EL Género epistolar es una de las formas narrativas que jamás pasará de moda. Todos hemos leído una carta imborrable, sea histórica, real o literaria. Así mismo tenemos una -o muchas- favorita (s). Los que gusten compartir con todos los internautas sus cartas predilectas : ¡Bienvenidos!
Las cartas han tejido buena literatura
hay miles de cartas célebres
antes una carta cruzaba el océano en 3 meses
hoy un e-mail es instantáneo.
Sueñito mío, corazón mío, sombra de mi alma, he recuperado el suelo, ya es algo. Dormí en el tren toda la noche. Te escribo ésta recostada en mi sillón, la mano sin apoyo. El apetito mejor, pero sigo con una gran debilidad. Lo mental es lo que está todavía debilísimo. ¡Ay mis depresiones! Y qué temor me dan. Pero hay que confiar, si el cuerpo se levanta puede que lo demás también. Te abraza largo y apretado,
Alfonsina
Querido Alejandro: Te hago escribir con mi mucama; pues anoche he tenido una pequeña crisis y estoy un poco fatigada, solamente para decirte que te adoro, que a cada momento pienso en ti, nada más por ahora para no cansarme e insisto en decirte que te adoro, sueña conmigo, lo necesito. Besitos largos,
Alfonsina
carta dirigida a Manuel Gálvez:
Señor Gálvez: Estoy muy mal. Por favor, mi hijo tiene un puesto municipal, yo otro. Ruéguele al intendente en mi nombre que lo ascienda acumulándole mi sueldo. Gracias. Adiós. No me olviden. No puedo escribir más.
gsap, coincido contigo cartas profundas y bellas de la infortunada poetisa Alfonsina Storni. Cartas previas a matarse. Sobrecogedor hecho, la vida de muchos es un juego de azar.
bLa Última carta de Marilyn Monroe./b (dirigida a Lee Strasberg, su profesor de interpretación)
Querido Lee:
Me da mucha vergüenza empezar así, pero gracias por entenderme y haber cambiado mi vida -aunque la hayas cambiado sigo perdida- quiero decir que no logro centrarme- Pienso que debe de ser porque todo actúa en contra de mi concentración -todo lo que uno hace o vive es imposible casi. En una ocasión dijiste, la primera vez que te oí hablar en el Actor's Studio que la concentración es lo único que hay entre el actor y el suicidio. En cuanto piso el escenario pierdo la relajación mental por algún motivo, -hasta ahí llega mi concentración-. Mi voluntad es débil, pero no puedo soportarlo todo. Sueno loca pero es que creo que me estoy volviendo loca. Gracias por dejar que Paula (mujer de Strasberg) me ayude en la película. Es la única mujer realmente afectuosa que he conocido. Me basta con ponerme delante de una cámara y sentir que me abandona la concentración y todo lo que he intentado aprender. Entonces, me siento como si no existiera para la raza humana".
Con cariño
Marylin
Escrita en 1962.
“I’m embarrised [sic] to start this, but thank you for understanding and having changed my life – even though you changed it I still am lost – I mean I can’t get myself together – I think its because everything is pulling against my concentration – everything one does or lives is impossible almost. You once said, the first time I heard you talk at the Actors Studio that there is only concentration between the actor and suiside [sic]. As soon as I walk into a scene I lose my mental relaxation for some reason, – which is my concentration. My will is weak but I can’t stand anything. I sound crazy but I think I’m going crazy. Thanks for letting Paula help me on the picture she is the only really warm woman I’ve known. It’s just that I get before camera and my concentration and everything I’m trying to learn leaves me. Then I feel like I’m not existing in the human race at all.”
Quizás... Se nos olvida pensar que cada uno anda por ahí suelto con terribles miedos. Que terminamos siendo víctimas de nuestro ego, en ese profundo y solitario envase en el que nos ahogamos.
Efectivamente Rh Castro. A todos los seres humanos la vida nos toma por sorpresa, llegamos a ella desnudos, armados de nuestros sentidos, piel, cerebro y huesos. Todos exactamente iguales. Sentimos dolor y penas, deseamos ser aceptados, reconocidos y amados. Somos de naturaleza gregaria. Entonces por qué en lugar de favorecer el desarrollo de todos por igual, buscamos prevalecer sobre el otro y en algún punto dejámos nuestra humanidad y nos tornamos en lobos:
Es el hombre el lobo del hombre.
