Este cuento lo subí hace tiempo, pero lo baje ya ni se porqué. La verdad lo tenía olvidado y ahora que lo encontré lo comparto nuevamente con ustedes.
El Viejo Auto Nuevo.
El Viejo Auto Nuevo.
Tardes interminables estuve trabajando en mi auto nuevo, tuve que soportar las burlas de mis amigos y madrugar temprano los sábados para avanzar en la puesta apunto. Los domingos, después del almuerzo, lo rodeaba mi incesante presencia buscando desperfectos.
Cada día eran menos para el estreno, el motor era una orquesta de metales todos afinados y sincronizados, le compré focos nuevos, los parlantes eran usados, pero con una manito los dejé casi nuevos, el tapiz lo tuve que lavar como tres veces para sacarle las manchas y con una pintura especial arregle los desperfectos del capó.
Luego de tres largos meces ya todo estaba listo para el estreno. Era sábado me acuerdo, mi vieja estaba emocionada hasta las lágrimas, yo era el primero en mi familia que se pudo dar el lujo de comprar un auto, introduje la llave y la giré despertando así de su letargo al viejo motor. Les prometí a mis familiares que los llevaría a dar un vuelta a penas volviera de mi primer paseo así es que les pedí que se hicieran a un lado, me despedí con la mano izquierda en medio de aplausos y con una sonrisa de oreja a oreja me alejé.
Conduje mi viejo auto nuevo con orgullo por las calles de mi barrio, los niños corrían alrededor mío y se peleaban para que les diese una vuelta a la manzana, pero quedaron atrás, los vi empequeñecerse en el retrovisor, con un dejo de amargura quedaron, de verdad que lo sentí, pero a mi me apremiaban otros menesteres. Antonia, que me gustaba hasta los huesos, me esperaba en su casa, ella sería la primera en montarse en mi máquina, así, pensaba yo, apreciaría todo mi poder, podría percatarse de mi personalidad y de lo que soy capaz, ahora podría ser mi novia.
-Ya llegó tu pedrito – me dije casi gritando cuando llegué a la esquina de su calle y doble con una sonrisa triunfadora que se desvaneció rápidamente cuando vi a Rubén, el maldito presumido también se había comprado auto nuevo, pero nuevo de verdad y el muy desgraciado estaba ahí con mi Antonia, ella lo miraba y le conversaba, por cada metro que avanzaba hacia ellos mi auto nuevo se veía mas viejo y los pequeños “detalles” que tenía, se veían como enormes desperfectos acusadores, ya estaba muy cerca de ellos para dar la vuelta, sin pensarlo me fui para abajo en el asiento, como en un tobogán -.
Pasó Pedro enfrente de ellos, Rubén le hablaba a Antonia y esta de reojo vio pasar el auto que parecía conducido por un fantasma y lo siguió con la vista mientras se alejaba lentamente hasta perderse.
Antonia, continuó esperando a Pedro y Rubén insistiendo, hasta que logró su objetivo, ella, echando un último vistazo hacia la esquina se subió al auto y se fueron a pasear por la avenida.
Llegué ese día a mi casa con la autoestima por los suelos, mi auto estaba irreconocible, feo, viejo y usado. Ni si quiera tenía ganas de comer del asado con que me estaban esperando en mi casa, los acompañé un rato para distraerme un poco, respondí todas las preguntas del caso; si el auto era rápido, cuanto daba por litro y toda clase de tecnicismos que para mi ya no valían ni un carajo.
Me desperté al otro día sin ganas de nada, me di vueltas en mi cama como media hora antes de irme a la ducha, una vez en el baño y con el agua corriendo me metí con la cabeza llena de shampoo, el que se transformó en una gruesa espuma que escurrió por mi cuerpo inmóvil.
-Pedro, te busca Antonia. – me gritó mi vieja golpeando la puerta del baño.
Sobresaltado, me froté rápidamente la cara y le pedí que repitiera para corroborar lo escuchado.
-Que te busca Antonia. – volvió a gritar.
En tiempo record me salí de la ducha, me sequé y me vestí con lo primero que encontré, abrí la puerta de calle y tras la reja estaba Antonia, mirando mi auto nuevo que ahora brillaba como con luz propia.
-¿Por qué no fuiste ayer? ¿o a caso tu...?
-Si fui –le contesté interrumpiéndola.
-Ahora lo entiendo. Vamos tontito, que quiero andar en tu auto nuevo.
Ese auto lo tuve casi seis años
Con la Antonia llevamos veintitrés
Las cosas no te dan personalidad
Si no que es al revés.
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