La de la foto es mi querida Ruquilia que se fue hace cinco años. La extraño. Muchos me preguntan si ese era su nombre real. Ella se llamaba Ruquilia Juventina. Sólo le decíamos por su segundo nombre cuando eramos jóvenes, después eso cambió.


VENGO A revolicionar la poesia



Empecé a escribir en el atardecer de mi vida,
mi creatividad se detonó al morir mi amada esposa,
pude entonces acudir al taller literario de un centro cultural cercano a mi barrio. Antes de eso, ella no lo permitía pues estuvo en cama por diez años debido a una enfermedad degenerativa y yo tenía que cuidarla.
Una tarde que venía de un bar, un auto me atropelló y me lesioné la cadera.
Durante un año quedé paralítico y en ese tiempo todo lo que hacía era escribir. Las sesiones del taller fueron en mi casa.
Luego interumpí mi escritura, cuando una pierna se me gangrenó y tuvieron que amputarla. Caí en una depresión aguda, profunda e inutilizante. Nunca me hubiera imaginado ser alérgico a los antidepresivos, por lo que me ocasionaron un shock que me afectó la memoria.
Ahora estoy bien, bueno no puedo hablar bien, ni caminar pero al menos puedo comer atole.

Diario leo mi horóscopo y a los trece años me auguraban las estrellas que mi vida sería una ruina, y puro sufrimiento. Todo se cumplió al pie de la letra.
Mi hijo Diego llegó de California y al verme así me regaló una laptop y pues, aquí estoy.



VENGO A REVOLUCIONAR LA POEMSIA