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Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Crítica / Círculo de lectura: El cocodrilo de Felisberto Hernández - [F:5:12259]


ninive,06.03.2012
Este cuento El cocodrilo de Felisberto Hernández será coordinado por sara_eliana.

EL COCODRILO
sara_eliana,06.03.2012

En una noche de otoño hacía un calor húmedo y yo fui
a
una ciudad que me era casi desconocida; la poca luz de las calles estaba
atenuada por la humedad y por algunas hojas de los árboles.
Entré a un café que estaba cerca de una iglesia, me
senté a una mesa del fondo y pensé en mi vida. Yo
sabía aislar las horas de felicidad y encerrame en ellas; primero
robaba con los ojos cualquier cosa descuidada de la calle o del interior
de
las casas y después la llevaba a mi soledad. Gozaba tanto al
repasarla, que si la gente hubiera sabido me hubiera odiado. Tal vez no me
quedara mucho tiempo de felicidad. Antes yo había cruzado por
aquellas ciudades dando conciertos de piano; las horas de dicha
habían sido escasas, pues vivía en la angustia de reunir
gente que quisiera aprobar la realización de un concierto;
tenía que coordinarlos, influírlos mutuamente y tratar de
encontrar algún hombre que fuera activo. Casi siempre eso era como
luchar con borrachos lentos y distraídos: cuando lograba traer a
uno
el otro se me iba. Además yo tenía que estudiar y escribirme
artículos en los diarios.
Desde hacía algún tiempo yo no tenía esa
preocupación: alcancé a entrar en una gran casa de medias
para mujer. Había pensado que las medias eran más necesarias
que los conciertos y que sería más fácil colocarlas.
Un amigo mío le dijo al gerente que yo tenía muchas
relaciones femeninas, porque era concertista de piano y había
recorrido muchas ciudades; entonces podría aprovechar la influencia
de los conciertos para colocar las medias.El gerente había torcido
el gesto; pero aceptó, no solo por la influencia de mi amigo, sino
porque yo había sacado el segundo premio en las leyendas de
propaganda para las medias. Su marca era "Ilusión". Y mi
frase había sido: "¿Quién no acaricia, hoy, una
media Ilusión?". Pero vender medias también me
resultaba
muy difícil y esperaba que de un momento a otro me llamaran de la
casa central y me suprimieran el viático. Al principio yo
había hecho un gran esfuerzo. (La venta de medias no tenía
nada que ver con mis conciertos; y yo tenía que
entendérmelas
nada más que con los comerciantes). Cuando encontraba antiguos
conocidos les decía que la representación de una gran casa
comercial me permitía viajar con independencia y no obligar a mis
amigos a patrocinar conciertos cuando no eran oportunos. Jamás
habían sido oportunos mis conciertos. En esta misma ciudad me
habían puesto pretextos poco comunes: el presidente del Club estaba
de mal humor porque yo lo había hecho levantar de la mesa de juego
y
me dijo que habiendo muerto una persona que tenía muchos parientes,
media ciudad estaba enlutada. Ahora yo les decía: estaré
unos
días para ver si surge naturalmente el deseo de un concierto; pero
les producía mala impresión el hecho de que un concertista
vendiera medias. Y en tanto a colocar medias, todas las mañanas yo
me animaba y todas las noches me desanimaba: era como vestirse y
desnudarse. Me costaba renovar a cada instante cierta fuerza grosera
necesaria para insistir ante comerciantes siempre apurados. Pero ahora me
había resignado a esperar que me echaran y trataba de disfrutar
mientras me durara el viático.De pronto me di cuenta que
había entrado al café un ciego con un arpa; ya lo
había visto por la tarde. Decidí irme antes de perder la
voluntad de disfrutar de la vida; pero al pasar cerca de él
volví a verlo con un sombrero de alas mal dobladas y dando vuelta
los ojos hacia el cielo mientras hacía el esfuerzo de tocar;
algunas
cuerdas del arpa estaban añadidas y la madera clara del instrumento
y todo el hombre estaban cubiertos de una mugre que yo nunca había
visto. Pensé en mí y sentí depresión.

Cuando encendí la luz en la pieza de mi hotel, vi mi cama de
aquellos días. Estaba abierta y sus carillas niqueladas me
hacían pensar en una loca joven que se entregaba a cualquiera.
Después de acostado apagué la luz pero no podía
dormir. Volví a encenderla y la bombita se asomó debajo de
la
pantalla como el globo de un ojo bajo un párpado oscuro. La
apagué en seguida y quise pensar en el negocio de las medias; pero
seguí viendo por un momento, en la oscuridad, la pantalla de la
luz.
Se había convertido a un color claro; después su forma, como
si fuera el alma en pena de la pantalla empezó a irse hacia un lado
y a fundirse en lo osucuro. Todo eso ocurrió en el tiempo que
tardaría un secante en absorber la tinta derramada.

Al otro día de mañana, después de vestirme y
animarme,
fuí a ver si el ferrocarril de la noche me había
traído malas noticias. No tuve carta ni telegrama. Decidí
recorrer los negocios de una de las calles principales. En la punta de esa
calle había una tienda. Al entrar me encontré en una
habitación llena de trapos y chucherías hasta el techo.
Busqué rápidamente entre todos los objetos para ver si
encontraba una cara humana. Sólo había un maniquí
desnudo, de tela roja que en vez de cabeza tenía una perilla negra.
Golpeé las manos y en seguida todos los trapos se tragaron el
ruido.
Detrás del maniquí apareció una niña como de
diez años que me dijo con mal modo:

-¿Qué quiere?
-¿Está el dueño?
-No hay dueño. La que manda es mi mamá.
-¿Ella no está?
-Fue a lo de doña Vicenta y vuelve enseguida.Apareció un
niño como de tres años. Se agarró de la pollera de su
hermana y se quedaron un rato en fila, el maniquí, la niña y
el niño. Yo dije:
-Voy a esperar.

La niña no contestó nada. Me senté en un cajón
y empecé a jugar con el hermanito. Recordé que tenía
un chocolatín de los que había comprado en el cine y lo
saqué del bolsillo. Rápidamente se acercó el
chiquilín y me lo quitó. Entonces yo me puse las manos en la
cara y fingí llorar con sollozos. Tenía tapados los ojos y
en
la oscuridad que había en el hueco de mis manos abrí
pequeñas rendijas y empecé a mirar al niño. El me
observaba inmóvil y yo cada vez lloraba más fuerte. Por fin
él se decidió a ponerme el chocolatín en una rodilla.
Entonces yo me reí y se lo di. Pero al mismo tiempo me di cuenta
que
yo tenía la cara mojada.

Salí de allí antes que viniera la dueña. Al pasar por
una joyería me miré en un espejo y tenía los ojos
secos. Después de almorzar estuve en el café; pero vi al
ciego del arpa revolear los ojos hacia arriba y salí enseguida.
Entonces fui a una plaza solitaria de un lugar despoblado y me
senté
en un banco que tenía en frente un muro de enredaderas. Allí
pensé en las lágrimas de la mañana. Estaba intrigado
por el hecho de que me hubieran salido; y quise estar solo como si me
escondiera para hacer andar un juguete que sin querer había hecho
funcionar hacía pocas horas. Tenía un poco de
vergüenza,
ante mí mismo, de ponerme a llorar sin tener pretexto, aunque fuera
en broma, como lo había tenido en la mañana. Arrugué
la nariz y los ojos, con un poco de timidez para ver si me salian
lágrimas; pero después pensé que no debería
buscar el llanto como quien escurre un trapo; tendría que
entregarme
al hecho con más sinceridad; entonces me puse las manos en la cara.
Aquella actitud tuvo algo de serio; me conmoví inesperadamente;
sentí como cierta lástima de mí mismo y las
lágrimas empezaron a salir.

