¿Me has preguntado que cómo estoy? No te mentiré.
Esta vez sí, lo reconozco, estoy deshecha.
Mi cuerpo yace estampado en mi jardín:
mis manos sosteniendo sonrisas agonizantes,
mis pies abrazando recuerdos de piel descompuesta,
mis cabellos mezclándose entre el pasto y las raíces,
mi corazón, kilómetros más allá, reviviendo arterias de locura,
y mis pupilas, oyendo su movimiento giratorio.

¿Me has preguntado que cómo estoy?
¿Es que acaso no hueles cómo roncan mis pestañas?
¿No te das cuenta como se iluminan mis lunares de noche?
¡Donde te has ido!

Entonces, ¿Para qué me has preguntado que cómo estoy?
No sabes nada... no estás, daría lo mismo mentirte otra vez.