Queridos cuenteros, salí ileso del teatro tras mi etapa estudiantil en la Sevilla de los 70 y hoy llevo con orgullo el cortazariano título de cronopio. Leeré, si me lo permitís, vuestros cuentos en mis clases de Literatura, aquí en Sanlúcar de Barrameda, donde el río se hace mar camino de América.