Si entre las cosas más preciadas de este mundo, tuviese que elegir alguna, en mi momentos postreros. Me quedaría con el aroma de los bósques de pino y los dulces sonidos que la brisa produce cuando los sopla. El canto del zorzal en su cortejo de primavera bajo mi ventana. El olor de la tierra humedecida por la primera lluvia después del verano. El rumor de las olas del mar cuando llegan mansamente a cubrir la arena dorada y luego se retiran. La visión apacible de un cúmulo de nubes blancas sobre el azul del cielo.
La vida me ha enseñado que perdemos nuestro tiempo añorando gozos perdidos o arrepintiéndonos de errores cometídos, trabajándo afanosamente por conseguir posesiones materiales. La mejor forma de vivir es aceptar cada minuto como algo irrepetíble, un milagro que no volverá a ocurrir.
Amo la música renacentista y pre clásica, me dedico a la pintura artistica. Creo haber obtenido de esta vida bastantes cosas buenas y no me arrepiento de nada.