Si no hay disciplina no hay obra literaria. Levantarse todos los días y ponerse frente a la máquina de escribir y llueva o truene ... escribir. Escribir aunque el mundo se este cayendo sin justificación de ningún tipo. Nada debe impedir que el escritor se siente y trabaje diariamente o si no, no se escriben los libros, se quedan en promesas.
Carlos Fuentes:
Los problemas de la creación frente a la lengua castellana. Una lengua sometida, una lengua pauperizada, una lengua metida en toda clase de corsés morales, políticos, religiosos, por lo menos desde el s.XVII.
Uno debe escribir en la lengua en que sueña, en la que ama y en la que insulta.
El lenguaje expresa algo, no es gratuito, no es un juego, aunque puede serlo. Básicamente el lenguaje es la expresión de algo y es el sostén de algo. El poder se sirve del lenguaje y el lenguaje sirve para sostener al poder. El lenguaje es cultura, el lenguaje es comunicación, el lenguaje es memoria o el lenguaje es olvido.
Para mí escribir novelas está vinculado al acto de la memoria.
Para mí el problema como latinoamericano es recordar todo lo no dicho por la historia. Es rescatar del silencio cuatro siglos de nuestra historia que desconocemos. Creo de la manera más profunda que un individuo o un pueblo que no tiene un pasado vivo, no tiene un presente vivo ni un futuro viable. Que debemos plantearnos seriamente el problema del futuro, del pasado, y rescatar de ese pasado inerte, sometido a mentiras a ocultamientos, que ha sido nuestro todo lo que puede darnos verdad en el presente, solo a partir de entonces podemos hacer un proyecto coherente de desarrollo que no nos sea impuesto.
Para mí que estos mentirosos en este tipo de panfletería de autoayuda escriben todo lo que a ellos no les produjo beneficio alguno. Puestos a comparar, es como si un futbolista bien ranqueado dijera que mejor que entrenar es dedicarse a las putas y a la bebida.
Por otra parte, yo si quisiera saber qué es el lenguaje no hablaría con un artista de la farsa, sino con, no sé, Chomsky, Cassirer o Frege, es decir, con gente que se mantenía lejos de la mentira. Y no estoy diciendo con esto que la mentira sea algo malo.
Yo no creo que aquí haya escritores de verdad, es posible que sí, es posible que sean aún en ciernes. Para mí son escritores gente como Rulfo, García Márquez, gente así digamos. Gente con una obra a sus espaldas.
El resto son escribientes, escribidores, tipos que garrapatean un par de letras los lunes, después de la borrachera del fin de semana, y que le importa un huevo lo que ha escrito. Total fueron solo palabras, una diarrea de letras, y nada más.
Escribir es otra cosas, basta leer Guerra y Paz o Los hermanos Karamazov, a Beckett, y uno dice qué grande es la vida cuando nos regala un gran libro, uno de esos libros que al cerrar la última página se es realmente otra persona, como cuando uno finalmente entiende la teoría de la relatividad general... en forma general; pero algo cambió en la propia visión del mundo. La línea de la ignorancia, paradójicamente, se amplió un poquito más, porque nos acercamos un milíomitro más hacia el agujero negro del misterio, de lo imposible de conocer, pero no ignoramos esa aterradora y maravillosa ignorancia que es el libro de la natura.
A quien no le interesa un huevo frito cómo están realmente las cosas en este mundo físico, está satisfecho con sus límites y se infla como un pavo real, creyéndose escritor.
Personalmente ya ni siquiera aspiro a ser un escribidor, pero sí un lector de unos mil libros, digamos. Sábato leyó veinte mil libros en sus cien años de vida y fue, además un escritor, y un científico nuclear, si bien abandonara la ciencia por sus extrañas ideas acerca de ésta.
Los escritores, en general tienen un ego inmenso y la vanidad hiperbolizada, entonces, lo que dicen hay que tomarlo con pinzas.
Para mí el vejete colombiano de garcia marquez no es un escritor, pero sí es un bastardo, cobarde, macabro, mamarracho indolente, girapollas, borracho alucinado, y pregonero de la muerte. Su droga (solo aquella?) era asistir a las plazas de toros (catedrales de la muerte) a ver como el payaso macabro y cobarde del torero asesinaba al noble e indefenso animal.
