Si delante de un salmón marinado con colas de cangrejo del río Huson sonreír no tiene mucho mérito, bendecido además por una copa de ribera del Duero del 85 la perorata de Jaime sobre la inestabilidad de Windows xp frente a linux era soportable.
Sonreía con cara de salmón marinado y sobre mi cabeza sobrevolaban como buitres las multitareas, los driver y los periféricos usb vigilando mis asentimientos.
A los diez minutos terminé cayendo en la tentación de no escucharle y empecé a divagar sobre porque dicen que el pescado no va con el tinto. Si te gusta el salmón y te gusta el vino tinto es muy probable que te guste el salmón con vino tinto. Con marisco la cosa cambia, pedir tinto con marisco eso si es un delito, aunque las colas de cangrejos técnicamente hablando son marisco...
Él seguía con sus licencias, con sus cadenas de códigos maliciosos y yo empeñado en revolucionar en silencio la profesión de Somelier.
Su esposa interrumpió nuestra “no conversación” con el comentario de que el libro de Dolina que le recomendé le había encantado. Me abracé como un naufrago con todas mis fuerza a aquellas palabras. Eran mi única esperanza.
Le conté que se trataba de un libro plagado de inteligencia y humor. Un libro divertido que había leído y perdido hace mucho y que había vuelto a mi memoria al cabo de los años porque en uno de sus relatos habla de dónde van todas las bolitas de cristal del juego de bolitas. Sólo recordaba eso. La preocupación de Dolina por saber donde están los millones de bolitas que se han fabricado. Elisa sonreía. Y el otro día encontré una bolita dando un paseo por el campo y entonces fue...
La intervención de Jaime fue tajante. “Sólo os importan tonterías. Menos mal que quedamos algunos con los pies en la tierra. Y los discos duros nuevos cuando van a dejar de crecer... ”
Es cierto; sólo me importan las tonterías.