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Ninive,03.01.2012
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Soñé que salía a la calle y que todo estaba de espaldas. Sólo se veía la parte de atrás de las casas y la nuca de las personas y los traseros de los perros y las colas de los pájaros. Caminaba por un callejón trasero que en vez de mostrar los escaparates de las tiendas, enseñaba su parte de atrás, su lado oscuro. El mundo me había dado la espalda. Giré la cabeza hacia atrás, pensando que, de ese modo, vería narices, ojos, bocas, párpados, pero mirara donde mirara sólo había nucas, nalgas, omoplatos. Una vez que me resigné al espectáculo, me di cuenta de la poca atención que le prestamos a esta parte del cuerpo y de la realidad. Trabajaba, en el sueño, como ayudante de un fotógrafo que sólo fotografiaba el envés de las personas y las cosas. Naturalmente, yo sólo veía la espalda del fotógrafo. Las paredes de su estudio estaban llenas de retratos de personas que sólo enseñaban la nuca. En medio de todas aquellas fotografías, vi la de un árbol que resultaba una rareza, pues los árboles no tienen parte de delante ni de atrás. ¿Los hace eso más perfectos?
Vivía con mi esposa y cuatro hijos, todos de espaldas a mí. No sabía de qué color tenían los ojos, ni si eran guapos o feos. Mi mujer poseía unos omoplatos suaves, dos bultitos que me gustaba acariciar. Me excitaban casi tanto como unos pechos. Pero por más que intentaba, cuando hacíamos el amor, colocarme en una postura que me permitiera verla por delante, ella actuaba de tal modo que siempre me mostraba el mismo lado. Teníamos un canario que siempre me daba el culo, aunque no paraba de cantar. La jaula, como el árbol, no tenía más que un lado, pues era redonda y completamente simétrica. Por la noche, después de cenar, nos sentábamos frente al televisor, pero yo sólo veía su tubo, y las nucas de los componentes de mi familia. La nevera, al estar de espaldas, tenía la puerta pegada a la pared, por lo que resultaba, para mí al menos, completamente impracticable.
La vida cotidiana estaba llena de pequeñas dificultades, pues en vez de cepillarme los dientes, tenía que conformarme con raspármelos por la parte de atrás del cepillo. Y para sacar la crema del dentífrico tenía que forzar el culo del tubo. Naturalmente, llevaba las camisas del revés, lo que constituía una tortura a la hora de abrochar sus botones. Lo peor, con todo, eran los libros, pues sólo se podían abrir por atrás. Al principio los leía de atrás hacia delante, pero pasado el tiempo comencé a leerlos directamente del revés. Quiero decir que la realidad dio de súbito, aunque con la naturalidad con la que se viven las cosas más raras en los sueños, un cambio sutil, de manera que a partir de determinado instante las cosas no sólo estaban de espaldas, sino al revés. Mi familia, por ejemplo, llevaba las vísceras por fuera, igual que el canario. Y en lugar de decirme buenos días, decían said soneub.
- Said soneub –respondía yo adaptándome, pero consciente de que todo estaba patas arriba.
Salí a la calle y vi que le habían dado la vuelta como a un calcetín. Los grandes edificios tenían todo su interior al aire libre. Veía a las personas, si se podía llamar así a aquellas calamidades, por los pasillo de sus casas. No había fachadas. Las fachadas estaban ahora en la parte interior. Todo era un caos de tuberías, de tripas, de infraestructuras al aire libre.
Me desperté sin agobios, pero extrañado. Antes de colocarme los calcetines, me aseguré de que estaban del derecho. Lo mismo hice con la camisa y con la camiseta. Me despedí de mi mujer y cogí el coche, pues ese día tenía que viajar. Como iba bien de tiempo, en vez de tomar la autopista cogí una carretera secundaria. Advertí que el paisaje de esta carretera era en cierto modo la parte de atrás del que se apreciaba desde la autopista. Sin darme cuenta, había vuelto, ya despierto, a la parte de atrás. Sonreí imaginando que el siguiente paso consistiría en viajar por el revés de la realidad. A la sonrisa le siguió un movimiento de pánico. Dio la casualidad de que pasé junto a una gasolinera que estaba de espaldas a la carretera (seguramente daba el frente a la autopista). También vi la fachada trasera de varios restaurantes. Comprendí que debía regresar enseguida a la autopista, pero no veía el modo; no había ninguna indicación que la anunciara. ¿Y si me resigno, me pregunté, a llegar a mi destino viajando por la parte de atrás? Lo hice, me resigné, pero con mucho miedo.