Carpe Diem.
Un abrazo Rh Castro y a todos desde algún pequeño planeta del universo.
Invierno,15.09.2015
Carta de Juan Rulfo a Clara Aparicio
México, D.F.
9 de mayo de 1947
Odiada mujercita: Dime: quién te dio ese corazón tan bueno si ya te había hecho hermosa? Dios nunca da esas dos cosas juntas. Y el diablo no las tiene. Así pues, queridísima chachina, dónde conseguiste tantas cosas al mismo tiempo? Encontraste a los ángeles dormidos y les robaste algo. Y ese algo fue el corazón que ahora es tuyo. No puede ser de otro modo. Ahora comprendo cómo sabía yo que había un resorte escondido y que, moviéndolo, se abriría una ventanita por donde uno se podría asomar a tu alma. Y tú no querías enseñar esa alma. Necesité ser injusto contigo, regañándote, cuando cuánto quisiera no tener nunca nada que decirte y por lo cual me entristeciera después. Ahora me siento de otro modo. Ya no me siento pobre. Lo que tú representas para mí es el mayor de los bienes. No puedes imaginarte cuán suavemente dices las cosas. Cuán suavemente y dulcemente eres al decir lo que el miedo no te dejaba decir antes. Y yo que creía que era sólo yo el de ese miedo. No a ti, no, no a ti. A ti te dejé de tener miedo hace ya mucho. Desde que pude acomodar mi cariño en tus manos, desde que lo puse allí todo, desde entonces dejé de tenerte miedo. Por muchas cosas: porque me sentí contigo y porque encontré en ti la mejor y más buena amiga, aunque dolorosamente hermosa. Digo dolorosamente porque me duele estar lejos de ti y no poder mirar lo que quiero. Me dices que a veces piensas que ya no volveré. Y yo te digo que si existe para mí un único refugio, el primero y el último refugio que me queda, eres tú. Y hacia allí iré de cualquier modo, en cualquier momento, ya sea bueno o malo, hacia allí, donde tú estás, porque donde tú estás, criatura horriblemente fea, está lo único que me puede consolar o hacer mejor. Y yo quisiera lograr ser medianamente bueno siquiera, para merecer el amor tuyo. No únicamente limitarme a quererte, sino mejorar, cada día ser mejor, sabes, más humildemente mejor para tu suave corazón. Estoy tratando de esforzarme para eso. Pero aun así, yo sé bien que el esfuerzo que hago no es suficiente. Que me falta más voluntad y dominio de este rebelde muchacho que yo soy y que es tuyo para siempre. No pienses que si dejo pasar algunos días en escribirte es porque me olvido de ti. No, chachina. Dios sabe cómo me desespero y me revuelvo esperando encontrar un momento de tranquilidad para hacerlo. No descanso. No me dejan descansar. Salgo de la compañía con la cabeza nublada y llena de desorden. Que a veces me agarran las ganas de salir de aquí e irme a algún pueblo muy solo, donde no haya ruidos ni gritos. Sí, muchachita, eso es lo que me pasa. Siento como si estuviera arriba de una balanza que subiera y bajara de un estado de ánimo a otro; a veces mirándolo todo con buenos ojos y a veces no. Pero a ti, teniéndote siempre enfrente, como un fin, como una cosa sin fin, difícil de alcanzar, equilibrando la balanza. Y entonces yo tengo que esperar a que todo se serene para poderte hablar con calma. Y que tú con tu recuerdo equilibres la balanza de mis ánimos. Maye: estoy tratando de forzar mi cabeza para que encuentre una solución segura, con el fin de no perder la fe en mí mismo. Quisiera resolver ya pronto este asunto de los dineros. Encontrar la manera de que mi sueldo aumente pronto para caminar sobre esa base. Dios sabe y tú y yo sabemos también que desearía ser rico para saltar ese obstáculo y no preocuparme ya más. Pero tú sabes y todos nosotros sabemos que eso es imposible. Entonces, pues, necesito buscarle la solución a esto. Ahorita lo que gano me alcanza perfectamente. No me quejo por eso. Me quejo porque