¿Cómo debo traducir la ausencia de respuesta que tengo de parte tuya? ¿Acaso como falta y ausencia de interés, o sólo de correspondencia?

¿Qué debo hacer ahora que pasa el tiempo y a nada respondes tú? Me conformo con la miserable resignación de saber que tal vez respondas mañana....

Reviso mis cosas y no te encuentro plasmada en las páginas que deberían ahora corresponderte y ni siquiera sé si me sigues leyendo, así de absurdo y necio buscándote me encuentro.

Llegó equívoca la hora de los reclamos y las despedidas adelantadas, aunque nunca respondas sabrás que me dejaste esperando por tu fallida e inconclusa respuesta demorada, lástima que no te hayas decidido, temerosa.

¿Ahora qué? Ignoto completamente es, lo que haga en estos días aparte de atormentarme por lo que nunca hicimos antes del amanecer, recorreré los caminos que quise un día recorrieramos juntos el reflejo de tus ojos sobre los míos, quizá, y nuestras sombras abrazadas.

Ya no respondas mas nada, lo haré por ti, entendiendo en el silencio de la distancia infranqueable que tristemente te diste tarde cuenta lo poco que te significaba, tan pronto como me fuiste olvidando y me recuerdas acaso en tonos grises.

Gracias por ya no lastimarme, de eso me encargaré ahora yo, sin compasión inquebrantable que me consuele lejos de pensar en tu cálido y lejano abrazo, porque me ayudaste a vivir demasiado.