandar inicios en ninive o en elclubdelapaginaazul
El cuentocompartido Empieza el lunes
inicio (a elegir)
desarrollo senoraosa
*** desarrollo elisabetab
final ****beautysname
Ladanny,18.10.2012
Tod@s escriben tan bien que me siento un poco inhibida. Si me atrevo te aviso mañana, querida Nínive.
Ladanny
Luego de leer todas las opiniones, se abre el espectro, y asi como hay muchos paises intervinvientes hay muchos desvios de interpretacion en los dichos, lo que conjura y amalgama o no el desarrollo del cuento compartido. Tendria que haber un glosario para cada uno y diecir, con esto quise decir esto otro! Igual cada uno lee, se ensueña con lo leido, y escribe y fantasea, con las auras, los niños indigos y los diablos, y cada aporte es significativo para el camino que empieza el siguiente. Leerlos es un desafio, un viaje peregrino hacia el final con pequeños obstaculos durante el trayecto, que como ya lo canto Serrat, ..." se hace camino al andar..."
Ladanny,21.10.2012
ninive querida ahora te envío el comienzo que se me ocurrió. Quizás lo aceptes. Cariños Ladanny
* inicio hugodemerlo
Ella era a princesa Taína, la joven más bella, de la isla,
él...Vando, un guerrero rebelde, dispuesto a arriesgarlo todo por su amor.
Las diferencias de rango entre ellos los obligaron a fugarse de la tribu una noche sin luna, la más más oscura, en una de las tantas grutas de los acantilados frente al mar-
Hu+ian de la incompresion del rey que desaprobaba su amor.
Sus bellos cuerpos color bronce se acoplaron a la luz de una antorcha, que al proyectar sus sombras agigantadas sobre la pared de la cueva, las fundía en una sola. Se amaron con el fuego de su passion, reprimida por tanto tiempo. Quedaron dormidos, extenuados y felices.
El amanecer los encontró abrazados .
Se miraron felices y con renovados nuevos besos y caricias festejaron el primer día de su libertad.
La luz intensa cegó sus ojos al salir de la gruta y cuando pudieron acostumbrar la vista al intenso brillo del día, quedaron estupefactos y llenos de temor ante el espectáculo que se les presentaba en el mar.
Se apretaron uno contra el otro. Sintieron que un escalofrio recorria sus cuerpos y no podian apartar los ojos de ese espectáculo nunca visto.
Tres carabelas , una más grande y dos más pequeñas, estaban ancladas a pocos metros de la playa...Un enjambre de hombres desconocidos se movían en los puentes de las naves y echaban al mar las chalupas que los conducirían hasta la tierra firme….Taína y Vando presentían que…..
**senoraosa
hugodemerlo,23.10.2012
Bueno, de mi inicio quedó la idea...
la princesa Taína es como decir la princesa Maya, Inca, Inglesa.
No es un nombre.
tampoco le puse nombre al guerrero, y lo demás bueno...que se yo.
la idea está.
* inicio hugodemerlo
Ella era la princesa taína,Yardila, la joven más bella, de la isla, él...Vando, un guerrero rebelde, dispuesto a arriesgarlo todo por su amor.
Las diferencias de rango entre ellos los obligaron a fugarse de la tribu una noche sin luna, la más oscura, en una de las tantas grutas de los acantilados frente al mar-
Huían de la incompresión del rey que desaprobaba su amor.
Sus bellos cuerpos color bronce se acoplaron a la luz de una antorcha, que al proyectar sus sombras agigantadas sobre la pared de la cueva, las fundía en una sola. Se amaron con el fuego de una pasion, reprimida por tanto tiempo. Quedaron dormidos, extenuados y felices.
El amanecer los encontró abrazados .
Se miraron felices y con renovados nuevos besos y caricias festejaron el primer día de su libertad.
La luz intensa cegó sus ojos al salir de la gruta y cuando pudieron acostumbrar la vista al intenso brillo del día, quedaron estupefactos y llenos de temor ante el espectáculo que se les presentaba en el mar.
Se apretaron uno contra el otro. Sintieron que un escalofrio recorría sus cuerpos y no podían apartar los ojos de ese espectáculo nunca visto.
