Q.E.P.D.
(11/01/1972 – 15/02/2005)


La imagen del espejo le devuelve la sonrisa. Es bueno ver aquella cara después de tanto tiempo. Es cierto que no la reconoce de inmediato, son ambas quienes quedan extrañadas al principio hasta que ese “flash” de memoria las hace recordar.
Con mucha sutileza le hace notar los efectos del paso del tiempo, los bordes de los ojos, algunas marcas en la papada y los costados de la boca. Y los labios, esos labios que antes hablaban de inocencia y provocación (mezcla letal) y ahora reflejan el arte de sobrevivir, el encanto que los años otorgan sólo a aquellos que saben respetarlos.
Le da mucho gusto reencontrarse con su antigua amiga. Tras una mirada cómplice ambas ríen como hace muchos años no lo hacen. Risa de muchos dientes en un gran marco rojo. Brindan por aquel pasado lejano y por que el futuro siempre las encuentre juntas.

Muy temprano en la mañana Milena Perdomo había firmado los últimos papeles para que su divorcio sea definitivo. De camino a casa pasó por la peluquería donde platinó su pelo y lo cortó exactamente igual que una foto que conservaba desde 1971, año previo a su matrimonio.

A los cincuenta y tres años Milena Perdomo vuelve a ser Milena Perdomo. Sabe que el tiempo no pasó en vano, sabe que los caminos transitados están allí en su memoria, sabe degustar aquel sabor agridulce de quien aprende de sus propios errores. Y sabe que las marcas y cicatrices de la piel son iguales que las del alma y sólo se curan con sonrisas. Y porqué no...con un whisky entre viejas amigas