un texto no superior a 1000 palabras que contenga una alusión,
asociación reelabolarción o descripción de una escena
de película.
El título del trabajo será seguido por el nombre de la
película a la que se hace referencia y (optativo) el link de youtube
.
Los textos se enviarán a mi nick EL_RETO_GANADORES en Privado
Los textos se publicarán de a dos o tres a medida que vayan
llegando.
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El sol entre los techos, eso fue lo último que vi y luego los rieles y el tren devorando distancia. Aquél día cambió mi vida. Vi perderse las siluetas de los muertos. -Los muertos- me dije: -los que han quedado para siempre estancados en lo aceptable, en aquello que las convenciones formulan como bueno.
-¿Y quién soy yo para determinar qué es lo bueno?-, no lo sé. Lo que sí sé, es que necesito alejarme de este pueblo, de su monótona ronda nocturna y de su repetida misa de domingo.
Allí quedaron las manos extendidas, saludando entre lágrimas. Sin embargo es la primera vez que me siento vivo.- ¿Y la culpa? Ah, la culpa: mamá llorando y las vecinas con su run rún habitual, haciendo girar el dedo en la llaga.
El tren avanza. Resulta mágico oír el sonido de la locomotora y el traqueteo de los vagones.
-¿De qué vas a vivir?- No sé. -¡Nadie te conoce!- No importa. -¡Todavía sos joven para ir tan lejos!- Me estaba volviendo un pergamino. Aquí, para estar muerto, no se necesita morir.
-¡Haragán! Gritó papá, sos un haragán. Lo que no querés es trabajar. En mis tiempos era otra cosa.
Los árboles, qué hermosos se ven, desaparecen detrás de la ventanilla abierta y los campos… y qué fresco el aire que golpea mi rostro.
-¿De qué voy a vivir?- Me pregunté.
Un tipo evita sentarse a mi lado. Soy peligroso, uso rastas.
Miro las yemas de mis dedos, tan duras y ásperas que casi no las siento.
Ubico mi sombrero en el piso. Tomo a Lucille (*), mi guitarra, y comienzo a tocar.
Había llegado el gran día, la final del recital de canciones organizado por la empresa Del Solar Ltda. Todos los años se llevaba a cabo en el mes en que se celebraba un aniversario más de su fundación, cuarenta y cinco años de trabajo y esfuerzo junto a sus empleados. Todos podían participar, gerentes, ejecutivos, técnicos, secretarias, empleados, obreros y familiares.
Seleccionados los seis finalistas, se designaría el primer, segundo y tercer lugar, el premio llamaba a participar, una suma de dinero importante y una semana de vacaciones para el ganador.
Luciano Campos, (Campito para sus compañeros de trabajo) era obrero de la empresa desde los dieciséis años, comenzó como jornalero y a sus cincuenta y nueve años realiza su jornada como capataz de obra exitosamente. Cantaba desde niño en la parroquia de su barrio, tenía una hermosa voz con registro de tenor con la que deleitaba a quién quisiera escucharlo.
Su repertorio era variado, “Júrame” de José Mojica, “El día que me quieras” de Carlos Gardel, su gran hit, por nombrar los preferidos, pero su pasión eran las arias de ópera y sus entusiastas oyentes debían aceptar escuchar una que otra sin dejar de bromear: -¡sáquele primero la telaraña, compadre!-, pero él no se inmutaba, era el precio que debían pagar sus amigos para que él también disfrutara, no les causaba ninguna molestia escuchar música de ópera mientras saboreaban una parrillada con cerveza y vino tinto.
Luciano se perfilaba como el favorito, un jurado calificado determinaría el ganador o la ganadora y en ésta oportunidad el Gerente General había contratado una orquesta que acompañaría a los concursantes.
El día establecido para el gran festejo, Luciano despertó muy temprano, algo nervioso, su mujer ya tenía su frac y camisa planchados, su corbata de lazo impecable, los zapatos muy bien lustrados y sus calcetines nuevos, nada había quedado al azar, a la hora indicada se dirigió al evento con su esposa, sus hijos, su suegra y sus nietos.
Se dio inició a la competencia, el jurado en primera fila con sus blocks de apuntes y el ceño fruncido, dándole así el toque de solemnidad y rectitud que el certamen merecía.
Luciano, con dedicación de profesional vocalizó quince minutos antes de su participación para calentar la voz, se sentía seguro, más aún, ya se sentía ganador. Escuchó su nombre por los parlantes, decidido y muy seguro se ajustó la corbata, con las manos acomodó su pelo, su espesa barba y bigote y sonriente se detuvo frente al micrófono, la orquesta inicia los cuatro compases de introducción, Luciano interpretaría una canzonetta napolitana.