Hacía rato que yo estaba llorando cuando vi que de arriba del muro
venían bajando dos piernas de mujer con medias
"Ilusión" semibrillantes. Y en seguida noté una
pollera verde que se confundía en la enredadera. Yo no había
oído colocar la escalera. La mujer estaba en el último
escalón y yo me sequé rápidamente las
lágrimas;
pero volví a poner la cabeza baja y como si estuviera pensativo.
La mujer se acercó lentamente y se sentó a mi lado. Ella
había bajado dándome la espalda y yo no sabia como era su
cara. Por fin me dijo:

-¿Qué le pasa? Yo soy una persona en la que usted puede
confiar...
Transcurrieron unos instantes. Yo fruncí el entrecejo como para
esconderme y seguir esperando. Nunca había hecho ese gesto y me
temblaban las cejas. Después hice un movimiento con la mano como
para empezar a hablar y todavía no se me había ocurrido
qué podría decirle. Ella tomó de nuevo la palabra:
-Hable, hable nomás. Yo he tenido hijos y sé que son penas.
Yo ya me había imaginado una cara para aquella mujer y aquella
pollera verde. Pero cuando dijo lo de los hijos y las penas me
imaginé otra. Y al mismo tiempo dije:

-Es necesario que piense un poco.
Ella contestó:
-En estos asuntos, cuando más se piensa es peor.
De pronto sentí caer, cerca de mí un trapo mojado. Pero
resultó ser una gran hoja de plátano cargada de humedad. Al
poco rato ella volvió a preguntar:
-Dígame la verdad: ¿cómo es ella?
Al principio a mí me hizo gracia. Después me vino a la
memoria una novia que yo había tenido. Cuando yo no la
quería
acompañar a caminar por la orilla de un arroyo -donde ella se
había paseado con el padre cuando él vivía-esa novia
mía lloraba silenciosamente. Entonces, aunque yo estaba aburrido de
ir siempre por el mismo lado condescendía. Y pensando en esto se me
ocurrió decir a la mujer que ahora tenía al lado:

-Ella era una mujer que lloraba a menudo.
Esta mujer puso sus manos grandes y un poco coloradas encima de la pollera
verde y se rió mientras me decía:
-Ustedes siempre creen en las lágrimas de las mujeres.
Yo pensé en las mías; me sentí un poco desconcertado,
me levanté del banco y le dije:
-Creo que usted está equivocada. Pero igual le agradezco el
consuelo.Y me fui sin mirarla.

Al otro día cuando ya estaba bastante adelantada la mañana,
entré a una de las tiendas
más importantes. El dueño extendió mis medias en el
mostrador y las estuvo acariciando con sus dedos cuadrados un buen rato.
Parecía que no oía mis palabras. Tenía las patillas
canosas como si se hubiera dejado en ellas el jabón de afeitar. En
esos instantes entraron varias mujeres; y él, antes de irse me hizo
señas de que no me compraría con uno de aquellos dedos que
habían acariciado las medias. Yo me quedé quieto y
pensé en insistir; tal vez pudiera entrar en conversación
con
él, más tarde, cuando no hubiera gente; entonces le
hablaría de un yuyo que disuelto en agua le teñiría
las patillas. La gente no se iba y yo tenía una impaciencia
desacostumbrada; hubiera querido salir de aquella tienda, de aquella
ciudad
y de aquella vida. Pensé en mi país y en muchas cosas
más. Y de pronto, cuando ya me estaba tranquilizando, tuve una
idea:
"¿Qué ocurriría si yo me pusiera a llorar
aquí delante de toda esta gente?". Aquello me pareció
muy violento; pero yo tenía deseos desde hacía algún
tiempo, de tantear el mundo con algún hecho desacostumbrado;
además yo debía mostrarme a mí mismo que era capaz de
una gran violencia. Y antes que arrepentirme me senté en una
sillita
que estaba recostada al mostrador; y rodeado de gente, me puse las manos
en
la cara y empecé a hacer ruido de sollozos. Casi
simultáneamente una mujer soltó un grito y dijo: "Un
hombre está llorando". Y después oí el alboroto
y
pedazos de conversación: "Nena, no te acerques..."
"Puede haber recibido alguna mala noticia..."
"Recién
llegó el tren y la correspondencia no ha tenido tiempo..."
"Puede haber recibido la noticia por telegrama..." Por entre los
dedos vi una gorda que decía: "Hay que ver como está el
mundo... Si a mí no me vieran mis hijos, yo también
lloraría!" Al principio yo estaba desesperado porque no me
salían las lágrimas; y hasta pensé que lo
tomarían como una burla y me llevarían preso. Pero la
angustia y la tremenda fuerza que hice me congestionaron y fueron posibles
las primeras lágrimas. Sentí posarse en mi hombro una mano
pesada y al oír la voz del dueño reconocí los dedos
que habían acariciado las medias. El decía:

-Pero compañero, un hombre tiene que tener más
ánimo...
Entonces yo me levanté como por un resorte; saqué las dos
manos de la cara, la tercera que tenía en el hombro y dije con la
cara todavía mojada:
-¡Pero si me va bien! ¡Y tengo mucho ánimo! ¡Lo
que pasa es que a veces me viene esto; es como un recuerdo...

A pesar de la expectativa y del silencio que hicieron para mis palabras,
oí que una mujer decía:
-iAy! Llora por un recuerdo...
Después el dueño anunció:
-Señoras, ya pasó todo.
Yo me sonreía y me limpiaba la cara. En seguida se removió
el
montón de gente y apareció una mujer chiquita, con ojos de
loca, que me dijo:
-Yo lo conozco a usted. Me parece que lo vi en otra parte y que usted
estaba agitado.
Pensé que ella me habría visto en un concierto
sacudiéndome en un final de programa; pero me callé la boca.
Estalló la conversación de todas las mujeres y algunas
empezaron a irse. Se quedó conmigo la que me conocía. Y se
me
acercó otra que me dijo:

-Ya sé que usted vende medias. Casualmente yo y algunas amigas
mías...Intervino el dueño:
-No se preocupe señora. (Y dirigiéndose a mí: Venga
esta tarde.
-Me voy después del almuerzo. ¿Quiere dos docenas?
-No, con media docena...
-La casa no vende por menos de una.
Saqué la libreta de ventas y empecé a llenar la hoja del
pedido escribiendo contra el vidrio de una puerta y sin acercarme al
dueño. Me rodeaban mujeres conversando alto. Yo tenía miedo
que el dueño se arrepintiera. Por fin firmó el pedido y yo
salí entre las demás personas.

Pronto se supo que a mí me venía "aquello" que al
principio era como un recuerdo. Yo lloré en otras tiendas y
vendí más medias que de costumbre. Cuando ya había
llorado en varias ciudades mis ventas eran como las de cualquier otro
vendedor.
Una vez me llamaron de la casa central -yo ya había llorado por
todo
el norte de aquel país-, esperaba turno para hablar con el gerente
y
oí desde la habitación próxima lo que decía
otro corredor:

-Yo hago todo lo que puedo: ¡pero no me voy a poner a llorar para
que
me compren!...
Y la voz enferma del gerente le respondió:
-Hay que hacer cualquier cosa; y también llorarles.
El corredor interrumpió:
-Pero a mi no me salen lágrimas!
Y después de un silencio, el gerente:
-iCómo, y quien le ha dicho...?
-iSí! Hay uno que llora a chorros...
La voz enferma empezó a reírse con esfuerzo y haciendo
intervalos de tos. Después oí chistidos y pasos que se
alejaron.

