EL MILAGRO DE UN LIRIO


Estabas ahí entre todas
y te señalé con dedo de fuego
para que fueras conmigo
y juntos hiciéramos el milagro del nacimiento
de un lirio largo
y esbelto

Encogido en su mano el mundo guardaría
buscando con ojos de agua
la luz de las estrellas,
mientras sonreiría agitando cual palomitas
sus manos de niño.

Estabas parada en una esquina y
conversaba con el viento
tu falda
entre reverencias y sonrisas,
bandera de tules
ondeando en la tarde.


De pronto tus ojos miraron
y cual faro en la noche
supe que eras el puerto
de mi barco errante en tantas
noches oscuras.

Fue esa mirada y la mía
que hizo tu risa explotar como
campanita de cristal
y se alborotaron los pájaros
de tus palabras
que salieron al viento en desbandada,
como de campo sembrado llenando de melodías
mis burdos oídos.

Te prometí cielos azules y
vientos huracanados,
pasiones encendidas y noches interminables
detrás de montañas a la luz de la luna

Pero tú, clara niña
velero de espuma,
luciérnaga colorida, manojo de espigas
cantarito de agua dulce,
me dejaste en las manos
el revoloteo de abejas
de tu perfume de sándalo
cuando doblaste la esquina.

Ahora,
vengo de nuevo como cada tarde a la hora
por ver si apareces muñeca de loza,
con tu cara de luna
y mil mariposas que siguen tu paso
perfumado de azahares,
para hacer realidad este sueño
de un lirio de azules colores.