|
ninive,13.01.2012
|
El cuento es largo . Lo tomamos con calma. Les doy cita en el círculo literariodentro de una semana para opinar. Mientras iré dejando algunas informaciones sobre el autor y el estilo del cuento | |
ninive,13.01.2012
|
Una rosa para Emily
Cuando murió la señorita Emilia Grierson, casi toda la ciudad asistió a su funeral; los hombres, con esa especie de respetuosa devoción ante un monumento que desaparece; las mujeres, en su mayoría, animadas de un sentimiento de curiosidad por ver por dentro la casa en la que nadie había entrado en los últimos diez años, salvo un viejo sirviente, que hacía de cocinero y jardinero a la vez.
La casa era una construcción cuadrada, pesada, que había sido blanca en otro tiempo, decorada con cúpulas, volutas, espirales y balcones en el pesado estilo del siglo XVII; asentada en la calle principal de la ciudad en los tiempos en que se construyó, se había visto invadida más tarde por garajes y fábricas de algodón, que habían llegado incluso a borrar el recuerdo de los ilustres nombres del vecindario. Tan sólo había quedado la casa de la señorita Emilia, levantando su permanente y coqueta decadencia sobre los vagones de algodón y bombas de gasolina, ofendiendo la vista, entre las demás cosas que también la ofendían. Y ahora la señorita Emilia había ido a reunirse con los representantes de aquellos ilustres hombres que descansaban en el sombreado cementerio, entre las alineadas y anónimas tumbas de los soldados de la Unión, que habían caído en la batalla de Jefferson.
Mientras vivía, la señorita Emilia había sido para la ciudad una tradición, un deber y un cuidado, una especie de heredada tradición, que databa del día en que el coronel Sartoris el Mayor -autor del edicto que ordenaba que ninguna mujer negra podría salir a la calle sin delantal-, la eximió de sus impuestos, dispensa que había comenzado cuando murió su padre y que más tarde fue otorgada a perpetuidad. Y no es que la señorita Emilia fuera capaz de aceptar una caridad. Pero el coronel Sartoris inventó un cuento, diciendo que el padre de la señorita Emilia había hecho un préstamo a la ciudad, y que la ciudad se valía de este medio para pagar la deuda contraída. Sólo un hombre de la generación y del modo de ser del coronel Sartoris hubiera sido capaz de inventar una excusa semejante, y sólo una mujer como la señorita Emilia podría haber dado por buena esta historia.
Cuando la siguiente generación, con ideas más modernas, maduró y llegó a ser directora de la ciudad, aquel arreglo tropezó con algunas dificultades. Al comenzar el año enviaron a la señorita Emilia por correo el recibo de la contribución, pero no obtuvieron respuesta. Entonces le escribieron, citándola en el despacho del alguacil para un asunto que le interesaba. Una semana más tarde el alcalde volvió a escribirle ofreciéndole ir a visitarla, o enviarle su coche para que acudiera a la oficina con comodidad, y recibió en respuesta una nota en papel de corte pasado de moda, y tinta empalidecida, escrita con una floreada caligrafía, comunicándole que no salía jamás de su casa. Así pues, la nota de la contribución fue archivada sin más comentarios.
Convocaron, entonces, una junta de regidores, y fue designada una delegación para que fuera a visitarla.
Allá fueron, en efecto, y llamaron a la puerta, cuyo umbral nadie había traspasado desde que aquélla había dejado de dar lecciones de pintura china, unos ocho o diez años antes. Fueron recibidos por el viejo negro en un oscuro vestíbulo, del cual arrancaba una escalera que subía en dirección a unas sombras aún más densas. Olía allí a polvo y a cerrado, un olor pesado y húmedo. El vestíbulo estaba tapizado en cuero. Cuando el negro descorrió las cortinas de una ventana, vieron que el cuero estaba agrietado y cuando se sentaron, se levantó una nubecilla de polvo en torno a sus muslos, que flotaba en ligeras motas, perceptibles en un rayo de sol que entraba por la ventana. Sobre la chimenea había un retrato a lápiz, del padre de la señorita Emilia, con un deslucido marco dorado.
Todos se pusieron en pie cuando la señorita Emilia entró -una mujer pequeña, gruesa, vestida de negro, con una pesada cadena en torno al cuello que le descendía hasta la cintura y que se perdía en el cinturón-; debía de ser de pequeña estatura; quizá por eso, lo que en otra mujer pudiera haber sido tan sólo gordura, en ella era obesidad. Parecía abotagada, como un cuerpo que hubiera estado sumergido largo tiempo en agua estancada. Sus ojos, perdidos en las abultadas arrugas de su faz, parecían dos pequeñas piezas de carbón, prensadas entre masas de terrones, cuando pasaban sus miradas de uno a otro de los visitantes, que le explicaban el motivo de su visita.
No los hizo sentar; se detuvo en la puerta y escuchó tranquilamente, hasta que el que hablaba terminó su exposición. Pudieron oír entonces el tictac del reloj que pendía de su cadena, oculto en el cinturón.
Su voz fue seca y fría.
-Yo no pago contribuciones en Jefferson. El coronel Sartoris me eximió. Pueden ustedes dirigirse al Ayuntamiento y allí les informarán a su satisfacción.
-De allí venimos; somos autoridades del Ayuntamiento, ¿no ha recibido usted un comunicado del alguacil, firmado por él?
-Sí, recibí un papel -contestó la señorita Emilia-. Quizá él se considera alguacil. Yo no pago contribuciones en Jefferson.
-Pero en los libros no aparecen datos que indiquen una cosa semejante. Nosotros debemos...
-Vea al coronel Sartoris. Yo no pago contribuciones en Jefferson.
-Pero, señorita Emilia...
-Vea al coronel Sartoris (el coronel Sartoris había muerto hacía ya casi diez años.) Yo no pago contribuciones en Jefferson. ¡Tobe! -exclamó llamando al negro-. Muestra la salida a estos señores.
II
Así pues, la señorita Emilia venció a los regidores que fueron a visitarla del mismo modo que treinta años antes había vencido a los padres de los mismos regidores, en aquel asunto del olor. Esto ocurrió dos años después de la muerte de su padre y poco después de que su prometido -todos creímos que iba a casarse con ella- la hubiera abandonado. Cuando murió su padre apenas si volvió a salir a la calle; después que su prometido desapareció, casi dejó de vérsele en absoluto. Algunas señoras que tuvieron el valor de ir a visitarla, no fueron recibidas; y la única muestra de vida en aquella casa era el criado negro -un hombre joven a la sazón-, que entraba y salía con la cesta del mercado al brazo.
“Como si un hombre -cualquier hombre- fuera capaz de tener la cocina limpia”, comentaban las señoras, así que no les extrañó cuando empezó a sentirse aquel olor; y esto constituyó otro motivo de relación entre el bajo y prolífico pueblo y aquel otro mundo alto y poderoso de los Grierson.
Una vecina de la señorita Emilia acudió a dar una queja ante el alcalde y juez Stevens, anciano de ochenta años.
