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Recuerdo muy bien ese día. ¡Ah!, ¡Cómo olvidarlo!. La tristeza se mezcló con el asombro y alegría. Al recordar este suceso no puedo evitar que una lágrima traviesa se deslice por mi mejilla.

Todo ocurrió cuando mi hermano estaba muy enfermo, en cama, con fiebre y sufría de una enfermedad que si más no me equivoco se llamaba “tumor cerebral”. En esa época mi hermano tenía cinco años y yo, un poco mayor, bordeaba los diez. Él, tan pálido y con ese gesto de dolor en su rostro, me hizo recordar, no sé porque, al caballo de la Mitología Griega, Pegaso. Viéndolo tan triste, decidí leerle la historia. A éste le encantó y una sonrisa se formó en sus labios secos y blancos. Una sonrisa inolvidable, la última que logré ver en su rostro.

Un día, en el colegio, ocurrió algo muy extraño. Me bajó una angustia indescriptible y se me vino a la mente la imagen de mi hermano. Sin poder controlar el llanto me dirigí al baño del colegio y algo asombroso, por no decir raro, sucedió. Me miré al espejo y vi, en donde se suponía que debía estar mi reflejo, la cara de mi hermano. Yo, extrañada y asustada a la vez, no fui capaz de mover ni siquiera un dedo. El reflejo comenzó a hablar y me dijo que algo le ocurriría, pero que no me preocupara porque él iba a estar bien. Luego me dijo algo que no logré comprender hasta ahora: “Pegaso”.

Cuando llegué a mi casa, lo primero que hice fue ir al dormitorio de mi hermano. Él estaba durmiendo. Su rostro se veía tan bello cuando dormía, tan inocente y puro, que no me atreví a despertarlo.

Me encontraba en mi cuarto haciendo mis tareas cuando de pronto, no sé porque, tomé el libro sobre la Mitología Griega. Me quedé observando una imagen de Pegaso por largo rato, hasta que unos pasos rápidos, unos gritos y unos llantos me sacaron de mi trance. Salí de mi pieza para ver que pasaba y al llegar al cuarto de mi hermano supe, lo que nunca hubiera deseado saber: había muerto. Su cara fría, más pálida que nunca, no lograba oscurecer su belleza. Me acerqué lentamente y le di un beso, que fue la despedida definitiva. De pronto por la ventana entró una corriente de aire frío. Me acerqué a ésta tranquilamente con la intención de cerrarla, cuando vi en el patio una rosa que se abría suave, dulce y delicadamente. La observé por unos momentos y luego vi salir de la rosa una cosa volando que era muy extraña. La verdad es que no sabría decir ni explicar lo que era. Este fenómeno, por así decirlo, se posó en el pasto del jardín y se iluminó. Pero no era la luz del sol la que lo iluminaba, sino una luz que provenía del interior del fenómeno. Al estar completamente radiante, por una luz enceguecedora, comenzó a crecer lentamente hasta llegar a formarse una cosa extraña. Era un caballo, con alas, tan hermoso y al observarlo, uno sentía una paz interna indescriptible. Comprendí, finalmente que era un Pegaso.

No sé como apareció, pero luego vi a mi hermano que estaba parado junto a Pegaso. Lo miré y no pude hacer otra cosa que liberar mis lágrimas. Él se acercó a la ventana y me dijo que me iba a querer siempre, que nunca me dejaría sola, que me acompañaría por el resto de mi vida, porque yo lo levaría en mi corazón.

Yo, asombrada, llorando y sin habla, hice un esfuerzo sobrenatural y le pregunté que ocurría. Me dijo que ya era hora de marcharse y que se dirigiría a un lugar mejor junto a Pegaso. Me dio un beso en la frente y se acercó al caballo mitológico. Se subió en él y antes de partir me miró y me dijo: “Cada vez que veas una imagen de Pegaso, me verás a mí”. Y se fue volando por el aire montado en aquel fantástico animal.

Ahora, tengo el doble de mi edad y madurez y puedo asegurar que cada vez que observo una imagen de Pegaso veo y siento la presencia de mi hermano.

Texto agregado el 11-04-2005, y leído por 412 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
10-06-2008 Interesante. Me hace recordar la vez que murio mi abuelo y el extraño presentimiento que tuve un dia antes de aquel suceso. Me gustaria que me dejaras algun comentario de mis dos ultimos cuentos (y si puedes de los demas). Cuidate. rubencrist
13-05-2006 Ni con toda la "madurez" del mundo dejarás de sentir su presencia. Es una muestra de que tu hermano sigue al lado tuyo. La esencia está en creer, soñar y querer. Athenea
08-04-2006 esta muy genial, me gustó ***** mag4blue
11-04-2005 Que en paz descanse, feliz y apacible, como tus días en cada sendero que recorres siempre acompañada. jaseg69
11-04-2005 muy bueno el relato, dejo mis * juanitaR
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