Mirando hacia la oscuridad o dentro de ella, Carolina se preguntaba hasta dónde y hasta cuándo decir no? , sentía que poner un mar o un metro de distancia era demasiado complicado y era una decisión de costos y de pérdida y éstas han sido siempre tan dolorosas, tan grises y una carga muy pesada de llevar. Pero, permitir que todo lo propio se extraviara, que la sonrisa y su voz cantora se apagara era también un peligroso viaje al abismo.
Finalmente se quedó dormida, y al comenzar la mañana cuando la luz del día es más bien azul se puso de pie, ordenó sus cosas…, y decidió que le ponía punto final… a esta etapa de la vida, para iniciar otra, para atreverse de nuevo y para intentar recuperar la libertad perdida, pero eso le generaba mucho miedo…, y se fue buscando una historia que le permitiera decirse a si misma que el cambio de ruta era posible y que aún no tenía un mapa que le ayudara a emprender nuevos pasos…. sin culpas.
Una amiga de Carolina, un poco loca y con afán de escritora, le decía que el tiempo y la distancia curan todas las heridas, y aunque era conciente de que era algo más que eso, no podía evitar pensar que Carolina en su encuentro debía afrontar las dudas, las certezas, los encuentros y desencuentros, dejarlos fluir y dejarse ser…., la felicidad es una actitud y aunque no siempre resulta fácil asumirla depende mucho de lo que intentemos hacer y de las cosas que queramos ser….
--- Carolina, la felicidad no puede ni depende de si nos equivocamos en el camino de este arte que es vivir, depende de que amemos lo que tenemos, lo que es posible y también de amarnos a nosotras mismas… Sin culpa Carolina, sin culpa.
12 de Abril de 2005
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