Quizás,
encontrando amaneceres sin buscar el sol,
hubiera podido verme caer.
Quizás,
cuando todos los silencios estremecieron mi ser aquella madrugada,
hubiera podido hacer mía esa mirada que empañaba cristales,
que imaginaba que buscaban mi alma.
Quizás,
cuando la oscuridad de aquella fría noche
donde surgía la magia y el miedo nos arrastraba,
incansable,
al silencio del que no puede prometer nada,
hubiera podido hacer mios los labios de la que,
como yo,
a veces en soledad lloraba.
Quizás.
Quizás.
Quizás algún día este bufón de las palabras no sea más que recuerdo,
no sea más que palabras.
Quizás el regalo que ofrezco,
no sea suficiente promesa
cuando la soledad embriaga.
Ahora solo espero
que, cuando caiga la noche de nuevo,
las miradas sean palabras.
Las sonrisas verdaderas.
Los besos,
esos con los que he soñado,
sean gritos en la letanía.
Nuestros brazos,
nudos corredizos en el más tierno abrazo
y caricias nuestras palabras.
Quizás.
Mientras tanto aquí espero envejeciendo
agarrado de la mano de mis duendes y hadas.
Aquí espero…
hasta mañana.
|