Tres carabelas , una más grande y dos más pequeñas, estaban ancladas a pocos metros de la playa...Un enjambre de hombres desconocidos se movían en los puentes de las naves y echaban al mar las chalupas que los conducirían hasta la tierra firme….Yardila y y Vando presentían que…..
**desarrollo musas-muertas
..Su mundo cambiaria para siempre.
Vando tomó de la mano a Yardila y se refugiaron para observar, tras unos arbustos cercanos a la playa. Las naves con sus altos mástiles, sus velas blancas con la cruz roja, las vestimentas de los hombre a bordo de la primer chalupa los dejo maravillados. Nunca en su isla, a la que llamaban Guanahini, habían visto cosa igual.
La chalupa principal rozo la arena, y saltaron de la misma unos hombres que terminaron de acercar la pequeña nave a la playa.
Allí bajo un hombre con una extraña vestimenta y un ridículo sombrero, y con gestos pomposos y dramáticos y hablando una extraña lengua miro al cielo, clavo su espada en el suelo y se arrodillo mientras continuaba hablando.
El brillo de los metales los deslumbraba, Vando imagino que podían ser armas y comenzó a preocuparse por la seguridad de Yardila y la de su propio pueblo.
Asombrados por la particular ceremonia no percibieron que toda la fauna había callado y que ante ese silencio podían ser escuchados.
De pronto uno de los hombres mas cercano a ellos, los divisó. En seguida el resto de los extranjeros se pusieron en posición ofensiva. Lo mismo hizo Vando anteponiéndose frente Yardila. El era un guerrero, y moriría si hacía falta por protegerla...
Vando nunca imagino que en la mente de estos hombres podría estar la idea de capturarlos vivos y llevarlos a otro mundo...
Queridos compañeros del cuento compartido, si hoy elisatab no presenta su parte del cuento lo dejo abierto para el primer voluntario que quiera proseguir. Mi tiempo es limitado. Tengo otras cosas que hacer aparte seguir por todos los rincones a los compañeros. Si este cuento no prosigue nos tomamos una vacación.
rhcastro,26.10.2012
Cuenta conmigo y todos los integrantes de la pàgina para continuar este y mil quinientos textos mas.
Beautysname,26.10.2012
Yo lo sigo diciendo, estoy atenta a cuando llegue mi momento
leobrizuela,26.10.2012
Como para negar el espíritu corporativo del grupo. Vamos, que también me anoto. Salú.
leobrizuela,27.10.2012
Desarrollo.
Leobrizuela.
…pero así como había sustraído del horror a Yardila, la vírgen apetecida por el cacique Agüeybaná como una “lieva” más, debería hallar las fuerzas para afrontar el encuentro con aquellos dioses surgidos del mar. Optó por mostrarse amistoso y, quitándose el guanin de oro que colgaba de su cuello, lo ofreció con el brazo estirado.
La preciosa joya brilló al sol de la mañana con destellos de muerte.
Los visitantes se acercaron y uno de ellos tomó de su mano el presente y el asombro se pintó en su cara. Se volvió para mostrarlo a los otros, y a su vista la totalidad de aquellos seres desconocidos consumaron la codicia en los ojos.
Pero otros, además, repararon en Yardila y sus expresiones libidinosas dejaron traslucir una lascivia que no pasó inadvertida para Vando.
Lo comprendió todo.
Tomando del brazo a su mujer emprendió la huída, favorecido por el conocimiento del terreno y al hallarse desprovisto del peso de las extrañas vestiduras, armas y metales sobre el pecho que ostentaban los visitantes.
Llegó pronto a su bohío, aquel que construyera en secreto en lo más cerrado de la selva como futuro hogar, cuando aún proyectaba su fuga junto a Yardila.
-Oh, dioses, oh Yaya, invoco tu auxilio –la voz entrecortada articulaba el arawak taíno con sorprendente serenidad mientras sus manos apuntaban al cielo. –Oh, Cemi, ángel protector, ayúdame. Presiento que esos nuevos dioses serán maléficos. Oh, hupias, espíritus de los muertos, otorgadme las fuerzas para enfrentarlos.
Un estruendoso silencio coronó sus palabras.
Vando, el guerrero boricua, ignoraba que asistía al principio del fin.