Al rato me llamaron y me hicieron llorar ante el gerente, los jefes de
sección y otros empleados. Al principio, cuando el gerente me hizo
pasar y las cosas se aclararon, él se reía dolorosamente y
le
salían lágrimas. Me pidió, con muy buenas maneras,
una
demostración; y apenas accedí entraron unos cuantos
empleados
que estaban detrás de una puerta. Se hizo mucho alboroto y me
pidieron que no llorara todavía. Detrás de una mampara,
oí decir:

-Apurate, que uno de los corredores va a llorar.
-¿Y por qué?
-¡Yo qué sé!
Yo estaba sentado al lado del gerente, en su gran escritorio;
habían
llamado a uno de los dueños, pero él no podía venir.
Los muchachos no se callaban y uno habla gritado: "Que piense en la
mamita, así llora más pronto". Entonces yo le dije al
gerente:
-Cuando ellos hagan silencio, lloraré yo.
El, con su voz enferma, los amenazó y después de algunos
instantes de relativo silencio yo miré por una ventana la copa de
un
árbol -estábamos en un primer piso- me puse las manos en la
cara y traté de llorar. Tenía cierto disgusto. Siempre que
yo
babia llorado los demás ignoraban mis sentimientos; pero aquellas
personas sabían que yo lloraría y eso me inhibía.
Cuando por fin me salieron lágrimas, saqué una mano de la
cara para tomar el pañuelo y para que me vieran la cara mojada.
Unos
se reían y otros se quedaban serios; entonces yo sacudí la
cabeza violentamente y se rieron todos. Pero en seguida hicieron silencio
y
empezaron a irse. Yo me secaba las lágrimas mientras la voz enferma
repetía: "Muy bien, muy bien". Tal vez todos estuvieran
desilusionados. Y yo me sentía como una botella vacía y
chorreaba; quería reaccionar, tenía mal humor y ganas de ser
malo. Entonces alcancé al gerente y le dije:

-No quisiera que ninguno de ellos utilizara el mismo procedimiento para la
venta de medias; y desearía que la casa reconociera mi...
iniciativa
y que me diera exclusividad por algún tiempo.
-Venga mañana y hablaremos de eso.
Al otro día el secretario ya había preparado el documento y
leía: "La casa se compromete a no utilizar y a hacer respetar
el sistema de propaganda consistente en llorar..." . Aquí los
dos se rieron y el gerente dijo que aquello estaba mal. Mientras
redactaban
el documento, yo fui paseándome hasta un mostrador. Detrás
de
él había una muchacha que me habló mirándome y
los ojos parecían pintados por dentro.

-¿Así que usted llora por gusto?
-Es verdad.
-Entonces yo sé más que usted. Usted mismo no sabe que tiene
una pena.Al principio yo me quedé pensativo; y después le
dije:
-Mire: no es que yo sea de los más felices; pero sé
arreglarme con mi desgracia y soy casi dichoso.
Mientras me iba -el gerente me llamaba- alcancé a ver la mirada de
ella: la había puesto encima de mí como si me hubiera dejado
una mano en el hombro.
Cuando reanudé las ventas, yo estaba en una pequeña ciudad.
Era un día triste y yo no tenía ganas de llorar. Hubiera
querido estar solo, en mi pieza, oyendo la lluvia y pensando que el agua
me
separaba de todo el mundo. Yo viajaba escondido detrás de una
careta
con lágrimas; pero yo tenía la cara cansada.

De pronto sentí que alguien se había acercado
preguntándome:
-¿Qué le pasa?
Entonces, yo, como un empleado sorprendido sin trabajar, quise reanudar mi
tarea y poniéndome las manos en la cara empecé a hacer los
sollozos.Ese año yo lloré hasta diciembre, dejé de
llorar en enero y parte de febrero, y empecé a llorar de nuevo
después de carnaval. Aquel descanso me hizo bien y yo volví
a
llorar con ganas. Mientras tanto yo había extrañado el
éxito de mis lágrimas y me había nacido como cierto
orgullo de llorar. Eran muchos más los vendedores; pero un actor
que
representara algo sin previo aviso y convenciera al público con
llantos...
Aquel nuevo año yo empecé a llorar por el oeste y
llegué a una ciudad donde mis conciertos habían tenido
éxito; la segunda vez que estuve allí, el público me
había recibido con una ovación cariñosa y prolongada;
yo agradecía parado junto al piano y no me dejaban sentar para
iniciar el concierto. Seguramente que ahora daría, por lo menos,
una
audición. Yo lloré allí, por primera vez, en el hotel
más lujoso; fue a la hora del almuerzo y en un día radiante.
Ya había comido y tomado el café, cuando de codos en la
mesa,
me cubrí la cara con las manos. A los pocos instantes se acercaron
algunos amigos que yo había saludado; los dejé parados
algún tiempo y mientras tanto, una pobre vieja -que no sé de
dónde había salido- se sentó a mi mesa y yo la miraba
por entre los dedos mojados. Ella bajaba la cabeza y no decía nada;
pero tenía una cara tan triste que daban ganas de ponerse a
llorar...

El día que yo di mi primer concierto tenía cierta
nerviosidad
que me venia del cansancio; estaba en la última hora de la primera
parte del programa y tomé uno de los movimientos con demasiada
velocidad; ya había intentado detenerme; pero me volvía
torpe
y no tenía bastante equilibrio ni fuerza para seguir; pero las
manos
se me cansaban, perdía nitidez y me di cuenta que no
llegaría
al final. Entonces, antes de pensarlo ya había sacado las manos del
teclado y las tenía en la cara: era la primera vez que lloraba en
escena.Al principio hubo murmullos de sorpresa y no sé por
qué alguien intentó aplaudir; pero otros chistaron y yo me
levanté. Con una mano me tapaba los ojos y con la otra tanteaba el
piano y trataba de salir del escenario. Algunas mujeres gritaron porque
creyeron que me caería en la platea; y ya iba a franquear una
puerta
del decorado, cuando alguien, desde el paraíso, me gritó:

-Cocodriiiiloooo!

Oí risas; pero fui al camarín, me lavé la cara y
aparecí en seguida y con las manos frescas terminé la
primera
parte. Al final vinieron a saludarme muchas personas y se comentó
lo
de "cocodrilo". Yo les decía:

-A mí me parece que el que me gritó tiene razón: en
realidad yo no sé por qué lloro; me viene el llanto y no lo
puedo remediar; a lo mejor me es tan natural como lo es para el cocodrilo.
En fin, yo no sé tampoco por qué llora el cocodrilo.

Una de las personas que me habían presentado tenía la cabeza
alargada; y como se peinaba dejándose el pelo parado, la cabeza
hacía pensar en un cepillo. Otro de la rueda lo
señaló
y me dijo:
-Aquí, el amigo, es médico. ¿Qué dice usted,
doctor?
Yo me quedé pálido. El me miró con ojos de
investigador policial y me preguntó:
-Dígame una cosa: ¿cuándo llora más usted, de
día o de noche?
Yo recordé q ue nunca lloraba en la noche porque a esa hora no
vendía, y le respondí:
-Lloro únicamente de día.
No recuerdo las otras preguntas. Pero al final me aconsejó:
-No coma carne. Usted tiene una vieja intoxicación.
A los pocos días me dieron una fiesta en el club principal.
Alquilé un frac con chaleco impecable y en el momento de mirarme al
espejo pensaba: "No dirán que este cocodrilo no tiene la
barriga blanca. ¡Caramba! Creo que ese animal tiene papada, como la
mía. Y es voraz...".

Al llegar al Club encontré poca gente. Entonces me di cuenta que
había llegado demasiado temprano. Vi a un señor de la
comisión y le dije que deseaba trabajar un poco en el piano. De esa
manera disimularía el madrugón.

