Nací en un pueblo llamado Conchucos, que se ubica al norte de la capital Peruana; en una de las postreras estribaciones de los andes Ancashinos.
Componénla tres picos enhiestos y valles profundos las frías alturas azulean las rocas desnudas, las faldas y llanadas propicias verdean de sembríos.
Conchucos es como la vela triangular de un barco perdido entre el oleaje de este mar pétreo llamado los andes.
Es a la vez triste y bello con la belleza de los gigantes y la tristeza de las almas solitarias. Durante el día en las horas de sol desata todo el orgullo de su fiereza, vibra, reverbera, abraza, crepita; en las noches lunares, su tristeza aumenta hasta reflejarse en el alma del observador y hacerle pensar en el silencio trágico de las cosas.
Parece un predestinado a no sufrir la garra inteligente del arado, ni la linfa fecundante del riego. Es una de esas tantas bellezas que la naturaleza ha puesto delante del hombre como para abatir su orgullo o probar su inteligencia....... de ahí vengo y ahí regresare.