Estando ocultos en el bohío vieron como el cielo iba nublándose más y más. Al parecer, sus oraciones habían causado efecto, pues aquellos nuevos colonizadores huyeron de regreso a sus naves. Acurrucados el uno junto al otro, tratando de cobijarse del miedo, contemplaron la escena de brillantes armas corriendo, pesados cuerpos y enormes sacos, arrastrándose de vuelta al mar. Sin embargo, a pesar de que la lluvia amainó, al acercarse al lugar en el que habían vislumbrado su llegada, las chalupas seguían allí.
-¿Qué haremos? - preguntó Yardila.
-Esperar, los dioses nos han ayudado una vez, seguro que nos enviarán la respuesta pronto. Mientras, será mejor que volvamos a nuestro refugio.
De camino, descubrieron que su modesta morada ya no estaba sola; pues, los miembros de su familia golpeaban con palos los muros, los prendieron; pero, por suerte, no descubrieron la presencia de Yardila y el guerrero, que, ocultos entre unas matas, contemplaban el escenario.
-Ahora ya no hay solución, no hay escapatoria... moriremos sin remedio- dijo Yardila.
-No creo, mira lo que he encontrado - Vando tendió a Yardila una hoja de papel arrugada en la que se esbozaba la respuesta a todas sus plegarias. Se trataba de una hoja amarillenta y ensuciada por la lluvia, con el símbolo de Yaya sobre un barco.- Si queremos seguir unidos el resto de nuestra vida, debemos ir sin ser vistos y ocultarnos en las sombras de las carabelas; no debemos desobedecer a Yaya.
8 DÍAS ANTES *****************
(Yardila)
Oh, dioses, oh Yaya, invoco tu auxilio. Oh, Cemi, ángel protector, ayúdame. Nuestras familias se oponen a la unión de un amor único, verdadero. Oh, hupias, espíritus de los muertos, iluminad el camino de nuestra liberación.
Andrea, Me parece que nos hemos tomado unas vacaciones, hasta que vuelva un poco el interés...
yo esperaría hasta que la teacher Ninive nos convoque...
Estuve en conflicto armado con los cuentos fantásticos. Ganaron ellos. Si conseguimos quorum se puede empezar "como decíamos ayer...."
Sería interesante saber con quien contamos, Vayan mandando inicios, los viejos creo que pasaron a mejor vida.
IGnus,28.11.2012
Como siempre, Amigos. Aquí estoy, dispuesto. Firme como rulo de estatua.
¡No sabia que estuvimos en un conflicto armado!. ¡Jajaa!. Igual creo que todos ganamos. ¡Somos los mismos!.
De todos modos, yo creo que es un buen momento para tomarse un descanso. Los cuenteros están agotados (lo presiento, y mis presentimientos rara vez se equivocan). De hecho, tengo pensado un nuevo desafío para los fantásticos, pero voy a esperar.
Igual, si quieren empezar. Cuenten conmigo al pie del cañón.
gracias Ignus, lo que decís sugiere que podríamos alternar las dos actividades.Me gustó lo del rulo de estatua.
.
hugodemerlo,28.11.2012
Vamos muchachos!
Como que agotados? Eso es para los vejetes.
Nosotros, los jóvenes, estamos para llevar adelante los dos foros tranquilamente!
A enviar inicios a ninive!
Muy bien
Mañana propongo el renovado cuento compartido
A inicio(por el final) autor a mencionar
B inicio verdadero Leobrizuela
C desarrollo andudna
D desarrollo Ignus
E desarrollo que se enlace con el final del punto A Hugodemerlo
He asignado arbitrariamente las partes, sin consultar. Quien no esté conforme con la distribución de las partes puede decirlo y veremos...
iujuuuu holaaaaa... toy vivo! jejeje pero ando medio "ocupado" entro muy poco a la pagina.... en unos dias me desocupo y retomo el vicio... ya les aviso.
Muchos cariños cumpas y teacher!!
Gustavo
leobrizuela,29.11.2012
¿Un rompecabezas? Todo un desafío... Habrá que maniobrar con habilidad la historia para que se junten cabeza y cola. ¿Podría llamarse "modalidad capicúa"?
hugodemerlo,30.11.2012
Buena esa leo!
