Soñaba con ser un héroe, inclusive un luchador. Pero la vida no sale como uno la planea cuando chico, las cosas no dependen sólo de uno, después de tantos años de trabajar sin ilusiones, empieza ahora mi recorrido diario y esto es lo que veo a diario:
Asientos invertidos, dolor de cabeza, frío que ilumina y calor que me hace temblar, sonido que aísla los oídos sintéticos de la falible naturaleza; una cámara no oculta me mira apagada, sin nada que decir vengo sentado en el techo de los asientos negros invertidos, vacíos que miro sobre mi dolorida espalda, me mantengo en camino sin siquiera moverme, cierro los ojos y estoy por llegar, al maldito y mismo de siempre trabajo, dejando los carteles emocionados de hacerme el amor, bienvenido al mundo real.
Checo mi tarjeta vestido igual como siempre, me revisan hasta el rasurado que ni falta me hace, gorilas hembras y machos que no paran de reírse como idiotas uniformados, saludo a las cámaras, estoy por fin en televisión. Avanzo entre montones de seres que se me parecen demasiado, estamos finalmente estandarizados hasta en eso, con eso de la globalización. Ahora que lo recuerdo todo empezó hace un buen…
Mi padre nos abandonó muy chicos y me tuve que remangar por mis carnales, chambear no te hace hombre pero más pronto te le pareces a cualquiera, no pude seguir la escuela que de noche me esperaba con la maestra Juanita, lista para jalarme de las patillas y dejarme hincado por mi fea letra, mejor no verle la jeta, estaba mejor su trasero.
Desde chico me gustaron las señoras no tan mayores, pero grandes para mí, como que me imaginaba que sabían más de la vida de lo que demostraron saber del mundo, generalmente ellas me decían como hacerle, sabían lo que querían de mí, y yo me sentía más hombre si le atinaba a la primera, ellas fueron las que me enseñaron y me dejaron el gusto por la lectura.
Después vinieron los problemas de las que me llamaban a sus casa muy seguido, luego hasta de chamba me tuve que cambiar, malditos maridos, primero no las atienden y luego me arman bronca porque las hago felices yo, al menos era lo que me decían, que yo sí era un hombre de verdad, que cómo me querían, que me iban a sacar de trabajar, que me iban a dar escuela, yo crédulo me imaginaba que era cierto lo que prometían, pero me sacaban de una para meterme en otra más apretada… la situación.
Con tantos supuestos amores y tantos problemas ni establecerme pude, ahora me mantengo alejado tanto de las rucas como de las menores, no me vayan a atorar por desviado, si pretextos nunca faltan mejor me dedico a trabajar, chupo de vez en cuando y hasta me divierto con la banda si se juntan pa´ la cascarita. No me quejo, de todos modos ¿de que sirve hacer olas? Nel lo de ser bombero no sirvió, lo de luchador tampoco…
Ahora, después de tantos años soy simplemente un obrero cultivado.
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