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Inicio / Cuenteros Locales / Juan Freddy Armando (juanfreddyarmando) - [U:juanfreddyarmando] 

Nací en Hato Mayor, República Dominicana, a las 10 de la mañana del 21 de diciembre,1951. Empecé a escribir a los 13 años. En 1973 publiqué por primera vez cuentos y poemas, en suplementos y revistas. Tengo varios libros de cuentos, de poesía y ensayos inéditos.
Soy un voraz lector de los clásicos y la literatura moderna. Mis autores favoritos, entre otros: Platón, Homero, Safo, Aristóteles, Hugo, Emily Dickinson, Pound, Tagore, Whitman, William Carlos Williams, Gioconda Belli, Galeano, Darío, Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, Pizarnik, Jorge Luis Borges, Vallejo, García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Rosario Castellanos, Bosch, Huidobro, Lugones, Bukowsky, Alfonsina Storni.
Además de esas, me gusta la literatura filosófica: Hegel, Marx, Confucio, Krishnamurti, Ortega y Gasset, Schopenhauer, Dante, Fernando Pessoa y otros. Y los textos religiosos, tan importantes para conocer los miedos y mitos del animalito humano: El libro de los muertos, el Corán, la Biblia, los Vedas, Mahabaratha, Ramayana, el Libro de Neffi, la Fe Bahai, etc.
Mi literatura es de enfoque filosófico, erótico, humorístico, haciendo acopio de los logros vanguardistas, con la mira puesta en comunicar al lector las emociones hermosamente inolvidables, profundas y humanas. Creo que la literatura se hace con estremecimientos interiores, enfoques y formas fuera de lo común. Me gusta ser Jasón viajando en el texto convertido en barco Argos, junto a los argonautas lectores placenteramente buscando conquistar el vellocino de oro verbal.
Escribo cuando pasa por mi cabeza la idea de un texto que no existe y quiero leer. Lo escribo para compartirlo con los que gustan internarse en mis ocurrencias. Creo en el aserto del viejo Ezra Loomis Pound:"Escribir es cargar la lengua de ideas".
Suelo preocuparme por los problemas sociales, económicos y políticos de mis semejantes, y por eso estoy entre los fundadores del PARTIDO DE LA LIBERACIÓN DOMINICANA, que creara en 1973 JUAN BOSCH en 1973 en República Dominicana, y fui durante varios años Director de su periódico, el semanario VANGUARDIA DEL PUEBLO, órgano oficial de ese Partido. Me gusta interactuar con la gente sin importar sus creencias filosóficas, religiosas o de cualquier índole. Mis correos electrónicos: delfinnegro1@hotmail.com o a delfinnegro1@gmail.com
SOY DIRECTOR NACIONAL DEL PLAN QUINQUENAL DE MOTIVACIÓN AL LIBRO Y LA LECTURA.
PRESIDO LA PUBLICITARIA CREACCIÓN, DEDICADA A LA PUBLICIDAD Y AL DISEÑO, DIAGRAMACIÓN E IMPRESIÓN DE LIBROS, A TRAVÉS DE DOLPHINS EDITORIAL.



EL ARTE DE ESCRIBIR.