Y yo lo doy pa'lante nomás!
No entendí un pomo, pero yo escribo cuando me toque che!
IGnus,30.11.2012
Yo también ando medio confundido. Pero creo haber entendido lo siguiente: Primero alguien que todavía no ha sido definido escribe el final de una historia. Luego le toca a Leo escribir el comienzo. Entonces vamos Andrurdna y yo con el desarrollo. Y finalmente, Hugo escribe su parte, quconsistiría en "enganchar" el final de mi desarrollo con el final de la historia propuesta al principio.
¿Es así?.
Ignus es un genio . Siempre lo pensé hoy se revela.
así es presentaré el final de una historia simple para que rebobinen con los desarrollos para darle consistenciahasta llegar otra vez al final al que se le podrá agregar lo que quiera el dueño de la parte como epílogo
Alejandrocasals te tomamos en cuenta están libres todos los lugares ¿qué prefieres?
Mi idea es ir tomando (remajenados ) finales de autores pero todavía no lo tengo muy claro.
El texto fue extraído del libro EL LECTOR de Bernardo Schlink
* inicio retrospectivo schlink
En la oficina en donde me había dicho que trabajaba me informaron que había dado las dimisiones desde hacía una semana y se había marchado de la ciudad.
La busqué por todas partes y constaté que era verdad.
Hanna había huído, esa era la palabra ,había escapado por el temor de que revelara su secreto.
!Qué mal me conoces! Nunca lo hubiera hecho.¿ Nunca pensaste que te amaba y que no podría traicionarte?
No, no llegaste a saberlo.
Estuve enfermo durante varios días, trataba de disimular mi pena y sobretodo el motivo ante mi esposa y mis hijos.
Un sentimiento de culpa comenzó a adquirir formas desproporcionadas.
Debía encontrarla. Decirle que no era culpable.
Si hubo un culpable ese fui yo que no había sabido defenderla del peligro que la acechaba y ahora... era demasiado tarde.
**inicio Leobrizuela
Culpable por el silencio. Culpable por haber renunciado a salir al cruce de los rumores. Culpable por la cobardía de no haber asumido y pregonado que tu condición no era vergonzante.
Que simplemente eras como elegiste ser, y punto. ¿A quién le importa?
Quisiste llamarte Hanna, como la heroína de aquella película que vimos juntos la noche en que nos conocimos: Dysfunctional Friends, cómo olvidarlo.
El destino nos hizo ocupar butacas pegadas, y ahora recuerdo con que audacia tocaste mi mano. Yo fingí indiferencia, pero en mi interior bullían, revolcados en el barro, los restos de una educación represora, impregnada de moralina, pugnando por una reacción acorde con mi historia. Todo un profesional reconocido, respetado, padre de familia y, especialmente, con una compañera ejemplar...
No sé, aún, cómo cedí a la aventura. “Soy Hanna”, dijiste. Y pese a haber sabido de tu real nombre, nunca lo dije.
A nadie.
*** primer desarrollo
alejandrocasals,01.12.2012
Me gustaría jugar de "enganche" (diccionario de Hugo) o sea de E: desarrollo que se enlace con el final del punto A. gracias
¡Hanna! -Me gustó creer en lo que me decías, siendo Hanna-. En forma vertiginosa me fui enamorando de tu personaje, quién iba despertando áreas desconocidas en mí; obnubilándome y haciéndome replantear, todos mis conceptos.
Con el afán de ser el justiciero, desenmascararte y ganarte en tu propio juego; fui cediendo en la aventura, para exhibir tu error.
¡Decidí!... -¡Sí!. ¡Lo hice!- parecer una más de tus víctimas, dejándote creer que ignoraba lo que me depararía, tu invitación.
Mientras espiabas mi trabajo; pagué consciente el precio, dándote a degustar pequeñas golosinas de información y así, prorrogar el juego, que ya no quería abandonar.
Comencé a quedar atrapado en mi propia red.
Te transformaste en un vicio, una necesidad; esa pasión motora que me impulsaba a mejorar para lograr ser; lo que intuía, anhelabas.
Esta situasión, era incompatible con mi realidad; y a pesar de ello, me dí el permiso de vivirla -como excepción a mi propia regla-.