Cruzamos una cortina verde y me encontré en una gran sala
vacía y preparada para el baile. Frente a la cortina y al otro
extremo de la sala estaba el piano. Me acompañaron hasta
allí
el señor de la comisión y el conserje; mientras
abrían
el piano, el señor -tenía cejas negras y pelo blanco- me
decía que la fiesta tendría mucho éxito, que el
director del liceo -amigo mío- diría un discurso muy lindo y
que él ya lo había oído; trató de recordar
algunas frases, pero después decidió que sería mejor
no decirme nada. Yo puse las manos en el piano y ellos se fueron. Mientras
tocaba pensé: "Esta noche no lloraré... quedaría
muy feo... el director del liceo es capaz de desear que yo llore para
demostrar el éxito de su discurso. Pero yo no lloraré por
nada del mundo".

Hacía rato que veía mover la cortina verde; y de pronto
salió de entre sus pliegues una muchacha alta y de cabellera
suelta;
cerró los ojos como para ver lejos; me miraba y se dirigía a
mí trayendo algo en una mano; detrás de ella apareció
una sirvienta que la alcanzó y le empezó a hablar de cerca.
Yo aproveché para mirarle las piernas y me di cuenta que
tenía puesta una sola media; a cada instante hacía
movimientos que indicaban el fin de la conversación; pero la
sirvienta seguía hablándole y las dos volvían al
asunto como una golosina. Yo seguí tocando el piano y mientras
ellas
conversaban tuve tiempo de pensar: "¿Qué querrá
con la media?... ¿Le habrá salido mala y sabiendo que yo soy
corredor...? ¡Y tan luego en esta fiesta!".
Por fin vino y me dijo:

-Perdone, señor, quisiera que me firmara una media.
Al principio me reí; y en seguida traté de hablarle como si
ya me hubieran hecho ese pedido otras veces. Empecé a explicarle
cómo era que la media no resistía la pluma; yo ya
había solucionado eso firmando una etiqueta y después la
pegaba en la media. Pero mientras daba estas explicaciones mostraba la
experiencia de un antiguo comerciante que después se hubiera hecho
pianista. Ya me empezaba a invadir la angustia, cuando ella se
sentó
en la silla del piano, y al ponerse la media me decía:

-Es una pena que usted me haya resultado tan mentiroso... debía
haberme agradecido la idea.
Yo habia puesto los ojos en sus piernas; después los saqué y
se me trabaron las ideas. Se hizo un silencio de disgusto. Ella, con la
cabeza inclinada dejaba caer el pelo; y debajo de aquella cortina rubia,
las manos se movían como si huyeran. Yo seguía callado y
ella
no terminaba nunca. Al fin la pierna hizo un movimiento de danza y el pie,
en punta, calzó el zapato en el momento de levantarse, las manos le
recogieron el pelo y ella me hizo un saludo silencioso y se fue.

Cuando empezó a entrar gente fui al bar. Se me ocurrió pedir
whisky. El mozo me nombró muchas marcas y como yo no conocía
ninguna le dije:
-Deme de esta última.
Trepé en un banco alto del mostrador y traté de no arrugarme
la cola del frac. En vez de cocodrilo debía parecer un loro negro.
Estaba callado, pensando en la muchacha de la media y me trastornaba el
recuerdo de sus manos apuradas.Me sentí llevado al salón por
el director del liceo. Se suspendió un momento el baile y él
dijo su discurso. Pronunció varías veces las palabras
"avatares" y "menester". Cuando aplaudieron yo
levanté los brazos como un director de orquesta antes de
"atacar" y apenas hicieron silencio dije:

-Ahora que debía llorar no puedo. Tampoco puedo hablar ni quiero
dejar por más tiempo separados los que han de juntarse para bailar.
Y terminé haciendo una cortesía.
Después me di vuelta, abracé al director del liceo y por
encima de su hombro vi la muchacha de la media. Ella me sonrió y
levantó su pollera del lado izquierdo y me mostró el lugar
de
la media donde había pegado un pequeño retrato mío
recortado de un programa. Yo me sonreí lleno de alegría pero
dije una idiotez que todo el mundo repitió:
-Muy bien, muy bien, la pierna del corazón.
Sin embargo yo me sentía dichoso y fui al bar. Subí de nuevo
a un banco y el mozo me preguntó:
-¿Whisky Caballo Blanco?
Y yo, con el ademán de un mosquetero sacando la espada:
-Caballo Blanco o Loro Negro.
Al poco rato vino un muchacho con una mano escondida en la espalda:
-El Pocho me dijo que a usted no le hace mala impresión que le
digan
"Cocodrilo".
-Es verdad, me gusta...
Entonces el sacó la mano de la espalda y me mostró una
caricatura. Era un gran cocodrilo muy parecido a mí; tenía
una pequeña mano en la boca, donde los dientes eran un teclado; y
de
la otra mano le colgaba una media; con ella se enjugaba las
lágrimas.
Cuando los amigos me llevaron a mi hotel yo pensaba en todo lo que
había llorado en aquel país y sentía un placer
maligno
en haberlos engañado; me consideraba como un burgués de la
angustia. Pero cuando estuve solo en mi pieza, me ocurrió algo
inesperado: primero me miré en el espejo; tenía la
caricatura
en la mano y alternativamente miraba al cocodrilo y a mi cara. De pronto y
sin haberme propuesto imitar al cocodrilo, mi cara, por su cuenta, se
echó a llorar. Yo la miraba como a una hermana de quien ignorara su
desgracia. Tenía arrugas nuevas y por entre ellas corrían
las
lágrimas. Apagué la luz y me acosté. Mi cara
seguía llorando; las lágrimas resbalaban por la nariz y
caían por la almohada. Y así me dormí. Cuando me
desperté sentí el escozor de las lágrimas que se
habían secado. Quise levantarme y lavarme los ojos; pero tuve miedo
que la cara se pusiera a llorar de nuevo. Me quedé quieto y
hacía girar los ojos en la oscuridad, como aquel ciego que tocaba
el
arpa.


 
justine,06.03.2012
Magnífico. Reposaré su sabor.
 
musas-muertas,06.03.2012
Cuantas emociones escondidas en unas lagrimas "forzadas"... para alguien que no necesitaba llorar que "facil"... que lloraba.
Hermosa eleccion...voy a volver a leerlo, felicitaciones por la selección.
 
sara_eliana,06.03.2012
Gracias ivette por los arreglos, quedó bien ahora.

Qué bueno que les haya gustado el cuento, musas y justine.

saludos





 
sara_eliana,07.03.2012
Dijo Felisberto, en carta a su amiga Paulina Medeiros:

"…yo tengo como un proceso de amistad con las palabras: primero me hago amigo directo de ellas; y después me quedo muy contento cuando se me aparecen juntas, dos que nunca habían estado juntas, que habían simpatizado o se habían atraído en algún lugar de mi alma no vigilado por mí. (…)
Pero hay palabras que nunca podrán ser amigas mías: las que no me parecen naturales o las que no entran en el misterio de la simpatía"

http://www.felisb...

 
musas-muertas,07.03.2012
voy a decir una obviedad tan grande que hasta me da "verguencita" aclararla, pero todo el cuento hace referencia (y seguro que todos lo saben) a esa expresion "lagrimas de cocodrilo" que se usa para caracterizar a la persona que finge sentimientos que no siente...
con este "importante aporte" (jeje) me voy a dormir pensando en el cuento...
abrazos a todos
ahh...muy buen parrafo elegido sara_eliana... alguien enamorado de las palabras...hermoso
 
sara_eliana,07.03.2012

Estoy de acuerdo, musas, en que una expresión tan común y corriente como la que has marcado, toma en este cuento una dimensión extraordinaria. Justamente eso era lo que quería resaltar con el párrafo.