Nombrar a un cultor de la muerte en mi opinión, no es bueno, existe libertad, claro está, pero este vejete ya hecho polvo deberia estar prohibido en todo foro humanista, y su nombre debiera ser borrado para siempre del dominio humanista-filosofico y moral.-
Gabito escribió, entre muchísimas otras cosas, dos grandes novela: El amor en los tiempos del cólera, y Cien años de soledad.
Si no las has leído, hippie, te recomiendo le quites algún tiempo a tu teoría del péndulo, y las leas. Ganará tu inteligencia.
Me permito decir a usted Lucrezio, que para mí no tiene importancia cuanto escribió el vejete colombiano cobarde, sanguinario y drogadicto.
Por principio filosófico, moral y humanista, no leo cosa alguna de cultores satánicos, de vampiros macabros, de criminales que atentan contra la naturaleza. Para mí , el tal gabito debe ser borrado (por razones éticas) de todo lugar donde un inocente pudiera leer y ser iniciado en el satanismo.
Debemos proteger el humanismo y en lo posible quemar y destruir toda obra proveniente de vampiros de la sangre.
De algún modo hay que detener el terrorismo Lucrezio, no podemos cerrar los ojos y la conciencia ante el ataque artero de Satanás y sus discípulos.-
Hitler hubiese fusilado rapidamente al vejete terrorista, como tambien el peruano Mario Vergas de la Llosa, hubiese sido ajusticiado en nombre del humanismo.-
El amor en los tiempos del còlera, Cien años de soledad, Del amor y otros demonios, El General en su laberinto, grandes novelas de Gabo. Hace años que no lo leo. Espero poder volver a leerlo en algùn momento.-
"…Los enemigos de la tauromaquia se equivocan creyendo que la fiesta de los toros es puro ejercicio de maldad en la que unas masas irracionales vuelcan un odio atávico contra la bestia. En verdad, detrás de la fiesta hay todo un culto amoroso y delicado en el que el toro es el rey…", Mario Vargas Llosa, escritor peruano en La última corrida, en 2004.
Y cómo es el culto amoroso cuando le dan por el culo a tu puta madre ? que es la reina del prostíbulo ... peruano hijo de puta.
Si Varguitas declaró lo que dices, y como no citas la fuente, tomando por verdaderas esas palabras alucinantes debo, obligatoriamente, condenarlo a vivir, amorosamente, como toro de lidia, al menos, por una reencarnaciàon.
No dudo que cambiará su visión de la tauromaquia en cuanto entre en la arena y le claven la primera banderilla en el lomo, con música de clarines como fondo y aplausos de las bellas chicas que muestran sus torneadas piernas al beso del sol madrileño.
En todo caso, si Varguitas la piensa así, no feliz con que hayan regalado un Nobel y necesita de la sanfre en la arena para ser feliz, digo no es justo que por ello insultes a todos los peruanos. Me parece.
El escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa, que hoy recibió en Toro (Zamora, noroeste de España) un homenaje por su apoyo a la tauromaquia, defendió la fiesta brava como un hecho cultural y "fuente riquísima de inspiración" para todas las artes y las letras.
Vargas Llosa aseguró que si abolieran las referencias a los toros se empobrecerían la poesía, la pintura, la música o la filosofía, ya que la tauromaquia "ha irrigado prácticamente todas las manifestaciones de la creatividad artística y cultural".
El escritor, que recomendó la lectura de la primera novela de su paisano José María Arguedas para descubrir cómo en Perú los descendientes de los incas asumieron como propia la fiesta de los toros, subrayó que al igual que allí ese proceso se ha dado en Colombia, Venezuela o México, países donde los toros forman parte de "la tradición, la cultura y la costumbre".
He ahí la fuente desde puede leer mucho más de este vejete decrépito hijo de puta y verguenza americana.
Quizás tambien ignore que a este bastardo vejete se le denomina en españa "El mamapollas de Juan Carlos" por motivos que facilmente usted podrá imaginar Lucrezio.
