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martirio,04.03.2005
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Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.
Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y
entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de las bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros
las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
la humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me
conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
aún labra la desdicha en el rostro de aquélla que se buscaba
en mí igual que en un espejo de sonrientes praderas,
y a la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.
Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como el rayo,
no en el túmulo incierto donde alzo todavía la voz ronca y
llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto
tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más oscura
que los cambiantes sueños,
allá, donde escribimos la sentencia:
"Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por
infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del
primer aposento".
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martirio,04.03.2005
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Para mí junto con Alejandra Pizarnik y Amelia Biagioni ha sido la última gran poetisa argentina de una generación signada por la excelencia. | |
martirio,06.03.2005
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Algún cuentero que lea prosa o poesía de Olga por aquí ? | |
Natalie_Barnes,06.03.2005
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Quien es Olga Orozco? | |
pubis,06.03.2005
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La verdad es que la conocía, pero me gustó muchísimo el poema que aparece aquí... tiene mucha fuerza e imaginación... tiene unos versos exquisitos... | |
damona,30.03.2005
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GRacias, Martirio, Olga es una de mis poetas preferidas, también lo son Pizarnik, Plath y Szimborska. Te dejé una notita donde hablaste de si leían mi poesía. Me gustaría tener una dirección de correo electrónico donde escribirte y hacerte llegar algún poemario. Soy Dolors A. | |
gaviotapatagonica,30.03.2005
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he leìdo algo de Olga si, una poeta maravillosa, al igual que Alejandra, una poeta fascinante, vidas profundas y complicadas...gracias por ese poema que nos dejas
piquitos de luz | |
martirio,13.09.2005
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Este poema Olga Orozco lo escribe a su esposo fallecido.
EN LA BRISA, UN MOMENTO
a Valerio
Que pueda el camino subir hasta alcanzarte.
Que pueda el viento soplar siempre a tu espalda.
Que pueda el sol brillar cálidamente sobre tu rostro
y las lluvias caer con dulzura sobre tus campos,
y hasta que volvamos a encontramos
que Dios te sostenga en la palma de su mano.
(Oración irlandesa)
¡Ya se fue! ¡Ya se fue! -se queja la torcaza.
el lamento se expande de hoja en hoja,
de temblor en temblor, de transparencia en transparencia,
hasta envolver en negra desolación el plumaje del mundo.
-¡Ya se fue! ¡Ya se fue! -como si yo no viera.
Y me pregunto ahora cómo hacer para mirar de nuevo una torcaza,
para volver a ver una bahía, una columna, el fuego, el humo
de la sopa,
sin que tus ojos me aseguren la consistencia de su aparición,
sin que tu mano me confirme la mía.
Será como mirar apenas los reflejos de un espejo ladrón,
imágenes saqueadas desde las maquinarias del abismo,
opacas, andrajosas, miserables.
¿Y qué será tu almohada, y qué será tu silla,
y qué serán tus ropas, y hasta mi lecho a solas, si me animo?
Posesiones de arena,
sólo silencio y llagas sobre la majestad de la distancia.
Ah, si pudiera encontrar en las paredes blancas de la hora más cruel
esa larga fisura por donde te fuiste,
ese tajo que atravesó el pasado y cortó el porvenir,
acaso nos veríamos más desnudos que nunca, como después de nunca,
como después del paraíso que perdimos,
y hasta quizás podríamos nombrarnos con los últimos nombres,
esos que solamente Dios conoce,
y descubrir los pliegues ignorados de nuestra propia historia
cubriendo las respuestas que callamos,
incrustadas tal vez como piedras preciosas en el fondo del alma.
Todo lo que ya es patrimonio de sombras o de nadie.
Pero acá sólo encuentro en mitad de mi pecho
esta desgarradura insoportable cuyos bordes se entreabren
y muestran arrasados todos los escenarios donde tú eres el rey
-un instantáneo calco del que fuiste, un relámpago apenas-
bajo la rotación del infinito derrumbe de los cielos.