Se modificó la forma de relacionarme con los otros, me volví más abierto y no podía simular que mis emociones brotaran a flor de piel.
Sabía que te estaba conquistando, y que por ello también estabas cambiando...
Mi vida se fue tornando confusa, y desconcerté a más de uno con mis cambios. Este nuevo condimento me otorgó una consideración mayor en mi trabajo y en mi vida personal, donde me hallé reconocido y valorado.
Mientras perdía en mis convicciones, ganaba en mis emociones, y en mi vida, sintiendo todo; con una intensidad que era desconocida para mí.
El texto fue extraído del libro EL LECTOR de Bernardo Schlink
* inicio retrospectivo schlink
En la oficina en donde me había dicho que trabajaba me informaron que había dado las dimisiones desde hacía una semana y se había marchado de la ciudad.
La busqué por todas partes y constaté que era verdad.
Hanna había huído, esa era la palabra ,había escapado por el temor de que revelara su secreto.
!Qué mal me conoces! Nunca lo hubiera hecho.¿ Nunca pensaste que te amaba y que no podría traicionarte?
No, no llegaste a saberlo.
Estuve enfermo durante varios días, trataba de disimular mi pena y sobretodo el motivo ante mi esposa y mis hijos.
Un sentimiento de culpa comenzó a adquirir formas desproporcionadas.
Debía encontrarla. Decirle que no era culpable.
Si hubo un culpable ese fui yo que no había sabido defenderla del peligro que la acechaba y ahora... era demasiado tarde.
**inicio Leobrizuela
Culpable por el silencio. Culpable por haber renunciado a salir al cruce de los rumores. Culpable por la cobardía de no haber asumido y pregonado que tu condición no era vergonzante.
Que simplemente eras como elegiste ser, y punto. ¿A quién le importa?
Quisiste llamarte Hanna, como la heroína de aquella película que vimos juntos la noche en que nos conocimos: Dysfunctional Friends, cómo olvidarlo.
El destino nos hizo ocupar butacas pegadas, y ahora recuerdo con que audacia tocaste mi mano. Yo fingí indiferencia, pero en mi interior bullían, revolcados en el barro, los restos de una educación represora, impregnada de moralina, pugnando por una reacción acorde con mi historia. Todo un profesional reconocido, respetado, padre de familia y, especialmente, con una compañera ejemplar...
No sé, aún, cómo cedí a la aventura. “Soy Hanna”, dijiste. Y pese a haber sabido de tu real nombre, nunca lo dije.
A nadie.
*** primer desarrollo andrudna
Hanna! -Me gustó creer en lo que me decías, siendo Hanna-. En forma vertiginosa me fui enamorando de tu personaje, que iba despertando áreas desconocidas en mí; obnubilándome y haciéndome replantear todos mis conceptos.
Con el afán de ser el justiciero, desenmascararte y ganarte en tu propio juego fui cediendo en la aventura, para exhibir tu error.
¡Decidí!... -¡Sí! ¡Lo hice!- parecer una más de tus víctimas, dejándote creer que ignoraba lo que me depararía tu invitación.
Mientras espiabas mi trabajo; pagué consciente el precio, dándote a degustar pequeñas golosinas de información y así, prorrogar el juego, que ya no quería abandonar.
Comencé a quedar atrapado en mi propia red.
Te transformaste en un vicio, una necesidad; esa pasión motora que me impulsaba a mejorar para lograr ser; lo que intuía, anhelabas.
Esta situación, era incompatible con mi realidad; y a pesar de ello, me dí el permiso de vivirla,como excepción a mi propia regla.
Se modificó la forma de relacionarme con los otros, me volví más abierto y no podía simular que mis emociones brotaran a flor de piel.
Sabía que te estaba conquistando, y que por ello también estabas cambiando...
Mi vida se fue tornando confusa, y desconcerté a más de uno con mis cambios. Este nuevo condimento me otorgó una consideración mayor en mi trabajo y en mi vida personal, donde me hallé reconocido y valorado.
Mientras perdía en mis convicciones, ganaba en mis emociones, y en mi vida, sintiendo todo; con una intensidad que era desconocida para mí.