 
ninive,07.03.2012
Este cuento en apariencia liviano y con salpicaduras de humor es profundamente triste. El personaje es un fracasado al que vemos espejado en la figura del arpista ciego. Cuando lo ve dice "pensé en mi y sentí depresión" y lo cita nuevamente al final del cuento "me quedé quieto y hacía girar los ojos en la oscuridad como aquel ciego que tocaba el arpa."
Linear como estructura, en primera persona . Encuentro que el principio comienza como a esbozar otro tipo de tema(los objetos robados )y de pronto cambia dirección.
Sucede que al principio se divague hasta centrar en la idea central del texto. Me gustó mucho. Reitero, lo encuentro muy triste
 
justine,07.03.2012
Es un coqueteo con la locura el que mantiene el personaje a lo largo de la historia. El cuento llora desde el inicio, es húmedo desde el inicio, la humedad en el otoño cálido, sobre las hojas húmedas en esa ciudad casi desconocida como lo es él a sí mismo que termina con su cara sumergida en la humedad de sus lágrimas para continuar sobreviviendo después de renunciar a vivir sus sueños. Al principio el sabía crear su propia felicidad, y después terminó por crear su propia tristeza. Las palabras recorren desde el humor tierno hasta el patetismo, pasando por la mentira y el cinismo hasta descubrirse en una caricatura de sí mismo a la que teme y no sabe enfrentarse.
Es fantástico. Uno no puede evitar reirse aún sabiendo que se masca la tragedia.
 
sagitarion,07.03.2012
Un texto que se lee con el encanto del desenfado, Una historia de vida en donde se destaca el ingenio del protagonista ante la adversidad, representada ésta por una enfermedad ocular, que el presiente y advierte al lector cuando dice: “primero robaba con los ojos cualquier cosa descuidada de la calle o del interior de las casas y después la llevaba a mi soledad. Gozaba tanto al repasarla, que si la gente hubiera sabido me hubiera odiado. Tal vez no me quedara mucho tiempo de felicidad.”

Luego, cuando mira al ciego del arpa en el café, fue como mirarse en un espejo, en un futuro que el presentía como fatal... “Decidí irme antes de perder la voluntad de disfrutar de la vida” -Dijo.

El contexto de la historia, me parece un pretexto del autor para mostrarnos otras características del cocodrilo. El personaje es un solitario, tal vez huérfano de amor femenino (por la reiterada presencia de mujeres de estancia fugaz en el trama y que intervienen con el afán de ayudarlo) o con un matrimonio fallido en donde hubo hijos, Es un gran negociador, emprendedor e ingenioso.

Finalmente, lo que sus síntomas anunciaban se consumó, aquella noche cuando dice: “Me quedé quieto (¿y ciego?) y hacía girar los ojos en la oscuridad, como aquel ciego que tocaba el arpa.

Con este cuento se disfruta de una lectura entretenida y aleccionadora, en cuanto al mensaje que me deja: Disfrutar la vida a pesar de las adversidades, si el destino es fatal, a que dejarse morir en vida sin luchar por ser feliz hasta el final. Cuántas historias de discapacitados habrá que contar o conocer. He aquí el gran logro a mi entender de Felisberto Hernández. Con mi agradecimiento a quien eligió el cuento.
 
sara_eliana,07.03.2012

“¿Quién no acaricia hoy, una media Ilusión?” era el slogan publicitario con el que el narrador protagonista había realizado la campaña. ¡Qué manera tan sencilla y contundente de sobredimensionar el significado de las palabras! Una media, ni siquiera un par, objeto humilde e insignificante si los hay, de algodón, hilo, lana, fibras, mezclas, pero que puede transformarse en el atractivo más distintivo del atuendo; pensemos en las medias “al tono”, en elegante combinación en un caballero o en un par de piernas de mujer envueltas en sugerentes medias de red, sujetas por un portaligas de encaje ¡guaauuuuu!

De ser el doméstico objeto de abrigo o protección del pié y la pierna, compañera inseparable del calzado, en el cuento de Hernández la palabra juega a insertarse en diferentes campos semánticos: también es la humilde mitad de una ilusión.

Así, el músico concertista cambia drásticamente de ramo: ya no vende música, ahora vende medias “porque eran más necesarias que los conciertos y más fácil de colocarlas”. Por una cuestión de sobrevivencia, tuvo que modificar sus actividades. Pero tampoco es fácil, porque hay que desenvolverse en un universo complejo y muy competitivo, en el que hay que echar mano de todos los recursos disponibles, como por ejemplo, el “llorar miseria”, y así lograr la venta. No obstante, sean cuales fueren las ocupaciones, todo ser tiene al menos, un derecho: acariciar una media Ilusión, o también, acariciar una media ilusión. Ni siquiera TENER una ilusión o una media ilusión, lo que ya sería algo así como tocar el cielo con las manos; simplemente ACARICIAR, mimar, albergar, cuidar, retener, la mitad de una ilusión. Con eso se puede pensar en alcanzar la plenitud.


 
ninive,07.03.2012
Es interesante el momento en que para regatear, jugando con el niño descubre que puede llorar artificialmente . Se aisla después en una plaza para pensar en lo que le había pasado y sentía "verguenza" . Tenía "lástima" de sí mismo
Descubre que puede manipular a la gente provocando compasión y se larga sin escrúpulos al juego, y "me había nacido como un cierto orgullo de llorar", dice
 
leobrizuela,07.03.2012
Sin duda Felisberto Hernández es un caso muy particular de escritor.
La mayoría de sus cuentos se han narrado desde la primera persona y recurrentemente con una alusión a algo que es recordado, aún aquellos episodios de su infancia. Además, nunca olvida mencionar su condición de pianista (a veces se descubre cierta musicalidad en la construcción de las frases, como respondiendo a un inconciente donde la armonía aparece como algo imperioso),y su personaje suele recorrer ciudades viviendo en la pobreza.
En mi opinión, este cuento ostenta una característica especial: reúne humor, drama y un toque grotesco. Y pregunto: ¿Y qué otra cosa es la propia condición humana?
El autor nos deja una visión patética de esa condición, metaforizada en esas lágrimas vacías de sentimiento que aplica como herramienta útil para asegurarse el pan diario. ¿Suena conocido?
El escenario es un mundo hostil, desalentador, sin esperanza.
Colateralmente aparece la mujer (un estigma en la vida de Felisberto):
La mujer se acercó lentamente y se sentó a mi lado. Ella había bajado dándome la espalda y yo no sabia como era su cara..."
También juegan su papel la hipocresía habitual de la sociedad (en este caso en los conciertos), el ciego que resume la negación de la realidad, la vida, el país...

Veamos como se define con "un burgués de la angustia..."


"Era un día triste y yo no tenía ganas de llorar.
Hubiera querido estar solo, en mi pieza, oyendo la lluvia y pensando que el agua me separaba de todo el mundo. Yo viajaba escondido detrás de una
careta con lágrimas; pero yo tenía la cara cansada".

Pero sobre el final, un párrafo pone en escena al verdadero ser humano, al que se asume en el triste papel que la vida le ha señalado:

"Apagué la luz y me acosté. Mi cara seguía llorando; las lágrimas resbalaban por la nariz y caían por la almohada. Y así me dormí. Cuando me desperté sentí el escozor de las lágrimas que se habían secado. Quise levantarme y lavarme los ojos; pero tuve miedo que la cara se pusiera a llorar de nuevo. Me quedé quieto y hacía girar los ojos en la oscuridad, como aquel ciego que tocaba el arpa."