Bueno le proporciono toda esta información para ampliar su horizonte cultural y por sobretodo, para saber con qué tipo de terroristas macabros compartimos el mundo.-
Ahora entiendo porque, después de los tiempos de Conversaciones en la catedral, La ciudad y los perros, y algunos cuentos, nunca volví a hincarle el diente a algún libro de este despreciable personaje, al que le regalaron un Nobel; menos mal que no se lo dieron a Borges o Joyce y así no estuvieron en compañía de este impresentable personaje amante de las torturas a inocentes animales que nada le han hecho de mal.
En todo caso me informé en el Google, porque en tu link no aparece nada del tal Vargas.
La pregunta o la cuestión está mal planteada en este foro, me parece, porque a un escritor no se derrota. El escritor simplemente escribe, contra viento y marea, porque no puede y no sabe hacer otra cosa.
En cambio el escribiente, el cuentero, el escribidor, el amanuense de domingo, ese sí que se agita, se menea, se derrumba, se caduca, se pulveriza cuando otro que de escribir entiende menos aún, no le deja esa lisonja melífera en sus textos que nutre a su ego literario.
Creerse escritor, cuando no se lo es, sin duda es una enfermedad infantil altamente corrosiva y ulcerante a la vanitate mundi, como lo dijo Salomón, o quizás Arcadio. Es mejor vivir en la duda que en el dogma de las certezas.
¿Qué somos?, sino escritores en ciernes.
¿Alguno lo duda? ¿Pero no así empezaron todos, buenos o malos, premiados o ninguneados? Los escritores escriben, de eso no hay duda, a eso se dedican; no pueden hacer otra cosa; no pueden no escribir: son escritores. Luego, una cosa lleva a la otra: si escribo, ¿qué escribo?
En realidad el origen de la pregunta es distinto.
¿Quién es el que escribe? ¿Escribe el que quiere escribir? ¿Por qué quiere escribir?
Pues bien, llegamos al punto crucial de esta plática: escribe el que lee. No se puede escribir si no se lee: el que escribe es antes que nada un lector. Un lector atiborrado de ideas o literatura que se muere por plasmar las suyas.
Pero quien escriba y no lea es desde todo ángulo un chapucero; ese quien acertadamente puntualiza lucrezio: y un hablantín, diría yo. Entonces, salir derrotado es permanecer perennemente en el limbo del diletante. Cualquiera puede escribir, pero no cualquiera puede realmente decir algo: para decir algo se necesita perseverancia y trabajo; los momentos cumbres del pensamiento o la literatura son los momentos cumbres del desarrollo del pensamiento del escritor; el reflejo en el dominio del lenguaje o de las ideas.
Una última interrogante que se me presenta al leerlos, compañeros: ¿Qué tiene que ver un gusto personal (la tauromaquia) o llamémosle: defecto personal: con la labor que se desempeña como artista?
La literatura está colmada de singularidades de este tipo.
Borrachos, delincuentes, locos, hijos de mami, traficantes de esclavos, paleros de dictadores, mentirosos, drogadictos, etc., etc.
Para George Steiner un intelectual es aquel que lee con un lápiz en la mano, mientras que para Gabriel Zaid todo autor es un segundo autor. El primero declara que leer es un acto creativo, mientras que el segundo nos recuerda que la literatura es un diálogo, y que ahí donde alguien escribe algo está conversando con los otros muchos “primeros autores” que ya lo dijeron.
Desde hace años cuando leo lo hago con un lápiz a la mano. Con esto no quiero decir que me considere un intelectual, más bien soy una especie de acumulador. Un lector acumula conocimientos, citas, subraya el texto, hace comentarios al margen, dobla las páginas, coloca notas que a veces sólo él entiende; luego, con el libro ya violentado -pues escribir es siempre un acto violento- lo devuelve a la estantería de su biblioteca, donde lo esperan otros volúmenes igualmente ultrajados en sus páginas. El lector entra al libro y lo transforma, tanto física como anímicamente. La lectura le da un alma al libro como objeto inanimado, y, paradójicamente, ese objeto consigue enriquecer el alma del lector, la vuelve otra. Entramos al libro a transformarnos, a viajar y a volver más llenos de palabras, de horas, de páginas, de días. Así, nuestra biblioteca se vuelve una cartografía y un diario.