**** segundo desarrollo Ignus
IGnus,01.12.2012
Gente, les pido que me esperen hasta el lunes.... Ya saben que el fin de semana es de mi hijo!. No lo cambiaría por nada.
Saludos!. Viene muy bien la historia. Son todos muy talentosos. Vamos a ver qué se me ocurre para continuar...
morgund,03.12.2012
Buenas, anuncio mi deseo de participar en el próximo cuento compartido en que pueda participar
Saludos
IGnus,03.12.2012
Me dolía tanto tener que traicionarla… Mi trabajo me lo exigía. ¿No lo dije verdad?. Soy policía. Y Hanna, (uno de sus tantos alias), era una narcotraficante internacional que estuvimos buscando durante años, sin éxito.
La suerte me colocó en aquel cine, donde ella me sedujo. Decidí seguir su juego. Yo sabía que ella se me había acercado con la intención de lograr una forma de escapar. Había policías de incógnito esperándola en la puerta del cine, y al acercarse a mí quedaron desconcertados, pensando que se habían equivocado de persona. Ahora, yo también se que ella me conocía de antemano, y sabía que intentaría atraparla. Sin embargo, cuando dos miradas se cruzan, y la magia se desata entre ellas todo puede suceder. ¡Y vaya que sucedió!. Terminamos enamorándonos. Ciegamente, sin importarnos nada… Bueno, al menos a mí.
Mis jefes me interrogaban todos los días acerca de cuándo la haría caer en la trampa, y yo buscaba las mil y un maneras de eludir el momento. Hasta aquella noche…
El texto fue extraído del libro EL LECTOR de Bernardo Schlink
* inicio retrospectivo schlink
En la oficina en donde me había dicho que trabajaba me informaron que había dado las dimisiones desde hacía una semana y se había marchado de la ciudad.
La busqué por todas partes y constaté que era verdad.
Hanna había huído, esa era la palabra ,había escapado por el temor de que revelara su secreto.
!Qué mal me conoces! Nunca lo hubiera hecho.¿ Nunca pensaste que te amaba y que no podría traicionarte?
No, no llegaste a saberlo.
Estuve enfermo durante varios días, trataba de disimular mi pena y sobretodo el motivo ante mi esposa y mis hijos.
Un sentimiento de culpa comenzó a adquirir formas desproporcionadas.
Debía encontrarla. Decirle que no era culpable.
Si hubo un culpable ese fui yo que no había sabido defenderla del peligro que la acechaba y ahora... era demasiado tarde.
**inicio Leobrizuela
Culpable por el silencio. Culpable por haber renunciado a salir al cruce de los rumores. Culpable por la cobardía de no haber asumido y pregonado que tu condición no era vergonzante.
Que simplemente eras como elegiste ser, y punto. ¿A quién le importa?
Quisiste llamarte Hanna, como la heroína de aquella película que vimos juntos la noche en que nos conocimos: Dysfunctional Friends, cómo olvidarlo.
El destino nos hizo ocupar butacas pegadas, y ahora recuerdo con que audacia tocaste mi mano. Yo fingí indiferencia, pero en mi interior bullían, revolcados en el barro, los restos de una educación represora, impregnada de moralina, pugnando por una reacción acorde con mi historia. Todo un profesional reconocido, respetado, padre de familia y, especialmente, con una compañera ejemplar...
No sé, aún, cómo cedí a la aventura. “Soy Hanna”, dijiste. Y pese a haber sabido de tu real nombre, nunca lo dije.
A nadie.
*** primer desarrollo andrudna
Hanna! -Me gustó creer en lo que me decías, siendo Hanna-. En forma vertiginosa me fui enamorando de tu personaje, que iba despertando áreas desconocidas en mí; obnubilándome y haciéndome replantear todos mis conceptos.
Con el afán de ser el justiciero, desenmascararte y ganarte en tu propio juego fui cediendo en la aventura, para exhibir tu error.
¡Decidí!... -¡Sí! ¡Lo hice!- parecer una más de tus víctimas, dejándote creer que ignoraba lo que me depararía tu invitación.
Mientras espiabas mi trabajo; pagué consciente el precio, dándote a degustar pequeñas golosinas de información y así, prorrogar el juego, que ya no quería abandonar.