no es lo suficientemente bueno para reunirme contigo y no separarme ya más de tu lado. Y aquí la vida es dura, tremendamente dura. Y yo quisiera... no, chiquilla, no quisiera traerte para que te entretuvieras jugando con la pobreza. No quisiera eso para ti de ningún modo. Y aunque sé que no será mucho de lo que podamos participar tú y yo, al menos que sea suficiente. Yo le pido a Dios: que al menos sea suficiente. A pesar de que mi deseo sería poderte ofrecer todas las cosas de la tierra. Y yo iré a verte entonces. Me pondré frente de ti y te diré: aquí estoy yo y aquí está esto, todo es tuyo. Y tú dispondrás de mí y de lo que soy como creas conveniente. Y si me aceptas, a mi corazón se le nublarán los ojos como se le han nublado ahora al leer tu carta. Esta carta tan llena de ridiculeses que me has escrito, y en donde estás tú, sin mezcla. Cariño: desde que estuve en la escuela, de esto, como has de suponer, hace ya miles de años, desde entonces, allí, comenzó a formárseme el sentimiento de que estaba solo en la vida y de que nadie me quería. Llegué a llorar por eso, arrinconado en algún lugar oscuro. Y aunque tenía hermanos, estaba lejos de ellos, y tú sabes, por otra parte, que a esa edad los hermanos no piensan unos en los otros sino por curiosidad. Así hasta que crecí. Después nada. Nadie. La pura soledad. Y la soledad es una cosa que se llega a querer del mismo modo como se quiere a una persona. Viví en medio de ella. Luego conocí a gentes. De paso. Gentes que ya no sé dónde andarán. Pero encontrar una amistad verdadera, como la que ahora encontré en ti, jamás me sucedió. Debes imaginar, pues, cuánto he de quererte queriéndome tú. Y cuán difíciles son las palabras y cuán flacas para ese agradecimiento. No, no te olvido. Estoy peleando por ti, aquí donde tú naciste, y seguiré peleando por lo que más amo. No importa que esta ciudad me zangolotee y me de golpes a cada rato. Y no pienses que estoy lejos. Cada momento estoy contigo, cerca de ti. Rodeada con mis pensamientos te tengo siempre. Tanto que a veces, de tanto imaginarte, llego a sentir, clara y realmente, el calor dulce de tus labios. Y tu gracia sustituye a todas las cosas. A veces me sucede que, cuando alguien dice algo, me digo: Claris lo diría de este otro modo. Y te veo a ti diciéndolo. Aquí en tu tierra ha llovido mucho. Por las mañanas se levanta la neblina y no deja ver el cielo. Y por las noches llueve. Sigue la campaña contra el analfabetismo. El Presidente Alemán bloquea las calles. La feria del libro se comió todo mi sueldo de este mes. Y yo te sigo amando. Esas son las cosas que aquí pasan. Todo cuanto se puede amar en la vida lo amo en ti, chachita mía.
Juan P.D. Esta carta la escribí con la pluma rota, por eso salió tan quebrada. Mil veces más. Tú muy poquito.
Juan Rulfo es uno de los grandes narradores mexicanos. Es interesante la carta que nos compartes. Nos da visos de su personalidad y nos muestra el lado humano y esa carta retrata una realidad del amor vigente aún en nuestros días. El amor, el amarse, los amantes alejados en la distancia, pero cercanos en el corazón. La carta nos permite atisbar en esa manera tan diestra en trasmitir emociones que tenía Rulfo al narrar.
Para los que gusten de Rulfo:
Juan Rulfo - Entrevista a fondo http://youtu.be/V... vía @YouTube
INVIERNO: Gracias por tu gentileza de acercarnos la carta.
La carta que un tanquista herido en la II Guerra Mundial nunca llegó a enviar a su amada.
«25 de octubre 1941,
»Querida Varia:
»No, no volveremos a vernos. Ayer al mediodía atacamos otra columna de Hitler. Una granada nazi impactó contra la coraza lateral del tanque y explotó dentro. Mientras estaba conduciendo el vehículo hasta el bosque, Vasili falleció. Yo estoy herido de gravedad.