Hay en esto una especie de golosidad, de bibliofagia, de patología libresca. El que lee y hace notas está enfermo, pues no puede parar de hacerlo, y no conforme con clavarle al texto sus ojos le clava también la afilada punta del lápiz. Es un inconforme, un avaricioso. Quiere ampliar lo que lee y por eso construye otro texto al margen, uno parásito, surgido del ultraje del primero pero sin ser el mismo. A veces estos textos “vividores” son incluso mejores que los originales: la literatura, por ejemplo, ¿no es más que un texto que se nutre parasitariamente de la realidad? Tan así que en la actualidad conviven en una especie de simbiosis. La enfermedad se ha vuelto necesaria para que el cuerpo que la contiene siga respirando.
Las Notas al margen que publicaré aquí surgen de esta obsesión, la de parasitar el texto hasta que los “invasores” se vuelvan necesarios. ¿O será que ya lo son? La literatura no puede vivir sin el diálogo. Sin el ultraje de los libros éstos terminarían siendo sólo trozos de árbol muerto. Y las bibliotecas bosques llenos de cadáveres. La lectura implica entrar al bosque y dejar marcados nuestros nombres en los árboles, quizás construir una cabaña, beber agua del río; volverlo habitable. ¿Hace ruido el árbol que cae cuando no hay nadie ahí para escucharlo? ¿Y si quien habita el bosque es sordo?
Hace falta la lectura consciente, la que transforma, la lectura de orejas levantadas y mirada afilada. Nos hace falta la lectura de lápiz en la mano y la obsesión por parasitar los libros. Bienvenidos a estas notas, siéntanse libres de escribir en sus márgenes.
La edición impresa de esta columna apareció en el diario Página 24, de Guadalajara, el 13/02/2016
y en el suplemento cultural de Gualdra, de La Jornada Zacatecas, el 15/02/2016.
Link: http://ljz.mx/201...
Publicado hace Yesterday por José Agustín Solórzano
Seguramente no soy un intelectual ni un escritor ni uno que escribe con el lápiz en la mano. Generalmente leo poca literatura de ficción, de invención, de palabras y frases que construyen mundos inexistentes, prefiero otro tipo de lecturas, como la divulgación científica.
En todo caso encuentro interesante lo que dicen los escritores, sus mentiras como dice guy, como también los escribidores o escribientes dominicales. Existen grados, niveles de escritura, como grados de entrega a esta actividad de juntar palabras y encontrar el sentido de ellas, de su nacimiento, como también el vivir la frustración de comprobar que la idea e ilusión de escribir algo con sentido literario, se quedó en el baúl de las cosas imposibles o tomándose un café en algún bar de la mente, y lo que salió a la luz fue algo así como una sombra platónica, una mancha algo borracha de esa idea que creímos innovadora y fulminante: era, en cambio, un débil simulacro de algo no claro.
En fin, en el fondo del asunto como alguien dijo sólo hay buenos y malos libros, como buenos y malos lectores.
Hace poco leí las frustraciones de un escritor imaginario que me parecieron muestran con gran concreción esta lucha con el propio proceso de escritura.
Voy de memoria: nuestro personaje escribió una novela ya casi viejo, después de una vida de exitosa actividad empresarial. Quizás la soledad, quizás tantas pequeñas cosas escritas a lo largo de su vida, quizás fuera lo que fuera, nuestro héroe se encontró a un cierto punto de su vida, algo así como endemoniado por el irresistible prurito de la escritura. Fue tal su avidez literaria, pero no de publicar sino de escribir y sentir el calor de la palabra escrita, como de explicarse esta irresistible visita de las musas.
Completó su novela en un par de años. Fue enorme su satisfacción personal al ver su creatura de letras eclosionar como una flor, y después de un tiempo indeterminado dedicado a contemplar su obra decidió de sacrificar el hechizo al concreto realismo. Una tarea que resultó más ardua tenaz de lo esperado.
Como sus inclinaciones eran líricas, las descripciones de la natura, como de las emociones fluían de su pluma con sorprendente facilidad . Sin embargo le resultaban muy ásperas, de mucha resistencia llevar al papel los detalles cotidianos: abrir o cerrar las puertas, como cuando un par de personajes deben estrechar las manos, en una reunión o fiesta, a muchas otras personas allí presentes. El asunto se le hacía pantanoso.