-¿Y qué quiere usted que yo haga? -dijo el alcalde.
-¿Qué quiero que haga? Pues que le envíe una orden para que lo remedie. ¿Es que no hay una ley?
-No creo que sea necesario -afirmó el juez Stevens-. Será que el negro ha matado alguna culebra o alguna rata en el jardín. Ya le hablaré acerca de ello.
Al día siguiente, recibió dos quejas más, una de ellas partió de un hombre que le rogó cortésmente:
-Tenemos que hacer algo, señor juez; por nada del mundo querría yo molestar a la señorita Emilia; pero hay que hacer algo.
Por la noche, el tribunal de los regidores -tres hombres que peinaban canas, y otro algo más joven- se encontró con un hombre de la joven generación, al que hablaron del asunto.
-Es muy sencillo -afirmó éste-. Ordenen a la señorita Emilia que limpie el jardín, denle algunos días para que lo lleve a cabo y si no lo hace...
-Por favor, señor -exclamó el juez Stevens-. ¿Va usted a acusar a la señorita Emilia de que huele mal?
Al día siguiente por la noche, después de las doce, cuatro hombres cruzaron el césped de la finca de la señorita Emilia y se deslizaron alrededor de la casa, como ladrones nocturnos, husmeando los fundamentos del edificio, construidos con ladrillo, y las ventanas que daban al sótano, mientras uno de ellos hacía un acompasado movimiento, como si estuviera sembrando, metiendo y sacando la mano de un saco que pendía de su hombro. Abrieron la puerta de la bodega, y allí esparcieron cal, y también en las construcciones anejas a la casa. Cuando hubieron terminado y emprendían el regreso, detrás de una iluminada ventana que al llegar ellos estaba oscura, vieron sentada a la señorita Emilia, rígida e inmóvil como un ídolo. Cruzaron lentamente el prado y llegaron a los algarrobos que se alineaban a lo largo de la calle. Una semana o dos más tarde, aquel olor había desaparecido.
Así fue cómo el pueblo empezó a sentir verdadera compasión por ella. Todos en la ciudad recordaban que su anciana tía, lady Wyatt, había acabado completamente loca, y creían que los Grierson se tenían en más de lo que realmente eran. Ninguno de nuestros jóvenes casaderos era bastante bueno para la señorita Emilia. Nos habíamos acostumbrado a representarnos a ella y a su padre como un cuadro. Al fondo, la esbelta figura de la señorita Emilia, vestida de blanco; en primer término, su padre, dándole la espalda, con un látigo en la mano, y los dos, enmarcados por la puerta de entrada a su mansión. Y así, cuando ella llegó a sus 30 años en estado de soltería, no sólo nos sentíamos contentos por ello, sino que hasta experimentamos como un sentimiento de venganza. A pesar de la tara de la locura en su familia, no hubieran faltado a la señorita Emilia ocasiones de matrimonio, si hubiera querido aprovecharlas..
Cuando murió su padre, se supo que a su hija sólo le quedaba en propiedad la casa, y en cierto modo esto alegró a la gente; al fin podían compadecer a la señorita Emilia. Ahora que se había quedado sola y empobrecida, sin duda se humanizaría; ahora aprendería a conocer los temblores y la desesperación de tener un céntimo de más o de menos.
Al día siguiente de la muerte de su padre, las señoras fueron a la casa a visitar a la señorita Emilia y darle el pésame, como es costumbre. Ella, vestida como siempre, y sin muestra ninguna de pena en el rostro, las puso en la puerta, diciéndoles que su padre no estaba muerto. En esta actitud se mantuvo tres días, visitándola los ministros de la Iglesia y tratando los doctores de persuadirla de que los dejara entrar para disponer del cuerpo del difunto. Cuando ya estaban dispuestos a valerse de la fuerza y de la ley, la señorita Emilia rompió en sollozos y entonces se apresuraron a enterrar al padre.
No decimos que entonces estuviera loca. Creímos que no tuvo más remedio que hacer esto. Recordando a todos los jóvenes que su padre había desechado, y sabiendo que no le había quedado ninguna fortuna, la gente pensaba que ahora no tendría más remedio que agarrarse a los mismos que en otro tiempo había despreciado.
III
La señorita Emilia estuvo enferma mucho tiempo. Cuando la volvimos a ver, llevaba el cabello corto, lo que la hacía aparecer más joven que una muchacha, con una vaga semejanza con esos ángeles que figuran en los vidrios de colores de las iglesias, de expresión a la vez trágica y serena...
Por entonces justamente la ciudad acababa de firmar los contratos para pavimentar las calles, y en el verano siguiente a la muerte de su padre empezaron los trabajos. La compañía constructora vino con negros, mulas y maquinaria, y al frente de todo ello, un capataz, Homer Barron, un yanqui blanco de piel oscura, grueso, activo, con gruesa voz y ojos más claros que su rostro. Los muchachillos de la ciudad solían seguirlo en grupos, por el gusto de verlo renegar de los negros, y oír a éstos cantar, mientras alzaban y dejaban caer el pico. Homer Barren conoció en seguida a todos los vecinos de la ciudad. Dondequiera que, en un grupo de gente, se oyera reír a carcajadas se podría asegurar, sin temor a equivocarse, que Homer Barron estaba en el centro de la reunión. Al poco tiempo empezamos a verlo acompañando a la señorita Emilia en las tardes del domingo, paseando en la calesa de ruedas amarillas o en un par de caballos bayos de alquiler...
Al principio todos nos sentimos alegres de que la señorita Emilia tuviera un interés en la vida, aunque todas las señoras decían: “Una Grierson no podía pensar seriamente en unirse a un hombre del Norte, y capataz por añadidura.” Había otros, y éstos eran los más viejos, que afirmaban que ninguna pena, por grande que fuera, podría hacer olvidar a una verdadera señora aquello de noblesse oblige -claro que sin decir noblesse oblige- y exclamaban:
“¡Pobre Emilia! ¡Ya podían venir sus parientes a acompañarla!”, pues la señorita Emilia tenía familiares en Alabama, aunque ya hacía muchos años que su padre se había enemistado con ellos, a causa de la vieja lady Wyatt, aquella que se volvió loca, y desde entonces se había roto toda relación entre ellos, de tal modo que ni siquiera habían venido al funeral.
Pero lo mismo que la gente empezó a exclamar: “¡Pobre Emilia!”, ahora empezó a cuchichear: “Pero ¿tú crees que se trata de...?” “¡Pues claro que sí! ¿Qué va a ser, si no?”, y para hablar de ello, ponían sus manos cerca de la boca. Y cuando los domingos por la tarde, desde detrás de las ventanas entornadas para evitar la entrada excesiva del sol, oían el vivo y ligero clop, clop, clop, de los bayos en que la pareja iba de paseo, podía oírse a las señoras exclamar una vez más, entre un rumor de sedas y satenes: “¡Pobre Emilia!”
