Iliminada como la luz que llevo por nombre, la vida me regaló dos pimpoyos de mi flor.
Leticia y Lorena.
Hoy que la madurez me alcanzó dedico mi tiempo a la lectura, esperando que los nietos aparezcan pronto, para contarles cuentos.
Mi timidez no se si me permita publicar, pero si leeré de todos ustedes.