Embriagado de ese mirar esquivo, tu espejo reventó en el polvo helado que desentierra ojos muertos en profano sacrificio. Bajo mis párpados los segundos se destejen en suspiros erosionando tu sombra de colores delicados. Pero apareces altiva pisando la hierba dolorosa aborto de una herida muda que confunde rastros de vida en la agonía de las estaciones. Cediendo a tu distracción una peregrinación de lágrimas púrpuras parte de mis cuencas vacías coagulando en silencio la muerte de la luz. Complacida te evaporas y tras de ti una multitud de súbditos oculares que no han de ver jamás otra luz que no sea la de tu sueño.
Texto agregado el 15-08-2003, y leído por 237 visitantes. (3 votos)