Perfumes que recuerdan el pasado, el pasado cercano. Sensación de amarga dulzura, de añoranzas. El astro padre ha veces me conmueve, aun siendo mi eterno enemigo. Enemigo de sueños y deseos. Enemigo de mi propia muerte.
El dulce aroma de la soledad que has dejado impregnado en mis manos y mi cuerpo, el amargo aroma del recuerdo, hace que sueñe placenteramente en mi carruaje de sueños y fantasías.
Aun con miedo. Aun con deseo.
Veamos, veamos como nos revolcamos en el polvo. Veamos, veamos esta noche esconderse el astro madre. Veamos como el deseo sustituye al miedo, y como el placer sustituye a ambos. Dejando el rastro incansable de las gotas del rocío en la misma y oscura noche que igual me apuñala. Como un asesino inexperto. Como si mi propia locura en esa única noche se hubiere vertido.
Deseando huir en un trozo de madera. Navegando por los recovecos del mundo, huyendo de mi propia muerte. Huyendo de la noche cautivadora, que busca incansable mi mirada, para encontrar en ella la eterna soledad de amantes sin medida.
Hoy no, hoy no caerá la noche en mi silencio, hoy no fluirá a través de mi propia sombra, ajena a todo. Hoy lloverá sobre mi piel desnuda ante la adversidad. Mi piel agrietada y acuchillada por seres que bajan en la oscuridad…seres que me conmueven.
Mi interior se plaga de insectos que buscan comida en mis entrañas. Grito mientras me devoran, sin control, con medidas. Oscuro y silencioso. Enfermo, cruel y tierno…yo mismo…
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