Algo confuso lo distrajo en el preciso momento en que debía comenzar a cantar, ¿qué sería eso tan extraño que tenía puesto en la cabeza una de las damas del jurado?, la orquesta recomenzó la introducción, Luciano inicia su interpretación “¡Che bella cosa na jurnata 'e sole!” … era un sombrero ¿de algún corsario abandonado?, tal vez ¿una reproducción disminuida del bicornio de Napoleón, un diseño británico de antiguas décadas?, Luciano desde su estupor (la orquesta volvía a los cuatro compases de introducción) intenta seguir cantando: “n'aria serena doppo na tempesta” la dama en cuestión con su sombrero y gruesas gafas lo observa expectante, como el resto del jurado, “Pe' ll'aria fresca pare gia` na festa” Luciano intenta calmarse “che bella cosa na jurnata 'e sole, ma n'atu sole cchiu` bello, oje ne', 'o sole mio …, siente que un nudo le oprime la voz y lo irrumpe un ataque de risa incontrolable, le duele la barriga y hasta siente un dolor agudo en las costillas, suelta la carcajada, se dobla en dos, corren lágrimas por sus mejillas, el público se contagió y comenzó a reír, la orquesta dejó de tocar, el público aplaudía, aumentaba el volumen de las carcajadas, retorciéndose de la risa, Luciano se retiró del escenario.
Descalificado, fue el veredicto de los miembros del jurado; poco a poco el ambiente volvió a la calma y prosiguió la competencia.
¡Incalculablemente inoportuno!- exclamó la esposa, -el papá no tiene perdón, perdimos el premio, perdimos las vacaciones, ¡es un irresponsable! ¿qué le habrá causado tanta risa?, pero no importa, ustedes y yo sabemos que era el mejor, ¡vamos a casa! cuando él llegue ya verán que se le acabó la risa, sabemos que es un artista y los artistas son así, ¡impredecibles!, siempre lo supe desde aquel día que lo conocí y cambió mi vida.
Cuando yo esperaba un ramo de rosas él llegaba con un gato esmirriado que encontró por el camino, si lo esperaba vestido con elegancia para ir al cine, él llegaba vestido con un overol, si yo quería que cantara una canción de Camilo Sesto, él me cantaba La donna é mobile de la ópera Rigoletto o en el mejor de los casos una canción popular italiana, y yo, estructurada, maniática de la facha y esclava del ¡que dirán! aprendí que la vida es una nada más y decidí vivirla con él, un hombre leal, franco, romántico, imprescindible e impredecible-
"Lía con tu pelo un edredón de terciopelo que me pueda guarecer si me
encuentra en cueros el amanecer."
Oigo esa vieja canción mientras fumo un cigarrillo y el deseo de ti se hace más fuerte. Deseo de sentir tus dedos enredados en mi pelo, tu aliento susurrando en mi oído y tu boca recorriendo el terciopelo de mi piel. Y que el amanecer te sorprenda acariciando mi melena
"Lía entre tus labios a los míos. Respirando en el vacío aprenderé como por la boca muere y mata el pez”
Ofréceme tus labios trémulos buscando los míos. Que tu boca se convierta en bocado de dioses. Que matar o morir entre tus besos me sea indiferente. Que mi respiración se acompase al placer de desaparecer entre tus dientes, de que el mundo deje de tener sentido si tu boca no muere por encontrar la mía.
"Lías telaraña que enmaraña mi razón. Que te quiero mucho y es sin ton
ni son."
Sin ton ni son, sin motivo ni razón, sin preguntarme si lo que me ofreces es amor o placer. ¿Y qué me importa eso si el sentimiento rebosa por mis poros y mi cerebro se enreda en la telaraña de tu cuerpo desnudo cuando estoy en tu cama? Me basta con encontrarte a mi lado cuando estiro mi brazo, y que mi mano roce tu piel caliente y saberte dormido junto a mí.
"Lías cada día con el día posterior y entre día y día lía con tus
brazos un nudo de dos lazos que me ate a tu pecho, amor."
Y conviertes mi vida en una sucesión de momentos infinitos donde no importa el tiempo. Y tu abrazo me ata a tu pecho, y tu lengua me hace irremediablemente tuya, y tus piernas se anudan alrededor de mis caderas formando lazos de caricias, de besos, de deseo que crece.