Un relato profundo con aspecto de superficial.
Casi una alegoría.
 
sara_eliana,07.03.2012
Comparto con ninive la idea de divague; es como si el relato fuera buscando su cauce, serpenteando por caminos difíciles. Este procedimiento narrativo me parece sencillamente asombroso, como si el narrador se lanzara en una búsqueda dando la impresión de no saber muy bien adónde va a ir a parar, y lo más notorio es que no pierde hilación ni compromete el interés por parte del lector.

 
sara_eliana,07.03.2012

Leyendo lo del divague, la locura que menciona justine, los conceptos de sagitarion y leobrizuela y mi propio posteo me acordé del flaneur y la ciudad, un concepto muy productivo acuñado por Walter Benjamin, atendiendo a esa característica del hombre moderno que deambula sin rumbo, callejeando, tan presente en la literatura de la modernidad. Se puede ver ahí al Raskólnikov de Dostoievski, a los personajes de Baudelaire, por ejemplo, en “Los ojos de los pobres” y en tantas otras obras de la literatura urbana. Es el hombre perdido en la ciudad, que lucha como puede consciente de su impotencia, tal como lo hace nuestro personaje el cocodrilo.

El cocodrilo es, entonces, un flaneur, y es justo decir que es de los más positivos que he visto en la ficción literaria.

 
sara_eliana,07.03.2012

Voy a hacer, como nínive, una pregunta:

¿cómo descubre el personaje su facultad para el llanto?


 
musas-muertas,07.03.2012
Ensayo una posible respuesta Sara....
El personaje juega con un niño (un recuerdo de el mismo?) y juega a ese juego que todos hemos jugado... el de simular llorar para provocar una reaccion de lastima en el otro... el premio?:el niño devuelve la golosina.... Conclusion: llorar tiene premio!!
Slds
 
leobrizuela,07.03.2012
Entiendo que, de alguna manera, apela a la memoria emotiva para sacar fuera las lágrimas.

 
ninive,08.03.2012
he leído varios cuentos de F.Hernández y en casi todos el pianista mediocre aparece en los relatos. No sé si en la realidad fue un buen músico.
Lo que puedo aportar a esta mesa es la frase final de cortázar en el comentario que acompaña su libro"Narraciones incompletas" Dice Cortázar que "son pocos los que han descifrado la clave profunda y recurrente de los relatos de F. Hernández"Con esto me quedo con otro enigma que no tengo la agudeza de resolver

Yo creo que en el caso de F. Hernández sucede como vimos con Kafka; es muy difícil separar del texto la biografía del autor.
 
justine,08.03.2012
En el cuento dice que su vida como pianista era complicada. Le costaba trabajo ser reconocido como tal, él mismo tenía que organizarse los conciertos... Creo que era lo que él más amaba, ser pianista, pero no podía vivir de ello ni ser reconocido por ello. Allí nace una disyuntiva, dejar de ser lo que le hace feliz y dedicarse a algo tan distante del arte como la venta, se hace comerciante. Creo que llora en falso y vive en falso. Me llama la atención que nombra de pasada que para vivir siendo pianista tenía que escribir alguna cosa, como si el escribir fuera en su vida algo secundario.
Trasladar esto a la biografía de F.H. resultaría pretencioso, lo cierto es que como escritor llega a la cumbre. Desconozco si como pianista tuvo parangón.
Muy cierto lo que dice ninive, difícil separar la obra de la biografía del autor.
 
ladanny,09.03.2012
¿Qué puedo agregar?
Como tantos otros cuentos de F.Hernández, éste me atrapó. Hay para mí misterio en su escritura, sus abruptos cortes...
Algo de su biografía. tuvo éxito como pianista, tanto en buenos Aires como en Montevideo. Cito:"El conocimiento de las composiciones vanguardistas de Prokofieff, Stravinsky y otros compositores vanguardistas incidieron en buena parte en su avanzada propuesta literaria..."
Viajó a Paris y Londres, tuvo cuatro enlaces efímeros y un último noviazgo, poco antes de morir de leucemia en 1964.
Obviamente tenía sus problemas con las mujeres o...ellas con él.
Me olvidé que nació en Uruguay en 1902 y pasó la mayor parte de su vida en ese país.
 
sara_eliana,09.03.2012
“Algo se transforma en poesía si la miran ciertos ojos”

El tema del llanto me ha parecido por demás interesante, ya que es el tópico con el cual el autor va desgranando su pensamiento en la obra, y que por otro lado, da título al cuento . Como han dicho musas y leo, él descubre su solidaridad con el llanto a través del juego con un niño. Si bien como representación y/o farsa es un mecanismo de juego común, muy usado, para el personaje fue sorprendente. Primero, “logra su objetivo” –si es que acaso cabe esta apreciación- con el niño; luego, descubre que esa simulación se transforma en realidad: tiene las manos mojadas de lágrimas. Pero más sorprendente aún es cuando se va a la plaza, reflexionando y un poco apesadumbrado por esa inusitada habilidad que le ha surgido, y ensayando el mecanismo del llanto, acude su dolor y su pena y llora de verdad, sin simulación.

Después, el llanto raya en lo absurdo y grotesco. Llora por épocas, en las vacaciones de verano, no. Y lo más cómico para mí es cuando llora en el concierto, e interviene el médico: ¿Llora más de día o de noche? De día. No coma carne. Jajajaja. En verdad, es tragicómico. Me hizo acordar de desgraciados momentos en que uno o un familiar lleva una enfermedad terminal y los médicos preguntan: ¿Hay algún alcoholista en su familia? Y uno, haciendo memoria, piensa con ganas de preguntar ¿en qué familia no hay algún alcoholista? O ¿cómo puedo saber yo lo que hacían mis bisabuelos y su entorno? Por otra parte, ¿qué ganamos con saberlo?

Luego, el llanto es un toque de distinción: hay muchos vendedores pero ninguno llora como él, que se ha dado el lujo de llorar ante las más variadas personalidades. Su llanto se torna en espectáculo, burlesco para algunos “que piense en la mamita, así llora mejor” y él dice “voy a llorar cuando ellos hagan silencio”.

De este modo, hay dos expresiones comunes y remanidas puestas en discusión:

“llora con lágrimas de cocodrilo” aludiendo a un llanto fácil, vano, sin motivos, “artístico”, como simulación. Dice el personaje, “yo no sé por qué llora el cocodrilo” queriendo significar que nadie puede estar tan seguro de que las actitudes de llanto que se pueden asociar a él, sean siempre tan vanas y tan desprovistas de motivos. ¿Acaso no es un buen motivo llorar para vender, cuando de esto depende la supervivencia?

“llora miseria” es casi un corolario de lo anterior, y ya sea que lo tomemos como una actitud positiva -vale la pena llorar para vender- o una crítica, socialmente hay un reconocimiento sobre la eficacia de ese mecanismo tan antiguo como repetido.

Yo vuelvo al tema de la palabra. Palabras comunes, metáforas que han perdido su significación, son retomadas por Felisberto Hernández y puestas en lenguaje poético, que no es muy poético. La prosa de este autor tiene soberbios toques de poesía:

“ primero robaba con los ojos cualquier cosa descuidada de la calle o del interior de
las casas y después la llevaba a mi soledad”

Díganme si no es una construcción bellísima, con un sentido estético poco común … Pero en verdad, predomina un lenguaje sencillo, llano, en el que la poesía surge de la construcción en general, total de la obra.

