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Sucedió que un fama bailaba tregua y bailaba catala delante de un almacén lleno de cronopios y esperanzas. Las más irritadas eran las esperanzas porque buscan siempre que los famas no bailen tregua ni catala sino espera, que es el baile que conocen los cronopios y las esperanzas.
Los famas se sitúan a propósito delante de los almacenes, y esta vez el fama bailaba tregua y bailaba catala para molestar a las esperanzas. Una de las esperanzas dejó en el suelo su pez de flauta -pues las esperanzas, como el Rey del Mar, están siempre asistidas de peces de flauta- y salió a imprecar al fama, diciéndole asi:
-Fama, no bailes tregua ni catala delante de este almacén.
El fama seguía bailando y se reía.
La esperanza llamó a otras esperanzas, y los cronopios formaron corro para ver lo que pasaría.
-Fama -dijieron las esperanzas-. No bailes tregua ni catala delante de este almacén. Pero el fama bailaba y se reía, para menoscabar a las esperanzas.
Entonces las esperanzas se arrojaron sobre el fama y lo lastimaron. Lo dejaron caido al lado de un palenque, y el fama se quejaba, envuelto en su sangre y su tristeza.
Los cronopios vinieron furtivamente, esos objetos verdes y húmedos.
Rodearon al fama y lo compadecían diciéndole así:
-Cronopio cronopio cronopio.
Y el fama comprendía, y su soledad era menos amarga. |
Texto agregado el 13-10-1998, y leído por 29661
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