¿Cómo saber que lo que soy no es lo que no debo ser?

Solo un suspiro de la más mínima tragedia me hace reflexionar lo evidentemente inútil que hemos de ser en esta vida. Quizás la dulzura de una vida sin tapujos no sea la correcta, pero, ¿Quién llorará por mi en mí lecho de muerte?

Fuera de los lugares que me ha tocado vivir, fuera de mi propio cuerpo, en una inútil lucha por encontrar mi sitio en el mismo lugar e instante en que he de cruzar el río de la pasividad.

Canturreando una canción de ira de poetas incomprendidos, de filósofos de taberna y de guerreros de libertades. Esta es la melodía de los soñadores de lágrimas, quedándonos solos con nuestra luna enferma de soledades. Soñando y escribiendo, pensado en personas y amores de camas sudadas por la pesadilla, con la más sincera malintención, que no es otra que la morder el viento que entra por debajo de las sabanas y llenar el espacio con gemidos que desgarran el silencio.

Dejemos que nuestros pensamientos de la propia lira sean los únicos surtidores de la más oscura intención que habita en nuestros corazones, y dejar, llenos de esa ira poética de cuatro copas de más, que disparen en el silencio de la noche.