Otra de sus luchas constantes era con los pronombres, como en el caso de “usted”, “ella”, cuando en la misma frase tenía un sentido despreciativo.
Otra lucha desigual, sofocante era con los objetos indispensables, en cambio los objetos de lujo le resultaban muy dóciles; pero a veces también éstos se le rebelaban, obstaculizando la libertad de movimiento. Como cuando regaló a su protagonista un elegante bastón, disfrutando de la inocente luminosidad y candor de su pomo, y no supo prever las pretensiones de este artículo de valor que con notoria molestia deseaba ser mencionado, justo cuando el protagonista tomó en sus brazos a la hermosa, para atravesar un arroyuelo primaveril, mientras advertía en sus manos las sinuosas curvas de ese cuerpo ágil y juvenil.
En fin, cosas así.
Calvino, en los años ’80, decía y enseñaba: “Me parece que una peste del lenguaje se esté manifestando como pérdida de fuerza cognitiva y de inmediatez, como automatismo que tiende a nivelar la expresión en las fórmulas más genéricas, anónimas, abstractas, a diluir los significados, a limar las puntas expresivas, a apagar toda chispa que destelle del encuentro de las palabras con nuevas circunstancias”.
Escribir para que no te derroten. Bueno, derrotado estás cuando dejas de hacerlo supongo, mientras tanto estás en la batalla.
¿Contra quién o qué luchas?
Creo que todos los que escribimos (bien o mal) luchamos contra nuestras limitaciones. Cuando lees (y en especial aprendes), te das cuenta de lo mucho, muchísimo que tienes que crecer para alcanzar no a otros, sino a ti mismo. Alcanzarte no es tarea fácil porque implica conocerte. Después de eso sabrás que eres tu peor enemigo.
Tengo más de un año leyendo constante. No he tomado un libro y otro por el contrario, he tomado un autor y no paso a otro hasta comprender a quien escribe y porqué lo hace. Siento que conociendo a otros me conozco y desnudando me desnudo. Entonces entiendo que todo esto que traigo arriba es un estorbo, una terrible limitación.
Tengo que aprender a desnudarme en un mundo donde todos quieren estar 'bien vestidos'
''Escritor derrotado''
Si no te sientes así no creces, nunca te superas. Es bueno sentirse derrotado. Me siento derrotada hoy.
Entre más leo menos sé y cuando creo saber es que me falta leer más.
Cada día estoy peor porque sé menos y leo más. Estoy más derrotado si en la abundancia logro ver mi pequeñez.
Existe tanta grandeza afuera ¿Qué pueda agregarle?
Después entiendo que soy parte de este todo. Un minúsculo grano de arena repetitivo y monótono. Un grano de arena que arrastra la marea al fondo del mar. Allá nunca nadie podrá verme hasta que millones de años me vuelvan a la superficie, pero es que yo no sabía nada de la profundidad. Etapas, capítulos de un libro contado lento y pausado. No sé cuántas vidas nos cueste salir del pantanoso ego. Por lo pronto estoy aprendiendo a nadar.
Leandro77,25.11.2016
rhcastro, voy a revelarte un secreto. No se lo digas a nadie. El romanticismo era un movimiento artístico, no solo literario, que surgió como reacción al neoclasicismo. El neoclasicismo pretendía restaurar las reglas y el orden estilísticos de la época antigua, después de los desbordamientos propios del barroco. Los románticos se dijeron, como reacción: "¿Y yo, no existo?" Protestaron contra la exaltación de las figuras del arte griego. Reivindicaron su yo y así es como, por primera vez en la historia del arte, el yo se convirtió en protagonista. Del yo protagonista al egoísmo había un ligero paso, que no tardó en dar la literatura posterior. La literatura del siglo XX y la del XXI sigue siendo en el fondo romántica: rinde culto al yo, solo se ocupa del yo, convierte al lector en testigo de un yo sufriente, yo colérico, yo perplejo, y todos los yoes que uno quiera añadir. Cuando la literatura se desembarace de ese yo maldito y acaparador habrá dado el siguiente paso. Mientras tanto, bebamos yoes a mansalva, a la gloria de yo y yo y yo, o sea, yo.