Te concedo, vieja amiga, la ventaja, Cuando cierren mis ojos los arcanos, De ser vos quien teja mi mortaja Y pongas blancos jazmines en mis manos Que no haya llantos ni quejas ni tristezas En la lumbre postrera de mis días Que no duela eso de irse con presteza Cuando haya dicho basta la alegría.
Texto agregado el 11-04-2005, y leído por 137 visitantes. (0 votos)