DE PASIÓN A LOCURA
Y la buseta partió con aquellos que querían ser salvados de ese gran túnel de locura en que
el mundo se estaba metiendo.
Ya nada es igual desde el momento en que Xavier supo quien era la mujer a quien tanto había amado y a quien, por mucho tiempo, le dedicó su vida entera.
Todos los días Xavier se colocaba su saco negro y se dirigía a la empresa donde trabajaba como abogado. Entraba al edificio saludando al conserje como todas las mañanas con un gesto muy amable y cortés, tal vez fue eso lo que me atrajo de él, su sencillez, su amabilidad, la ternura que reflejaba en sus tiernos ojos azules, cubiertos por un par de lentes que lo hacían verse muy atractivo, y que me miraban con un amor tan inocente que yo nunca lo supe valorar pero que ahora me llenan de tanta culpa por haberle hecho lo que le hice.
Al llegar a su despacho, lo primero que hacía era pedir una tasa de café a Carmen, su secretaria de confianza, quien había estado trabajando con él los últimos 3 años. Era una señora de edad adulta y en cierta forma la consideraba como su madre, por quien además de confianza, sentía respeto y un gran agradecimiento por las cosas que aprendió con ella trabajando en la compañía. Xavier era el abogado más joven del bufete, tenía 25 años, pero eso no lo hacía menos profesional que los demás ya que a su edad era un hombre muy trabajador, tan dedicado a su trabajo que no tenía tiempo para su vida personal, pero al parecer no le daba mucha importancia, en ese entonces.
Ahora sé que en ningún lado, ni fuera de este mundo nadie me va a perdonar lo que le hice a Xavier porque él no se lo merecía, fui una completa imbécil al pensar que así podría alejarlo de mí, pero no fue así, cada día lo tengo más presente en mi cabeza y creo que poco a poco me está llevando a ese túnel donde yo trato de escapar minuto a minuto y al que solamente me atrevo a entrar en el momento en que esté dispuesta a pagar el precio de lo que hice.
Una tarde que Xavier regresaba a su departamento, porque había salido temprano de la oficina, recibió una llamada, él contestó:
-¿Hola?
-¿Quisiera hablar con el abogado Xavier Torres, por favor? -dije un poco alterada.
-Si soy yo, ¿Quien habla?
-Mi nombre es Amanda García, lo llamo para contratar sus servicios de abogado para un caso.
-Eh, sabe que, yo no suelo hablar de esto por teléfono, tal vez sería mejor que mañana pase por mi oficina para que podamos hablar acerca del asunto con mayor tranquilidad; la dirección es…
-No se preocupe, sé donde queda el lugar, mañana estaré a las 9:00 de la mañana, ¿Le parece?
-Me parece perfecto.
-Entonces mañana nos vemos. Adiós.
Esa tarde Xavier se quedó muy inquieto con la llamada que había recibido porque no sabía como aquella mujer consiguió el número de teléfono de su departamento, pero al final no le tomó mucha importancia y se acostó a dormir durante un rato.
Mientras él dormía, yo esperaba impaciente que las horas corrieran para que el día siguiente llegara y así poder verlo tan cerca como lo había querido tener desde el momento que lo vi.
En la noche, después de haber tomado un descanso, Xavier tomó un baño, se puso cómodo y encendió la computadora para adelantar algún informe que tendría que presentar dentro de dos días. Él era una persona muy responsable con su trabajo y así también no dejaba que este se acumule, por eso todas las noches se sentaba frente a su ordenador para realizar cualquier tipo de informe para tener la mente ocupada y así no aburrirse en esa soledad que lo atormentaba. Pero esa noche no pudo concentrarse en su trabajo por esa llamada tan interesante, que al parecer Xavier había quedado cautivado con esa maravillosa y seductora
voz femenina que provenía de mí. Trató de realizar los informes pero no lo logró, así que decidió mejor dormir hasta el día siguiente.
En la mañana, Xavier, por primera vez se sentía nervioso por un cliente, a su oficina llegaban toda clase de personas, hombres y mujeres, desde los más serenos y tranquilos hasta los más neuróticos, pero esta vez era distinto, esa mujer tenía algo diferente a sus demás clientes que lo visitaban a menudo. Ansiaba mucho verla.
