Mi vida comenzó con mis padres, como un mexicano poema de amor pero al llorar por vez primera se convirtió de poema en cuento, el cual sigo aún escribiendo. He vivido muchos cuentos, algunos de hadas y otros de dragones. El más feo fue cuando quise vivir con armadura de hierro, fue horrible. Ahora que ya pasé algunos dramas, pareciera que mi cuento se hace novela, creo que no hay remedio. Mientras eso sucede trato desde Venezuela vivir la vida feliz, día a día, como un minicuento. Y si puedo, de vez en cuando te compartiré alguna minificción para que no nos sorprenda tristes aquella huesuda y flaca, la que para llevarte no admite cuentos.