Por lo demás, la señorita Emilia seguía llevando la cabeza alta, aunque todos creíamos que había motivos para que la llevara humillada. Parecía como si, más que nunca, reclamara el reconocimiento de su dignidad como última representante de los Grierson; como si tuviera necesidad de este contacto con lo terreno para reafirmarse a sí misma en su impenetrabilidad. Del mismo modo se comportó cuando adquirió el arsénico, el veneno para las ratas; esto ocurrió un año más tarde de cuando se empezó a decir: “¡Pobre Emilia!”, y mientras sus dos primas vinieron a visitarla.
-Necesito un veneno -dijo al droguero. Tenía entonces algo más de los 30 años y era aún una mujer esbelta, aunque algo más delgada de lo usual, con ojos fríos y altaneros brillando en un rostro del cual la carne parecía haber sido estirada en las sienes y en las cuencas de los ojos; como debe parecer el rostro del que se halla al pie de una farola.
-Necesito un veneno -dijo.
-¿Cuál quiere, señorita Emilia? ¿Es para las ratas? Yo le recom...
-Quiero el más fuerte que tenga -interrumpió-. No importa la clase.
El droguero le enumeró varios.
-Pueden matar hasta un elefante. Pero ¿qué es lo que usted desea. . .?
-Quiero arsénico. ¿Es bueno?
-¿Que si es bueno el arsénico? Sí, señora. Pero ¿qué es lo que desea...?
-Quiero arsénico.
El droguero la miró de abajo arriba. Ella le sostuvo la mirada de arriba abajo, rígida, con la faz tensa.
-¡Sí, claro -respondió el hombre-; si así lo desea! Pero la ley ordena que hay que decir para qué se va a emplear.
La señorita Emilia continuaba mirándolo, ahora con la cabeza levantada, fijando sus ojos en los ojos del droguero, hasta que éste desvió su mirada, fue a buscar el arsénico y se lo empaquetó. El muchacho negro se hizo cargo del paquete. E1 droguero se metió en la trastienda y no volvió a salir. Cuando la señorita Emilia abrió el paquete en su casa, vio que en la caja, bajo una calavera y unos huesos, estaba escrito: “Para las ratas”.
IV
Al día siguiente, todos nos preguntábamos: “¿Se irá a suicidar?” y pensábamos que era lo mejor que podía hacer. Cuando empezamos a verla con Homer Barron, pensamos: “Se casará con él”. Más tarde dijimos: “Quizás ella le convenga aún”, pues Homer, que frecuentaba el trato de los hombres y se sabía que bebía bastante, había dicho en el Club Elks que él no era un hombre de los que se casan. Y repetimos una vez más: “¡Pobre Emilia!” desde atrás de las vidrieras, cuando aquella tarde de domingo los vimos pasar en la calesa, la señorita Emilia con la cabeza erguida y Homer Barron con su sombrero de copa, un cigarro entre los dientes y las riendas y el látigo en las manos cubiertas con guantes amarillos....
Fue entonces cuando las señoras empezaron a decir que aquello constituía una desgracia para la ciudad y un mal ejemplo para la juventud. Los hombres no quisieron tomar parte en aquel asunto, pero al fin las damas convencieron al ministro de los bautistas -la señorita Emilia pertenecía a la Iglesia Episcopal- de que fuera a visitarla. Nunca se supo lo que ocurrió en aquella entrevista; pero en adelante el clérigo no quiso volver a oír nada acerca de una nueva visita. El domingo que siguió a la visita del ministro, la pareja cabalgó de nuevo por las calles, y al día siguiente la esposa del ministro escribió a los parientes que la señorita Emilia tenía en Alabama....
De este modo, tuvo a sus parientes bajo su techo y todos nos pusimos a observar lo que pudiera ocurrir. Al principio no ocurrió nada, y empezamos a creer que al fin iban a casarse. Supimos que la señorita Emilia había estado en casa del joyero y había encargado un juego de tocador para hombre, en plata, con las iniciales H.B. Dos días más tarde nos enteramos de que había encargado un equipo completo de trajes de hombre, incluyendo la camisa de noche, y nos dijimos: “Van a casarse” y nos sentíamos realmente contentos. Y nos alegrábamos más aún, porque las dos parientas que la señorita Emilia tenía en casa eran todavía más Grierson de lo que la señorita Emilia había sido....
Así pues, no nos sorprendimos mucho cuando Homer Barron se fue, pues la pavimentación de las calles ya se había terminado hacía tiempo. Nos sentimos, en verdad, algo desilusionados de que no hubiera habido una notificación pública; pero creímos que iba a arreglar sus asuntos, o que quizá trataba de facilitarle a ella el que pudiera verse libre de sus primas. (Por este tiempo, hubo una verdadera intriga y todos fuimos aliados de la señorita Emilia para ayudarla a desembarazarse de sus primas). En efecto, pasada una semana, se fueron y, como esperábamos, tres días después volvió Homer Barron. Un vecino vio al negro abrirle la puerta de la cocina, en un oscuro atardecer....
Y ésta fue la última vez que vimos a Homer Barron. También dejamos de ver a la señorita Emilia por algún tiempo. El negro salía y entraba con la cesta de ir al mercado; pero la puerta de la entrada principal permanecía cerrada. De vez en cuando podíamos verla en la ventana, como aquella noche en que algunos hombres esparcieron la cal; pero casi por espacio de seis meses no fue vista por las calles. Todos comprendimos entonces que esto era de esperar, como si aquella condición de su padre, que había arruinado la vida de su mujer durante tanto tiempo, hubiera sido demasiado virulenta y furiosa para morir con él....
Cuando vimos de nuevo a la señorita Emilia había engordado y su cabello empezaba a ponerse gris. En pocos años este gris se fue acentuando, hasta adquirir el matiz del plomo. Cuando murió, a los 74 años, tenía aún el cabello de un intenso gris plomizo, y tan vigoroso como el de un hombre joven....
Todos estos años la puerta principal permaneció cerrada, excepto por espacio de unos seis o siete, cuando ella andaba por los 40, en los cuales dio lecciones de pintura china. Había dispuesto un estudio en una de las habitaciones del piso bajo, al cual iban las hijas y nietas de los contemporáneos del coronel Sartoris, con la misma regularidad y aproximadamente con el mismo espíritu con que iban a la iglesia los domingos, con una pieza de ciento veinticinco para la colecta.
Entretanto, se le había dispensado de pagar las contribuciones.
Cuando la generación siguiente se ocupó de los destinos de la ciudad, las discípulas de pintura, al crecer, dejaron de asistir a las clases, y ya no enviaron a sus hijas con sus cajas de pintura y sus pinceles, a que la señorita Emilia les enseñara a pintar según las manidas imágenes representadas en las revistas para señoras. La puerta de la casa se cerró de nuevo y así permaneció en adelante. Cuando la ciudad tuvo servicio postal, la señorita Emilia fue la única que se negó a permitirles que colocasen encima de su puerta los números metálicos, y que colgasen de la misma un buzón. No quería ni oír hablar de ello.