»He enterrado a Vasili Orlov en un bosque de abedules. Vasili murió sin poder decirme ni una sola palabra, no dijo nada para su hermosa Zoia ni para su [hija] María, que tiene el pelo tan rubio que parece la pelusilla de un diente de león en otoño. Así, de los tres tanquistas ha quedado solo uno. Llegué al bosque cuando empezaba a anochecer. Lo que pasé por la noche fue una tortura, he perdido mucha sangre. Ahora, no sé por qué, el dolor, que me estaba quemando el pecho, se ha calmado y siento paz en el alma.
www.siurgtu.ru
»Es una pena que no hayamos logrado nuestro objetivo. Pero hicimos todo lo que pudimos. Nuestros camaradas perseguirán al enemigo, que no debe pisar nuestros campos ni nuestros bosques. Nunca habría podido vivir así sin ti, Varia. Me has ayudado siempre, en Jaljin Gol [en referencia a la decisiva batalla durante la guerra fronteriza no declarada entre el Imperio japonés y la Unión Soviética a mediados de 1939] y aquí. Creo que cuando uno ama trata a las personas con más bondad. ¡Gracias, mi amor!
Vsevolod Tarasevich
»Las personas envejecen, pero el cielo es siempre joven, como tus ojos, que es imposible dejar de admirar. Nunca envejecerán, ni dejarán de brillar. Pasará el tiempo, las heridas cicatrizarán, se construirán nuevas ciudades, se plantarán nuevos jardines. Llegarán otras vidas, cantarán otras canciones. Pero nunca olvidéis la canción de los tres tanquistas. Tendrás hijos preciosos, volverás a querer. Pero yo me voy, os dejo sintiendo un gran amor hacia ti.
»Tu Iván Kólosov.»
La tripulación del tanque falleció en octubre de 1941 cuando trataba de escapar del cerco nazi cerca de Viazma, en la región de Smolensk, en el oeste de Rusia. El subteniente Iván Kólosov escribió su carta a Varia sabiendo que no volvería a ver a su amada. El tanque fue hallado 25 años después del incidente. Cuando abrieron el vehículo, encontraron en su interior los restos del conductor, un mapa, una foto de su amada y cartas no enviadas. Varvara Zhuravliova las recibió 25 años después. La historia del tanquista forma parte del libro 'Govoriat poguibshie gueroi' ('Hablan los héroes fallecidos'), que reúne las diferentes tragedias humanas en una historia llena de dolor, de valentía y de muerte.
bCarta de despedida de Henry Miller a Anaïs Nin /b
iQué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en la sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo inacabable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por la calle, en el teatro o en la sala de conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de June y de mis amantes.
Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia, nuestras circunstancias; con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos. El recuerdo de tu diario rojo que tirabas en la humedad de la cama entre tus labios entreabiertos y mis ganas de desearte. Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible y ya te has ido y tal vez, en un sueño imaginativo y romántico, leerás estas palabras una y otra vez, en medio de mi ciudad con la gente pasando en medio de las calles y la sorpresa en tus ojos y la gran dama con el fuego en la mano derecha.
Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en la calle; te extraño cuando June se acerca cariñosa y cuando paso por los grandes aparadores. Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. Adiós, Anaïs, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre. Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino. Adiós, tuyo siempre
ubCarta de Elena Garro a Octavio Paz./b/u
París a 24 de octubre de 1982
Octavio Paz:
Sólo te he escrito una vez para darte el pésame por la muerte de tu madre y ahora para recordarte que Helena es tu hija. El abogado nos llamó muy impresionado para leernos unas terribles palabras tuyas. Digo terribles porque en esa carta afirmas que Helena Paz es incapaz de sostener un diálogo ¡coherente! Comprenderás que tu hija se impresionó muchísimo y que no entiende las razones ¡falsas! para esa determinación tuya tan equivocada.
Tu hija es inocente del embrollo que creamos juntos durante y después del matrimonio. Es mentira que haya escogido vivir conmigo. Tú nunca quisiste aceptar vivir con ella. Tampoco te ha hecho campañas periodísticas para atacarte. No sé de dónde puedes sacar esa fantasía. Si te refieres a la carta que escribió en 1968 te aconsejo que la releas a sangre fría para que te des cuenta de que en ella sólo trataba de defenderte contra tus consejeros que se escudaron en ti para sacar las castañas del fuego. Al menos así lo creyó ella. Eso sucedió hace catorce años y desde entonces ha llovido. Te aclaro, aunque creo que lo sabes, que somos dos personas distintas, Elena Garro y Helena Paz. Y me parece lamentable que siendo una persona inteligente, trates de hacer creer a los demás y a ti mismo, que mis actos, sentimientos y escritos no son los actos, sentimientos y escritos de Helena Paz.