Cuando llegó al edificio, eran las 8:00 de la mañana, saludó al conserje, pero esta vez andaba un poco agitado, así que no se detuvo a conversar con los empleados de limpieza y subió directamente a su oficina a esperar la llegada de Amanda. Mientras revisaba algunos archivos, Carmen lo llama por el conmutador, avisándole que una señora llamada Amanda García lo esperaba para hablar con él. En ese momento, el corazón de Xavier comenzó a latir muy rápido, se puso más nervioso, parecía un adolescente que esperaba el sí de la chica a la que se le había declarado. Xavier le dijo a Carmen que la haga pasar.
Al abrir la puerta, Xavier se quedó deslumbrado de mi gran belleza, porque puedo decir que en ese tiempo era muy hermosa, ahora ya no puedo decir lo mismo ya que desde el momento en que lo volví loco, mi belleza se fue acabando poco a poco hasta el punto de convertirme en un ser desagradable. Cuando entré lo saludé y él me respondió:
Buenos días Amanda, como está? La estaba esperando, aunque llegó un poco temprano de lo acordado. Son las 8: 30 –dijo Xavier viendo su reloj.
Si, vine más temprano porque sabía que ibas a estar aquí-dije acercándome poco a poco hacia él.
¿Cómo lo supo?... Mejor pase y tome asiento.
No te preocupes así estoy bien, solo vine a decirte que tú eres el hombre que está en mi destino y desde el momento que te vi sentado en aquel restaurante, sentí una atracción muy fuerte hacia ti, por eso estoy aquí, he venido a buscarte para que los dos seamos uno solo, para empezar a querernos, como te deseo Xavier, me atraes demasiado, ya no puedo estar ni un segundo sin pensar en ti, te has adueñado de mi totalmente.
En ese instante, Xavier no supo que decir así, que el primer impulso que hizo fue besarme. Ese beso fue el principio de una pasión incontrolable, hasta el día que se enteró de mi engaño. Nos besamos tan apasionadamente por unos interminables segundos. Cuando terminamos de besarnos, Xavier dejó todo su trabajo tirado en la oficina y me llevó apresuradamente a su departamento, en el camino no nos dijimos nada. Todavía recuerdo la cara de entusiasmo de Xavier, sus ojos color cielo les brillaban, parecía el hombre más feliz del mundo.
Al llegar al departamento, él me abrió la puerta, entramos, me senté en el mueble, mientras él iba a la cocina a servirme una copa de vino blanco. Él nunca dijo nada, así que decidí tampoco hablar para no dañar ese momento tan mágico en que los dos nos encontrábamos.
Después de haber bebido las copas de vino, Xavier se sentó alado mío, me cogió por la cintura y me besó, me besó de nuevo, pero esta vez fue él que me buscó, y a partir de ese instante, los dos ascendimos al paraíso. Comenzó por quitarme la blusa, mientras yo lo miraba fijamente y le acariciaba su delicado rostro. Poco a poco me fue quitando la minifalda que traída puesta. Sus manos de seda recorrían mis largas piernas suavemente, explorando cada parte de mi cuerpo como un chiquillo con un juguete nuevo. Me quitó toda la ropa y quedé desnuda, solo para él, ya en ese momento era de su propiedad, le pertenecía solo a él, a Xavier Torres, a ese hombre que, por mucho tiempo se había guardado todo ese amor y pasión a la persona que estaría dispuesta a compartir sus sueños, su amor, sus deseos, y sus logros.
Yo no lo veía de esa manera, yo sólo quería tenerlo como amante, me gustaba tanto que no quería involucrar el amor en este asunto, pero él si lo hizo y fue por eso que los problemas comenzaron.