Día tras día, año tras año, veíamos al negro ir y venir al mercado, cada vez más canoso y encorvado. Cada año, en el mes de diciembre, le enviábamos a la señorita Emilia el recibo de la contribución, que nos era devuelto, una semana más tarde, en el mismo sobre, sin abrir. Alguna vez la veíamos en una de las habitaciones del piso bajo -evidentemente había cerrado el piso alto de la casa- semejante al torso de un ídolo en su nicho, dándose cuenta, o no dándose cuenta, de nuestra presencia; eso nadie podía decirlo. Y de este modo la señorita Emilia pasó de una a otra generación, respetada, inasequible, impenetrable, tranquila y perversa.
Y así murió. Cayo enferma en aquella casa, envuelta en polvo y sombras, teniendo para cuidar de ella solamente a aquel negro torpón. Ni siquiera supimos que estaba enferma, pues hacía ya tiempo que habíamos renunciado a obtener alguna información del negro. Probablemente este hombre no hablaba nunca, ni aun con su ama, pues su voz era ruda y áspera, como si la tuviera en desuso.
Murió en una habitación del piso bajo, en una sólida cama de nogal, con cortinas, con la cabeza apoyada en una almohada amarilla, empalidecida por el paso del tiempo y la falta de sol.
V
El negro recibió en la puerta principal a las primeras señoras que llegaron a la casa, las dejó entrar curioseándolo todo y hablando en voz baja, y desapareció. Atravesó la casa, salió por la puerta trasera y no se volvió a ver más. Las dos primas de la señorita Emilia llegaron inmediatamente, dispusieron el funeral para el día siguiente, y allá fue la ciudad entera a contemplar a la señorita Emilia yaciendo bajo montones de flores, y con el retrato a lápiz de su padre colocado sobre el ataúd, acompañada por las dos damas sibilantes y macabras. En el balcón estaban los hombres, y algunos de ellos, los más viejos, vestidos con su cepillado uniforme de confederados; hablaban de ella como si hubiera sido contemporánea suya, como si la hubieran cortejado y hubieran bailado con ella, confundiendo el tiempo en su matemática progresión, como suelen hacerlo las personas ancianas, para quienes el pasado no es un camino que se aleja, sino una vasta pradera a la que el invierno no hace variar, y separado de los tiempos actuales por la estrecha unión de los últimos diez años.
Sabíamos ya todos que en el piso superior había una habitación que nadie había visto en los últimos cuarenta años y cuya puerta tenía que ser forzada. No obstante esperaron, para abrirla, a que la señorita Emilia descansara en su tumba.
Al echar abajo la puerta, la habitación se llenó de una gran cantidad de polvo, que pareció invadirlo todo. En esta habitación, preparada y adornada como para una boda, por doquiera parecía sentirse como una tenue y acre atmósfera de tumba: sobre las cortinas, de un marchito color de rosa; sobre las pantallas, también rosadas, situadas sobre la mesa-tocador; sobre la araña de cristal; sobre los objetos de tocador para hombre, en plata tan oxidada que apenas se distinguía el monograma con que estaban marcados. Entre estos objetos aparecía un cuello y una corbata, como si se hubieran acabado de quitar y así, abandonados sobre el tocador, resplandecían con una pálida blancura en medio del polvo que lo llenaba todo. En una silla estaba un traje de hombre, cuidadosamente doblado; al pie de la silla, los calcetines y los zapatos.
El hombre yacía en la cama..
Por un largo tiempo nos detuvimos a la puerta, mirando asombrados aquella apariencia misteriosa y descarnada. El cuerpo había quedado en la actitud de abrazar; pero ahora el largo sueño que dura más que el amor, que vence al gesto del amor, lo había aniquilado. Lo que quedaba de él, pudriéndose bajo lo que había sido camisa de dormir, se había convertido en algo inseparable de la cama en que yacía. Sobre él, y sobre la almohada que estaba a su lado, se extendía la misma capa de denso y tenaz polvo.
Entonces nos dimos cuenta de que aquella segunda almohada ofrecía la depresión dejada por otra cabeza. Uno de los que allí estábamos levantó algo que había sobre ella e inclinándonos hacia delante, mientras se metía en nuestras narices aquel débil e invisible polvo seco y acre, vimos una larga hebra de cabello gris.
| |
leobrizuela,14.01.2012
|
Finalmente lo había leído, lo recordé al recorrer el primer párrafo.
A mi juicio el relato simboliza un pasado sureño, típico en el autor, ya muerto definitivamente. La historia, continuamente salpicada con saltos hacia atrás, refiere el caso de una mujer (Emily) negadora del paso del tiempo, dueña de un orgullo a ultranza, reforzado por la presencia eventual de ciertos familiares (primas) convocados para mantener viva una tradición sureña que oscila entre la lástima y la irreverencia.
Un narrador testigo, pluralizado en un “nosotros”, que relata un romance callado y oculto, aunque sospechado a partir de ciertos indicios, con un Homer Barron yanqui, vital, ícono de una actualidad finalmente no admitida por la protagonista que es finalmente eliminado de la vida física, aunque no del todo olvidado. Una parte del mismo pervive en Emily al punto de compartir cuarenta años el lecho con su cadáver.
Sintetizando, creo que el cuento remite, al modo de una alegoría, al hecho de reconocer que todo lo que se detiene en el tiempo (sociedades, culturas, individuos) está condenados a la locura, la soledad y el olvido. Finalmente, será la muerte quien ponga un broche final a la circunstancia.
| |
qoele,14.01.2012
|
Yo lo iré a leer a mi libro de Faulkner, porque como quedan los textos en esta página, definitivamente no me gusta leer. Cada uno con sus mañas de lectura.
Faulkner me gusta mucho, pero no recuerdo haber leído este cuento. Buen aporte de ninive. | |
qoele,14.01.2012
|
A medida que iba leyendo, mis ojos fueron reconociendo los lugares y peersonajes que viven en este mundo de un pasado que, generación tras generación, se mantiene vivo en la imagen de esa casa, de la señorita Emilia, del mayordomo construyendo el tiempo, día a día camino al mercado, de los guantes amarillos de Barron, de sus risotadas simpáticas y prepotentes, hasta el polvo que cubre la concavidad donde vive, con todos sus secretos, un cabello gris, aún vigoroso.
Un cuento, digamos, como los de un tiempo, donde todo lleva a una lectura calmada, al menos para mí, donde la imaginación se reposa en su febril viaje por el paso maravilloso y triste del tiempo. Una historia impecable, donde se dice tanto y se dice poco, con descripciones excepcionales.
| |
filiberto,14.01.2012
|
Es uno de mis cuentos favoritos, también es de aquellas obras que sirven de escuela para novatos, desde la primera palabra hasta la última. La manera de pintar los personajes, la exactitud para lograr el clima, el transcurrir de la historia, las descripciones,todo se une para conseguir, desde mi punto de vista, un trabajo de primera línea. | |
divinaluna,14.01.2012
|
Me parece un cuento macabro y real, donde la sospecha de todas las acciones es también un personaje, no me sorprendió el final.
