Pertenezco a la incontenible marea de desempleados que crece con los días y el paso de las horas, donde los hombres de empresa, grandes mercaderes de la muerte por demás, franguan oscuros negocios y el exterminio lento de la prole que tanto les estorba.

Ocasionalmente escribo pequeñas historias y párrafos de cosas que se me ocurren al azar de la espontaneidad emotiva. Por tanto, no soy versado en el grandioso arte de la escritura, pero debo replicar que es la música el arte supremo de todas las existentes o inventadas.

Como ya he dado por plasmado me gusta la música, pero no de toda, o de toda un poquito no me sacia- apelando al metalenguaje urbano del que suelo estar rodeado-. Porque tampoco se trata de darle rótulo a cualquier porquería o ruído y argüir que en ello podría haber un resquicio de música.

Cuento con algo más de 20 diciembres culminados, otros tantos de lluvia, catástrofes, teletones, reinados, conspiraciones económicas, invasiones militares, horas incontables de propagandas, chatarra televisiva, ingesta de licor, hambre y caminatas.

Debo ser justo, realmente no mucha hambre y padecimientos he tenido. Incluso podría ser nulo lo de los padecimientos, salvo el permanecer manicruzado, cesante, sin trabajo. En esta condición permanezco no porque yo lo quiera para mi vida, sino, por el contrario, no tengo amigos con palancas, no estoy en la rosca, mi padre no se dedicó al delito que es lo que da por estos días y por estos lugares, no me he logrado beneficiar del tráfico de influencias que es lo que vale en mi país para tener trabajo. Mejor, y resumiendo, tengo poco más de 9 mundiales de fútbol acumulados en mi haber.

He logrado cursar el grado 12 de bachillerato con todas las de la ley y cumpliendo con todos los requisitos legales y financieros establecidos por el Ministerio de Educación a un honeroso y abultado costo personal. Oficialmente no existe tal nivel de grado para culminar el bachillerato, pero técnicamente y en el plano de la realidad, está más presente que nunca en las universidades atestadas con mamarrachos seguidores de lo que los seudo-sociólogos han dado a llamar tribus urbanas.

No soy un mamerto antisocial y por ello debo resaltar en mayúsculas que no soy amigo de ideas o tendencias de izquierda, derecha, centro, azules, rojos, pro-republicanistas, democracistas, anarquistas y el largo etcétera de esa diarrea social que distancia a las personas. Tales cosas son marcas, ideas chimbas que se le ocurren a los escasos avivatos que saben para qué las inventan, contra quien las usan y cómo confunden.

Sólo deseo escribir por hobbie y ver los relatos o escritos de otras personas, esperando la reciprocidad del respeto en los comentarios y aportando mi respeto por los ajenos.