Comprendí, al terminar el viaje, hasta qué punto estamos habituados a vivir sólo en una parte de la realidad. Es un error, como si sólo habitáramos una parte de nuestra casa, o de nuestro cuerpo.
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LADANNY,03.01.2012
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El cuento me atrapó hasta el últmo párrafo. Allí me quedé mirando hacía atrás, poque esa explicación me borró la magia de la historia.
No conozco al autor; ahora lo voy a buscar en Internet | |
LADANNY,03.01.2012
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Busqué a José Millás en Internet; me pareció un escritor muy interesante y leí algunos de sus artículos en El País de España. Valen la pena. Olé | |
ninive,03.01.2012
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"me di cuenta de la poca
atención que le prestamos a esta parte del cuerpo y de la realidad."
Encuentro en esta frase el centro de la gran metáfora que es esta narración. Acostumbrados a admirar a las personas por su aspecto a las cosas por su elegancia o valor nos olvidamos de ver más allá . Paseamos por las calles elegantes de nuestra ciudad y no queremos ver como es su lado miserable.
El cuento nos lleva nuevamente a la temática de Paul Auster ,la realidad y la ficción. El sueño y la vigilia.
Esta es la primera reflexión , lo releo y vuelvo . La lectura es fácil, la narración ágil pero nos deja una pregunta
b¿tenemos miedo de ver las cosas como son y nos conformamos con las apariencias?/b
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leobrizuela,04.01.2012
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Una mirada crítica; solemos mostrar sólo la parte agradable, la maquillada, la políticamente correcta. Sin embargo las cosas se componen de todas sus partes, incluyendo la cara miserable que se escamotea a la vista pública.
Encuentro la redacción simple y llana, sin el vuelo poético que muestran los textos periodísticos pero con un pintoresquismo agradable y abarcador. Sin la estructura tradicional del cuento pero con la frescura del pensamiento libremente suelto en la palabras. | |
justine,04.01.2012
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Estoy contigo LADANNY. el último párrafo a mi entender sobra. A pesar de que es una reflexión del personaje queda ahí como si fuera una enseñanza, se entromete demasiado en la sensación y la emoción del lector y trasgrede la libertad del pensamiento.
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justine,04.01.2012
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No sé, ninive, cada persona tiene su modo de estar en el mundo, hay quien detesta las apariencias y quien solo vive de ellas y por ellas. Personalmente trato de ver las cosas como son, aunque entiendo que es sólo una perspectiva del resto de perspectivas de cada individuo, y otro individuo puede considerar que lo que para mi "es" para él sólo sea "apariencia"
El cuento en sí mismo, no me subyuga por ejemplo como lo hace el de Paul Auster, o el de Borges. Creo que como cuento tiene un buenargumento o eje, pero el cambio que debería experimentar el personaje "ante los sucesos increíbles" es pobre y lo resume en un párrafo a mi modo de ver pueril, un poco como enseñanza bíblica o de fábula. | |
ninive,04.01.2012
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Sí, sin duda la moraleja final lo malogra y Ladanny puso el dedo en la llaga. Demasiado explicativo para un buen lector.
leobrizuela ¿desde cuándo los textos peródísticos tienen vuelos poéticos? Te cito:
i"Encuentro la redacción simple y llana, sin el vuelo poético
que muestran los textos periodísticos" /i
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ninive,04.01.2012
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Quiero agregar que me pareció desequilibrado en su estructura. La parte onírica es tres veces más extensa que la real y encuentro que la extensión es forzada . Cita más ejemplos que no agregan mucho al relato.
La reflexión del árbol la encontré banal.
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qoele,04.01.2012
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Yo no puedo decir que el cuento me gustó ni que me dijo algo la moraleja, muy obvia por lo demás; pero el sueño es inquietante por su continuidad, en algunos detalles como la gasolinera, con la vida real del personaje.
