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Inicio / Cuenteros Locales / Cielo (cieloselva) - [U:cieloselva] 

Revisando mis archivos me encuentro con este cuento de Zepol que quiero compartir con ustedes.

Espero que les guste tanto como a los 1.812 lectores que tuvo en su momento.

UNA SENCILLA HISTORIA DE AMOR

En la loma, la oscuridad arropa un puñado de ranchos que dormitan de pie su pobreza entre los cedros y los laureles. La luna, silenciosa orfebre de siglos, borda en los techos de paja el susurro vegetal de la noche.

El corral, cubierto con los bagazos blancos de la caña, sueña despierto. En él, la pobreza se disfraza de encanto, semeja una alfombra fluorescente y mágica, pringada con los destellos intermitentes de las luciérnagas, divas de la noche que compiten con el titilar de las estrellas.

Siguiendo la cuesta que termina en las riberas del río, el vidrio azul de la noche se quiebra en miles de lamentos, ranas que croan su melancolía entre el cuchicheo de las piedras, movidas por el agua que pasa indiferente al calor, a la pobreza y a los insomnios.

E insomne se encuentra Marta, vestida con la oscuridad del rancho, mientras en su alma parpadea la emoción de quien ama con certeza. Bajo su piel, el nombre de Antonio es fogata que arde sin permiso ni tregua.

Acordaron fugarse a las tres de la madrugada. No hay relojes que marquen la hora, pero el instinto de los campesinos rige los tiempos. El ulular de una lechuza, como si la noche misma tuviera voz, le anuncia que llegó el momento.

Mientras en sus manos palpita un adiós, se levanta y tratando de esquivar los ronquidos de los suyos que duermen, recorre a tientas el breve trecho que la separa de las tablas que hacen de puerta. Fuera la espera un pequeño atado que dejó listo desde el anochecer, con sus pocas pertenencias, alguna ropa, un par de cuadernos y los collares de fantasía.

Oculto tras el tronco de un laurel, Antonio silba la señal convenida. Y al conjuro de aquella nota aguda, el espíritu de la muchacha, brasero de ensueños, irradia pavesas que ascienden como plegarias. Y allá va, con la luna a la espalda, casi sin que sus pies morenos toquen el suelo, dispuesta a entrelazar su vida en los brazos de aquel labriego que le promete un mundo nuevo, lejos del rancho, lejos del canto del río, lejos de los atardeceres quietos y perfumados de arrayanes en flor, y la invita a ingresar en el tumultuoso mundo de la ciudad donde el muchacho ha conseguido trabajo en un taller.

Son las cinco de la mañana. El largo y triste silbato del tren es una despedida y un presagio. Y allá van, dos seres apostando por un sueño que esperan fraguar día a día con la fuerza que les da su audacia y su amor, paralelo como la cremallera de hierro que soporta el traqueteo del ferrocarril.

Allá van hacia lo desconocido. Allá van hacia la niebla que los cubre como abrigo de sus esperanzas. y aunque el mundo es incierto, sin saberlo siguen el camino de polvo y coraje que los lleva a mi destino. Allá van… mis padres. Buena suerte, amados míos.
Autor: ZEPOL


Cuenteros Favoritos:
ZEPOL

Bibliografía:
De esa forma regresó (Poema, 90 palabras)


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