Solo pensar que esta tarde va a llover me revuelve el estómago.
No sé si lo habréis notado, pero la lluvia te puede gustar o no gustar, pero nunca te deja indiferente.
Las gotas resbalando por el cristal, ese olor a mojado, las calles vacías, a veces traen consigo recuerdos tristes. A veces nos recuerdan a las lágrimas, el olor de esa persona que ya no está, la soledad que nos inunda...

Pero después de llover, asómate a la ventana.
Si tienes un poco de suerte podrás ver el arco iris.
Y si después de la lluvia paseas, quizás te encuentres con algún niño saltando en un charco, divirtiéndose...

¿Recuerdas cuando eras niño y saltabas en los charcos? Tal vez me digas que no lo solías hacer, pero reconócelo. Venga. ¡Que hay confianza!. Seguro que alguna vez lo has hecho.
Y es que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y tal vez ahora te recorren las ganas de saltar cuando los ves saltar, pero claro, ahora eres demasiado mayor... ¿qué pensarían de ti?
¡Que piensen lo que quieran!
¡SALTA!

P.D.: Ya no hay niños que salten en los charcos. STOP.