Vivir en ese mundo del sueño me resultaría muy desagradable, por su falta de unidad con los contrarios. | |
qoele,04.01.2012
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Sólo ahora leo los comentarios y me parecen interesantes, por esas posibilidades que nos da cualquier lectura literaria de reflejarnos en modo diverso a los otros lectores. | |
LADANNY,04.01.2012
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Tal cual: me pareció demasiado exlicativo. El cuento en sí me pareció muy interesante y me identifiqué con "el miedo" que yo también siento ante una realidad que me asusta muchas veces. | |
leobrizuela,05.01.2012
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Corrección: Debe leerse "Sin el vuelo poético propio de los textos periodísticos" Gracias, Nínive, por estar atenta. | |
ninive,05.01.2012
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Leobrizuela, te agradezco el que con tu observación me hayas llevado
a la lectura de los artículos periodísticos de Millás.
Es cierto lo que dices.
Encontré en la lectura de los artículos publicados en el
País la idea que quizás dio origen al cuento que nos ocupa.
i"Así como los edificios, en la arquitectura
contemporánea, han perdido la fachada principal, así los
periódicos y las revistas están a punto de perder la portada.
La mantienen aún pero en vías de extinción y sin
significado, con serias dudas sobre su utilidad. ¿Cómo distinguir, en medio de este desorden, la elocuencia del desparpajo, la brillantez inmediata de la inteligencia de fondo, la crítica aguda
del insulto romo? ¿Cómo escoger el rostro de una realidad que
parece que solo tiene espalda? ............../i
El País 23/12/2011 | |
qoele,05.01.2012
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Interesante, lo que demuestra, quizás, que muchos escritores no pueden prescindir del hecho de escribir desde su propia visión del mundo, desde sus rollos, sus obsesiones y sus búsquedas del estilo propio, ese que al final fluye desde la pluma como un límpido y sereno arroyuelo, al menos en la superficie.
La escritura para estos privilegiados del sudor, es como el nadar de los patos que en apariencia se mueven sobre la superficie del agua sin esfuerzo alguno, pero en la profundidad se agitan y luchan con la resistencia del agua, sus palmípedas patas. | |
ninive,05.01.2012
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Para saber más del autor del cuento propuesto:
"iJuan José Millás, ganador de los 601.000 euros del premio Planeta el año pasado, consigue un año después los 20.000 euros del Premio Nacional de Narrativa, concedido por el Ministerio de Cultura, por la misma novela. Para el jurado, la novela ‘El mundo’ es la mejor de ...."/i | |
qoele,05.01.2012
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En suma, al margen de los euros justamente bien ganados con su pluma, ninive nos dio a conocer, a quienes de Millás ni idea, un escritor peso pesado.
También yo he buscado su nombre un poco por aquí y otro poco por allá, y siempre hay elogios para la pluma de don Jota Jota. | |
leobrizuela,05.01.2012
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Habida cuenta de las bondades reconocidas a su pluma y del efecto propagador de la página bien vendrían, de parte de don JJM algunos euros de aquellos para los talleristas de este lado del planeta. Digo, no sé... | |
ninive,05.01.2012
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Apruebo la idea | |
filiberto,12.01.2012
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El primer párrafo repite demasiado la palabra atrás. El cuento me encantó. Quitaría la reflexión final y la comparación del árbol. Tal vez habría que pulir algo más pero me gustó mucho y....VENGAN UNOS EURITOSSSS....para las facturas, digo, mientras hacemos la tarea de Ninive.
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ninive,13.01.2012
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bfiliberto/b: Coincidimos en parte, encontré superflua la pregunta sobre el árbol"¿los hace ellos más perfectos?" Es una rotura de estilo. El autor estaba relatando y pasó al monólogo-relexivo.
Repetición ATRAS
Yo creo que esa repetición es a conciencia. El título mismo lleva la palabra atrás y el primer párrafo abunda en atrás, el trasero y trasera.
Para poner al lector bien en tema. No lo encuentro superfluo aunque suena mal tanta repetición.
Borges dijo: "Para hablar del aburrimiento no hay que ser aburrido" | |
filiberto,13.01.2012
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Personalmente lo único que me dio aburrimiento es el truco literario de la repetición (digo truco porque seguramente fue a conciencia). Coincido con Borges. | |
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