Para sintetizar, la obra de Felisberto Hernández renueva el lenguaje. Enseña a trasformar el lenguaje sencillo y llano en una obra de arte. Y esto … no es poca cosa.

saludos

 
musas-muertas,09.03.2012
Clap,clap,clap (aplausos) para ti Sara, ademas de excelente coordinadora tienes una capacidad casi "forensica" de desmenuzar y obtener de un cuento elementos que corrientemente pasan desapercibidos, despues de tu analisis yo no tengo nada mas que agregar... salvo decir (una vez mas) que lo mejor de este foro son los comentarios, ninguno de los cuentos que he leido aqui volvera a ser el mismo...
Gracias a todos
 
leobrizuela,09.03.2012
Es así, musas-muertas. Podemos leer varias veces un texto y disfrutarlo, pero una segunda, una tercer mirada, ajenas, pueden develar aspectos ignorados, pasados por alto. Aspectos que, a veces, nos descubren "el otro relato" y que, por ignorancia o por inexperiencia, habíamos obviado.
De ahí el valor de un taller que, como este, reúne una pléyade de buenos lectores entre los cuales pretendo mezclarme con afán imitativo.
Y ahora, leyendo estos comentarios, caigo en la cuenta: había olvidado que el acto de llorar es algo sacralizado por la intimidad, lo secreto y vergonzante de su vista pública. Dentro de ese contexto, lo grotesco surge con ímpetu al ser explotado como recurso de venta.
Admirable Sara Eliana, desmenuzando con un bisturí maravilloso los vericuetos de una historia que, cuando más se analiza, mayor complejidad presenta.
 
ninive,09.03.2012
he borrado un aviso no pertinente al tema. El autor fue informado.
 
ninive,09.03.2012
Espectacular tu actuación como coordinadora Sara_eliana. Gracias
Un detalle más, me encantó la frase siguiente: "Después de acostado apagué la luz pero no podía dormir. Volví a encenderla y la bombita se asomó debajo de la pantalla como el globo de un ojo bajo un párpado oscuro.
 
filiberto,09.03.2012
pero sé
arreglarme con mi desgracia y soy casi dichoso.
Esta es para mí la clave del cuento. El protagonista tarabaja de llorón y gana su sustento gracias al llanto lo cual no tiene por qué extrañarnos. Cada uno de nosotros gana su pan haciendo uso de su propia "picardía"y está muy bien.
Es un cuento que te hace reír y llorar y también pensar.
Cuenta con inmuerables frases memorables:voy a llorar cuando ellos hagan
silencio”. (Impone respeto )
Espectaculares, un verdadero placer.
Como siempre Sarieli, todo lo que tocas lo vuelves oro.

Un verdadero placer.

 
filiberto,09.03.2012

arreglarme con mi desgracia y soy casi dichoso

La llevo a mi bio porque es genial.
 
filiberto,09.03.2012
Otra imperdible:

“ primero robaba con los ojos cualquier cosa descuidada de la calle o del
interior de
las casas y después la llevaba a mi soledad
 
sara_eliana,09.03.2012
Hola chicos, ni se imaginan lo feliz que estoy porque les ha gustado el cuento y la coordinación. Ni qué decir que la he disfrutado muchísimo, y yo también me acerqué a un autor que no conocía mucho como Felisberto Hernández, y como todo sabemos, ha sido un placer.


Y estuve pensando un poco más sobre este tema del llanto y el contexto de aparición de la obra. Hay que pensar que a principios del siglo XX, no era tan aceptado el llanto público del hombre. Y menos aún aquí en la zona rioplatense, en la que tanto los gauchos como los compadritos "nunca aprendieron a llorar".

Después de todo lo que ya se ha dicho, esto marca el cuento como una crítica corrosiva a una sociedad sumamente hipócrita. Es como si dijera, "los hombres lloramos, porque tenemos sobrados motivos para hacerlo, le pese a quien le pese".

saludos



 
filiberto,09.03.2012
¿Llora más de día o de noche? De
día. No coma carne. Espectacular el médico.
 
ninive,09.03.2012
Estoy a la espera de nuevos títulos y nuevos voluntarios para la
coordinación. Con Calma, fíjense que este cuento sar_eliana
lo subió el 6 y hoy ya lo hemos visto de todos los lados.
¿ prefieren repetir autores o buscar siempre alguien nuevo? Prefieren seguir una línea como hicimos con el doble? tuvimos tres ejemplos y para el tema maestro-alumno tuvimos dos.

Buenas noches queridos


 
leobrizuela,09.03.2012
¿Y si nos animamos con La autopista del Sur?
 
ninive,09.03.2012
Lo pongo en la lista, leobrizuela

El lunes decido. Hasta entonces tomo nota de las sugerencias aquí o en "elclubdelapaginaazul."
 
loretopaz,10.03.2012
Llego un poco tarde, igual ha sido un placer leer este cuento y todos los comentarios que van aclarando diferentes facetas del mismo, gracias Sara Eliana, y a todos los demás. La lectura del cuento me deja una sensación de soledad enorme, abismal, que ni siquiera el humor con que es tratado el tema puede ocultar. Veo a un pianista decepcionado, cansado de su vida errante, tan necesitado de una presencia femenina que tal vez se haya hecho vendedor de medias con el fin de acercarse al mundo femenino, para "acariciar" la suavidad, percibir la humedad (cae de pronto "una gran hoja de plátano cargada de humedad" mientras conversa con la mujer en la enredadera), y ser compadecido, consolado por ellas. Sin embargo no se ve una búsqueda, un deseo de remediar a esa situación de vacío de emocional de su vida, al contrario, la única reacción enérgica la tiene cuando una mujer trata de revelarle su tristeza : "Usted mismo no sabe que tiene una pena." y él responde : "Mire: no es que yo sea de los más felices; pero sé arreglarme con mi desgracia y soy casi dichoso."
 
loretopaz,10.03.2012
Me gustaría agregar a la lista "La noche boca arriba", o sino Axolotl, dos cuentos que siempre me han impresionado.
 
ninive,10.03.2012
Anotado, loretopaz. La noche boca arriba y Axolotl
 
ladanny,10.03.2012
Gracias sara_eliane y a todos por los comentarios tan sabrosos. Por razones personales no me puedo ocupar tanto, pero disfruto de este taller tan sabroso.
Siempre me fascinó"El Jardín de los senderos que se bifurcan" Da para anaizar...
 
sara_eliana,10.03.2012

La lectura de loretopaz está en un todo de acuerdo con el desarrollo del concepto de flaneur de Walter Benjamin, que dejé más arriba. Es el habitante urbano perdido en la maraña que la modernidad ofrece sin dar.

Muchas gracias a todos, es un placer inmenso trabajar en este grupo.

cariños, y buen fin de semana




 
sara_eliana,10.03.2012
Cuando tenía 14 años, mi madre me regaló una colección de obras escogicas de Lin Yutang, en tres tomos. Traía una compilación de cuentos tradicionales chinos, muy antiguos. Los estuve buscando en internet, y pude bajarlos de

www.libroos.es

en PDF

Es un sitio gratuito, hay que tenerle un poquito de paciencia pero funciona bien.

Los cuentos se agrupan por categorías: aventuras, amor, satíricos, etc. De los cuentos de amor, siempre me gustó mucho "La diosa de jade". ¡Si habré llorado ...!