Me gusta como el autor lleva al lector en un paseo por el tiempo, el presente el pasado y el futuro, sin mezclar ni confundir a quien lee, un arte dificil e impecable en este caso.Mi personaje favorito es el criado, el reflejo de la fidelidad. | |
shosha,14.01.2012
|
Un cuento, dónde la condición humana esta reflejada con maestría, es de una lectura agradable, el entorno y los personajes bien definidos, sin caer en el abuso de descripciones.
Lo disfrute.
| |
ninive,14.01.2012
|
Lo de lectura agradable tendría que conversarlo con shosha. El cuento es
macabro, es fuerte, está magistralmente escrito, pero agradable....sería el último adjetivo que podría adjudicar a esta lectura.
Quiero esperar a que otros lleguen, lo dije al principio. Tomémoslo con calma, es un cuento que presenta muchos aspectos y
algunos incomprensibles. Poco a poco plantearé mis impresiones y las preguntas que genera.
Por ejemplo:¿quienes son los *nosotros?
¿quien es este plural que aparece después de una
narración que partió decididamente en tercera persona?
| |
qoele,14.01.2012
|
En espera de los "aspectos incomprensibles" que ha individuado ninive, puedo decir respecto al "nosotros" que yo sentí esa voz plural como la voz del barrio y las generaciones que se suceden conversando acerca de la misteriosa historia de la señorira Emilia. Digamos una especie de Fuenteovejuna del barrio, en el sentido de quiénes son "nosotros", digo Fuenteovejuna son. | |
ninive,14.01.2012
|
Me devenané los sesos pensando en cuál sería el motivo del título ya que de flores vemos solo las muchas y varias que acompañan a Emily en su entierro.
La rosa no aparece por ningún lado y buscando en lo de mi amigo googl encontré alguien que dice :
"El título es epónimo porque nos presenta al personaje principal, Miss Emily y es simbólico porque la rosa significa amor y muerte, simboliza el paso del tiempo en la vida de Emily, la rosa contiene espinas que reflejan el carácter de Miss Emily, "
Lo acepto por el momento | |
qoele,14.01.2012
|
Me parece difícil, sino imposible, sin la ayuda del autor descubrir el significado de ciertos títulos tanto de novelas, cuentos o poemas. Digamos ciertos títulos. | |
filiberto,14.01.2012
|
Es un cuento que tiene muchísimo para...diríamos, desmenuzar. Volveré por él. | |
divinaluna,14.01.2012
|
me parece acertado el aporte de ninive, la rosa es emily, presupone la vida de la protagonista quien siempre fue cuidada por el fiel Tobe ,que se marcha solo ante la muerte del ama. | |
divinaluna,14.01.2012
|
no olvidemos que al comienzo dice ..."salvo un viejo sirviente, que hacía de cocinero y jardinero a la vez" | |
leobrizuela,14.01.2012
|
Me queda claro que la rosa se ofrece a Emily a modo de epitafio; Carver le dedicó tres rosas a Chéjov, por ejemplo. Y el nosotros es la voz del pueblo, de una sociedad actual, espectadora del transcurrir de la historia apuntada; relator testigo que asume el llamado "plural de modestia" confundiéndose con su iguales.
Por lo que he leído, Faulkner mantuvo en muchos de sus escritos una reminiscencia nostálgica con sus antecesores del Sur y sus costumbres señoriales, que plasmó en más de un cuento. Nótese el grado de sumisión del sirviente negro, un exclavo del siglo XIX en, a la sazón, pleno 1930. | |
ninive,14.01.2012
|
Leobrizuela, gracias me gusta el homenaje de la rosa como epitafio.
Es notable como la rosa venga mencionada en muchos libros o cuentos como título.
Quisiera hablar aquí de los personajes del cuento.
Aparte Emily y el sirviente y el desdichado novio yo veo en la ciudad y la casa dos verdaderos personajes. Ya en los primeros párrafos son citadas insistentemente. | |
qoele,15.01.2012
|
En el famoso libro de Eco aparece también la rosa, y el escritor explicó en detalle el porqué de esa rosa, y me resultó muy interesante la génesis de ese título.
| |
qoele,15.01.2012
|
Sin duda, como señala ninive, la presencia de la casa es muy imponente en el cuento. Todo cambia alrededor de ella, se modifican las calles, el barrio, se renuevan las generaciones, cambia la historia, pero la casa siempre ahí, como un ídolo antiguo, donde sólo el tiempo actúa con su implacable metamorfosis de polvo y muerte. | |
shosha,15.01.2012
|
estimada Ninive, segun leí el agrado tiene varios significados.A saber,
•gustar, satisfacer, interesar, complacer, contentar, encantar, deleitar, alegrar, regocijar, cautivar, atraer, seducir, hechizar, arrebatar, entusiasmar, embelesar, embriagar, absorber
El interes y la atracción fueron los motivos de mi agrado.
Un gusto pasar por este rincón. | |
qoele,15.01.2012
|
Siempre con el buen ánimo de conversar, yo no podría decir que se trata de un cuento macabro, estimada ninive, porque antes de derrumbar la puerta todo era más bien costumbrista.
Debería releer el cuento, cosa que no hago nunca, pero lo que dice leobrizuela, es decir, que ella dormía con el cadáver, personalmente no me di cuenta de este hecho que, de ser así, sería realmente macabro el asunto.
Creo recordar que la cama, y sus accesorios, estaban completamente cubiertos de polvo, lo que impediría que una persona viva duerma al lado del cadáver sin que el polvo cubra ese lugar. Digo yo, pero habría que sentir otras opiniones o llamamos a Sherlock Holmes, para que nos aclare la escena. | |
qoele,15.01.2012
|
Lo que me pregunto es cómo murió el capataz Barron, porque no hay indicios que la pequeña Emilia lo haya asesinado, me parece.
De ser cierto que no los hay, entonces es posible que él haya muerto durante el orgasmo y ese climax indicaría que se quedó con los brazos en actitud de abrazar un cuerpo. Digo nomás. | |
ninive,15.01.2012
|
O.k. shosha no lo dudé ni un momento.
Veamos las alusiones y transformaciones de a CASA
Primer párrafo
provoca una gran curiosidad por ver el interior .
segundo : descripción y transformación externa "la casa era una construcción cuadrada...
3 descripción interna de la casa "allá fueron en efecto....
4 "la única muestra de vida en aquella casa era el criado negro....
5 "Todos esos años la puerta principal permaneció cerrada...
6" cayó enferma en esa casa, envuelta en polvo y sombras.... | |
justine,15.01.2012
|
Mirando "simbolismos de la rosa":En Roma, una rosa silvestre se colocaba en la puerta de una habitación en la que se discutían cosas reservadas o secretas. La frase sub rosa o "bajo la rosa" significa guardar un secreto.Valorar interpretaciones.
¿Qué hjzo con el arsénico Emily? | |
ninive,15.01.2012
|
justine ¿lo preguntás en serio?
Por lo menos yo creo que fue uno de los condimentos de la cena del novio.