Creo que tu hija ha pagado con creces el hecho de ser hija de dos personas tan opuestas como lo somos tú y yo. Creo también que ha habido demasiados intermediarios entre ella y tú. Me refiero a “los amigos” encargados de traer y llevar recados no por Helena. Te puedo decir que tu hija, que no vino al mundo por su voluntad sino por la nuestra, ha llevado una infancia, una juventud y una vida trágica. Es una ignominia que tú siendo su padre y teniendo poder para darle algún consuelo no lo hagas y encima la declares ¡incoherente! ¡Ay Octavio Paz! Has perdido algo que no quiero calificar ni nombrar.
Aunque ahora no lo creas, te ayudé en todo lo mejor que pude en los años difíciles, cuando estabas lleno de temores por tu porvenir y por la pobreza que te ¡aterraba! Y ahora, no puedo hacer NADA por Helena Paz ¡nada! Pero eso te pido muy humildemente y con lágrimas en los ojos que la ayudes a salir de esta miseria espantosa en la que vive. Miseria que tratamos de disimular para no escuchar más comentarios atroces. Sabes muy bien que tu hija tiene un enorme talento y que sus poemas son magníficos. Me cuesta mucho trabajo dirigirme a ti. Tal vez porque me eres completamente extraño o por lo contrario, porque te conozco demasiado bien. El hecho es que estoy muy cansada, muy enferma del corazón (es una lesión de nacimiento, te lo aclaro por lo que sucedió en Japón y en varias partes y que tú llamabas histeria).
En el Consulado de México en Madrid me exigieron el certificado médico, para no echar a Helen del trabajo y en cuanto lo tuvieron la echaron. No entiendo lo que sucede. Tú eres un genio, en tus cartas de jóvenes me dices que no me entero de lo que sucede a mi alrededor. No entiendo que se castigue de esta manera a tu hija. ¡No lo entiendo! Le pido a Dios que la recoja antes que a mí, pues no sé qué será de ella en este mundo tan atroz. A ti te pido que la ¡ayudes! Y recuerdo que nunca la quisiste, ni siquiera fuiste el día en que nació... Recuerdos del porvenir. Pero si pudieras tener una pizca de caridad... para ella.
buCarta de Frida Kahlo desde el hospital a Diego Rivera/b/u
México, 1953
Sr. mío Don Diego:
i
Escribo esto desde el cuarto de un hospital y en la antesala del quirófano. Intentan apresurarmee pero yo estoy resuelta a terminar esta carta, no quiero dejar nada a medias y menos ahora que sé lo que planean, quieren herirme el orgullo cortándome una pata… Cuando me dijeron que habrían de amputarme la pierna no me afectó como todos creían, NO, yo ya era una mujer incompleta cuando le perdí, otra vez, por enésima vez quizás y aún así sobreviví.
No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno…no sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres…¿Cómo cayeron en tus enredos? Tú piensas que encabrone por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mi, primero por mi porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Porquée no nos hagamos pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada…
Bueno el motivo de esta carta no es para reprocharte más de lo que ya nos hemos reprochado en esta y quién sabe cuántas pinches vidas más, es sólo que van a cortarme una pierna (al fin se salió con la suya la condenada)… Te dije que yo ya me hacía incompleta de tiempo atrás, pero ¿qué puta necesidad de que la gente lo supiera? Y ahora ya ves, mi fragmentación estará a la vista de todos, de ti… Por eso antes que te vayan con el chisme te lo digo yo “personalmente”, disculpa que no me pare en tu casa para decírtelo de frente pero en éstas instancias y condiciones ya no me han dejado salir de la habitación ni para ir al baño. No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada, te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te “amputo” te mi, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín.
Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz.
Se despide quien le ama con vehemente locura,
Su Frida.
/i
Kalidevi,20.11.2015
Tremenda la carta de Frida a Diego. Me gustó tambien la de Juan Rulfo, la vida de algunos autores supera con creces la ficción. Muy buen foro. Saludos
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