"Lía con tus besos la parte de mis sesos que manda en mi corazón."
Y mientras me pierdo irremisiblemente entre tus brazos, siento como son tus besos mi motor. Los que consiguen que mi cerebro se olvide del mundo exterior, que nada exista fuera de ti, que sólo viva para sentir esa corriente eléctrica que extiendes por mi cuerpo cada vez que esparces tus besos por mi piel, centímetro a centímetro sin olvidar ningún pliegue, deleitándose en cada recoveco.
"Lías tus miradas a mi falda por debajo de mi espalda, y digo yo, que
mejor que el ojo pongas la intención."
Y por un momento viene el recuerdo fugaz de aquellos días en que me desnudabas sólo con la mirada, sin atreverte a traspasar la frontera de mi espalda nada más que con tus ojos negros. Y cómo yo, con mirada de colegiala traviesa dirigía tus dedos hacia los botones de mi camisa primero y después hasta la hebilla de mi cinturón.
"Líame a la pata de la cama, no te quedes con las ganas de saber cuanto amor nos cabe de una sola vez.”
Y cómo aquel día cambió mi vida, aquella tarde en que la casa se quedó para nosotros solos te llevé de la mano hasta mi habitación y después de retirar con un solo movimiento los peluches que cubrían la cama hice de guía para que tus manos descubrieran el tacto de mi piel, el mapa de mi cuerpo. Y tú, explorador osado caminaste por el valle de mi cuello, por los montes de mis pechos, vadeaste los pocos obstáculos que se interpusieron a tu paso hasta derramarte en mí cual río en la mar.
"Lías cigarrillos de cariño y sin papel para que los fume dentro de tu
piel."
Quiero ser el mayor de tus vicios, la nicotina que tu piel ansíe cada mañana al despertar y cada noche antes de dormir. Ser el humo que se adapte a los contornos de tu cuerpo, que lo recorra hasta sus más profundos secretos, hasta la menor de sus imperfecciones. Y a la vez deseo que seas mi adicción más profunda, mi droga sin remedio.
"Lías la cruceta de esta pobre marioneta."
Sabes que puedes convertirme en una simple marioneta, mover cada uno de mis músculos con la simple caricia de tu voz; erizar el vello de mi cuerpo con el sólo roce de tus uñas; conseguir que me mueva al ritmo que marca tu cintura.
"Y entre lío y lío, lía con tus brazos un nudo de dos lazos que me ate
a tu pecho, amor. Lía con tus besos la parte de mis sesos que manda en
mi corazón."
Quita el cigarrillo que cuelga de mis dedos, anuda tus brazos alrededor de mi cuerpo, mis piernas con las tuyas y no te líes más. Sólo hazme el amor.
Cuando nos detenemos un momento en este trajinar de horas, días y años: cuando le ponemos freno a nuestra propia locura impregnada de locura ajena, comenzamos a sentir, a percibir y disfrutar del entorno que nos rodea, del hábitat en el cual nos desplazamos y en el universo que nos contiene. Muchas veces el universo que nos rodea es pequeño, una casa, una cuadra, un pueblo, una ciudad. Un lugar al cual nos trasladamos casi a pie, sin surcar cielos ni mares; aquí mismo, aquí cerquita, tan cerquita como los brazos que nos abrazan o el cariño inamovible de la familia y de los amigos. Pero… ¿qué importa si nuestro universo es chico si lo que nos rodea es tan grande? ¿Qué diferencia hay en mi cielo plagado de estrellas a otros cielos dónde las estrellas me sonríen en mirada inversa? Amo mi cielo, amo mis estrellas y eso me basta porque incluye al mundo entero.
Porque el territorio no se mide en distancias sino en belleza, porque los espacios no se miden por metros sino por abrazos.
Porque las ideas no se defienden con guerras, sino con paz. Porque el hambre no se defiende con la propia riqueza sino con saber compartir la riqueza.
No soy esa niña que se comía a mordiscones los sueños de distancia, ni siquiera la soñadora que escalaba cumbres de hielo para encontrar mares cálidos en volcanes eternos. Ni siquiera me parezco a la aventurera de pluma y papel que atraviesa con sus letras tórridos desiertos o lluviosas selvas. Soy una mujer igual a todas, diferente en nada, pero tan plenamente mujer como esas otras, con la sonrisa o la lágrima salpicando vida.
Aprendí a amar la vida, algo tan simple, tan etéreo, tan intangible pero a la vez tan sólido y tan veraz como la verdad misma. Pero no fue fácil, pero no fue imposible, fue dejar que ese mismo amor me atravesara despacio y despertara conmigo cada mañana.
