Sigo mi camino, flotando entre el vaho que yo mismo arrojo en una búsqueda infructuosa de respuestas que me ayuden a aterrizar.

Me mantengo flotando lentamente mientras levito adolorido del encuentro de anoche, nada ha cambiado, sólo me quedan las cicatrices y tu marca del pecho se me ha borrado.

La cara dolorida de incertidumbre y locura, me muesta que sigo vivo, respirando lentamente del humo que queda de un sentimiento que con fuego se consume y quema, sigo intoxicado de adrenalina y furia.

Lo mejor es que el mundo sigue rodando y las heridas se han de cerrar, si todo fuese inmutable, nunca moriría mi necio deseo de abandonarlo todo por tí, yendo al país de las hojas perennes si me acompaña tu mano.

Sigo viajando sin la respuesta que me signifique tejer sueños que se conviertan en un castillo de cristal con vidrios destrozados, y mientras me siento expulsado de tu pensamiento con ayuda del tiempo, en que me alejo visiblemente hasta el horizonte del recuerdo inacabado.