Esto no lo entiendo
" la señorita Emilia tenía
familiares en Alabama, aunque ya hacía muchos años que su
padre se había enemistado con ellos, ba causa de la vieja lady Wyatt,/b
aquella que se volvió loca, y desde entonces se había roto
toda relación entre ellos, de tal modo que ni siquiera habían
venido al funeral.
Pero lo mismo que la gente empezó a exclamar: “¡Pobre
Emilia!”, ahora empezó a cuchichear: “Pero ¿tú crees
que se trata de...?” “¡Pues claro que sí! ¿Qué
va a ser, si no?”,
Yo no sé llegué a pensar que la relación con el padre fuera incestuosa ya que no quiso durante tres dias que lo enterraran y después....encontró a la víctima que ocuparía su lugar. Si la idea es muy loca me la bochan sin más.
| |
ninive,15.01.2012
|
Guardar un secreto le queda como guante a la situación. Aunque prefiero la interpretación encontrada por Leobrizuela y que se trate de un homenaje. | |
ninive,15.01.2012
|
qoele , debes releer el cuento porque si no entendiste que el cadaver del novio estuvo encerrado por años en la pieza de arriba te hace falta releer y considerar lo macabro de la conducta de Emily.
Cuentos densos como estos requieren varias lecturas. | |
qoele,15.01.2012
|
El arsénico, claro que sí, justine. Aquí hay más que un indicio de la posible muerte del capataz. Posible, porque no hay ninguna certeza. A veces en lo demasiado evidente no está la respuesta.
Ninive, me es imposible releer un cuento ya leído, al menos en lo inmediato. Debe ser alguna patología delector, pero con el tiempo algunos he vuelto a leerlos. Este mismo lo releí sin saberlo, gracias a tu propuesta. | |
qoele,15.01.2012
|
La idea del incesto forma parte de las posibilidades que un lector puede vivir durante su lectura.
Sé, por ejemplo, que respecto a todas las posibilidades de una novela policial, sólo queda una: que el asesino sea el lector.
Existirían ideas obsesivas que no son personales, y como los libros se hablan entre ellos, una verdadera investigación policial debría probar que los culpables somos nosotros, los lectores.
Una idea bizarra, sin duda, pero interesante. La literatura siempre amplía sus fronteras. | |
qoele,15.01.2012
|
Respecto al cadáver, ninive, digo que no me parece que Emile dormía a su lado, porque la almohada estaba cubierta de polvo, independiente del piso donde estaba.
¿Por qué Emilia no podría dormir con su criado, por ejemplo?
Si hablamos de secretos, entonces no nos quedemos en chicas y veamos si hay indicios en esa dirección. Emilia era extraña, muy extraña. | |
qoele,15.01.2012
|
En cuanto a la rosa, habría que averiguar en dirección de la Rosa Roja. | |
justine,15.01.2012
|
Durante los últimos años la protagonista sólo vivía en la planta de abajo y el capataz si no me equivoco estaba en el piso superior. Luego los últimos años ya no dormía con él, aunque encontrar el cabello gris sobre la almohada era un indicio de que previamente sí lo había hecho. | |
divinaluna,15.01.2012
|
muy buen aporte Justine, habla de la comprensión de Emily de lo que hubo hecho, de alli que no subiera al piso superior y se encerrara para siempre en la planta baja, ahora el cabello gris es como una velada despedida que hace el autor, me parece a mi, claro. | |
ninive,15.01.2012
|
Y no sólo había un cabello gris. copio el último párrafo:
Entonces nos dimos cuenta de que aquella segunda almohada ofrecíab la
depresión dejada por otra cabeza/b. Uno de los que allí
estábamos levantó algo que había sobre ella e
inclinándonos hacia delante, mientras se metía en nuestras
narices aquel débil e invisible polvo seco y acre, vimos una larga
hebra de cabello gris.
Ya que el desdichado murio cuando Emily no era canosa, es de suponer que a veces , apesar de dormir en la habitación de abajo subia para acostarse junto a él.
Si esto no es necrofilia ....
| |
ninive,15.01.2012
|
bqoele/b
Te felicito por comparar el papel de la ciudad y del nosotros con Fuenteovejuna | |
qoele,16.01.2012
|
Gracias ninive. Respecto al cabello en la depresión de la almohada, son muy interesantes las versiones de las agudas lectoras amigas. Pueden ser perfectamente válidas, porque es nuestra imaginación, sin salirnos del texto, que vaga por esas misteriosas paredes y salas de la casa de los Grierson.
Eso de dormir con el cadáver, personalmente no lo encuentro muy verosimil, digo en el caso de Emilia, aunque posible. Digo, porque en esta relación me parece que algo parecido al amor no existió nunca.
Por esto yo tiendo a creer que ella durmió junto al amante, sólo la noche en que éste murió.
En cuanto al cabello gris, imagino que las células y los componentes químicos que lo constituyen sigan transformándose con el tiempo, cambiando de color entre otras cosas.
La otra hipótesis es que haya dormido con el cadáver, como dice justina, antes de traslocar dormitorio al piso de abajo.
Me parece recordar que cuando echaron abajo la puerta, descubrieron algunos objetos del finado, corbata, etc., limpios.
Otro aspecto que no me torna es que el cadáver (pareciera nos estamos concentrando sobre los aspectos macabros del cuento, que yo no les di mucha importancia en mi lectura) fue encontrado calmo y relajado, al parecer, y con los brazos en actitud de abrazar, es decir el tío estaba viviendo un buen momento.
No conozco los efectos que provoca en el organismo humano una dosis de máxima concentración de arsénico contra ratas y ratones. Sólo puedo imaginar horribles contorsiones faciales y musculares en general, y posiciones post morten parecidas al baile de San Vito. | |
ninive,16.01.2012
|
Hablemos de la ciudad imaginaria Jefferson.
Jefferson es la precedente de Macondo . Se podría formar una geografía literaria con las ciudades imaginarias de los escritores. | |
Yvette27,16.01.2012
|
MACONDO garcía Márquez Cien años de soledad
SANTA MARÏA onetti en La vida Breve
COMALA Juan Rulfo en Pedro Páramo
RULETEMBURGO Dovtoiesky en El jugador
CACODELFIA Leopoldo Marechal en Adan BS Aires
OPAR Edgar Rice en Tarzán
| |
qoele,16.01.2012
|
Vdo que los desafíos literarios de ninive siempre se hacen más complicados, afortunadamente.
Pasar de la casa de la señora Emilia y sus secretos, a la o las ciudades imaginarias en literatura, es un paso, al menos para mí, harto complicado.
Quizás habría que precisar el concepto de "ciudad imaginaria", porque me parece que Comala y Macondo, al menos, son simples pueblitos o lugares mágicos y oníricos.
Al menos así los recuerdo cuando los visité "en espíritu".
También "estuve" en Ruletemburgo, pero en estos momentos no recuerdo ni siquiera una calle por donde pasó el jugador o esa vieja y excentrica noble dama, quizás princesa o condesa rusa.