Fue quizás no dejarme invadir por el descreimiento, ver lo que me rodea y luchar porque sea mejor, de la única manera que puedo luchar, con la letra y la palabra, alejando los negros nubarrones de la indiferencia, comprometiéndome con mis ideas y mi sentido de igualdad, aunque más no fuera que desde este pequeño lugar que es mi universo, bajo este pequeño-inmenso cielo que es el de mi tierra.
Fue quizás como la música de una canción que nos va mojando de a poco, lluvia silenciosa que cala hasta los huesos, como encontrar la libertad de repente, esa libertad que está dentro nuestro y que sólo pide que la cultivemos y disfrutemos. Es decir cada día lo que queremos, a quien queremos y en qué creemos, manteniendo lo que somos, por siempre, aunque a veces nos duela, aunque a veces nos cueste; es agradecer la vida cada día.
Fue quizás – ahora que lo pienso – escuchar un día a Serrat cantar y dejar que su “Para la libertad” me mojara íntegra y me llegara a los huesos. Quizás ese día cambió mi vida….
Desde pequeño viví en una casa de cristal, no eran de cristal sus muros, era de cristal la transparencia de todo lo que sucedía dentro de ella, vivía con mi papá, mi mamá y la Lela, mi mamá y yo dormíamos en el mismo dormitorio, mi papá con la Lela porque no habían más que dos habitaciones, me gustaba esa casa de cristal, yo era el príncipe receptor de todo el amor que habitaba en aquella transparencia de mi feliz infancia.
Ya asistiendo al colegio me pude dar cuenta de mi diferencia con los compañeros de curso, mi papá me iba a dejar y a buscar en su auto todos los días y esa rutina me hizo feliz por mucho tiempo, corría a su encuentro arrastrando mi mochila que levantaba tremenda polvareda, mi papá me tomaba en brazos siempre riéndose a carcajadas y nos íbamos felices de regreso a casa comentando mi quehacer escolar, mis amigos y compañeros se iban a casa solos.
Un día me agarré a trompazos con un compañero de curso, había obtenido la mejor calificación del curso en ortografía, por primera vez, ganándole al campeón de todos los tiempos. A Camacho, que así se apellidaba el campeón, no le gustó perder y me dijo: -te regalaron la nota porque te tienen lástima, -¡eso no es verdad, Camacho cara de payazo!, Camacho me dio un empujón y caí en un charco de barro, residuo de la lluvia torrencial de la noche.
–Tu papá es un viejo- sentado en el barro lo quedé mirando en silencio, no lo había pensado nunca, pero era cierto, los papás de mis compañeros no tenían el pelo encanecido como el mío, pero era mi papá y en cuanto pude salir del charco le pegué un puñete tan fuerte que cayó de bruces en el mismo barro desde donde yo había salido.
Como consecuencia de la riña citaron a los apoderados del Camacho y a los míos, reconocí mi agresión, acepté el castigo que me impuso el Director, no así el de mi papá, por un mes no podría visitar su biblioteca musical.
Ubicada en la mansarda de mi casa de cristal, mi papá guardaba una colección de discos de vinilo y un antiguo tornamesa. ¡Tanto que me gustaba encerrarme con él para escuchar los discos long play y escucharlo contar historias y anécdotas de su juventud!
Era el peor castigo, lloré sin consuelo, aunque mi papá, mi mamá y la Lela me dijeran una y otra vez que los hombres no lloraban.
Con mi tristeza cargada en los hombros no dejaba de percibir el cruce de miradas entre mi papá, mi mamá y la Lela, los murmullos cuando yo no estaba presente, el silencio repentino ante mi presencia.
Mi casa ya no era de cristal, sus muros eran opacos, densos, inaccesibles, misteriosos y lo más triste, por un mes no podría escuchar el disco que tanto me gustaba, - este disco es de tu mamá- me contó mi papá un día, con un dejo de tristeza en su voz, se lo regaló un enamorado cuando ella era una hermosa jovencita.
A pesar de no haber transcurrido el mes de castigo, mi papá me invitó a su biblioteca musical, colocó en el pick up el disco de mi mamá, lo escuchamos en silencio, al finalizar la canción bajó el volumen y dejó que el disco se repitiera una y otra vez. Comenzó a hablar quedamente.
-Hijo, yo no soy tu padre, tu madre es mi hija y la Lela tu abuela, mi esposa.
