cucarachas

Me gustaría que fuésemos dos cucarachas en una casa abandonada;
sin gente que nos fumigue ni nos pise,
sin ratas que asechen,
tampoco arañas que nos oteen desde sus telas,
ni ratones siquiera...
Y caminar todos los días por el jardín,
por todos los rincones en busca de migas qué comer,
descansar bajo una mesa, recostarnos sobre una de las patas...
Quisiera que fuésemos dos bolitas de papel higiénico remojadas, o sucias;
gusanos que se tuercen en la humedad de una papa putrefacta...
Dormir bajo la fresca sombra de un tallo muerto
Entre la maleza de un lodazal cuando apenas atardece...
¡O ser peces espinosos en el mar!,
y ver lejana la playa que se va enfriando...
ser robustas cañas amargas que se alzan entre cebollas exhumadas
dos puñados de arena humedecidas de tibia urea...
Quisiera que fuésemos dos mulas de carga que aunque azotadas,
jamás se separan, que caminan el mismo rumbo y al mismo paso,
beben del mismo charco, lamen de la misma escudilla,
desperdicio que nadie más ha de probar...
Quisiera que fuésemos dos hojas de guayabo que han caído al estiércol,
dos migas de pan en el borde más lejano de una ventana,
piedras sin filo ni peso, incoloras; dos pétalos resecos en una bolsa de “mimosas”
Ser dos loros enfermos con el pico quebrado
Balanceándose entre moscas, tiesos, en un rincón de su jaula.
Quisiera que fuésemos dos esputos resfriados En la acera,
perpendiculares a un lujoso escaparate polarizado...
dos uñas amarillentas desprendidas de la carne

Quisiera que fuésemos una muela carcomida,
verde, marrón, casi negra, olvidada en la mesa, acuñada junto a la panera,
un pequeño charco sicodélico de vómito, incapaz de secarse,
una llaga mal curada y espolvoreada de penicilina, con exposición de hueso...
Quisiera que fuésemos tan solo una gota de moco
De color cualquiera y espesor desentrañable...
Un mendrugo de pan común, mojado en lluvia.