De pronto, el asado comenzó a revolverse sobre si mismo y una especie de fumarola se alzó etérea por sobre la cabeza de los comensales. Más tarde fue la ensalada de lechuga la que se elevó desde la fuente y quedó suspendida a escasos centímetros del techo. Luego le tocó el turno al pan que comenzó a desmigajarse sobre el platillo. El vino se evaporó y todos, sin siquiera haberlo bebido, jurarían que vieron dibujarse en el centro de la mesa la imagen traslúcida de un parrón. Estas y muchas otras manifestaciones extrañas le hicieron exclamar a la dueña de casa: -Primera y última vez que permito que se almuerce en mi mesa de tres patas...
Texto agregado el 13-04-2005, y leído por 308
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Lectores Opinan
15-04-2005
Pero que panzada se pegó el fantasma!! jajajaj. Magda gmmagdalena
14-04-2005
Tú estás seguro que Jorval no llevó a Laura a ese almuerzo? :) entrelineas
La mesa de tres patas no conjura sola, debe haber habido por allí algún invitado burlón acompañado por algún espíritu idem. A veces pasa. Un abrazo. neus_de_juan
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