Sentí que se me congelaba la sangre: -¡papá!
-Tranquilo hijo, escúchame, no ha sido fácil ocultarte la verdad, hemos dejado pasar mucho tiempo, debiste saberlo antes de ingresar al colegio, te pido perdón, sentí de alguna manera que te protegía, hoy pienso que fui un cobarde, esa riña con Camacho percuto esta repentina revelación.
Mis lágrimas se deslizaban lentamente por mis mejillas y el aire se había se había evaporado.
-Tu mamá tuvo un gran amor, él era concertista en violín y viajaba por el mundo, cuando regresaba de sus viajes le traía lo más hermoso de cada país que visitaba, pero la última vez que se despidió de ella, tú, mi adorado nieto ya venías en viaje hacia sus brazos. El nunca más regresó, se perdió en el tiempo, en Europa o en cualquier parte, con su violín y su orquesta, tu abuela y yo te inscribimos como hijo, y es lo que has sido para nosotros todos estos diez años.
Pocas semanas después de tu nacimiento, tu mamá recibió de manos de un chofer de taxi del aeropuerto, un sobre con este disco que tanto te gusta y una nota escrita, solo una palabra: ¡Perdón!
El abuelo me abrazó, lo vi pálido, demudado, él no merecía estar así ¡tanto amor y dedicación que recibí de él, de mi madre, de mi abuela! el secreto que tanto tiempo guardaron con esmero, decidí que navegaría por un río hacia la infinidad del mar.
Aquel día cambio mi vida, mi padre era un músico desconocido y arrepentido, el hombre que creí era mi padre, es mi abuelo, la Lela mi abuela, mi mamá siempre fue mi mamá y la casa volvió a ser mi casa de cristal.
Viena, junio de 1938
El tiempo urgía.
-Por favor Débora, aceptá las cosas como son.
-Pero no quiero irme sola.
-Ya sabés que Hanna te va a acompañar –le respondió el papá.
En su voz se traslucía la impaciencia, mezclada con ternura.
-Sé que Hanna siempre me cuidó, pero…¿dónde está mamá?
- Fue a lo de una amiga, que le va a conseguir los pasajes ; ahora mismo voy a buscarla .
Débora fue a su habitación, se tiró sobre la cama y abrazó a su muñeca preferida.
-¡Abuela vení! Vos me vas a comprender.
-Ya voy Debi –se escuchó desde la cocina. Mientras se acercaba, la abuela borró algunas lágrimas con la punta del delantal.
-Debi te comprendo, pero aunque sos sólo una nena, tenés que aceptar la realidad. ¡Shh! Escondámonos debajo del acolchado .
-Abue, son botas en la escalera. Están subiendo …¿vienen a buscarnos? –susurró Debi, temblando.
-No. Todavía no. Fueron a lo de los Gutman. Ahora entendés por qué hay que salir de aquí.
-Pero ¿vos abue? ¿Cuándo te voy a volver a ver ? Abrazame. ¡Te quiero! .
Italia –Fiume julio de 1938
¿Por qué, por qué me mandaron aquí? Lo repitieron una y otra vez: ¿ No te das cuenta de que persiguen a los judíos y vas a estar
a salvo con tu amiga Renata y su mamá? ¿Y qué me importa ? Ya sé que son buenas, pero no pienso hablar ninguna palabra en italiano. Y si por eso las amigas de Renata no quieren jugar conmigo, me quedo con su mamá y jugamos a las cartas.
Esta noche vino mamá y me dio un beso. Me hice la dormida.
Estoy enojada. Tengo ganas de llorar, de gritar…
Después, durante el desayuno, la miré fijo; está cambiada y me
habla como si yo fuera una adulta. No entiendo lo que me quiere explicar: que no voy a ser más judía, que me van a bautizar. Sacarme un traje y ponerme otro y ¿Quién voy a ser? ¿Lo sabrá la abuela? Nunca me enseñaron nada de religión y ahora parece que voy a tener que ir a una clase de catecismo. Me parece que quieren volverme loca para que diga que sí, a todo lo que se les ocurre. Otra vez, con esa mirada extraña, mamá me cuenta que un tío, al que no conozco, nos invitó a un país que está muy lejos. Hay que ir en barco y se llama A r-gen-ti-na.
Tengo las piernas flojas, parece que me puse pálida; siento que todo me da vuelta. La mamá de Renata me coloca un paño con olor a alcohol sobre la frente y veo como en una bruma que mamá llora. Al fin se me pasa el mareo y pregunto con un tono de esperanza:
-¿Y allí se habla alemán?
