Una mañana soleada, como otra cualquiera del mes de Agosto, eligió ser ella la que fuera al mercado, en vez de su madre, que llevaba unos días un poco enferma.
Al acercarse al rutinario puesto de verduras de la vieja Amparito, observó que su hija pequeña, Isabel, ponía cara de mal genio. Pensó que sería por el vestido nuevo que llevaba, ya que se corría el rumor de que “la Isabelita”, pecaba de envidiosa.
Elena, nombre de la joven, le pidió a Amparito que le sirviera unas zanahorias y unos apios, pues pensaba prepararle un caldo a su madre. Al recibir el cambio de la compra, al girarse, se tropezó con un chico.
La muchacha, al levantar la vista del suelo, se sintió avergonzada por haber molestada al chico, el cual le pareció muy atractivo. Pensó en pedirle disculpas e invitarlo a tomar algo, pero cuando se dispuso a hacerlo, Isabelita se interpuso por medio, con la supuesta intención de limpiarlo de las zanahorias.
Elena sabía de sobra que la hija de la verdulera nunca la había soportado y siempre envidió cualquier cosa que la hiciera dichosa a ella. Pero a Elena no le importó, pues se fue corriendo a cuidar a su madre, no quería pensar en enamorarse.
Al cabo de unos días, a Rita, madre de Elena, le subió la fiebre y decidió ingresarla en el hospital del centro. En ese inadecuado sitio, se encontró con Mario, el chico con el que se chocó en el mercado. Ella le pidió disculpas, pero esta vez, fue el quien la invitó a tomar algo en la cafetería, le contó que era doctor y que lo que sufría su madre era una simple gastroenteritis.
Charlaron durante una hora y quedaron en verse en verse al otro día, que el la recogería en su casa. Así cumplió el, se fueron a cenar, y luego dieron un paseo por la tranquila playa. Cuando se hizo tarde, Mario acompañó a Elena a su casa y antes de marcharse el, le plantó un beso muy suave y muy tierno.
Cuando la muchacha procedió a entrar a su casa, sintió como alguien le rozó el hombro, se imaginó que sería su doctor y, al darse la vuelta, se encontró con Isabelita, que le dio una bofetada y la amenazó con que no volviera a ver a Mario, que si no lo iba a pasar muy mal.
Elena no pudo dormir en toda la noche y no paró de pensar en el beso que le dio el joven y lloró por tener que separarse de el.
Al otro día, Elena intentó evitar a toda costa a Mario y este observó que algo raro debía pasar, por eso, al anochecer, el se acercó a su casa y ello no tuvo más remedio que contarle todo lo que le dije la hija de la verdulera.
El le aseguró que no debía de temer nada, ya que el hablaría mañana con Isabelita. Ella se calmó y se lanzó a los brazos de su enamorado, el cual empezó a besarla y a acariciarla. Sin saber como, Elena se sintió muy segura y ambos hicieron el amor muy apasionadamente.
Al otro día, cuando regresó de a su casa después de ver a su madre, se encontró allí con Isabelita, la cual empezó a discutir muy fuertemente por el desprecio que le había hecho Mario. Ambas llegaron a un punto muy extremado y la joven Isabel empuñó una pistola contra Elena y no tuvo ningún escrúpulo en pegarle un tiro. La joven cayó moribunda al suelo y la malvada salió corriendo, pues pensó que la había matado.
Amparito lo escuchó el tiro y fue corriendo a la casa de su vecina, allí se encontró a la joven agonizando y rápidamente llamó corriendo una ambulancia para socorrerla.
Su madre, que acababa de salir del hospital, se encontró allí a su hija y se aterrorizó mucho. Mario atendió a su novia personalmente y, por suerte, el tiro no le rozo la zona pulmonar ni la cardiaca.
Pasaron varias semanas hasta que Elena salió del hospital y se trasladó a su casa, pero le esperaba una buena noticia, Isabel había sido detenida al intentar escapar del país.
Esa misma noche, Mario llevó a se enamorada al lago, donde estuvieron la primera vez que salieron juntos y el aprovechó para pedirle matrimonio, cosa que ella aceptó sin dudarlo.
Al cabo de unos cuantos meses, se celebro le ceremonia nupcial entre Mario y Elena. Ambos, la pasaron muy feliz junto a sus familias y al otro día, se mudaron a su nueva casa para organizarla, ya que debían prepararla para los tres: para Mario, para Elena y para Elisa, el futuro bebé.
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