Fuera de mí la nube dice "No", el viento dice "No", las ramas dicen "No",
y hasta la tierra entera que te alberga,
esa tierra dispersa que ahora es sólo una alrededor de ti,
se aleja cuando llamo.
¿Cómo saber entonces d0nde estás en este desmedido,
insaciable universo,
donde la historia se confunde y los tiempos se mezclan y los
lugares se deslizan,
donde los ríos nacen y mueren las estrellas,
y las rosas que me miran en Paestum no son las que nos vieron
sino tal vez las que miró Virgilio?
¿Cómo acertar contigo,
si aun en medio del día instalabas a veces tu silencio nocturno,
inabordable como un dios, ensimismado como un árbol,
y tu delgado cuerpo ya te sustraía?
Aléjate, memoria de pared, memoria de cuchara, memoria de zapato.
No me sirves, memoria, aunque simules este día.
No quiero que me asistas con mosaicos, ni con palacios, ni con catedrales.
Húndete, piedra de la Navicella, junto al cisne de Brujas,
bajo las noches susurradoras de Venecia.
Sopla, viento de Holanda, sobre los campos de temblorosas amapolas,
deshoja los recuerdos, barre los ecos y la lejanía.
No quiero que sea nunca para siempre ni siempre para nunca.
Juguemos a que estamos perdidos otra vez entre los
laberintos de un jardín.
Encuéntrame, amor mío, en tu tiempo presente.
Mírame para hoy con tus ojos de miel, de chispas y de claro tabaco.
Sé que a veces de pronto me presencias desde todas partes.
Tal vez poses tu mano lentamente como esta lluvia sobre mi cabeza
o detengas tus pasos junto a mí en pálida visitación conteniendo el aliento.
He conseguido ver el resplandor con que te llevan cuando te persigo;
he aspirado también, señor de las plantaciones y las flores,
el aroma narcótico con que me abrazas desde un rincón vacío de la casa,
y he oído en el pan que cruje a solas el pequeño rumor con
que me nombras,
tiernamente, en secreto, con tu nuevo lenguaje.
Lo aprenderé, por más que todo sea un desvarío de lugares hambrientos,
una forma inconclusa del deseo, una alucinación de la nostalgia.
Pero aun así, ¿qué muro es insoluble entre nosotros?
¡Hemos huido juntos tantos años entre las ciénagas y los tembladerales
delante de las fieras de tu mal
cubriendo la retirada con el sol, con la piel, con trozos de la fiesta,
con pedazos inmensos del esplendor que fuimos, hasta que te atraparon!
Anudaron tu cuerpo, ya tan leve, al miedo y al azar,
y escarbó en tus tejidos la tiniebla monarca con uñas y con dientes ,
mientras dábamos vueltas en la trampa, sin hallar la salida.
La encontraste hacia arriba, y lograste escapar a pura pérdida,
de caída en caída.
Aún nos queda el amor:
esa doble moneda para poder pasar a uno y otro lado.
Haz que gire la piedra, que te traiga de nuevo la marea,
aunque sea un instante, nada más que un instante.
Ahora, cuando podrás mirar tan "fijamente el sol como la muerte" ,
no querrás apagarlo para mí ni querrás extraviarme detrás de
los escombros,
por pequeña que sea mirada desde allá,
aun menos que una nuez, que una brizna de hierba
que unos granos de arena.
Y porque a veces me decías: "Tú hiciste que la luz fuera visible",
y otra vez descubrimos que la muerte se parece al amor
en que ambos multiplican cada hora y lugar por una misma ausencia,
yo te reclamo ahora en nombre de tu sol y de tu muerte una sola señal,
precisa, inconfundible, fulminante, como el golpe de gracia
que parte en dos el muro
y descubre un jardín donde somos posibles todavía,
apenas un instante, nada más que un instante,
tú y yo juntos, debajo de aquel árbol
copiados por la brisa de un momento cualquiera de la eternidad | |
martirio,13.09.2005
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SE DESCOLGÓ EL SILENCIO
Se descolgó el silencio,
sus atroces membranas desplegadas como las de un murciélago
anterior al diluvio,
su canto como el cuervo de la negación.
Tu boca ya no acierta su alimento.
