Hoy estoy muy lejos de mi gente, la pasión de mis venas parece haberse quedado helada en el instante en que abandoné esa sala. Mis amigos, los de algunos años, los que no me dejaban bajar los brazos, están tan cerca, pero mi mano no llega a agarrarlos. En este instante en que todo parece fracasar ante mis ojos, aparecés, y me devolvés la vida, las ganas de seguir. De repente te convertis en el motor de mi alma, y tengo ganas de caminar sobre las nubes, abrazarte y confesarte que en silencio que te quiero. A veces muero por decirte tantas cosas o hacerte tantas otras, pero sin embargo me detienen los miedos. Pero ahora nada importa porque te siento cerca, y me gustaría que así te quedaras.
Llevame con vos a un mundo de sueños, donde mis pies no dejen de pisar la realidad, donde las caricias se vuelvan dulce canto de àngeles buenos. Y si te vas, y no me llevas con vos, no me importa, porque de no ir a tu lado, iría atrás tuyo, siguiéndote, acompañándote. Para sostener tu vuelo en caso de que la turbulencia del camino te tiente a dejarte caer.
Puedo regalarte la seguridad de tenerme cuando quieras, la promesa de ser esa compañera constante y firme como una roca. Pero hasta las rocas se van corrompiendo con los golpes de las olas, no permitas que tu propias dudas y necedades me corrompan y termines por perderme.
Todo esto te concedo, tan solo te pido que si no es correspondido en algún momento mi regalo me evites el mal trago de tener que llorarte. |