Para este tiempo, ya los dos nos veíamos casi todos los días, de la misma forma que lo fui a buscar el primer día a la oficina, decidimos que así serían todos nuestros encuentros. Yo iba a verlo a la oficina, él me recibía con un gran beso y los dos salíamos un poco más y corriendo del edificio para que nadie intentara detenernos. Entrábamos al auto y nos dirigíamos a su departamento, donde hacíamos el amor de la manera más apasionada que tanto me gustaba, yo sé que él lo disfrutaba tanto como yo. Mientras los dos nos hacíamos un solo ser, a través del deseo que sentíamos el uno por el otro, yo me sentía feliz porque había logrado llenar esa soledad que había en su corazón, me alegraba verlo como disfrutaba del momento, un momento que alguna vez tenía que terminar, por eso cuando terminábamos de hacer el amor, cogía mis cosas, me vestía y me iba. Mientras me alejaba de él, una parte de mí se iba desgarrando por dentro, era un dolor inmenso que me producía al verlo acostado con su cara de tristeza, sollozando como un bebé pidiéndome que no me vaya de su lado.
Eso lo hacíamos casi todos los días, pero al pasar el tiempo, nuestra pasión fue afectando el trabajo de Xavier, ya que la mayoría del tiempo dejaba la oficina tirada, además las ultimas semanas no terminó de resolver un caso de divorcio, en el que había trabajado durante meses, pero a partir de nuestros encuentros clandestinos, no le importó nada y terminó por darle el caso a otro abogado. En el bufete todos los abogados, se empezaron a dar cuenta de la reacción que había tomado Xavier las últimas semanas, en una reunión que hicieron todos los ejecutivos de la compañía dijeron:
-¿Alguien sabe que es lo que pasa con Xavier?
-No jefe, nadie sabe, o mejor dicho si, desde que esa mujer apareció en su vida, Xavier ha estado actuando totalmente diferente a lo que normalmente es. Ya no es el mismo hombre responsable que conocíamos, esta dejando los casos a un lado, ya no entrega los informes a tiempo, y si los entrega, su índice de error es bien grande.
-¿De qué mujer me están hablando?- preguntó el gerente general de la compañía.
-Es una tal Amanda García, que supuestamente vino a contratar sus servicios. Eso es lo único que sé.- dijo uno de los abogados.
-No se lo que le está pasando a Xavier, pero más le vale que esa mujer no interfiera en su trabajo, más de lo que ya lo está haciendo, porque sino se verá en grandes problemas, y sería muy penoso que esta compañía pierda a uno de sus más importantes abogados por un simple lío de faldas.
El gerente se paró y se fue disgustado a su oficina.
La mañana que Xavier llegaba a su despacho, Carmen le dio un comunicado por escrito donde decía que el gerente general quería hablar urgente con él. No esperó ni un momento y se dirigió a la oficina del jefe, tocó la puerta y entró:
-Buenos días, ¿usted quería hablar conmigo jefe?
-Si Xavier, quiero saber que te está pasando. Esta última semana no has estado trabajando bien, tus informes son mediocres, que pasa contigo.
-Lo sé señor, no se preocupe que voy a hacer algo en este momento, yo no me puedo pasar la vida esperándola hasta que ella quiera verme, yo también soy humano, siento y ella me está haciendo mucho daño, pero al mismo tiempo no puedo vivir sin tenerla cerca de mí, tengo que verla.
-Tengo que hablar con ella ahora, permiso me retiro- dijo Xavier apurado saliendo de la oficina corriendo, mientras su jefe se quedó sentado sin entender lo que le había dicho.
Xavier dejó el edificio, se subió a su auto, ahí dentro no supo donde ir a buscarme porque yo nunca le di ninguna dirección donde encontrarme, pero encontró en la secretera del carro una tarjeta que yo le había dado con mi numero de teléfono, pero mi error fue darle la tarjeta del hotel donde yo me estaba hospedando en ese entonces. Xavier volteó la tarjeta y vio un nombre: Hotel “Casa Grande”, así que lo primero que se le vino a la mente fue ir a ese hotel para ver si tenía suerte y me encontrara, y para la mala suerte de los dos me encontró.
Cuando llegó al hotel, salió todo apresurado del auto y se dirigió a la recepción, donde un hombre lo atendió. Preguntó si yo estaba hospedada ahí y el recepcionista le confirmó mi hospedaje después de haber revisado la computadora. Entonces Xavier le preguntó el número de habitación, pero el hombre no se la quería dar, así que le dijo que él era mi abogado y que era urgente verme porque tenía documentos importantes de mi interés, además le afirmó que sino le daba el número de mi habitación, iba a mover sus influencias en la policía para que se lo llevaran preso. Xavier estaba totalmente desquiciado.
