|
quilapan,21.06.2008
|
iMme. de Saint - Ange/i. Todavía un momento de paciencia. ¡Preocupémonos sólo por la educación de esta querida niña!... ¡Es tan agradable formarla!
iDolmance/i. Pues bien, ya ves, Eugenia: tras una masturbación más o menos prolongada las glándulas seminales se hinchan y terminan por exhalar un licor cuyo flujo sumerje a la mujer en el delirio más delicioso. Eso se llama icorrerse/i. Cuando tu buena amiga lo quiera, te mostraré de qué manera más enérgica y más imperiosa esa misma operación se cumple en los hombres.
iMme. de Saint - Ange/i. Espera, Eugenia, he de enseñarte ahora una nueva manera de sumergir a una mujer en la voluptuosidad más extrema. Separa bien tus muslos... ¡Podéis ver, Dolmancé, que tal como la coloco su culo queda a disposición! Chupádselo mientras mi lengua se ocupa de su coño; hagámosla desmayar de placer entre ambos tres o cuatro veces seguidas, si es posible. Tu monte es encantador, Eugenia. ¡Cómo me gusta besar ese vellito!... Tu clítoris, ahora lo veo mejor, todavía no está completamente formado, pero es muy sensible... ¡Cómo te agitas!... Deja que te abra las piernas... ¡Ah, no cabe duda de que eres virgen!... Me dirás lo que sientas cuando nuestras lenguas se introduzcan al mismo tiempo en tus dos aberturas. i(Así lo hacen)/i
iEugenia/i. ¡Ah, querida, es delicioso, una sensación indescriptible! Me resultaría muy difícil decir cuál de vuestras lenguas me hunde más en el delirio.
------------------------------------------------
iEugenia (a Mme. de Saint - Ange)/i. ¡Cómo! ¿Es verdad, amable amiga, que la existencia de Dios podría ser una quimera?
iMme. de Saint - Ange/i. Y sin duda de las más despreciables.
iDolmancé/i. Para creer en ella es necesario haber perdido la razón. Fruto del temor de unos y de la debilidad de otros, este abominable fantasma, Eugenia, resulta superfluo para el sistema de la tierra. Si existiese, lo perturbaría infaliblemente, porque sus voluntades, que debieran ser justas, nunca podrían conjugarse con las injusticias esenciales a las leyes de la naturaleza; porque debiera querer constantemente el bien, mientras que la naturaleza sólo debe desearlo como compensación del mal que sirve a sus leyes; porque sería necesario que actuase siempre, mientras que la naturaleza, una de cuyas leyes es esta acción perpetua, no podría dejar de competir con él y de oponerse a él. ¿Se diría acaso que Dios y la naturaleza son la misma cosa? ¿Pero no sería absurdo? La cosa creada no puede ser igual a su creador: ¿acaso es posible que el reloj sea el relojero? Pues bien, se dirá entonces que la naturaleza no es nada y que Dios lo es todo. ¡Otra tontería! Hay necesariamente dos cosas en el Universo: el agente creador y el individuo creado. ¿Cuál es, pues, este agente creador? Esta es la única dificultad que hay que resolver; la única pregunta que es preciso responder.
-------------------------------------------------
bMarqués de Sade
La filosofía en el tocador/b
iPara el Marqués de Sade la escritura fue siempre ejemplo y propaganda. La filosofía en el tocador, una de sus obras más representativas, es un tratado sobre los principios de la voluptuosidad y el libertinaje, una vehemente incitación a rebasar los límites de nuestra moral fundada en la ley y la culpabilidad, y a descubrir las leyes divinas del placer ocultas en nuestro cuerpo y en nuestra imaginación. Eugenia, una adolescente de quince años, secundada por los consejos de tres preceptores inmorales, se iniciará por los camino de la depravación y el desenfreno. Sade nos ofrece, en suma, un tratado de la filosofía de la (a)moralidad, uno de los testimonios más significativos de un género que, tras siglos de clandestinidad, ha conquistado su puesto entre la verdadera literatura: el texto libertino./i | |
quilapan,25.06.2008
|
. | |
|
|