De las otras ciudades que nombra Ivette ignoraba su existencia imaginaria. | |
justine,16.01.2012
|
El arsénico contribuye a una buena conservación del cadáver, produciendo una momificación en muertes rápidas o una putrefacción acelerada en caso de muertes lentas (Wilkipedia).
Lo de la necrofilia es espeluznante, algo me dice que es eso lo que ocurría. Si pensamos en los antecedentes de la locura en la tía carnal, los maltratos del padre a la madre, todo parece posible.
Sólo consintió en tener pareja cuando el padre murió, lo que quiere decir que todas sus funciones las tenía satisfechas. No salió de casa hasta que no murió el padre, y se volvió a encerrar cuando envenenó al capataz. La comida y la bebida las llevaba el criado. | |
LADANNY,16.01.2012
|
En este cuento se observa a través de los comentarios, que el lector también es autor.
Para mí el comienzo en primera persona plural es el coro griego, que va variando continuamente en sus apreciaciones :curiosidad, envidia, piedad, y el placer de la chismografía,en fin los sentimientos típicos del ser humano.
El sirviente negro, siempre silencioso y servicial con
Emily y su desaparición cuando ella muere,me pareció buenísimo.
Por supuesto los personajes que presentan la justicia, son vencidos implacablemente frente a la firmeza de Emilia.
Está también su actitud tan extraña frente a la muerte del padre, quién ahuyentó a todos sus
pretendientes y al que quizás odió profundamente.
Dejé para el final a Emillia, personaje típico del magistral Faulkner, sureña, con un dejo de locura y
otro de perversión.
Cuando aparece Homer Barren, el Yankee y se establece una misteriosa relación entre ellos sin olvidar la compra del asénico .
El final sacude porque solo en el sur de aquellos
tiempos pudo haer sucedido una relación tan mórbida.
El título me intriga: ¿Será un homenaje del autor a esa figura hierática, que no se deja inmutar por nadie, casi se podría decir con absoluta libertad | |
ninive,16.01.2012
|
Gracias por tu entrada al círculo del lector. Atento e interesante tu enfoque sobre el cuento.
El texto pertenece por todos sus componentes a la literatura gótica. | |
ninive,16.01.2012
|
fragmento: Según el ensayista César Fuentes Rodríguez características específicas de la novela gótica
La intriga se desarrolla en un viejo castillo o un monasterio (importancia del escenario arquitectónico, que sirve para enriquecer la trama)
Atmósfera de misterio y suspenso
Emociones desbocadas Erotismo larvado ,conflictos amorosos , oscuros impulsos sentimentales.
Las emociones de los protagonistas intervienen en la apariencia de las cosas, o bien el clima que rodea una escena define el estado de ánimo de los personajes.
| |
divinaluna,16.01.2012
|
El personaje de Emily es oscuro y por ende todo lo que la rodea tiene sombras, el capataz es un personaje que le sirve para vengarse del prometido fugado, ella es macabra en su accionar y en sus pensamientos.Creo que tener al padre insepulto es un acto de rebelión y no incestuoso, sino la confirmacion de la muerte de tirano.Emily es impune, la protege su antiguo poder de terrateniente, somete al criado , somete al capataz. somete a todo el pueblo, aún en medio de las habladurias ella esta convencida de ser inocente. Es poderosa hasta la muerte. | |
justine,17.01.2012
|
divinaluna, el capataz es el prometido fugado. En el pueblo sólo la asesina sabía que él había muerto. | |
divinaluna,17.01.2012
|
acepto la confusión, pero no cambia, para mí, la imagen manipuladora de Emily | |
ninive,18.01.2012
|
Rscato lo del coro griego citado por Ladanny. Es la voz del nosotros y del
pueblo que acompaña todo lo que va sucediendo en la vida de "la pobre Emily"
Estoy pensando en el cuento que pondremos sobre la mesa del club de los lectores la semana próxima.
b¿propuestas?/b
| |
hippie80,18.01.2012
|
Una mujercita,- Franz Kafka.
El gato negro.- Edgard Allan Poe.-
Gracias maestra. | |
justine,18.01.2012
|
Bienvenido hippie80 al círculo de lectura.
De no haber otras proposiciones | |
divinaluna,18.01.2012
|
Un canario como regalo- E. Hemingway | |
hippie80,18.01.2012
|
Gracias al foro que difunde la Literatura Universal.-
| |
leobrizuela,18.01.2012
|
Sugiero "Patrón" de Abelardo Castillo. | |
qoele,18.01.2012
|
Para mí va bien cualquiera de los cuentos propuestos. Siempre tendremos algo que decir, y aprender de las lecturas diversas de la propia. | |
justine,18.01.2012
|
Bueno, no sé que opinaréis, pero me gusta eso de tener cuentos en recámara, Por mí cualquiera estaría bien, pero dado que hippie80 es el último miembro podrí amos continuar con la lectura "Una mujercita" de Franz Kafka como recibimiento,
La idea de LADANNY del nosotros como coro griego me encantó. | |
divinaluna,18.01.2012
|
me parece interesante el cuento de Kafka | |
justine,18.01.2012
|
ninive, no sé si podrías sugerirnos algo para desmenuzar más esta lectura. Como la idea inicial fue dar un margen de 15 días...
Ya ves que todos nos hemos puesto a la tarea.
Si podemos exprimir, exprimimos, y si no cuando quieras damos el pistoletazo a Kafka. | |
ninive,18.01.2012
|
Apruebo todo lo que decidan. ¿Con Kafka ?, de acuerdo ...Creo que dejaremos reposar en paz a Emily.
Y oiba a proponer "La lengua de las mariposas de Manuel Rivas.Llo dejaré para la próxima vez. Quería volver al cuento escrito en español en el original. | |
qoele,19.01.2012
|
Está tomando muy buen aspecto este círculo de lectores azules, por mi parte comienzo a entusiasmarme, o ya lo estoy de plano.
Lo importante, creo, es el aporte de ideas para que no se estanque, aunque la potencia y el impulso viene de los propios textos.
Debo decir que la última idea de ninive me encuentra de acuerdo, es decir, volver al cuento en español, sin quitar nada a las sugerencias anteriores, porque releer o leer a Kafka y Poe, siempre es un alimento extraordinario para todo lector.
Pero, como en algunos cuentos traducidos encontramos algunas dificultades, que atribuimos injustamente al autor, volviendo al cuento en español ganaríamos todos, ya descubriendo algunos malabares de estilo, novedades en la metáfora etc., y, al menos, aquí leeríamos directamente desde la fuente del castellano, con sus múltiples iridiscencias, según el país hispanohablante del autor. | |
loretopaz,19.01.2012
|
Veo que llego tarde para participar, acabo de leer "Una rosa para Emily" y todos los comentarios, muy interesantes y enriquecedores, un verdadero gusto pasar por este foro. Concuerdo también con la preferencia de leer cuentos escritos originalmente en castellano, creo que Qoele lo explica muy bien. Y en cuanto a Kafka, estoy encantada de que leamos uno de sus cuentos. | |
qoele,19.01.2012
|
No llegaste absolutamente tarde, loretopaz, aún ninive no sube el próximo cuento.
