He pasado incontables horas buscando una mirada, una sonrisa, sin saber que el secreto está en dejar de buscar. Largo tiempo se ha quemado en llamas mi pasión sin convertirse en cenizas. Largo tiempo estuvo el propio infierno helado. Ahora soy, más que otros, un demonio de hielo que surca el cielo dejando a un lado un mundo que es todo mío, el cual ya no quiero.

Ya no quiero sogas alrededor de mi cuello, tengo besos. Ya no quiero al viento, soy etéreo a través del tiempo. Ya no quiero el cielo, esta tan lejos en una noche sin reflejos que sólo quiero lluvia en el desierto.

El propio insomnio justiciero ha hecho que piense sin pensar en nada concreto, ha hecho que la oscuridad se transforme, poco a poco, en sombras azules de una noche de calma intelectual. Entonces apareció el sueño… Ahora duermo, y me estremezco. Ahora sueño y, por fin, no me atormento.