¿Porque siendo yo desdichado debo hacer a las demás personas felices? se preguntaba él mientras le daba golpecitos al volante y esperaba que el trafico empezara a fluir en la avenida Boyacá. Era un viernes frió y oscuro en el que se sentía un viento helado cargado de humo en la sabana de Bogota. Estaba agotado, había sido una semana difícil. Como siempre los problemas lo perseguían y no se marchaban hasta que casi lograban asfixiarlo. Era tarde y esto le preocupaba pues le había prometido esa mañana a su esposa que llegaría temprano para que salieran esa noche, se la podía imaginar, hermosa como siempre arreglada para la velada romántica que tanto había esperado durante los últimos meses en los cuales se habían distanciado haciendo que poco a poco su amor muriera silenciosamente, pero también furiosa porque ya era demasiado tarde. Entonces ella le gritaría hasta el cansancio y después contentarla haciendo todo lo necesario, pero para cuando el ambiente se calmara ya sería demasiado tarde y seria inútil intentar buscar un restaurante. Era un ejecutivo relativamente joven con 3 hijos y 2 infartos enzima. Trabajaba de lunes a sábado en una reconocida empresa del país, pero también era el encargado de manejar las acciones de su esposa. A veces creía que trabajaba demasiado y se preocupaba tanto que terminaba confundido y desubicado pues sus ideas daban tantas vueltas en su cabeza que inevitablemente se mezclaban.
Esta tarde no pensaba en su trabajo, pensaba en su mujer, a la que le había dicho si años atrás y a la persona que mas había amado en su vida, pero así era el, ingrato y constantemente insatisfecho, y ahí se encontraba dentro de su naturaleza cuestionándose si en verdad la quería, después de que ella le entrego su juventud.
Pero pasara lo que pasara en su matrimonio no ocurría nada porque el se había mantenido al margen de la situación hasta ahora. Se había preocupado solo por el dinero que peligrosamente lo atraía. Las mujeres queremos que nos amen y que nos hablen, pero que al mismo tiempo nos quieran y nos deseen le decía su mujer, pero ahora esto lo atormentaba, no lograba encontrar una relación entre esas dos cosas. Sentía una amargura en su interior, era la incapacidad de darle a esa persona lo que quería, lo que necesitaba y lo que esperaba. Pero era hombre y no tenia porque entender a su mujer, los hombres y las mujeres son diferentes se dijo a si mismo, y son esas diferencias las que hacen encantadora la convivencia, las diferencias entre los hombres y las mujeres crean conflictos y los conflictos hacen que los hombres tengan una vida mejor, hacen que la vida sea mas real y por lo tanto hacen posible la existencia. Se pregunto una y otra vez que era lo que quería su mujer. Le confundía no cumplir con sus deberes, cuando se iba a casar su padre le dijo muy claramente que debía y que no debía hacer. No estaba cumpliendo con sus obligaciones. Su matrimonio de repente le pareció una farsa, pero por un instante se preocupó en lo que él quería y el pensamiento anterior se fue volando hasta desvanecerse completamente de su mente. ¿Que quería? nunca lo había pensado. Le dio vueltas al asunto y no logro encontrar una respuesta que lo satisficiera ¿Cuales eran sus objetivos en la vida? ¿Porque había venido al mundo? si estaba aquí tenia que haber un motivo, al menos eso creía él en ese momento, en ese instante, en el que su carro ultimo modelo no era mas que un refugio en el cual se salvaguardaba del mundo. No lo sabia, todos estos años de vida, tantas cosas hechas, ¿Porque? ¿Por su familia? ¿Por su esposa? tal vez, pero si esto fuera así ¿Donde quedaban sus intereses? tampoco lo sabia, pero en ese momento poco le importo pues creía que las preguntas que no tenían respuesta eran las que trazaban la existencia del hombre, y se sintió mas vivo que nunca, preparado para pisar el acelerador y casi volar a su casa.
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