Por André Maurois, de la Academia Francesa


¿Queréis aprender a escribir bien? Tenéis mucha razón. No sirve de nada tener ideas justas si no se sabe expresarlas. La palabra, ni incluso la elocuencia, son suficientes porque las palabras vuelan. Un escrito queda. Los que lo reciben pueden releerlo, meditarlo. Es para ellos como una imagen del autor. Un informe bien compuesto y bien escrito es el origen además de una gran carrera.
Para escribir bien es necesario tener una cultura. No es necesario estar al corriente de la literatura más moderna. El conocimiento de los grandes clásicos vale más. Suministra ejemplos, citas. Nos introduce en una asociación secreta y poderosa, en esa masonería misteriosa de los hombres cultos, en la que se encuentra frecuentemente tantos médicos e ingenieros como escritores. La cultura da sobre todo un vocabulario.
No se escribe con sentimientos; se escribe con palabras. Hay que conocer muchas y haber penetrado en su sentido exacto. Si se emplean a diestro y siniestro el lector no las comprenderá. La Academia Francesa pasa toda una sesión en definir tres o cuatro palabras. Esto no es tiempo perdido. A falta de un lenguaje preciso, todo un pueblo puede lanzarse en busca de objetivos vagos, que no valen la pena de ser buscados.
Hay que consultar los diccionarios y sobre todo el Littre, que da tan excelentes ejemplos. Cada vez que se ignore el sentido de una palabra, hay que buscarlo. Hay que leer a los grandes autores. Demuestran que con las palabras de todo el mundo saben construir un estilo. ¿Qué autores? Moliere, el Cardenal Retz, Saint-Simón, Voltaire, Diderot, Chateubriand, Hugo. Hay que encontrar el secreto de cada uno de ellos y los recursos de su maestría.
No tratéis de tener personalmente un estilo. Llegará solo si llegáis a formar a la vez un vocabulario rico y grandes pensamientos. “Lo que se concibe bien se expresa bien”. Hay que evitar las rebuscas pomposas o pedantes. Nada estropea más un estilo que la vanidad. Hay que decir de una manera muy sencilla lo que se desea decir. Valéry daba este ejemplo:
“De dos palabras es necesario elegir la menor”. La menor, quiere decir, la menos ambiciosa, la menos ruidosa, la más modesta.
Hay que preferir siempre la palabra concreta, que designa objetos o seres, a la palabra abstracta. “Los hombres” valen más que “la humanidad”. Un hombre vale más que los hombres. Las palabras abstractas son útiles, pero es preciso llevar al lector rápidamente a lo concreto. A falta de lo cual su pensamiento vuela por regiones nebulosas donde todo parece verdad. Con palabras abstractas puede probarse todo, pero nada puede realizarse. Hay que preferir también el sustantivo y el verbo al adjetivo. Más tarde aprenderéis a manejar el adjetivo como lo hicieron Chateaubriand y Proust, pero es difícil.
El filósofo Alain, que fue un gran profesor, daba este consejo: “Reducir la puesta en marcha a lo mínimo”. Esto quería decir: “No hay que preguntarse durante varios días: ¿voy a comenzar, cómo debo comenzar? No. Hay que comenzar. Después de la primera frase llegará la siguiente. Los pensamientos se desarrollarán. Si se espera a que se anuden, no se avanzará nunca. Si se aguarda la inspiración se esperará en vano. La inspiración nace del trabajo.
Stendhal decía que es necesario escribir todas las mañanas, “genio o no genio”, y uno de la antigüedad; “Nulla dies sine línea”. Ni un día sin una línea. Si no se impone uno la obligación todos los días de sentarse ante la mesa, no para soñar sino para trabajar; si se dedica uno a pensar: “Esta mañana haré los trabajos difíciles”, entonces está uno perdido. Al día siguiente se encontrará una nueva excusa y la vida pasará, en la pereza y el fracaso.
“Y sin embargo, -podéis alegar- es necesario reflexionar antes de escribir”. Indudablemente. Es necesario preguntarme muy simplemente: “¿De qué se trata?“, y formular para sí mismo el problema de la manera más clara. Hay que tener en cuenta también que la mayor parte de vuestros lectores no saben nada de la cuestión y que hay que darles en algunas frases, los elementos esenciales. Es un plan cómodo, en casi todos los casos, el decirse: “He aquí lo que voy a tratar de demostrar; he aquí mi demostración; he aquí lo que yo he demostrado”.
¿Es necesario atreverse a audacias de lenguaje y estilo? ¿Se puede de vez en cuando despertar la frase con una palabra familiar? Sí, cuando se haya adquirido a la vez el gusto y la autoridad necesarios: Los grandes escritores tienen sus ocurrencias y vulgaridades deliberadas; los grandes embajadores escriben informes humorísticos y brutalmente concretos. Hay que esperar, antes de imitarles, tener su experiencia y su talento. Hasta entonces no hay que ser aburrido, sino sencillo. No hay que llamar la atención más que por la precisión de las fórmulas, por el ajuste perfecto de las frases y de las ideas, por la brevedad compacta y plena.
Finalmente, hay que evitar, hasta que se llegue a ser un maestro, las frases largas. Bossuet las empleaba mucho, pero era Bossuet. En la época en que Caillauz era presidente del Consejo, le dijo al jefe de su Secretaría, cuyo estilo le parecía ampuloso: “Escúcheme. Una frase francesa se compone del sujeto, del verbo y del complemento directo. Es todo. Y cuando usted tenga necesidad de un complemento indirecto, haga el favor de consultarme”. Empleaba así una exageración expresa y divertida. Pero en el fondo era justa.


Bibliografía:
ALEGORÍA DE LO INÚTIL. (Cuento, 133 palabras)
A LA MUERTE DE UN PIANO. (Poema, 128 palabras)


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