Soneto noctorno, el que mis oidos escuchan dentro de esa inmensa oscuridad que deja ver el cemento de esta gran ciudad, como anchos rios venecianos que solo contemplo en mis pensamientos noctornos.
Mi mirada se levanta para observar lo hermoso de aquel valle de luciernagas que nos envargan en un distante horizonte, mis sentidos se sienten extasiados observando aquel ancho valle brillante y estatico que albergan millones de pensamientos como torre de babel donde se encuentran todas las lenguas, pero incomprensibles por si mismas, por desear ser la primera, las escucho y no es por que comprenda todos los pensamientos, al contrario, solo entiendo uno, el universal, el pensamiento del silencio.
Estaticas luciernagas, que quietas demuestran todo el poder de la velocidad como una celula silenciosa para el ojo comun, pero dentro de su interior se mueve un universo igual o mucho mejor que el que nosotros habitamos. Luz de noble animal que en su interior envarga el brillo familiar de millones de personas que sueñan en salir de aquel ancho horizonte de aleteo estatico. Contemplando la vida en la tierra que desearian acariciar.
Se regocijan los corazones al ver tal maravilla en el amanecer de la ciudad, tratando de que nunca vuelva el dia, para que las almas refugiadas dentro del mar de luciernagas no tengan que ver los estragos de nuestros actos, que en la noche se envuelven dentro de la marravilla encandescente del tierno animal volador.