Sería muy interesante tu comentario a este cuento, porque cada lector da mayor importancia a los aspectos que más lo tocan, y esto hace de este foro algo muy agradable de leer. | |
hippie80,19.01.2012
|
La transposición idiomatica qoele, a la que se refiere, evidentemente de un lenguaje a otro, uno base y otro externo constituye un desafio a la armonía del pensamiento y de la cultura del idioma origen.
Las variables que pudiesen alterar el logro de la comprension absoluta, puede ser materia de estudio mas profundo segun sea la complejidad del lenguaje original tratado en el texto.-
| |
ninive,20.01.2012
|
Justine y ninive desean que este círculo sea un valioso lugar literario de la página.Todos los cuentos que propongan los lectores se guardarán en los estantes y serán tomados en consideración .
Inútil decir que todo comentario fuera de tema tendrá que ser anulado.
A continuación, los nombres de los actuales socios del círculo.
bloretopaz./b Te extrañamos.
bhippie80/b nuevo socio bien recibido
bqoele/b intervienes muy sabiamente
b divinaluna/b nueva socia muy activa
b leobrizuela /b socio fundador
b filiberto/b nos gustaría verte más a menudo
b Ladanny/b nos gustaría verte más a menudo
En la estantería del círculo figuran ya:
1 Cortazar con Lejana
2 Onetti con Bienvenido Bob
3 Borges con El Otro
4 Juan José Millás con el mundo de atrás
5 Stig dagerman Matar a un niño
6 Faulkner Una Rosa para Emily
| |
loretopaz,20.01.2012
|
Bueno, Quoele, he vuelto a leer el cuento y puedo decir que lo que más me toca es la manera en que Faulkner sugiere las cosas, dejando al lector que vaya adivinándolas, a través de las frases aparentemente inocentes de ese "nosotros" -toda la comunidad- que relata la historia y que deja entrever todo lo callado, lo que nunca se ha dicho con respecto a Emily, pero que todos sospechan.
Lo otro que me impacta es la personalida de Emily, que se siente tan superior al resto y exige que se reconozca su "dignidad como última representante de los Grierson", y que prefier refugiarse en la locura ¿fingida o real? antes que enfrentar la realidad. A la muerte de su padre se encierra en una torre de marfil, y obliga a todos los demás, -la delegación de regidores, el droguero, las señoras que van a darle el pésame, ese pobre sirviente-esclavo y en buenas cuentas todo el puebo-, a callar y aceptar. Se trata de una personalidad manipuladora y dominante.
En cuanto al cabello final, tal vez simbolice lo único que pudieron descubrir realmente al derribar la puerta -lo del asesinato lo habían presentido desde el comienzo-, que la vieja Emily consideraba al cadáver como su esposo. | |
qoele,20.01.2012
|
De tu preciso comentario, loretopaz, sobretodo como cuentas el final, me vino en mente la definición que dio ninive de este cuento, llamándolo macabro, y efectivamente estando así las cosas es macabro y con todas las perversiones mortuorias, porque dormir con un cadáver haría de Emily un personaje muy potente en su "macabridad".
Veo que mi lectura fue mucho más ligera, en el sentido de levedad, ya que me quedé con lo del paso del tiempo, el cambio de costumbres y generaciones y esa inquietante casa aferrada y representando el pasado y su belleza, dentro a un barrio que cambia de fisonomía. Este lado fue lo que me gustó más de este cuento, pero lo que tal vez era su núcleo, lahistoria de Emily, más para imaginar que para ver, como que la pasé de largo, o de pasadita nomás. Pura remoción de lo necro, quizás. | |
pithusa,20.01.2012
|
Nínive, el cuento es un poco extenso, pero continuaré su lectura.... Saludos. | |
justine,20.01.2012
|
Hay un cuento que nos ha quedado descolgado de la estantería y que me apresuro a colocar ahora mismo: Cuento de Navidad de Auggie Wren de Paul Auster. | |
ninive,20.01.2012
|
Justine y ninive desean que este círculo sea un valioso lugar
literario de la página.Todos los cuentos que propongan los lectores
se guardarán en los estantes y serán tomados en
consideración .
Inútil decir que todo comentario fuera de tema tendrá que ser
anulado.
A continuación, los nombres de los actuales socios del
círculo.
loretopaz. Te extrañamos.
hippie80 nuevo socio bien recibido
qoele intervienes muy sabiamente
divinaluna nueva socia muy activa
leobrizuela socio fundador
filiberto nos gustaría verte más a menudo
Ladanny nos gustaría verte más a menudo
En la estantería del círculo figuran ya:
1 Cortazar con Lejana
2 Onetti con Bienvenido Bob
3 Borges con El Otro
4 Paul Auster Cuento de Navidad
5 Juan José Millás con el mundo de atrás
6 Stig dagerman Matar a un niño
7 Faulkner Una Rosa para Emily
| |
pithusa,21.01.2012
|
Un cuento algo denso, costumbrista, en donde la rosa parece ser la Srta emily, cuidada hasta el día de su muerte por el sirviente, que tambien es jardinero...
ël huye porque era complice del asesinato del sr.homes, solo abría y cerraba la puerta.... La srta. Emily, ya tenía costumbre convivir con cadáveres.
Un gusto pasar por este foro. | |
pithusa,21.01.2012
|
Mis disculpas por no escribir los suntantivos propios con mayusculas...Además quise decir que solo él abría y cerraba la puerta. | |
pithusa,21.01.2012
|
He analizado un poco más el cuento y me quedan algunas dudas. ¿ Por que razón el coronel Sartosis inventa una historia en que deja libre de impuestos a Emilia...?
¿ Estaba loca y no podía comprender que el coronel ya llevaba como 10 años muerto, que envía a los nuevos corregidores que le pregunten a Sartosis porqué ella no paga impuestos?
¿No le habrá ordenado al criado que cocinaba , que pusiera pequeñas dosis de arsénico en la comida de su amado...?
Tal vez el capataz nunca se fue y ella lo tuvo siempre encerrado hasta el día que descubrieron el cadáver....
¿ Cómo se entera el pueblo de la muerte de Emilia...?
¿ No habrá puesto el criado un cabello gris de Emilia en el lecho del cadáver, para que la culparan a ella...?
¿ Por qué desaparece por la puerta trasera y no se queda hasta el final, ya que habia sido tan fiel...?
| |
ninive,21.01.2012
|
pithusa. ¿has disfrutado de la lectura? comprendes la maestría de Faulkner que deja tantos cables sueltos en los que nos enredamos y podemos suponer tanto una cosa como la otra.
¿notaste todo lo que fuimos desmenuzando durante la lectura?
Mis preguntas no necesitan respuesta. Aunque alguien quisiera responder a las tuyas encontrarás SU versión nunca la certeza absoluta. En esto está también la grandeza del relato.
Espero verte también demenuzando a Kafka la semana próxima.
| |
|
|