III El llamador despierta el zaguán y la cancel se ilumina. Sonrisas de bienvenida dibujan rostros pequeños. Manos rugosas aprietan muy fuerte y se extienden pródigas de inesperados convites repetidos y nuevos. No hay miradas severas ni rezongos, sólo orejas,boinas de vasco y cuellos de crochet tejidos a la siesta. Los cuentos se recuentan y las penas se esconden con cenizas grises al lado de la estufa. El tragaluz ilumina la mecedora y se escucha un tiempo detenido de campanas que ya no suenan. IV Blancas puntillas jalonan estantes que atesoran perfumes y esencias de una abuela. Secretos de familia sonríen desde el ayer y visillos discretos esconden siestas prohibidas. Sol calcinante que alimentó sueños y utopías necesito sentir de nuevo que enciendes mi piel con goce de almendras perfumadas. La memoria ahora desdibuja las calles que ya no conducen a ninguna parte ni aseguran regresos de seres entrañables. El tiempo se detiene absorto de miedo, en todas las agujas del reloj de péndulo.
Texto agregado el 15-04-2005, y leído por 131 visitantes. (2 votos)