Lo tenía tan Escondido como los barcos cuando se fondean ante el anuncio de la tempestad, como un embarazo no deseado, como un infiel a su amante.
Los e-mails, los documentos, las fotografías, todo fue borrado del disco duro. No quedó registró. Ni siquiera la evidencia de alguna hoja de cuadernillo o una de esas inútiles y tan usadas papeletas amarillas adhesivas.
Todo fue borrado. Estaba escondido y sólo mi mente sabía de su Existencia.
Pero como mi Delirio de que Lo encontraran era tan fuerte, pensé en Sacarlo de mi propia conciencia. No fuera alguien a escucharme hablando en sueños, o con algunas copas de más salieran palabras poco afortunadas de mi boca.
Fue por eso que inicié está esta locura de borrar mi memoria.
No encontraba formas seguras. Un psiquiatra con un tratamiento de hipnosis era efectivo pero también imposible ya que sería entregarle en bandeja de plata cual Salomé, todo este Secreto.
Fue demasiado difícil, debo confesarlo, pero no había otra alternativa.
Cuando traté de instruirme a través de libros y manuales, descubrí en esas inútiles horas de lectura diurna y nocturna que llevaron meses, que no habia otra solución que Borrarme yo.
Pero amaba mi Vida. No quería Morir. Y si moría El Secreto seguiría escondido para siempre y eso era Algo que tampoco quería.
Nuevamente caí en las drogas de la lectura.
Esta vez eran libros novelezcos. Literatura sobre objetos guardados en sepulcros de faraones que sólo fueron descubiertos tras miles de años. Incluso me enteré de evangelios que no están en el Nuevo Testamento y que recién hace algunos años se Revelaron.
Pero cómo podria lograr yo eso. Si soy tan miserable . No se escribir en códigos. No se de jeroglíficos y, me río, no se ni siquiera otro idioma.
Definitivamente debía Morir. Y además asumir una Gran Tarea: encargarme de que el Secreto se Revelara pero no antes de Cien Años. Si no se hacía de esa forma. Su Existencia, su Clandestinidad y mi Muerte, no tendrían sentido.
Una noche, fría, desconsolada desperté llorando de una pesadilla terrible. Había soñado que mi Secreto era encontrado por la empleada de la casa.
Por eso, porque ese sueño fue mi primera Revelación, fue que decidí terminar con ella también.
Fue fácil. No me conmoví. Su vida ya era miserable y ahora, YO le daría un alivio. Un té insano en la mañana. Las dos solas frente a frete en la mesita de cocina. Cayó al instante.
La escondí junto con mi Secreto. Donde nadie podría nunca sino hasta Cien Años más saber donde estaba. De una miserable vida la convertiría en una momia de culto. Tal vez hasta una Santa.
Pero pasaban los días y no encontraba esa Solución Final para mí. Fue entonces que por fín tuve la Segunda Revelación. Yo no debía morir ahora ni tampoco en este lugar.
Al cabo de unos meses dejé la Casa. Todo cerrado y sellado. Ahí quedaba mi ex Vida, mi Secreto y la mujer muerta. Yo caminaría hacia las montañas. El Sol me daría la cara en las mañanas señalándome cuándo y cuánto avanzar. El Sol me acostaría por las tardes, sintiendo su luz y calor en mis espaldas.
Así, sólo con la ropa puesta, caminé al encuentro del Sol esa mañana que dejé la casa sellada. Sin dinero ni comida no viviría mucho. Lograría internarme en la montaña donde su bravura me devoraría.
Pasaban los días y sólo comía raíces, frutos secos y algo de agua. Pero mientras más me internaba en la montaña, mientras más mañanas transcurrían, mientras más tardes caían sobre mis espaldas, más débil estaba. Lo estaba logrando.
Con la ayuda del Sol y la Montaña llegaría hasta las Nieves Eternas donde moriría de hambre y congelada.
Ya tiritando de frío en una cueva horrorosa y vacía llena de estalactitas, donde ni el insecto más rastrero entraba, comenzaba mi Agonía. Mi Paso Final a una Vida Eterna.
Cien Años después la Humanidad rendiría Culto a Mí y a Mi Secreto.
Por mi mente pasaban todas mis ideas, un tanto confundidas en espacio y tiempo, pero Reveladoras. Era mi Apocalipsis.
En mis últimos suspiros pensé en todo lo que me llevó a Esto: Mi Secreto. Repasé -con el máximo esfuerzo de un ser humano en agonía- si todo estuvo bien hecho y calculado. Si mi Obra era Perfecta.
Las cerraduras de las puertas, las ventanas, la reja, el portón, los papeles...el tarro de la basura. No había quemado la Basura.
Podían pasar meses en que no recogieran la Basura pero en este preciso instante podrían estar haciéndolo.
Envuelta en la Locura intenté pararme. Logré dar algunos pasos con mis piernas desnutridas, llenas de llagas, anquilosadas. Tenía que volver a quemar la Basura y luego, Regresar. Así Todo estaría Cumplido.
Miré al cielo. Tenía ya que salir el Sol para empujarme a salir de la Montaña. El Astro Rey me daría la fuerza para caminar, para retroalimentarme. Debía sentir su calor en mi espalda para llegar a mi destino. Luego volvería a este mismo lugar con su ayuda.
Espere muchos minutos, quizás horas. No tenía mucha noción del Tiempo.
Al fin salió el Sol y me dijo que eran las 06:50 del 24 de mayo. Pero me dió con toda su luz en la cara mientras mi cuerpo ardía. Me lanzó hacia atrás, clavándome entre las filudas rocas de la Montaña Desnuda.
Habló una sóla vez más y ya no volví a escuchar nada.
En mi Mente muerta ya Borrada hace Cien Años resonaba el último recuerdo de lo que me Reveló. "Al Amanecer El Da la Luz para quienes avanzan a la Montaña, Nunca para Retroceder. Y que Ese era el Secreto que El guardaba desde que el Mundo era Mundo, desde que la Montaña era Montaña, desde que el Sol era Sol y mi Secreto...mi Secreto no valía Nada". |