Los pongo para su consideración. El título:

BARBA RIZADA Y OTROS FAMOSOS RELATOS CHINOS, de Lin Yutang

Si alguien los quiere, que me deje un correo en el LDV y gustosamente se los envío. Es una lectura exquisita.

un abrazo



 
loretopaz,11.03.2012
Gracias Sara Eliana, yo también tuve un libro de cuentos populares chinos cuando niña, También los disfruté mucho.
 
qoele,11.03.2012
Filisberto Hernández, músico y escritor, gran amante de la vida y las mujeres, casado cuatro veces. Vivió una temporada en París, cuando vivir en París era vivir en París. Es uno de los más contundentes escritores de nuestra lengua, admirado por Borges y Cortázar. También por Calvino que no lo consideró latino-americano ni europeo, sino único e inconfundible.
Mi lectura de este cuento, que conocía, se desarrolló sobre dos rieles paralelos, uno el de la historia, el otro, ese que todo lector vive dentro de su propia vida, donde descubre cosas nuevas u olvidadas.
El primer nivel, generalmente se evapora muy pronto de la mente, el segundo se queda formando parte de nuestro ser y originando nuevos brotes y ramas en el árbol de nuestras lecturas y de nuestra propia existencia única.
Es notable el juego de asociaciones de ideas del protagonista con las cuales va construyendo su intrincada trama, partiendo de las cosas más comunes y corrientes del cotidiano vivir, que traen también repentinos y olvidados tesoros al lector, germinando desde algún aroma del pasado, de un paseo cerca de un río donde el sol cae como una lluvia de oro chispeante.
Asociaciones lejanas e inesperadas, que son la magia de la lectura paralela de nuestros propios pluriuniversos mentales a los cuales nos permite el acceso, una pluma virtuosa como la de nuestro escritor, que nos visitó desde este cuento de lágrimas y lagrimones acocodriladas o menos.
Pareciera que a ratos se viaja por paisajes verbales algo incongruos, que nos lleva hacia espacios mentales marginales, para traernos de nuevo al buen camino de sensaciones precisas, que ordenan la trama de la historia. La tensión entre esa imaginación fértil que sabe hacia dónde va, moviéndose en lo desconocido con el pincel de la palabra, y la tela donde el diseño del trazo es virtuoso, aparece este particular objeto que un cuento sin respuestas definitivas. Nutriente para el hambre de generaciones de lectores que continuarán a interrogarse y disfrutar del mundo inventado por Filisberto Hernández.
Quedan muchos ecos retumbando en la mente y la imaginación a lectura terminada, vagos reflejo oníricos, señales de un mundo fantástico, de humorismo indeterminado, de juegos verbales que sugieren calma y prisa, sensación de aferrar algo que luego escapa y deja construcciones subjetivas que se evaporan en la presencia concreta de sabores y aromas que viven en la propia memoria del lector. Frases que cortan en espacio cerebral como un cuchillo metafísico, en una atmósfera que podría ser gótica, de castillos en penumbras donde un personaje observa su propia cara llorando sola, pero no se insiste.
A veces el horror no está en la sangre que brota a raudales de cabezas cortadas o vientres de demonios que supuran, sino cuando caminamos, alguien lo dijo, tranquilamente en el jardín y una rosa te habla.
 
hippie80,11.03.2012

Yo tuve un libro de cuentos chinos, y realmente son muy especiales.
Yo podia contar en chino (hasta 10) saludar, preguntar ¿cómo esta usted?.

Mi vecino era de Shangai.

 
ninive,11.03.2012
qoele, chappeau!!!!

Tu pluma es desconcertante. A veces pienso que tienes dos personalidades. Excelente este posteo
 
hippie80,11.03.2012

Si maestra ninive, he leido a qoue y es excelente el comentario del doctor.
No tiene dos personalidades, sino diversas, las cuales puede asumir con elegancia la que desee de las anteriores gracias a un extenso conocimiento academico universal.
El doctor puede ser analitico, pragmático y hasta teórico en el tratamiento de los argumentos expuestos y abordados en su modo.

BD.-

 
sara_eliana,11.03.2012
Después de leer a qoele (me encantó, y tras todo lo que se trabajó con la lectura de "El cocodrilo", me quedé pensando en Felisberto Hernández. Todo el mundo está de acuerdo en que es genial, pero al menos a mí, no me parece un autor que haya adquirido notoriedad ni el merecido reconocimiento a su talento. Seguramente no digo ninguna genialidad, pero aún así, me fui a leer otros cuentos para ver qué onda -como dirían los chicos.

Y no es sencilla su prosa. Hay procedimientos constantes, como la relación con la música, echar mano de elementos del grotesco, del absurdo, resignificar y reelaborar metáforas que han perdido su sentido poético a fuerza de repeticiones, no identidades, no lugares ... un procedimiento narrativo sinuoso, difícil de seguir ... no es sencilla su prosa. Es exquisitamente rica, pero creo que hay que tener ganas de leerla.

Al menos en Argentina, creería que no ha llegado a las escuelas secundarias ni terciarias, como Kafka, Carpentier, Borges, Cortázar, de los que recuerdo ahora que hemos leído. En términos generales, no ha llegado a los alumnos, y tampoco a los docentes de literatura.

Una verdadera pérdida.

Que pasen muy buen domingo. Yo aquí, con mi mate amargo, leyendo a Felisberto Hernández.



 
qoele,11.03.2012
Agradezco a ninive y sara sus palabras, aunque lamento que al calor de lo que escribí, releyéndolo, encuentro algunas desatenciones que molestan la lectura. Deberé aprender de los elegantes y cuidadosos textos de saraeliana, pero ella enseña y conoce el método.
 
loretopaz,12.03.2012
Ah , Qoele, esa forma de leer es la que prefiero, ese dejarse llevar por caminos que no tienen mucho que ver con la trama pero que nos conectan con nuestro mundo interior, una lectura que va pulsando cuerdas que hasta ahora desconocíamos y nos permite ir descubriendo trozos de vida fugaces que habían escapado a nuestro recuerdo. Me parece que la forma de escribir de Filisberto Hernández puede incitar a ese tipo de lectura, porque el relato va dando saltos inesperados como cuando soñamos, y nos hace perdernos en nuestros propios ensueños. Lo que escribes me hizo recordar enseguida a uno de mis escritores favoritos, muchos de cuyos cuentos he leido cantidad de veces sin ser capaz muchas veces de recordar la trama, porque su forma esencialmente onírica va creando un sinfin de digresiones que conllevan incontables saltos hacia lo desconocido. Me refiero a Juan Emar, escritor chileno de comienzos del siglo 20, que recién hoy empieza a ser conocido y publicado. Encuentro algunas similitudes en la forma de escribir de ambos, un ejemplo :
"Hacía rato que yo estaba llorando cuando vi que de arriba del muro venían bajando dos piernas de mujer con medias "Ilusión" semibrillantes. Y en seguida noté una pollera verde que se confundía en la enredadera. Yo no había oído colocar la escalera. La mujer estaba en el último escalón y yo me sequé rápidamente las lágrimas; pero volví a poner la cabeza baja y como si estuviera pensativo. La mujer se acercó lentamente y se sentó a mi lado. Ella había bajado dándome la espalda y yo no sabia como era su cara." Para mí es un texto que cabría perfectamente en un escrito de Juan Emar. Si les interesa, podríamos incluír uno de sus cuentos en la lista.
 
sara_eliana,12.03.2012
¡Qué belleza, loretopaz, tu lectura!

Le pasamos el dato a ninive para que vea de incluir a Juan Emar. Yo no lo he leído, ya hemos visto cuán rico es el trabajo de lectura conjunta. Quedamos a la espera de la próxima propuesta.

De todos modos, el foro sigue abierto por si alguien quiere agregar algo más a todo lo que se ha dicho, y seguir disfrutando a Felisberto.

Por mi parte, agradecerles el entusiasmo con que han recibido la propuesta de lectura, la colaboración y los piropos que me han prodigado. Una reverencia a ninive, sin duda, una SEÑORA de loscuentos.net.

Un gran abrazo.


 
ninive,12.03.2012
Mucho honor, Sara-eliana. Me alegro que estén contentos. Este lugar fue pensado junto con Justine porque ambas y también muchos de ustedes habrán sentido que en esta página de literatura faltaba la literatura. La buena lectura nos ayura a escribir mejor.
El tema Emar voy a buscarlo, no leí nada de el autor.
Abriré un nuevo apartado. Gracias a todos y a lacoordinadora de turno mil gracias por la forma y el fondo de esta lectura.
Les recuerdo que los textos terminados son expuestos en elclubdelapaginaazul y están a disposición de todos.
 
justine,13.03.2012
Muchas gracias sara-eliana por tu magnífica coordinación.
Nos vemos en la siguiente lectura.
 



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