Un silencio pesado me envuelve y mamá dice despacito:
-No. Hablan en español.
Tiro lo que está sobe la mesa, todos gritan, pero yo grito más fuerte, una y otra vez:
-¡Yo no voy! ¡No voy! ¡Allá no voy!
Trieste- septiembre de 1938
Estamos sobre la cubierta del transatlántico. Todos miran cómo la costa se va alejando. Mis padres… ¡Papá está llorando! Algo se parte adentro mío, un desgarro, un dolor, pero no quiero llorar, tengo miedo de no poder parar, de inundar la cubierta. Pasan dos gaviotas, ojalá pudiera volar como ellas, ahora se alejan y allí, allí está el mar abierto. Todos siguen mirando la costa cada vez más lejana, están clavados como estatuas. Capaz que yo tampoco me pueda mover, voy a probar. Sí, puedo y el dolor afloja.
¿Y quizás en ese país lejano me espera una aventura, como en mi libro preferido de Salgari?
EPÍLOGO
. Una voz recorre las calles de Buenos Aires. Se escapa por las ventanas y toda la ciudad canta: “Por una cabeza”,” Volver” “Yira Yira”... Cuando llego con mis padres a la casa del tío, esa voz sigue sonando. Es Carlos Gardel, el ídolo, muerto trágicamente en un accidente de aviación.
Poco a poco nos aclimatamos, aprendemos el idioma y retomo la escuela. El tiempo pasa, mi padre consigue un buen
trabajo.
Estoy en el secundario; tengo amigas, amigos, algún novio y hablo con todos en castellano. Es como si el alemán se hubiera borrado de mi mente.
Amigas con una historia parecida, me preguntan como es posible que prefiera el tango al vals. No entienden, que ahora ésta es mi tierra. Será porque es lo primero que escuché al llegar y que luego seguí escuchando.
Es verdad que sigo teniendo una mezcla de odio y amor hacía el país en el que nací. No se puede borrar la memoria del
pasado.
Después de transcurridos tantos años de no saber de ti tampoco en donde te encuentras, hoy quiero contarte ¡como te recuerdo! Un poeta podría expresarlo con hermosas metáforas, lástima que no lo sea, tampoco lo leerás, pero eso no importa mucho, aunque si algún día deambulando por alguna página de internet llegaras a este sitio, sabrás que esta eterna invocación fue escrita para ti, también quién las escribió.
A mis veintidós años te conocí, tú veintiséis, yo preparando mi examen de grado, tú un joven profesional, yo comprometida en matrimonio, tú tenías una polola.
Al verte por primera vez se paralizaron mis sentidos, tú me miraste a los ojos y me dejaste con la mano extendida para saludarte y decirte ¡mucho gusto! como se acostumbraba hace unas cuantas décadas.
Comenzaron las llamadas telefónicas, yo las recibía y me sentí culpable, me invitaste al cine, yo acepté y me sentí infiel, me ibas a buscar a la facultad en tu motoneta Vespa, yo me subía abrazándome a tu cintura, encuentros fortuitos bajo la arboleda del Parque Forestal, mi novio trabajando horas extra para comprar los muebles de nuestra futura casa. La situación era insostenible, me había enamorado de ti, tú de mi y no quedaba más que terminar con mi noviazgo, devolver la argolla de compromiso y aceptar que mi destino eras tú.
Fuimos a bailar a un pub, nunca había estado en un lugar público, con mi ex novio solo bailábamos en las fiestas de amigos y familiares.
Al ingresar a la sala me sorprendí, la pista de baile estaba en penumbra, en un estrado iluminado con focos de luz tenue un cantante de color y su coro interpretaban canciones, era un hermoso y romántico lugar.
Un mesero nos sirvió las bebidas y un ligero refrigerio, brindamos por nuestro encuentro, nuestra charla comenzó a fluir, como siempre, como antes y hasta después del final.
-¿Bailamos?- preguntaste poniéndote de pié y abrochando el botón de tu chaqueta, me tomaste de la mano y nos dirigimos a la pista. El conjunto musical iniciaba una canción, me preguntaste si la conocía, -¡escúchala! es una premonición! Te pregunté -¿y cual es la premonición?-, -el título de la canción, hace muy poco que salió al mercado, el compositor sabía que te iba a conocer y Ray Charles la canta ahora, para ti y para mí-
“No puedo dejar de amarte” cantaban el músico y su coro, iniciábamos nuestro romance bailando juntos por primera vez. Permanecimos en la pista abrazados, mirándonos, besándonos, amándonos, dijiste –hoy veintiséis de junio a las veintitrés horas y cuarenta y cinco minutos, presiento sin duda alguna que nunca dejaré de amarte-
Seducida por tus palabras, tu cercanía, tu voz, la música y la cálida intimidad que ofrecía el lugar me dejé llevar por la emoción que me inducía el tenerte tan cerca, tan libre, tan hombre que no imaginé que la premonición que te inspiraba esa canción, en el tiempo y las circunstancias, se transformaría en una fatal profecía.