Comencé a quedar atrapado en mi propia red.
Te transformaste en un vicio, una necesidad; esa pasión motora que me impulsaba a mejorar para lograr ser; lo que intuía, anhelabas.
Esta situación, era incompatible con mi realidad; y a pesar de ello, me dí el permiso de vivirla,como excepción a mi propia regla.
Se modificó la forma de relacionarme con los otros, me volví más abierto y no podía simular que mis emociones brotaran a flor de piel.
Sabía que te estaba conquistando, y que por ello también estabas cambiando...
Mi vida se fue tornando confusa, y desconcerté a más de uno con mis cambios. Este nuevo condimento me otorgó una consideración mayor en mi trabajo y en mi vida personal, donde me hallé reconocido y valorado.
Mientras perdía en mis convicciones, ganaba en mis emociones, y en mi vida, sintiendo todo; con una intensidad que era desconocida para mí.
**** segundo desarrollo Ignus
Me dolía tanto tener que traicionarla… Mi trabajo me lo exigía. ¿No lo dije verdad? Soy policía. Y Hanna, (uno de sus tantos alias), era una narcotraficante internacional que estuvimos buscando durante años, sin éxito.
La suerte me colocó en aquel cine, donde ella me sedujo. Decidí seguir su juego. Yo sabía que ella se me había acercado con la intención de lograr una forma de escapar. Había policías de incógnito esperándola en la puerta del cine, y al acercarse a mí quedaron desconcertados, pensando que se habían equivocado de persona. Ahora, yo también se que ella me conocía de antemano, y sabía que intentaría atraparla. Sin embargo, cuando dos miradas se cruzan, y la magia se desata entre ellas todo puede suceder. ¡Y vaya que sucedió!. Terminamos enamorándonos. Ciegamente, sin importarnos nada… Bueno, al menos a mí.
Mis jefes me interrogaban todos los días acerca de cuándo la haría caer en la trampa, y yo buscaba las mil y un maneras de eludir el momento. Hasta aquella noche…
******final "enganche" con opción de Epílogo hugodemerlo
hugodemerlo,05.12.2012
Amigos estoy de vacaciones en San Luis.
No vuelvo hasta la próxima semana, si alguien quiere tomar mi lugar adelante!
Tengo contactado a un posible responsable del final del cuento. Paciencia. En caso de que no se presente nadie a finalizar esperamos que hugo }demerlo regrese de sus vacaciones.
El texto fue extraído del libro EL LECTOR de Bernardo Schlink
* inicio retrospectivo schlink
En la oficina en donde me había dicho que trabajaba me informaron que había dado las dimisiones desde hacía una semana y se había marchado de la ciudad.
La busqué por todas partes y constaté que era verdad.
Hanna había huído, esa era la palabra ,había escapado por el temor de que revelara su secreto.
!Qué mal me conoces! Nunca lo hubiera hecho.¿ Nunca pensaste que te amaba y que no podría traicionarte?
No, no llegaste a saberlo.
Estuve enfermo durante varios días, trataba de disimular mi pena y sobretodo el motivo ante mi esposa y mis hijos.
Un sentimiento de culpa comenzó a adquirir formas desproporcionadas.
Debía encontrarla. Decirle que no era culpable.
Si hubo un culpable ese fui yo que no había sabido defenderla del peligro que la acechaba y ahora... era demasiado tarde.
**inicio Leobrizuela
Culpable por el silencio. Culpable por haber renunciado a salir al cruce de los rumores. Culpable por la cobardía de no haber asumido y pregonado que tu condición no era vergonzante.
Que simplemente eras como elegiste ser, y punto. ¿A quién le importa?
Quisiste llamarte Hanna, como la heroína de aquella película que vimos juntos la noche en que nos conocimos: Dysfunctional Friends, cómo olvidarlo.
El destino nos hizo ocupar butacas pegadas, y ahora recuerdo con que audacia tocaste mi mano. Yo fingí indiferencia, pero en mi interior bullían, revolcados en el barro, los restos de una educación represora, impregnada de moralina, pugnando por una reacción acorde con mi historia. Todo un profesional reconocido, respetado, padre de familia y, especialmente, con una compañera ejemplar...