Se te desencajaron las mandíbulas
igual que las mitades de una cápsula inepta para encerrar la
almendra del destino.
Tu lengua es el Sahara retraído en penumbra.
Tus ojos no interrogan las vanas ecuaciones de cosas y de rostros.
Dejaron de copiar con lentejuelas amarillas los fugaces
modelos de este mundo.
Son apenas dos pozos de opalina hasta el fin donde se ahoga el tiempo.
Tu cuerpo es una rígida armadura sin nadie,
sin más peso que la luz que lo borra y lo amortaja en lágrimas.
Tus uñas desasidas de la inasible salvación
recorren desgarradoramente el reverso impensable,
el cordaje de un éxodo infinito en su acorde final.
Tu piel es una mancha de carbón sofocado que atraviesa
la estera de los días.
Tu muerte fue tan sólo un pequeño rumor de mata que se arranca
y después ya no estabas.
Te desertó la tarde;
te arrojó como escoria a la otra orilla,
debajo de una mesa innominada, muda, extrañamente impenetrable,
allí, junto a los desamparados desperdicios,
los torpes inventarios de una casa que rueda hacia el poniente,
que oscila, que se cae,
que se convierte en nube.
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Cehtro,05.07.2006
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TAN SÓLO POR ESTAR
Inmenso el día zumba contra mis orejas;
Atruena como un dios atrapado de pronto por un ala en la jaula del mundo.
Dorado su desvarío hasta raspar, vertiginoso hasta romper los bordes.
¿Y ahora qué reclama con esta furia de abejorro descomunal que arrastra el cielo?
¿Es sólo contra mí tanto escándalo en alto, tanto esplendor en guerra?
¿Qué más debo acatar aparte del pedregal en la cabeza, la soga en los tobillos
y el agujero a través de cada mano?
Acaso me reproche mi ración en el reparto de las permanencias,
acaso esté juzgando solamente mi costado visible,
ese que se abre paso entre bloques de oscuridad y avanza sin saber
lo mismo que la proa encandilada de un navío fantasma.
También tú, día cruel, tan fatuo como yo, como la máscara de lo invisible,
eres el turbio vaho, apenas la emanación de un yacimiento sumergido,
el sol inacabado que al asomar oculta el sol de la lejanía.
Hemos llegado aquí sin memoria que corra hacia después,
sin contraseña alguna que nos justifique hasta el final del juego.
Tu color es igual al de cualquier rampante mediodía,
mi aspecto es semejante al de cualquier anónima y oscura traficante de tiempos.
Pero no hablemos por eso de no estar, ni tampoco siquiera de ser otros,
fatales, necesarios, previstos en las mareas de la historia y el vuelo de las aves,
porque tal vez seamos también ineludibles,
ambos incluidos en la turbulencia de la primera ola, en el hervor del verbo,
ambos golpeando juntos sobre la misma playa en los vaivenes del retorno,
hasta el último día, hasta el último náufrago.
Porque tal vez quién, cuándo y dónde sean las variaciones de una sola sustancia,
estados en suspensión hasta el fin del recuento.
No me apartes entonces con esta sacudida de trapo huracanado contra el rostro.
No me arrojes de ti lo mismo que si fuera una lapa insidiosa,
tu adherencia superflua, un fanático error de cada hora incrustada en la roca.
No lograrás excluirme aunque me lleves en vilo entre el pulgar y el índice,
aunque me balancees y me dejes caer sobre mi abismo.
A oscuras, contra la loza, desasida. | |
desdeluego,05.07.2006
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una vez, por los años 80, recuerdo que la fui a ver leer sus poemas y dar una charla sobre poesía... es una pena no haber grabado aquello... eran una con su poética... poeta de gran densidad... su modo de adjetivar... los versos largos y sostenidos... no es para nada de fácil lectura. fue la gran diosa de un momento de la poesía argentina. claro, lo sigue siendo, de otro modo... yo tuve un momento con su lectura y luego me corrí... tal vez por eso, por el peso de su letra... saludos y gracias por cargar esos poemas -sobre todo el primero!- | |
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