Tus palabras señalaron un destino, a la misma hora y en el mismo día nació nuestro hijo, cuatro años después.
Nos casamos y nos fuimos a vivir a una pequeña provincia del sur, el estar juntos era como una fantasía, nos amábamos, nos entendíamos, siempre cómplices, conversábamos hasta perder la conciencia del tiempo.
Pero tu premonición tuvo fecha de vencimiento, dos años, y dos años tu relación con la mujer de quién te enamoraste cuando ya había nacido el hijo, dos con la mujer que la sucedió, dos con la siguiente, mientras tanto visitas esporádicas y lejanas para ver al niño, luego desapareciste.
Busqué tu mirada, busqué tus manos, busqué tu voz, busqué tu amor, busqué tus besos, busqué tus caricias y busqué tu espíritu hasta llegar a sentir que una nociva obsesión se había apoderado de mí, solo había logrado herir a quienes no lo merecían.
Ya ha pasado mucho tiempo, nunca pude dejar de amarte, aquel día veintiséis de junio cambió mi vida. Creí, quise creer, pude creer en tu premonición y creí en tus palabras y quise creer lo que me decía tu mirada y hoy cuando escucho esa canción siento que aunque lo intente, no puedo dejar de amarte ni puedo olvidar mis ansias de ti, que te olvide la distancia, que te olvide el amor, que te olvide el sol y te olvide la luna.
La distancia, el amor, el sol y la luna pueden olvidarte, en este atardecer de mi ocaso, yo no puedo, nunca pude, una triste profecía que creí una mágica premonición, se cumple en cada hora que vivo, en cada mes de ausencia y en el tiempo encanecido de nostalgias y tu recuerdo.
Te extraño
Me sentía incapaz de pedir ayuda, así que seguí adelante con mi simulacro de vida, hasta que un día me di cuenta de que no podía fingir más. Anhelaba desesperadamente huir de la realidad, pero descubrí que era imposible. Durante un tiempo creí que no era cierto lo que me estaba sucediendo. Me despertaba y te buscaba allí, a mi lado.
Siempre había confiado en la verdad, pero esos días la mentira se ofreció como mi mejor aliada; busqué refugio en ella, aunque por supuesto, no sirvió de nada.
Recordaba una y otra vez aquel día en que mi vida cambió. La sensación era tan vívida que me parecía que regresaba a esos momentos y volvía a experimentarlos: Estaba sentado frente al piano tocando tu tema favorito. Era un día de calor. Me besaste, saliste feliz rumbo a tu trabajo. Cuando te volví a ver fue para reconocer tu cadáver. Te desmayaste en la calle y no volviste a despertar. La autopsia reveló un aneurisma cerebral. Todo fue tan dolorosamente difícil. Quise escapar, pero fue inútil; te encontraba en cada rincón y el ritual se repetía.
Pasaron los años, busqué con desesperación al que había sido en el pasado, y así recordé aquellas frases que un día escribí:” Lo que perdemos, lo volvemos a amar”.
Mi mundo se alteró, tal vez para siempre, y ahora cada día, luego de recorrer las calles de París, sentado en mi departamento vacío, me hago las mismas preguntas. A veces pienso en terminar con mi vida, una muerte gloriosa sería una salida, quizás. Esa idea ronda por mi mente.
Desaparecer en mi mejor momento como artista, convertirme en un mito, es una tentación…
Sin embargo, te siento tan cerca, brillando en mi interior, y sé que no me dejarás caer.
Te extraño. Comienza a anochecer en la ciudad. Tomo mi guitarra, me permito pensar que, seguramente, en algún lugar, amanece. Entonces, mi mano temblorosa acaricia despacio las cuerdas, mientras intento hallar, una vez más, tu luz en la penumbra de mi alma.
