La vida es una serie de volteretas, de las que a veces salimos bien parados, y otras (la mayoría), terminamos estrolados contra algún murallón.
Está llena de murallones, entonces, sobre los cuales terminan la mayoría, excepto lo que aprenden a saltar con garrocha.
También está llena de garrochas. Sólo hace falta aprender a utilizarlas, para pasarla mejor y no estrolarse contra los murallones.
Eso es lo que me pasa con la escritura. Al principio creía que podía saltar hasta la muralla china sin siquiera tomar envión. Entonces me hice pulpa contra la primera corrección de uno de mis cuentos.
Así fue que descubrí el nuevo mundo de la revisión… Y sentí que tenía la garrocha por el mango. Motivo por el cual me estrolé ahora más fuerte, cuando descubrí que no había aprendido nada, y lo mucho que me faltaba para alcanzar a mis grandes héroes: Julio Verne, Isaac Asimov, Ray Bradbury, Arthur Clarke…
Hoy estoy aquí para tratar nuevamente de encontrar otra garrocha. Una que me lleve al menos un poco más alto de lo que estoy. Tengo ahora pretensiones mucho más modestas: El mundo… nomás.