No sé, aún, cómo cedí a la aventura. “Soy Hanna”, dijiste. Y pese a haber sabido de tu real nombre, nunca lo dije.
A nadie.
*** primer desarrollo andrudna
Hanna! -Me gustó creer en lo que me decías, siendo Hanna-. En forma vertiginosa me fui enamorando de tu personaje, que iba despertando áreas desconocidas en mí; obnubilándome y haciéndome replantear todos mis conceptos.
Con el afán de ser el justiciero, desenmascararte y ganarte en tu propio juego fui cediendo en la aventura, para exhibir tu error.
¡Decidí!... -¡Sí! ¡Lo hice!- parecer una más de tus víctimas, dejándote creer que ignoraba lo que me depararía tu invitación.
Mientras espiabas mi trabajo; pagué consciente el precio, dándote a degustar pequeñas golosinas de información y así, prorrogar el juego, que ya no quería abandonar.
Comencé a quedar atrapado en mi propia red.
Te transformaste en un vicio, una necesidad; esa pasión motora que me impulsaba a mejorar para lograr ser; lo que intuía, anhelabas.
Esta situación, era incompatible con mi realidad; y a pesar de ello, me dí el permiso de vivirla,como excepción a mi propia regla.
Se modificó la forma de relacionarme con los otros, me volví más abierto y no podía simular que mis emociones brotaran a flor de piel.
Sabía que te estaba conquistando, y que por ello también estabas cambiando...
Mi vida se fue tornando confusa, y desconcerté a más de uno con mis cambios. Este nuevo condimento me otorgó una consideración mayor en mi trabajo y en mi vida personal, donde me hallé reconocido y valorado.
Mientras perdía en mis convicciones, ganaba en mis emociones, y en mi vida, sintiendo todo; con una intensidad que era desconocida para mí.
**** segundo desarrollo Ignus
Me dolía tanto tener que traicionarla… Mi trabajo me lo exigía. ¿No lo dije verdad? Soy policía. Y Hanna, (uno de sus tantos alias), era una narcotraficante internacional que estuvimos buscando durante años, sin éxito.
La suerte me colocó en aquel cine, donde ella me sedujo. Decidí seguir su juego. Yo sabía que ella se me había acercado con la intención de lograr una forma de escapar. Había policías de incógnito esperándola en la puerta del cine, y al acercarse a mí quedaron desconcertados, pensando que se habían equivocado de persona. Ahora, yo también se que ella me conocía de antemano, y sabía que intentaría atraparla. Sin embargo, cuando dos miradas se cruzan, y la magia se desata entre ellas todo puede suceder. ¡Y vaya que sucedió!. Terminamos enamorándonos. Ciegamente, sin importarnos nada… Bueno, al menos a mí.
Mis jefes me interrogaban todos los días acerca de cuándo la haría caer en la trampa, y yo buscaba las mil y un maneras de eludir el momento. Hasta aquella noche…
**** final +epilogo Yvette27
Hasta aquella noche en que ya desesperado por encontrarla sonó el teléfono en mi casa. Atendí a tientas entre el sueño. Mi profesión provocaba a menudo estos llamados intempestivos. Era la voz de Hanna.
Me senté de golpe en la cama y se esfumó todo vestigio de sueño. Estaba bien despierto. No me importó que mi esposa acostada a mi lado me escuchara.
-Hanna dónde estás , desde dónde hablas? Te busqué por todas partes. Me dijeron que no estabas más en la ciudad
Ella habló, su voz era más ronca, no podia creer a sus palabras, era ella estaba seguro pero el tono de su voz había cambiado.
‘No te puedo creer’ le dije alzándome, vengo a buscarte, si me ven a mi no te harán daño.
Mi esposa se había incorporado ¿quien es? dijo. Con un gesto le impuse silencio.
-Hanna ,dime que no es verdad que es una broma. Te perdono sí pero dime que mientes, que no es verdad lo que dices.Hanna, Hanna!!!! la conversación se había cortado. En vano traté por todos los medios de localizer el llamado.
EPILOGO
El mar devolvió el cuerpo del joven suicida a la playa. Entre sus ropas se encontraron los documentos. Se trataba de un travestido traficante de drogas que utilizaba el nombre Hanna para su trabajo..