El recepcionista, muerto de miedo, no pudo hacer más que darle el número:
-Es la 513, en el tercer piso- dijo aquel hombre.
-Muy bien, gracias por su comprensión-
Y Xavier salió corriendo por las escaleras hasta el tercer piso, porque estaba demasiado desesperado para esperar a que el elevador se abriera. Cuando llegó al tercer piso, buscó la habitación, la encontró, y de pronto se quedó paralizado de felicidad frente a la puerta porque iba a ver a la mujer que se había apoderado de él. Tocó la puerta varias veces pero nadie le abrió, así que se atrevió a entrar sin permiso alguno. Al entrar a la habitación, vio dos copas de vino sobre la pequeña mesa de centro, siguió caminando lentamente, y a medida que avanzaba hacia la recamara, vio ropa tirada en el suelo, una falda, unos zapatos de taco, medias pantis negras y un brasier de color rojo intenso. Cuando abrió la puerta del dormitorio, se quedó paralizado por unos minutos porque era muy difícil asimilar lo que estaba presenciando. Me vio completamente desnuda, como a él le gustaba verme, pero esta vez no fue lo mismo, en la cama estaba yo besándome con la misma pasión con la que lo hacía con él, lo duro fue verme haciendo el amor con una mujer.
-¡¿Que me hiciste Amanda? ¿Por qué me engañaste?!. Yo te entregué todo mi amor incondicional, hasta estaba a punto de dejar el trabajo por ti, solo por ti y mira como me pagas, de la forma más cruel que pudiste encontrar!
-No Xavier, espera, nunca podrás entenderme como soy realmente, por eso no quería que la palabra amor entrara en nuestras vidas, pero logró penetrarnos hasta lo más profundo de cada corazón. Esta es la única forma que encuentro de alejarme de ti, de tenerte como un simple amante. Es mejor que te hayas enterado ahora y de esta manera, antes de que algo peor pasara.- dije llorando.
-¡No te quiero volver a ver en lo que me resta de vida! Eres lo más desagradable que me ha pasado en mi vida, pero de nada me sirve lanzarte los peores insultos porque te tengo clavada en mi pecho, sintiendo tanta pasión y deseo, que me llevarán a la locura!
Y se fue corriendo de la habitación. Se subió a su auto negro y corrió a su departamento a toda la velocidad que podía correr.
Ya en su departamento, se dejó caer en el piso y se puso a gritar y gritar, repasando a cada segundo las imágenes que había visto minutos antes. Se revolcaba en el piso castigándose con esas imágenes que no lo dejaban tranquilo. Poco a poco se fue calmando pero en su mente se repetían esas desagradables imágenes una y otra vez, hasta que su mente se apoderó de su cuerpo y eso es lo último que recuerda.
Yo, alterada me vestí rápidamente y salí corriendo a buscarlo, me dijo que no lo buscara pero necesitaba saber como estaba, no lo podía dejar solo en el estado que estaba, así que me dirigí a su departamento. Al entrar vi todo tirado, los vasos quebrados sobre el piso y ahí lo vi, con la misma mirada que tenía cuando lo dejaba solo después de hacer el amor. Estaba sentado en una esquina, viéndome y al mismo tiempo balanceándose de adelante hacia atrás, con los brazos cruzados, repitiendo mi nombre: Amanda, Amanda, Amanda.
Al verlo, corrí a cogerlo, y no me reconoció, estaba llorando repitiendo mi nombre una y otra vez. Yo estaba tan nerviosa que llamé a una ambulancia y se lo llevaron. No fui con él, no quería saber lo que le estaba sucediendo, fui tan cobarde en ese momento que ahora me arrepiento mucho.
Los meses han pasado lentamente, pero siento que fueran años los que estuvieran pasando, porque ya no soy la misma mujer de antes, toda mi belleza se fue desapareciendo, y ahora soy una mujer acabada hiendo todos los días al sanatorio del centro de la ciudad para ir a visitar a Xavier, a quien le declararon demencia permanente. Todavía no puedo creer que tanta pasión que Xavier sentía por mí, pudo convertirse en una locura, que cada día está acabando conmigo, y todo esto por mi maldita culpa.
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