Al callar los silencios te distingo, oigo tu voz, siento tus latidos con
aroma de sueños distantes, eternos pero nuestros, este cielo que nos
cubre en la lejanía, que se escurre como miel sobre mi cuerpo, y
presiento que se derrama sobre el tuyo, en esta noche callada se filtra la
humedad de nuestro ojos llorosos, y fluye ese ayer que batió a la
soledad, a la cordura, entre vientos y mareas nos amamos, sin
límites, sin importarnos nada más, que el sentir de nuestros
cuerpos y esencia, adheridos en un mundo incomprensible, hoy te presiento
allí, junto al pañuelo rojo que te llevaste aquella noche
fatal, cuando al descubrirnos entrelazados te hirieron de muerte, sobre mi
pecho aún siento el calor de tu sangre, las caricias de tus ojos
implorándome que no te olvide, hoy aquí, estoy, mirando tu
rostro bañado con luz de la luna, perdido entre Ángeles que
te acompañan para mirarme, se estremece mi corazón, hoy, te
siento muy dentro, como aquella primera vez cuando el amor nació
así… tan profundo, solo estas allí para protegerme, cuidarme
hasta la hora de mi partida, te extraño, nunca te olvide, por eso
esta carta que el viento en ecos te hace escuchar, es para ti, poblada de
mi amor se perderá en la neblina hasta alcanzarte, desgranando el
sentir y el deseo, que duermas al amanecer de aquel tiempo dorado de
inocencia inalterable.
El 3 y 4 de diciembre Votación en mi libro de visitas en Privado.
Se dan 3 puntos al que más gustó -2 al siguiente-1 al tercero en preferencia.
bCada participante está obligado a votar en la sección en la que participó. Puede votar por la otra sección si lo desea./b
quien no vota en su propia sección recibirá -3 puntos de sanción.
bLOS QUE NO PARTICIPARON/b y quieran votar pueden hacerlo pero sus votos se contarán aparte y no incidirán sobre los resultados. Sus votos serán considerados una apreciación del público
Repito: 3y 4 de diciembre Votación en mi nick en Privado 3-2-1
¡Felicitaciones a _equus_! hermoso texto, muy entretenido y la música ¡espectacular!, merecida distinción y ¡felicitaciones a filiberto! su tren me llevó a recordar momentos de la juventud ansiosa de libertad.
Todos los cuentos me parecieron excelentes y este foro lo mejor de la Página de los cuentos, yo me guardo en el corazón mis cuatro votos, que agradezco y la tremenda satisfacción de haberme animado a participar.
A Ninive mi agradecimiento por entregarnos incentivos para crear y compartir y a todos los cuenteros y cuenteras participantes.
silvimar-,06.12.2011
¡¡Felicitaciones a los ganadores y a todos los participantes, todos los textos son de excelente calidad!!
Casi...casi me subo al podio con Andrea (filiberto) me la perdí no más, para el próximo reto le pondré más empeño, bromas aparte lo que más pude soñar fue no quedar afuera, me gustaron mucho todos los cuentos y felicito al ganador con su Impredecible, a filiberto con El tren avanza y a todos los participantes, ¡gracias por los votos recibidos!
Amigos del reto. Les invito a ir a FORO CRITICA a "El doble literario "y leer
el cuento de Cortázar que figura allí. ¿Por
qué? porque el próximo tema que será el último
antes de las vacaciones navideñas, versará sobre el
argumento del doble, tan difundido en literatura
solo_agua,06.12.2011
Felicitaciones a los ganadores, fueron mis favoritos!
Sin duda alguna el más sorprendido del resultado obtenido en este Reto, he sido yo. El texto que expuse reposó en mi bibliografía desde el año 2007, año en el que ingresé a Los cuentos, un par de visitas, ningún comentario y una estrella solitaria bien merecida por opinar de lo que no se. En todo este tiempo me dediqué a leer a compañeros que si sabían escribir cuentos, me animé a re escribir el cuento inicial y agradezco la aceptación recibida, aprendí de todos ustedes al haber encontrado los foros realmente literarios y por sobre todo cada Reto Ganadores. Agradezco a Ninive su entusiasmo y energía por la continuidad de este foro admirable, a quienes me dieron su preferencia y a todos los participantes, todos los textos me parecieron de excelencia, Reto a Reto se superan ¡Felicitaciones!
Luego de muchas equivocaciones, quiero felicitar a los ganadores y a todos lo que participaron, también disculparme públicamente por mis reiterados errores, mi intención siempre fue participar, pero algunas cosas no funcionaron, porque no estoy acostumbrada, quizás, pido disculpas y los felicitos a todos, tantos ganadores, participantes y quienes lo organizaron, gracias .